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Funerales de Reagan

Fuentes: Rebelión

Habrá de juzgarse a los criminales por delitos contra la humanidad antes de que se vayan muriendo. De otro modo se irán de rositas de este mundo, pues la Historia, como la Justicia, siempre está al servicio del mejor amo y su juicio no sirve para nada. Pensemos solo en un ejemplo muy ilustrativo de […]

Habrá de juzgarse a los criminales por delitos contra la humanidad antes de que se vayan muriendo. De otro modo se irán de rositas de este mundo, pues la Historia, como la Justicia, siempre está al servicio del mejor amo y su juicio no sirve para nada. Pensemos solo en un ejemplo muy ilustrativo de cómo el juicio de la Historia es veleidoso y arbitrario. Lo tenemos en aquel que fue rey de Castilla en el siglo XIV que con el nombre de Pedro pretendió que las ciudades tuvieran una presencia más relevante restándole fuerza a quienes eran los oligarcas del momento: la nobleza terrateniente. Ni qué decir tiene que fue acosado y asaeteado incluso con la colaboración de fuerzas extranjeras y en su lugar colocaron al bastardo Enrique Trastámara. En su tiempo el rey Pedro se le denominaba el Justiciero por las gentes, la Historia y los poderosos le cambiaron el sobrenombre y pasó para los restos a denominarse Pedro el Cruel. Por eso es preciso que los hombres de este tiempo juzgue mos a los criminales y no dejemos eso en manos de no se sabe qué gentes -que según conveniencia vendrán o no a absolverlo o santificarlo.

Ha muerto otro delincuente condenado por resoluciones de la ONU en los tiempos en que gobernaba por actos de terrorismo en Nicaragua. Es el responsable de 50.000 muertes en este país y de su destrucción. Autorizó a la CIA a fomentar el terrorismo y para ello creo un grupo terrorista que él llamaba «luchadores por la libertad» , pero que han quedado en la memoria de los nicaragüenses como la «contra». No tuvo empacho alguno en financiar a su grupo terrorista con fondos provenientes de la venta de armas a Irán y aún recordamos el caso «Irángate» y a aquel conspirador llamado Oliver North.

Igualmente deleznable es su política terrorista -tantas veces denunciada por ese gran norteamericano Noam Chomski- en El Salvador a lo largo de los años 80, donde es responsable de una guerra que costó la vida a 75.000 personas; o en Guatemala. Aún recuerdo la invasión de Granada. Aún recordamos a los aviones que cruzaron el Estrecho de Gibraltar utilizando zona aérea española y que cargados de muerte se dirigieron a Libia y bombardearon de madrugada la ciudad de Trípoli. Y los muertos fueron niños, no el coronel Gadafi. Aún recordamos el bloqueo en el Consejo de Seguridad de la ONU por los crímenes cometidos en Sabra y Chatila en 1982 en que fueron asesinados miles de personas por un general judío buscado por crímenes de guerra, pero que preside impunemente el gobierno de su país. ¿Pero es que acaso todo vale?. La doctrina Reagan es la misma que la del judío Sharon, es la misma doctrina de Bush «el pequeño» en Irak, es la misma doctrina de los terroristas que acosan Man hattan o Madrid.

Ya para colmo de la desfachatez y del cinismo de los que le acompañan en su viaje a la tumba, se olvidan de que este individuo era un indeseable en el sentido más estricto del término. Fue un chivato cuando presidía el Sindicato de actores -él, que no pasó nunca de ser un mediocre y negado actor-, un conspirador contra sus compañeros -en la era Mccarty- sólo por el hecho de que tenían más talento que él y sus amigos. Era vengativo, ruin y además era un analfabeto -como Bush «el pequeño»- que desconocía la ubicación de los países a los que iba a visitar.

Es evidente que el hecho de que se oficien funerales de Estado como si hubiera sido un benefactor de la humanidad no puede más que producirme repugnancia. Sólo espero que las cosas en el planeta cambien lo suficiente como para que aquellos que hayan cometido delitos tan asquerosamente insufribles como los del fallecido, sean juzgados como se merecen y condenados al olvido para siempre.