Ya fue bastante, en julio de 2009, cuando Glenn Beck calificó al presidente Obama de «racista» con un «profundo odio por los blancos». Pero cuando el 29 de agosto se excusó finalmente -13 meses después, a la mañana siguiente después de su gran mitin en el Mall de Washington- empeoró las cosas al atacar lo […]
Ya fue bastante, en julio de 2009, cuando Glenn Beck calificó al presidente Obama de «racista» con un «profundo odio por los blancos». Pero cuando el 29 de agosto se excusó finalmente -13 meses después, a la mañana siguiente después de su gran mitin en el Mall de Washington- empeoró las cosas al atacar lo que él llamó el tipo distorsionado de cristianismo del presidente.
No debiera haber dicho que Obama es racista, admitió Beck ante Chris Wallace en el programa «Domingo de Noticias Fox». En su lugar, él quiso criticar a Obama por ser un seguidor de la «teología de la liberación» -que Beck describió como «marxismo disfrazado de religión».
«Vea, todo es acerca de las víctimas y la victimización», explicó Beck a Wallace. «Los opresores y los oprimidos; reparaciones, no arrepentimiento; colectivismo, no salvación individual. No sé qué es esto, como que no es musulmán ni cristiano. Es una perversión del evangelio de Jesucristo como lo practica la mayoría de los cristianos».
Honestamente, no sé si el presidente Obama sabe algo acerca de la teología de la liberación. Pero yo sí. Y puedo asegurarles lo siguiente: Beck está totalmente equivocado.
La teología de la liberación nació en Latinoamérica en la década de 1950, después de que muchos sacerdotes y monjas se cansaron del apoyo de la jerarquía católica a los poderosos y corruptos. Mientras los sacerdotes y monjas trabajaban entre los pobres en los barrios, los obispos y cardenales se reunían con los militares, gerentes generales y dictadores en sus palacios, mientras apoyaban la represión a los pobres.
La iglesia oficial tiene sus prioridades al revés, predicaba el sacerdote dominico Gustavo Gutiérrez, considerado en general el padre de la teología de la liberación. En su libro Una teología de la liberación, Gutiérrez argumentó que la misión del cristianismo es servir a los pobres, no rechazarlos. No puede ser de otra manera, señaló, si «provengo de un continente donde más del 60 por ciento de la población vive en la pobreza, y 82 por ciento de ellos se encuentra en la pobreza extrema».
Los cristianos no tienen que ir muy lejos para descubrir que Gutiérrez tiene la razón. Solo hay que leer los Evangelios, Mateo 25, donde Jesús dice a sus discípulos de cómo Dios separará a las ovejas de las cabras el Día del Juicio Final. «Yo estaba hambriento y me disteis algo de comer, yo estaba sediento y me disteis algo de beber… Yo necesité ropa y me vestisteis». ¿Cuándo hicimos todo eso?, preguntaron. Y en respuesta, las siguientes palabras definitorias: «Cualquier cosa que hayan hecho por el más humilde de mis hermanos lo hicisteis por mí».
En otras palabras, según la teología de la liberación el cristianismo no trata de si uno cree en esta doctrina o en esta otra. Es si uno imita a Cristo ayudando a «liberar» a los pobres de las dificultades sociales, económicas y políticas. Eso no es una perversión del Evangelio, sino que ES el Evangelio. Aparentemente Beck nunca lo ha leído. Pero ¿qué se puede esperar de un hombre que vio a una docena de gansos de Canadá volando por encima de su mitin y declaró que era un «milagro» enviado por Dios? Créanme, los residentes de Washington, que a menudo están hasta las rodillas en caca de ganso, no lo consideran un milagro.
Al día siguiente del más reciente ataque de Beck contra Obama, rebatí su caracterización de la teología de la liberación en una entrevista con Lawrence O’Donnell, de MSNBC, quien sustituía a Keith Olbermann en el programa «Countdown.» Es más, le dije a O’Donnell: «No necesitamos que un mormón venga a decirnos a los cristianos de qué trata el Evangelio».
En ese momento, Beck me enfiló los cañones. Después de repetir esa frase en su programa de radio, Beck resopló: «Bill, creo que necesitas que alguien te ayude con eso. Porque las cosas que tú defiendes… es decir, al menos no me parece que tú has estado ni siquiera cerca de los Evangelios».
¡De nuevo está equivocado! Esta no es la primera vez que Beck ha soltado cosas sin saber de qué está hablando. Pero quizás no sepa que después que terminé la escuela secundaria ingresé al seminario. Estudié 10 años para ser sacerdote católico, como miembros de los Oblatos de San Francisco de Sales. Impartí clases de religión en una escuela secundaria. Y, como parte de mis estudios, obtuve un título en teología de la Universidad de Friburgo, Suiza, donde estudié las Escrituras en latín y griego. De manera que sí, conozco los Evangelios.
Sin embargo, como cristiano nunca me atrevería decir a un judío cómo debe practicar el judaísmo, ni a un musulmán como practicar el Islam. Y repito. No necesitamos a un mormón, especialmente a uno llamado Glenn Beck, que enseñe a los cristianos de qué trata el Evangelio.