La victoria republicana en las elecciones estadounidenses del pasado 2 de noviembre ha sido proclamada por los medios como un triunfo del Tea Party, el cual ha pasado de ser una colección variopinta de grupos locales a una fuerza nacional dentro del Partido Republicano, gracias a la financiación millonaria de algunas empresas y a la […]
La victoria republicana en las elecciones estadounidenses del pasado 2 de noviembre ha sido proclamada por los medios como un triunfo del Tea Party, el cual ha pasado de ser una colección variopinta de grupos locales a una fuerza nacional dentro del Partido Republicano, gracias a la financiación millonaria de algunas empresas y a la ayuda del establishment republicano y de su brazo mediático, la Fox News.
Puntual como un reloj, el mainstream mediático ha aparecido para decir que las elecciones demuestran que EEUU es una nación de ‘centro-derecha’; que Obama y los demócratas tienen que moverse hacia el ‘centro’ -es decir, hacia la derecha- si quieren tener una mínima esperanza política en el futuro. El día siguiente a las elecciones, The Washington Post decía que Obama estaba «dispuesto, al parecer, a considerar que había virado muy a la izquierda de muchos votantes que pensaban que era un centrista cuando se presentó en 2008».
Si el argumento de que la mayoría de la gente en EEUU recela del gobierno y está muy preocupada por el déficit tiene tanto peso, es porque está vinculado a poderosos intereses. Aporta al sistema político bipartidista -que está planeando inclinar la política dominante hacia la derecha- una explicación aparentemente ‘popular’ de sus intenciones: ¡ellos sólo están llevando a cabo la voluntad del pueblo americano!
En realidad, el apoyo a los republicanos le debe más a la incapacidad de los demócratas de enfrentarse a la crisis económica. En los meses anteriores a las elecciones, las encuestas mostraban claramente que las únicas fuerzas políticas en el Congreso más impopulares que Obama y los demócratas eran los republicanos y el Tea Party. Asimismo, mientras que el 39% de los votantes opinaba que el gobierno debía concentrarse en la reducción del déficit, el 37% defendía que el gobierno tenía que gastar más dinero para crear empleo. Y a pesar de que los electores eran muy hostiles a los demócratas de Obama, era más probable que culpasen a Wall Street y a Bush de la crisis.
En otras palabras, el problema no es una población conservadora monolítica, sino un sistema político disfuncional que puede conseguir apoyo para atacar a los inmigrantes y recortar derechos, pero que no puede reunir la voluntad política para crear un auténtico programa nacional de sanidad.
Así pues, y aunque los medios de comunicación proclaman la victoria republicana como un fenómeno del Tea Party, la opinión pública no comparte la oposición de éste hacia el gasto público o los programas de protección social. En efecto, desde las movilizaciones de masas a favor de la igualdad LGTB en Washington DC, en 2009, hasta las movilizaciones de este año en Washington y Arizona por los derechos de los inmigrantes (movilizaciones que no recibieron ninguna cobertura mediática ni apoyo institucional); el hecho de que el 60% de los americanos se oponga a la guerra de Afganistán y un mayor porcentaje a la guerra de Irak… muestra que hay una brecha significativa entre la actitud de derechización del sistema político y la opinión de los y las trabajadoras americanas.
No es casualidad que en los últimos 18 meses dos encuestas nacionales, incluyendo una de un medio conservador, descubrieran que en torno a uno de cada tres americanos tiene una buena opinión del ‘socialismo’, en comparación con el 18% que se identifica como seguidores del Tea Party. ¿Quién habría dicho que en la «América de centro-derecha» los partidarios potenciales del socialismo doblan en número a los del Tea Party?
Los próximos dos años van a ser un reto para los millones de personas que quieren un cambio real. El estancamiento de la ‘recuperación’ económica seguirá dejando millones de parados. La crisis hipotecaria continuará, y también las dos guerras. La búsqueda de chivos expiatorios entre los inmigrantes y musulmanes seguirá siendo el último refugio de los políticos y de los propagadores profesionales del odio, que no tienen respuestas reales a la crisis que afecta a las clases populares. Mientras tanto, el sistema bipartidista continuará intentando imponer austeridad a los y las trabajadoras.
Así que ahora no es el momento de lamentar los resultados de las elecciones. Ahora es el momento de movilizarse y organizarse en contra de la agenda de austeridad y la búsqueda de chivos expiatorios.
Lance Selfa, International Socialist Organization, EEUU www.socialistworker.org