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«Experimentos» en Guantánamo

Fuentes: Cubadebate

Después de las horrorosas revelaciones del australiano David Hicks sobre las torturas que sufrió en el campo de concentración de Guantánamo, incluso de «inyecciones» sospechosas, el abogado de Nizar Sassi y Mourad Benchellali, dos de los detenidos de nacionalidad francesa liberados en julio último, acaba de revelar en París que sus clientes sospechan haber sido […]

Después de las horrorosas revelaciones del australiano David Hicks sobre las torturas que sufrió en el campo de concentración de Guantánamo, incluso de «inyecciones» sospechosas, el abogado de Nizar Sassi y Mourad Benchellali, dos de los detenidos de nacionalidad francesa liberados en julio último, acaba de revelar en París que sus clientes sospechan haber sido víctimas de «experimentos» en unos de los siniestros centros de interrogatorios de la Base Militar norteamericana.

El letrado, Jacques Debray, denuncia en la última edición de la revista francesa Le Nouvel Observateur, que Sassi y Benchellali, quienes también fueron forzados a recibir medicamentos sospechosos, se preguntan ahora si no fueron víctimas de «experimentos» por parte de sus verdugos.

Hasta ahora, sus clientes sólo aceptan contar un fragmento de lo que les ocurrió en Guantánamo, dice Debray; la DST, los servicios internos de Inteligencia francesa, «les hizo entender» que era preferible «mientras otros franceses siguen detenidos allí», dice el abogado.

«Pero sí han descrito escenas similares a lo que ocurrió en Abu Ghraib», afirma al precisar que los dos ex detenidos, arrestados en Paquistán y entregados a Estados Unidos después de la invasión de Afganistán, ni supieron de la guerra en Iraq antes de su liberación.

«En Guantánamo, fueron acogidos por militares norteamericanos, que les orinaron encima al bajar del avión. En ningún momento supieron por qué estaban allí», relata.

«Fueron interrogados un centenar de veces y, otras, antes del interrogatorio, pasaban ante unas salas de donde provenían alaridos. Nizar también me contó que fueron encerrados en un local equipado con espejos sin azogue donde hacía un frío extremo. También contaron que existían cámaras donde se escuchaba una música extremadamente violenta».

Los dos ex detenidos de Guantánamo también hablan de medicamentos «extraños» que tuvieron que ingerir. «Una vez, después de recibir uno de esos medicamentos, Nizar se desmayó y ha tenido la impresión de haberse quedado sin conocimiento durante uno o dos días. También recibieron inyecciones. No sabían de qué medicamento se trataba pero los dos afirman que uno de los otros detenidos se cubrió de granos después de haber tomado esos productos».

«Se preguntaban si no eran víctimas de experimentos», continúa el Jurista parisino.

«Los frasquitos que contenían los medicamentos llevaban números y un médico les visitaba para preguntarles qué efectos sentían. No han podido ver un médico, fuera de esos cuestionarios, salvo una o dos veces, porque en Guantánamo todo funcionaba a base de recompensas; Nizar tuvo que esperar un año para ver a un dentista».

Nizar y Benchellali afirman que en Guantánamo se encuentra «un número impresionante de psiquiatras» y existen unidades reservadas «a los que se vuelven locos».

Las experimentaciones médicas sobre los detenidos son terminantemente prohibidas por la «Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes» de las Naciones Unidas.

Por su parte, David Hicks, uno de los muy pocos detenidos que han sido acusados formalmente y que tiene acceso a abogados por ser australiano, acaba de revelar en una declaración jurada publicada en su país que fue forzosamente inyectado con drogas.

En un affidavit publicado por sus defensores en Australia, Hicks detalla las torturas sufridas de mano de sus interrogadores norteamericanos, explicando cómo le golpeaban la cabeza contra el asfalto, con los ojos vendados, durante las indagaciones que duraban horas.

Mientras tanto, se le privaba de alimentos y se le obligaba a correr con las piernas amarradas con esposas que le rasgaban la piel de los tobillos.

Capturado mientras combatía en Afganistán al lado de los Talibán, Hicks, de 29 años de edad, fue trasladado a Guantánamo en enero del 2002.

«He sido golpeado con las manos, los puños y culatas de fusil», cuenta en el documento que retomó la prensa australiana.

«He sido golpeado bajo la influencia de sedativos que me fueron administrados forzosamente con inyecciones», declara.

Dice que las apariciones de los miembros del Internal Reaction Force (IRF) -un escuadrón militar usado para aterrorizar con sus perros a los detenidos rebeldes- eran tan comunes que se decía de los detenidos agredidos que habían sido «IRFados».

Cuenta que en una oportunidad no vio la luz del sol durante ocho meses.

Hicks será juzgado ante una Corte Militar en marzo.

Las revelaciones contenidas en la declaración jurada del australiano Hicks y las sospechas expresadas por el abogado Jacques Debray ocurren poco después de la publicación de un informe de la Cruz Roja que denuncia a los médicos que asesoran a torturadores en la base militar norteamericana.

El documento confirma la colaboración de numerosos médicos con los «técnicos» de la tortura.

El sistema creado por el Pentágono y la CIA en Guantánamo «no puede ser considerado otra cosa que un sistema intencional de cruel, inusual y degradante tratamiento y una forma de tortura», expresa la Cruz Roja en el expediente dirigido a Washington, según The New York Times.

La Cruz Roja afirma que médicos y enfermeros asesoran a los interrogadores sobre las vulnerabilidades psicológicas de los presos, en algo que el informe describe como «una violación flagrante de la ética médica».

Según el diario neoyorquino, los expertos en tortura de Guantánamo disponen de la asesoría de un grupo llamado The Behavioral Science Consultation Team (Equipo de Consulta de la Ciencia del Comportamiento), apodado «Biscuit».

Ya en agosto la prestigiosa revista médica británica The Lancet revelaba que los médicos y otros «profesionales de la salud» eran «cómplices» de la tortura tanto en Abu Ghraib como en Afganistán «al colaborar en el diseño y la práctica de interrogatorios psicológica y físicamente coercitivos» .

El campo de concentración de Guantánamo, creado en el territorio ilegalmente ocupado de la base militar del mismo nombre, se encuentra bajo el mando del general norteamericano Jay W. Hood

El Comité Internacional de la Cruz Roja presentó el informe confidencial al Gobierno de EE.UU. en julio tras la visita de inspección de una delegación a Guantánamo el mes anterior. Copias del documento fueron distribuidas en la Casa Blanca, el Pentágono y en el Departamento de Estado. Sin resultado.

EL FBI CONFIRMA EL HORROR

Bien involuntariamente, el propio FBI ha confirmado, a través de unos e-mail que acaba de obtener la ACLU (American Civil Liberties Union), el horror que esconden las rejas de las prisiones instaladas por la Administración en la ilegal Base Militar norteamericana de Guantánamo.

«He visto a un detenido sentado en el suelo de una sala de interrogatorio, envuelto en una bandera israelí, con música alta y los flashes de un estroboscopio», cuenta un agente a sus superiores en un mensaje fechado del 30 de julio último.

El FBI borró los nombres de sus agentes y las fechas de los incidentes descritos en los correos electrónicos obtenidos por la ACLU. Agentes del FBI han participado en 747 interrogatorios de detenidos en Guantánamo, según el propio Buró Federal de Investigaciones.

«En unas oportunidades, entré en salas de interrogatorios y encontré a un detenido encadenado en una posición fetal en el suelo, sin silla, alimentos o agua. La mayoría de las veces se habían orinado o habían defecado sobre sí, y se encontraban así desde 18, 24 horas o más», contó otro agente.

Un representante del FBI relata por su parte que había visto un a preso «casi inconsciente» en un cuarto donde la temperatura era por cierto muy arriba de 38 grados y una cantidad de pelos en el suelo».

El detenido «aparentemente se había arrancado esos cabellos durante la noche», explicó.