Por su formación y su experiencia como embajador de la Cancillería argentina ante la International Holocaust Remembrance Alliance durante el período 2012-2016, Jorge Elbaum es una figura de referencia para analizar el conflicto Israel-Palestina.
–¿Cuáles son las principales causas de la guerra?
–La causa es una sola: el hecho de que, en 1948, en Naciones Unidas se decidió la partición de Palestina y la conformación de dos países. Uno se formó a partir del 14 de mayo de 1948 y otro no se llegó a formar por varias circunstancias que se pueden historizar. En aquel momento, los territorios de Palestina dispuestos por la partición fueron invadidos: Jordania invadió Cisjordania y Egipto invadió Gaza, y pidieron la independencia de Palestina. Eso ocurrió entre 1948 y 1967, sometiendo los egipcios a los gazatíes y los cisjordanos a los palestinos hasta la Guerra de los Seis Días. A partir de ese momento, Israel hizo lo propio, exactamente lo mismo que hicieron antes Egipto y Jordania. Eso se mantiene hasta hoy en un doble formato: Israel ocupando y poniendo población israelí en Cisjordania, que son los colonos, y sitiando Gaza en un cuasi sitio doble, porque Gaza tiene frontera al sur con Egipto y Rafah. Hay un paso ahí de aproximadamente 40 kilómetros de extensión, que es frontera con Israel. Es un sitio en el que muchos palestinos de Gaza entran para trabajar diariamente, aunque en esta etapa no. Algo parecido sucede en el sur con Egipto, pero es algo que no se sabe, que Egipto limita fuertemente el ingreso, porque Gaza está controlada por Hamas.
–¿Cómo analiza las posiciones que caracterizan el bombardeo y el ataque del 7 de octubre como un acto antisemita e incluso equiparable al Holocausto?
–Yo creo que hay que abordar estas tragedias con herramientas analíticas de las ciencias sociales y no dejarse operar por propagandas de ningún tipo. Hay que tratar de no caer en la propaganda que lo que hace es tirar gasolina en el fuego. Lo más fácil es decir “ellos son los malos, nosotros somos los buenos, ellos hacen terrorismo, nosotros no”. Eso en realidad no suma a lo que uno necesita: que haya paz y que todas las personas sean dignas ante y protegidas por el derecho internacional. Obviamente, lo que ocurrió el 7 de octubre es un pogromo. Hay una carga en la discursividad de Hamas vinculada no solo a lo israelí, sino incluso a lo judío. Eso es un problema, porque yo como judío no tengo nada que ver con lo que hace Israel, soy argentino. Y lo mismo pasa con Chomsky, por ejemplo, entre otros. Yo discrepo con la lógica que muchas colectividades y colectivos están instrumentando, que es ahondar la herida, provocar más muerte, y sobre todo, lo que más me preocupa es expandir el conflicto a distintos países, generando conflictividad donde no la hay. Por ejemplo, en la Argentina, entre la comunidad islámica y la comunidad judía. Israel es un país ocupante que tiene maniatada a la población con políticas de apartheid hacia los palestinos y hacia Jordania. Y Gaza depende absolutamente de Israel en términos energéticos, es decir, las asistencias de electricidad de Gaza son producidas por Israel y entonces hay una dependencia terrible. La acción militar hecha por Hamas el 7 de octubre es una acción absolutamente terrorista porque se dirige contra civiles. Son acciones prohibidas por la Convención de Ginebra y no hay guerra que habilite secuestrar niños ni ejecutar ciudadanos civiles no uniformados. Por supuesto que también es terrorismo bombardear población civil en Gaza o en cualquier otro lugar por parte de Israel. Acá hay una funcionalidad negativa entre dos derechas fundamentalistas: la ultraderecha de los colonos israelíes y, desde mi punto de vista, la derecha integrista de Hamas, heredera de los Hermanos Musulmanes, que articula religión y política.
–¿Cómo tendría que reaccionar la comunidad internacional frente a estos hechos?
–Como lo hicieron grupos judíos estadounidenses en el Capitolio:
exigiendo un cese inmediato de fuego, la devolución de los rehenes y una
inmediata conferencia de paz para la Constitución de la Palestina
libre. La Autoridad Nacional Palestina es la reconocida a nivel global
como la representante del pueblo palestino. La conforman sectores
múltiples, algunos islámicos, otros laicos, otros progresistas, otros de
izquierda, la Organización de Liberación de Palestina, Al Fatah. Estos
grupos han sido perseguidos en Gaza y asesinados por Hamas a partir de
2006. Lo cual complejiza una situación que, por un lado, es de
característica
colonial y neocolonial y, por otro, e inserta en el marco de una
interna entre dos tradiciones. Una religiosa fundamentalista que se
niega a cualquier conversación de paz. Lo mismo pasa con los colonos
ultraderechistas que en número de 600 mil están ocupando tierra
palestina en Cisjordania.
–¿Cómo influyen las políticas de Estados Unidos y del Reino Unido?
–Estados Unidos es indudablemente el gran responsable de esta crisis porque empoderó a los sectores más fascistas de Israel, porque ha avalado y protegido las políticas expansionistas. Les ha dado carta libre. De no haberlo hecho, ya hubiese habido un país Palestina, que es el proyecto emancipatorio palestino apoyado sistemáticamente por la Unión Soviética en su momento, por Rusia hoy, por China. Estados Unidos ha sido el único que ha impedido en el Consejo de las Naciones Unidas que haya una conferencia internacional en el sentido de conformar Palestina libre. Por supuesto, siempre acompañado por el Reino Unido, que es el vasallo de política internacional de los Estados Unidos. Si los cinco miembros del Consejo de Seguridad dijesen: “A partir de mañana vamos a una conferencia para terminar con esto de una vez por todas”, se soluciona el problema más importante, porque la realidad es que si después algunos actores, sea dentro de Israel o dentro de los palestinos, quisieran seguir con el conflicto, ese sería un conflicto de otras características.
–¿Cuáles son las vías de solución del conflicto?
–Hay dos soluciones. Los sectores democráticos de Israel y de la Autoridad Nacional Palestina ven con buenos ojos una conferencia internacional que resuelva el problema de una vez por todas con la consolidación de un país soberano, no ocupado, de Palestina libre con capital en Jerusalén Oriental y con alguna reparación sobre tantos años sufridos no solamente por parte de Israel sino también por parte de Egipto y Jordania. Yo suscribo esta posición y me parece más factible. Hay otra que es muy difícil de realizar, que quizás lo sea en 200 años, que es la conformación de un único país multicultural, multiétnico y donde las identidades, las religiones, las tradiciones y el lenguaje no deberían ser un problema. Todos los países son multiétnicos, incluso la Argentina. Al estilo de la plurinacionalidad que existe en Bolivia y que es decretada en su nueva Constitución con el nombre de República Plurinacional de Bolivia. Podría ser, pero no lo veo factible en este momento, después de tanto desgarramiento y tanto odio construido en veinte años.