Más de 30 000 residentes en Detroit han sufrido el corte del suministro de agua desde 2013.
Los líderes electos no ven el agua como un recurso público, sino como un producto que beneficia a los intereses corporativos. Las comunidades pobres y afroamericanas son las que pagan el precio.
Melissa Mays intuía que algo no estaba bien en julio de 2014 cuando ella y su familia comenzaron a perder su cabello y les comenzó a salir sarpullidos en la piel que parecían quemaduras químicas. Ese verano Melissa comenzó a hervir el agua de la llave debido a unas advertencias que hizo un funcionario de Flint, en Michigan, sobre algunos problemas con el agua.
Meses más tarde se dio cuenta que las bacterias no eran el único problema con el agua de Flint, de hecho hervirla podía haber concentrado algunos componentes permitiendo que se respiraran a través del vapor, eso causó un incremento de la exposición de su familia a metales pesados presentes en el agua.
Unas pruebas sanguíneas en los tres hijos de Mays revelaron que había altas concentraciones de plomo; de inmediato, Melissa y su esposo imprimieron unos 4 000 volantes para advertirle a sus vecinos que se hicieran pruebas sanguíneas. Meses más tarde, funcionarios públicos, cuyo gerente de emergencia había tomado la decisión de usar el agua contaminada del río de Flint, admitieron que había un problema con el agua.
Más tarde, se demostró, gracias a unos mensajes, que tanto los oficiales federales como los estatales conocían desde hace tiempo el estado del agua en Flint, y de manera agresiva habían encubierto su vinculación y desoído la preocupación de los residentes.
Al igual que muchos residentes, Mays ve la debacle como parte de una situación mayor y de larga data en Michigan. Allí, una red de «conexiones incestuosas» entre los funcionarios públicos y las corporaciones buscan capitalizar los recursos públicos, el agua entre ellos.
Mays resalta que el fondo de agua de Flint ya había sido utilizado para cubrir otras deudas y, al igual que otros, ella piensa que la manipulación del suministro de agua en Flint fue parte de un plan para, en última instancia, privatizar el servicio.
«Se privilegia a la ganancia antes que la gente», expresó Mays, quien se mudó a Flint en 2002. «Se esfuerzan en esconderla, nos llaman mentirosos y tratan de que nos callemos, y lo encubren en lugar de arreglarlo».
La savia de Michigan
Las aguas de cuatro de los Grandes Lagos bañan las costas de Michigan. Por más de una década, los líderes estatales se han apostado a la vanguardia de las luchas para evitar que se desvíe el agua de los lagos fuera de la cuenca. Dichos lagos son la atracción en la campaña publicitaria para promocionar el estado de Michigan.
Es irónico que a pesar de que Michigan vigila celosamente y promueve con orgullo sus derechos sobre los Grandes Lagos y sus afluentes, se les ha negado el derecho al agua a los ciudadanos pobres y de raza negra tanto en Flint como en Detroit.
El desastre que se desarrolla en Flint es el último y más impresionante de su clase y ha tenido otras versiones a lo largo de una década.
Es una ley que el agua en Michigan es gratis para el uso de todos, sean corporaciones o ciudadanos comunes. La discriminación y el ánimo de lucro entran en escena cuando se trata de la infraestructura que se necesita para distribuir el agua.
La autoridad del agua de Detroit cambió la fuente de suministro de agua en Flint que se tomaban del río Detroit a las corrosivas y contaminadas aguas del río Flint en abril de 2014. Eso fue una medida adoptada por el designado gerente de emergencia debido a los problemas financieros de la municipalidad.
La acción en principio fue vendida ampliamente como una medida para ahorrar costos. Sin embargo, unos correos entre funcionarios gubernamentales, revelados recientemente, cuestionan ese razonamiento. Al parecer las autoridades de Detroit habían ofrecido un acuerdo que permitiría a Flint un ahorro a largo plazo. También estaba estipulado que el suministro de Flint se mudaría al Lago Huron este año, gracias a una tubería que se estaba construyendo.
Planes de privatización
Los residentes y guardianes aún están tratando de entender toda la historia detrás de las maniobras, muchos piensan que el objetivo final era la privatización de las aguas de Flint.
La compañía multinacional francesa de agua Veolia fue contratada por el gerente de emergencia a un costo 900 dólares la hora para analizar el sistema de acueductos de Flint el año pasado, el monto total asciende a 40 000 dólares. Global Exchanges describe a Veolia como «la mayor compañía privatizadora de agua del mundo».
En Detroit, también se contrató a Veolia para analizar su sistema de acueductos y se creó una nueva autoridad del agua regional, lo que es visto por muchos como un paso hacia la privatización.
Más de 30 000 residentes en Detroit han sufrido el corte del suministro de agua desde 2013, luego que la autoridad del agua comenzó a perseguir agresivamente a la población para que cancelara sus deudas atrasadas, asimismo entregó la facturación a una empresa privada.
Para agregar más leña al fuego, se aumentó las tarifas de agua a algunos residentes de manera exorbitante, debido a las fugas de agua en tuberías dañadas a causa del robo de cobre, los años en servicio y otros factores que escapan de la mano de los residentes. Las deudas por el servicio se suman a los impuestos de propiedad y en esta crisis del agua, algunas familias han perdido sus casas por la ejecución de hipotecas, los precios de sus viviendas se han reducido y las familias corren el riesgo de que las autoridades les quiten la custodia de sus hijos.
Existen interrogantes si la infraestructura del sistema de acueductos en Flint, Detroit y otras ciudades se deterioró intencional o tácitamente para, de esa forma, abrir el camino a un operador privado. En otras partes del mundo han ocurrido procesos similares; por ejemplo hace una década en El Salvador, y la famosa «guerra del agua» en Cochabamba, Bolivia en el año 2000. «se trata acerca de dinero y codicia, es el perfecto ejemplo del racismo ambiental» en Flint y Detroit, declaró Peggy Case, presidenta del grupo Michigan Citizens for Water Conservation (MCWC). «Esto no estaría sucediendo en la Ciudad de Traverse donde vivo y no estaría sucediendo en Bloomfield Hills o Ann Arbor».
Indignación por el agua embotellada
Después que los líderes locales y estadales finalmente reconocieron que el agua de Flint no era potable, se les comenzó a dar agua embotellada a los residentes. Mays dijo que esta solución era inaceptable y que el Estado debía comenzar a rehacer el sistema de tuberías de Flint, de inmediato.
«No estamos rogando por agua embotellada, no nos podemos bañar con botellitas, ¡ya basta!», expresó Mays. «La gente está harta de hacer colas en una estación de bomberos para recoger el agua embotellada. La gente que no tiene un vehículo no tiene acceso al líquido a menos que sea por medio de donaciones, o si no deben tomar el autobús que cuesta 3,75 dólares ida y vuelta para poder comprar el agua que les cuesta 3,75 dólares».
Los residentes solo pueden obtener una caja de botellas, dos si tienen hijos. Gran parte del agua embotellada que se está distribuyendo es de la marca Ice Mountain que es embotellada por Nestle Waters en Michigan.
La ironía es clara. Por años, Case, otros activistas y residentes han luchado contra los intentos de Nestlé de expandir el bombeo de agua de Michigan para Ice Mountain.
Nestlé no estaba pagando casi nada por el agua y a diferencia de los residentes de Flint tenían mucho dinero para invertir en la infraestructura para transportar el agua. Bajo un «tecnicismo de agua embotellada» en un acuerdo de los Grandes Lagos, un paquete de leyes que prohibían que se desviarán las aguas de los Grandes Lagos fuera de la cuenca; se les ha permitido a Nestlé y otras compañías embotelladoras y cerveceras que envíen agua embasada en recipientes no mayores a 21 litros fuera del área de la cuenca.
Finalmente, los ciudadanos ganaron una gran batalla cuando un juez restringió los planes de expansión de Nestlé. Pero de acuerdo a cifras de Case, la debacle en Flint podría darle un empuje a las ventas de la compañía.
«¿Dónde están esos enormes camiones cisternas que se usan normalmente durante una emergencia?», se preguntó, Case. «Deberían estar transportando agua y Nestlé no debería estarse lucrando. Acá hay muchos pozos que todavía tienen agua potable, ¿por qué no llenar esos camiones y llevarlos a Flint?
Mays ha dicho que sus tres hijos, de 11, 12 y 17 años de edad, tienen síntomas de envenenamiento por plomo.
«Están teniendo muchos dolores en los huesos, pérdida de memoria, niebla cerebral y sus sistemas inmunológicos están comprometidos», manifestó, Mays. Además añadió que las buenas calificaciones que tenía su hijo mayor han desmejorado. «Ves a un muchacho que se esforzó para llegar a donde está y ahora luce perdido por culpa de alguien más…y el efecto en los niños más pequeños es horrible».
Mays es una de las demandantes en un caso civil que se entabló la semana pasada junto con la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, El Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales y los Pastores Preocupados por la Acción Social. Mays expresó que la citación para el caso debería revelar mensajes del gobernador Rick Snyder sobre Flint que se remontan al año 2011.
«Queremos responsables y que se enjuicie a la gente que estuvo activamente involucrada en el encubrimiento, y eso nos lleva hasta el gobernador», aseveró Mays, quien también reiteró su llamado a Snyder para que renueve inmediatamente el sistema de acueductos de la ciudad. «Él no ha hecho nada. Contrató a dos firmas de Relaciones Públicas en lugar de buscar a unos plomeros para que hagan el trabajo. Eso es patético».
Las guerras del agua
Las crisis en Flint y Detroit han creado un enorme sentimiento de solidaridad y conciencia sobre lo que significa el agua como un asunto de salud y justicia ambiental, además de un elemento en disputa de dominio público.
La Brigada de Agua de Detroit ha coordinado los esfuerzos de grupos de base para colectar y compartir el agua, además de resistir los cortes en la ciudad. Voluntarios del estado y de todo el país y Canadá se han sumado para cooperar con los residentes de Flint y Detroit y proveerlos con agua potable. Ciudadanos comunes como Mays en Flint continúan luchando para revelar como algunos funcionarios públicos causaron y trataron de encubrir la crisis. Mientras tanto, los activistas en Michigan y más allá están conectando la situación en Flint y Detroit con otras batallas por el agua.
Los ambientalistas han dicho que en años recientes, en especial durante el mandato de Snyder, el Estado no solo ha negado vilmente el agua a los residentes de minorías pobres, sino que también han puesto en peligro los recursos acuíferos debido a su apoyo al fracking y su falta de acción sobre las vetustas tuberías que pasan por el delicado Estrecho de Mackinac.
Mays resalta que Deborah Muchmore, esposa del ex jefe de gabinete, cabildero y publicista de Snyder, ha trabajado extensamente para Nestlé y la Asociación de Gas y Petróleo de Michigan y sus miembros.
Jim Olson fue el abogado que lideró la batalla contra la expansión de Ice Mountain y es el cofundador de la organización FLOW (por amor al agua). Él ha dicho que el gobierno estatal ha desarrollado una «indiferencia insensible» a la idea del agua como un bien público y una necesidad.
«El riesgo en el Estrecho de Mackinac, el riesgo de la gente de Detroit y la situación en Flint, todo eso apunta al quiebre de la confianza pública», expresó Olson. «Ya no vemos el agua como una sustancia vital para la vida, nos hemos centrado más en la cultura y mentalidad corporativa y de costos; el agua, entre otras cosas, no ha debido ser tratada de esa manera. «El agua no es un asunto de dinero, es un asunto de salud y sustento.»
Kari Lydersen es la autora de «Mayor 1%: Rahm Emanuel and the Rise of Chicago’s 99%», publicado por Haymarket Books, 2013. Tiene larga experiencia en el periodismo, además de ser instructora de periodistas y codirectora del programa Social Justice News Nexus en la Escuela de Periodismo Medill en la Universidad de Northwestern.