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El procurador estadunidense que defendió la tortura agradece haber vivido el sueño americano

Gonzales se va del Departamento de Justicia tras erosionar su credibilidad

Fuentes: La Jornada

El hombre que descartó la validez de las Convenciones de Ginebra, colaboró en legalizar la tortura, implementó el espionaje sin autorización judicial, negó todo derecho legal básico a sospechosos detenidos en la «guerra al terrorismo» y quien ahora es acusado de engañar al Congreso, renunció este lunes como procurador general de Estados Unidos y se […]

El hombre que descartó la validez de las Convenciones de Ginebra, colaboró en legalizar la tortura, implementó el espionaje sin autorización judicial, negó todo derecho legal básico a sospechosos detenidos en la «guerra al terrorismo» y quien ahora es acusado de engañar al Congreso, renunció este lunes como procurador general de Estados Unidos y se declaró agradecido de haber «vivido el sueño americano «.

Alberto Gonzales anunció su renuncia esta mañana -24 horas después que sus voceros habían negado su intención de hacerlo- pero no explicó por qué había tomado la decisión. Tal vez porque no era necesario: su credibilidad y la del Departamento de Justicia que encabezaba es nula en Washington y políticos de ambos partidos habían pedido su retiro de ese puesto desde hace meses. Casi nadie en el Capitolio lamentó su salida.

Aunque criticado durante años por elaborar la justificación legal para anular derechos humanos codificados en leyes nacionales e internacionales para la llamada «guerra contra el terror», su error fatal fue cuando engañó a legisladores sobre su papel potencialmente ilegal en el despido por motivos políticos de nueve fiscales federales, así como también su orden de espiar a estadunidenses sin una previa autorización judicial; algo que se volvió un escándalo político mayor para el gobierno de Bush durante los últimos seis meses.

Su jefe, el presidente George W. Bush, lamentó tener que aceptar la renuncia de «un hombre de integridad, decencia y principios». Además criticó a sus adversarios por tratar de manera injusta a su amigo. «Es triste que vivimos en tiempos donde una persona talentosa y honorable como Alberto Gonzales es impedida a hacer labores importantes porque su buen nombre fue arrastrado por el lodo por razones políticas», declaró en Texas.

La decisión se tomó el domingo en una comida entre los viejos amigos en el rancho del presidente. Gonzales había sido el abogado de Bush cuando éste era gobernador de Texas (ayudándolo a ejecutar un número récord de condenados a muerte), y después fue instalado como secretario de estado y juez de la suprema corte del estado. Gonzales acompañó a su jefe cuando éste ganó la presidencia para ser su abogado de la Casa Blanca y finalmente llegó a ser el primer «hispano» en encabezar el Departamento de Justicia como procurador general.

Los demócratas, que controlan la legislatura y habían intensificado su investigación sobre la manipulación política del Departamento de Justicia, celebraron el anuncio. La líder de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi declaró hoy que la renuncia ya había sido demorada, ya que «la politización de la seguridad pública que ocurrió bajo su periodo erosionó seriamente la confianza pública en nuestro sistema judicial».

El senador demócrata Patrick Leahy, presidente del Comité Judicial, dijo que «bajo este procurador general y este presidente, el Departamento de Justicia sufrió una crisis severa de liderazgo que permitió que nuestro sistema de justicia fuera corrompido por influencia política».

Pero para algunos, la renuncia no es suficiente para resolver la crisis política que detonó Gonzales. El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, estimó que «esta renuncia no es el fin del cuento. El Congreso tiene que llegar al fondo de este problema y seguir los hechos hacia donde éstos llevan; hacia la Casa Blanca».

Michael Ratner, presidente del Centro de Derechos Constitucionales y uno de los principales abogados que han enfrentado a este gobierno por las violaciones de derechos humanos en Guantánamo y en cárceles clandestinas de la CIA, afirmó que «hasta que echemos a toda la camarilla, la cual incluye a Bush y (al vicepresidente Dick) Cheney, quien ha llevado a cabo la tortura, prisiones en el extranjero como Guantánamo, violaciones de las Convenciones de Ginebra y la intervención electrónica sin autorización judicial, hay poco que celebrar con la renuncia de Gonzales», señalando que todas estas prácticas y violaciones de derechos humanos y leyes continúan.

Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, afirmó que «la historia recordará a Gonzales como el hombre que jamás dijo no a la tortura y las políticas de detención que violaron las leyes de Estados Unidos como el derecho internacional».

Vale recordar que Gonzales fue el autor del famoso «memorando sobre la tortura» argumentando que el presidente no tenía que respetar leyes en tiempos de guerra.

En ese memorando, fechado el 25 de enero de 2002, sostuvo que la llamada guerra contra el terrorismo «deja, a mi juicio, obsoleta las limitaciones estrictas de Ginebra sobre la interrogación de prisioneros enemigos». También argumentó que los derechos básicos garantizados por las leyes nacionales, incluso el habeas corpus , no eran aplicables a detenidos extranjeros e incluso estadunidenses declarados como «combatientes enemigos».

Hoy Gonzales, proyectando una imagen tranquila y sonriente, sólo se refirió a su «notable viaje» como funcionario público y recordó sus humildes orígenes como hijo de inmigrantes mexicanos en San Antonio, Texas, afirmando que sus peores días fueron mejores que cualquier día de su padre. Fue en este contexto que el abogado educado en la Academia de la Fuerza Aérea y en la escuela de leyes de Harvard, declaró: «he vivido el sueño americano «. Informó que se retirará del puesto el 17 de septiembre.

Con ello, y aunque las fuentes de la Casa Blanca filtraron que con esta decisión Bush logró deshacerse de una distracción a su programa de gobierno en los 18 meses que restan de su periodo, la impresión aquí es que esta presidencia es más bien un «buque que se está hundiendo».

Crece la lista de renunciantes

Gonzales es el más reciente de una creciente fila de altos funcionarios que han sido obligados, o decidieron abandonar, esta Casa Blanca. Sólo hace dos semanas Karl Rove, otra figura del círculo íntimo de Bush, anunció su retiro. En esa lista también está el ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld; la ex abogada de la Casa Blanca, Harriet Meirs; el ex director de la agencia Federal de Manejo de Emergencias, Michael Brown (elogiado y después descartado por Bush tras el desastre del huracán Katrina hace justo dos años); el subsecretario y después desprestigiado presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, y el principal asesor de Cheney, Lewis Libby, entre otros.