La evolución, esta verdad establecida hace casi 150 años, promete transformar el regreso a clases en Estados Unidos en septiembre en una guerra cultural mas, esta vez resucitando una polémica enterrada en casi todo el mundo hace décadas. Para horror de científicos y políticos demócratas, grupos cristianos conservadores están atrincherados en una batalla para cambiar […]
Un poderoso lobby de políticos conservadores, decanos de facultades cristianas y grupos religiosos vienen lanzando en la hoguera de la intolerancia religiosa al científico Charles Darwin, que volvió a ser considerado un hereje, como en los tiempos en que publicó uno de los libros más importantes de la historia de la ciencia, «El origen de las especies» (1859), provocando violenta reacción de religiosos y conservadores.
Los portavoces de esa corriente sostienen la tesis del «proyecto inteligente», según el cual los seres vivos son demasiados complejos para que hayan evolucionado a través de mutaciones aleatorias de una selección natural de las especies. Prefieren creer que la responsabilidad de la creación es de un proyecto inteligente y quieren que eso sea enseñado en las escuelas norteamericanas. ¿Quién es el proyectista? Ellos no citan el nombre de Dios, creyendo que eso les dará un aire más científico a la tesis, pero está implícito.
Algunos Estados de la Unión ya enseñan el creacionismo
Acciones en la Justicia, batallones de abogados y artículos inflamados vienen siendo las armas de científicos, profesores y defensores de los derechos civiles contra lo que consideran un enorme retroceso para la ciencia en Estados Unidos. En Minnesota, Ohio y Nuevo México, el proyecto inteligente ya divide espacio con la teoría de la evolución en las clases de ciencia. El lobby religioso está lejos de restringirse a los estados más religiosos y viene actuando con desenvoltura en todo el país: en 20 estados proyectos de ley fueron enviados a las asambleas locales proponiendo que esa teoría pase a ser enseñada en las escuelas, entre ellos en el cosmopolita estado de Nueva York y en el intelectual Massachussetts. Esos proyectos, muchos de los cuáles están por ser examinados en los próximos dos meses, ganaron un defensor poderoso hace dos semanas: el presidente George W. Bush. En una entrevista a reporteros de Texas, apoyó a los grupos que defienden el derecho de enseñar «la controversia».
– Yo siento que los dos lados deben ser debidamente enseñados. Así las personas pueden entender el debate. Yo creo que forma parte de la educación exponer a las personas las diferentes escuelas del pensamiento – dijo Bush.
La pelea ganó un nuevo combustible con la intervención del presidente de los EUA y llegó a la portada de la revista «Times». Los religiosos cantaron victoria, la comunidad científica reaccionó con indignación, el asesor científico de Casa Branca, John Marburguer, dijo que el presidente fue apenas interpretado y reafirmó que la teoría de la evolución era la piedra fundamental de la biología. Para profesores y científicos «enseñar la controversia» parece una palabra de orden libertaria, pero es la bandera del atraso, pues da tratamiento de ciencia a la tesis del proyecto inteligente, una versión ligeramente modernizada del creacionismo, la explicación bíblica dada en las clases de catecismo: Dios creó el mundo en seis días y, en el séptimo, descansó…
– Parece que esta posición es justa pero el creacionismo y el proyecto inteligente son puntos de vistas religiosos sectarios. No es justo privilegiar un punto de vista religioso y creer que el otro lado es la teoría de la evolución – dice Susan Spath, portavoz del Centro Nacional para la Educación de la Ciencia, una combativa ONG con 55 mil miembros, cuyo foco ha sido luchar contra esa mezcla de religión y ciencia.
La Unión de las Libertades Civiles viene entrando con acciones en la Justicia argumentando el principio de la separación entre la Iglesia y el Estado, garantizado por la Primera Enmienda y reafirmado por la Suprema Corte en 1968 y 1987, cuando algunos estados quisieron incluir el creacionismo en el currículo escolar. Pero desde la llegada de Bush a Casa Branca los grupos religiosos que apoyan al gobierno vienen aumentando su influencia en el país, volviendo a proponer restricciones a la teoría de la evolución y dando legitimidad de ciencia al viejo creacionismo. En una investigación del Instituto Gallup, un 54% de los entrevistados dijeron no creer que el hombre tenga un ancestral común al mono, un aumento considerable en relación a la década pasada, cuando eran un 45% los escépticos en relación al evolucionismo de Darwin.
Sólo en tres meses de ese año, diez proyectos de ley pretendían mover el contenido de las clases de ciencia: en el Mississippi, por ejemplo, la ley proponía dar tiempos equivalentes a la enseñanza de la teoría de la evolución y del «creacionismo científico». En Carolina del Sur, la propuesta era investigar alternativas a la evolución. En Alabama, dos proyectos pretendían que las escuelas trataran de manera crítica los análisis de los orígenes del ser humano. El Centro Nacional para la Educación de la Ciencia listó 40 iniciativas de consejos escolares para incluir correcciones en los textos escolares advirtiendo que la teoría de la evolución no estaba comprobada o incluyendo el proyecto inteligente en los currículos.
Polémica sería un atraso científico
La semana pasada se creó una nueva conmoción cuando la Universidad de Harvard anunció un proyecto uniendo químicos, biólogos y físicos para reexaminar las bases científicas de la teoría de la evolución. Rápidamente el portavoz de la universidad explicó que se trataba de un estudio a largo plazo sobre la base molecular del inicio de la vida, pero los conservadores interpretaron el trabajo como una prueba de que la teoría de la evolución no explica todo.
– Es una sorprendente admisión de que las teorías actuales no explican el origen de la vida – dijo John West, del Instituto Discovery, de Seattle.
Traducido para Aporrea por Fernando Henriquez