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Respuesta a Salvador López Arnal

Fútbol y camisetas

Fuentes: Rebelión

Hace unos días me sorprendió leer un texto del compañero Salvador López Arnal, interpreto que escrito en tono menor, pero que resulta un buen indicador de tantas cosas que van mal en las relaciones entre Cataluña y el resto del Reino de España, por emplear esa expresión tan evidentemente anacrónica que resulta, asimismo, tan explícita. […]

Hace unos días me sorprendió leer un texto del compañero Salvador López Arnal, interpreto que escrito en tono menor, pero que resulta un buen indicador de tantas cosas que van mal en las relaciones entre Cataluña y el resto del Reino de España, por emplear esa expresión tan evidentemente anacrónica que resulta, asimismo, tan explícita.

En el escrito no se habla de un partido de fútbol ni del juego desplegado, a pesar de que no se pierde la ocasión de criticar el juego del Barcelona, tan admirado universalmente. Tampoco va de criticar la institución barcelonista, aunque en tono jocoso cita su contradictorio estatus de «multinacional-más que un club» O sea, que el Barça es malo, malo.

No, Salvador no quiere hablar de las banderas franquistas o monárquicas, que las había en el estadio, cosa habitual en la liga cuando se juega contra equipos «sospechosos» de no ser suficientemente españoles, o sea, buenos.

Salvador quiere hablar del grandioso problema de la camiseta. El nuevo diseño de la segunda equipación azulgrana se asemeja a la bandera de Cataluña. Falsamente indignado, invoca la catalanidad del resto de equipos para proclamar la improcedencia del uso del amarillo y rojo en el Barcelona. Que otros equipos usen sus banderas autonómicas (el Valencia, sin ir más lejos, o el Málaga en su segunda equipación) no es polémico. Sí lo es que la use el equipo más grande (en todos los aspectos) de Cataluña.

De lo que en realidad Salvador quiere hablar, según dice, es del nacionalismo de los profesionales de TV3, televisión pública. No importa que se esté bombardeando las 24 horas a los espectadores de todo el Reino de España con «la Roja» como arma deportiva del españolismo de todo tipo y condición, desde el más rancio hasta el más progresista. No, lo denunciable es lo que pasa en Cataluña. Como si la hegemonía cultural en Madrid fuese menos negativa para la izquierda que en Barcelona.

Una TV3 que, por otra parte es una de las últimas televisones públicas que funcionan como tales en el panorama audiovisual no ya catalán sino español. Y que se encuentra en pleno proceso de reestructuración mediante un ERE que puede trastocar gravemente su función de servicio público en beneficio de un sector privado mucho más desvergonzadamente afecto al poder económico. Pero claro, de ese ERE no viene bien hablar, quizá no sea tan injusto como el de TeleMadrid, o el de la RTVV. Que se jodan, como diría Marhuenda.

Pero donde va Salvador es a repetir el soniquete del pensamiento único catalán. A pesar de las siete diferentes candidaturas electorales representadas en el parlamento autonómico (nueve grupos políticos si contamos que CiU son dos partidos y ICV-EUiA otros dos). A pesar de la constante ebullición de movimientos sociales en Cataluña (hipotecados, preferentistas, inmigrantes, parados, educadores… ) Ah sí, y del proceso soberanista (ANC con 40000 adherentes), del Proceso Constituyente (otros 40000), del Frente Cívico, y de los indignados de Plaza Cataluña, y de… No, en Cataluña solo se piensa lo que quiere la derecha nacionalista catalana.

Pues bien, no es ofendiendo y atacando los símbolos y la inteligencia de los catalanes, ni adoptando la intransigencia y los pobres argumentos de los verdaderos unionistas como haremos avanzar a la izquierda transformadora en Cataluña. Me duele que gente como Salvador, siempre tan sensato, esté defendiendo posiciones que hacen difícil el entendimiento, no ya entre federalistas e independentistas, sino entre federalistas que miran al centro esperando que pase algo y otros que no queremos esperar más sino construir ya, desde lo que llaman la periferia, una nueva república. Los (y las) catalanes, algunos, seremos poco simpáticos, otros hablaremos una lengua rara y más bien inútil, muchos de nosotros nos gustará el fútbol y seremos del Barcelona. Seguramente es algo lamentable y ridículo pero, para nuestra desgracia, somos «así» y de muchas maneras diferentes. En todo caso no parece que queramos dejarlo por ahora, mira tú por donde.

Jesús Sánchez-Marín, ingeniero y humanista

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.