En la elección presidencial no to-dos los votos se han contado, y no todo voto cuenta, acusa una am-plia coalición de líderes de derechos civiles, organizaciones de votantes y legisladores, al señalar que está en tela de juicio el principio fundamental de cualquier de-mocracia, la expresión de la vo-luntad del pueblo por intermedio de una […]
En la elección presidencial no to-dos los votos se han contado, y no todo voto cuenta, acusa una am-plia coalición de líderes de derechos civiles, organizaciones de votantes y legisladores, al señalar que está en tela de juicio el principio fundamental de cualquier de-mocracia, la expresión de la vo-luntad del pueblo por intermedio de una elección.
El centro de la disputa está en Ohio -como fue el caso de Florida en las elecciones presidenciales de 2000-, donde una serie de de-mandas legales y protestas están cuestionando la integridad del sistema electoral estadunidense al encontrarse pruebas de «irregularidades» y fraude en el estado que determinó en gran medida el resultado final nacional de la con tienda presidencial en el país.
El reverendo Jesse Jackson dijo hoy, en respuesta a pregunta de La Jornada, que si esto hubiera ocurrido en cualquier otro país -Sudáfrica, Haití, México o en Irak- sería calificado como «una verdadera farsa».
Agregó que lo que se ha observado en Ohio, como en otros estados, «sugiere un patrón de fraude (…) ni sabemos cuál es el voto real». En teleconferencia de prensa, Jackson acuso que «el plan (de los republicanos) para privar los derechos ciudadanos del voto fue más grande y mejor tramado que en Florida, en 2000».
Señaló que su organización, la Rainbow Coalition/Push, en coalición con United for Peace and Justice, al igual que otras organizaciones y varios legisladores federales, están realizando una investigación a fondo en Ohio, donde se registró todo un abanico de irregularidades de tipo electoral.
Estas incluyen tácticas para suprimir el voto en zonas cuyos electores sufragan por los demócratas, urnas electrónicas que aparentemente cambiaron la intención del voto en ciertas zonas, anulación de sufragios de manera sospechosa en zonas antirrepublicanas, manipulación del conteo del voto en algunos distritos.
También se considera sospechoso el software de las máquinas de voto electrónicas rentadas a una empresa cuyo ejecutivo en jefe fue abierto partidario y contribuyente del republicano presidente George W. Bush.
Al señalar que la concesión del candidato presidencial demócrata, John Kerry, fue prematura y anunciada antes que se contara con los hechos, Jackson afirmó que lo anterior provocó que «las luces se apagaran y los medios decidieron no continuar examinando el proceso electoral».
Pero ahora, acompañado de representantes de otros movimientos civiles y por la paz, junto con abogados encargados de la investigación y luego de formular las demandas judiciales para disputar los resultados en Ohio, el reverendo Jackson señaló que «está na-ciendo aquí un nuevo movimiento en favor de la democracia para demandar que cada voto sea contado y que cada sufragio cuente» en Estados Unidos.
«Nosotros, como gran democracia, no deberíamos tener elecciones cuestionables (…) el proceso necesita ser imparcial y transparente», aseveró.
Abogados en Ohio han iniciado una demanda legal para investigar extensas irregularidades en diversos puntos del estado, y ac usan a las autoridades estatales no sólo de falta de cooperación en esta investigación, sino de su activa participación para diseñar una elección que en realidad no registraría la voluntad popular.
Uno de los abogados comentó hoy que todas las pruebas de irregularidades favorecen a los republicanos y a su candidato Bush, lo cual «sugiere que fue intencional y formó parte de algo que sólo puede llamarse fraude».
Los abogados han solicitado formalmente interrogar a Bush, al vicepresidente Dick Cheney, al estratega político del presidente, Karl Rove, y al secretario de Estado de Ohio, Kenneth Blackwell, sobre el proceso electoral en Ohio.
Informaron que los primeros tres contrataron este jueves representación legal en Ohio, mientras que Blackwell dijo que no se presentará a la indagación solicitada.
La demanda argumenta que un conteo justo e imparcial resultaría en un triunfo de Kerry en Ohio, y por tanto otorgaría la presidencia al demócrata en lugar de a Bush.
Se ha convocado a una manifestación nacional en la capital es-tatal de Ohio para el 3 de enero, seguida por otra en Washington, el 6 del mismo mes, para demandar un recuento de votos, rechazar el resultado oficial y permitir una investigación sobre el proceso electoral en ese estado.
El Colegio Electoral entregará los resultados oficiales ante el Congreso el 6 de enero en un rito que es casi siempre simbólico. Pero en esta ocasión se intentará lograr que el Congreso, por lo menos, permita un debate sobre el asunto.
Según los promotores de esta iniciativa, si por lo menos un diputado y un senador cuestionan formalmente el resultado electoral, esto podría detener el proceso al estallar una crisis constitucional.
En 2000, esta estrategia fracasó debido a que ningún senador se atrevió a sumarse a varios diputados federales para cuestionar el resultado oficial.
Además, los abogados están intentando lograr que los tribunales de Ohio fallen en favor de un recuento antes que el Congreso nacional apruebe los resultados oficiales.
Varios analistas políticos y algunos pe-riodistas han reportado múltiples ejemplos de procesos electorales viciados.
El periodista Greg Palast reportó que hay más de 250 mil votos no contados en Ohio -designados como «estropeados» o «provisionales»-, y argumenta que potencialmente tienen suficientes votos como para revertir el margen de triunfo por 136 mil de Bush, ya que un porcentaje abrumador de éstos son de distritos mayoritariamente de comunidades negras y, por tanto, pro demócratas.
Muchos analistas y expertos, así como algunos periodistas, siguen dudando que las «encuestas de salida» en tres estados clave de esta elección -medidor de la intención del voto anteriormente muy confiable- que registraban márgenes favorables a Kerry el día de las elecciones, estuvieran tan equivocadas en esta ocasión.
Otra serie de dudas proviene de la capacidad para manipular las nuevas máquinas electrónicas para sufragar.
Algunos insisten en que se ha demostrado que se pueden cambiar los votos cuando éstas trasmiten sus resultados a las computadoras empleadas para el conteo.
Aunque hay un extenso mar de estadísticas y otro océano lleno de interpretaciones sobre estas estadísticas, hasta el momento no ha sido posible comprobar que el resultado final en Ohio –con todo y un recuento- cambiaría lo suficiente como para anular el triunfo de Bush.
Esta disputa, que los republicanos esperaban sería superada cuando Kerry decidió no cuestionar los resultados, podría intensificarse, pero con los republicanos firmemente en control de las tres ramas del poder en Washington, es improbable que Bush no sea coronado presidente el 20 de enero, como está programado.
Lo que sí está más que comprobado, y que es lo que Jackson y diputados federales -particularmente el caucus negro- y otras organizaciones están denunciando, es que esa idea antes casi incuestionable de que la democracia estadunidense funciona sobre el fundamento de una persona un voto, resulta una ficción.
Como se constató, primero en Florida en 2000 y ahora en Ohio en 2004, no todos los votos son contados, ni todos los sufragios cuentan en este país.
Por tanto, gente como Jackson dice que esto es parte de una lucha muy larga en Estados Unidos; la misma que promovió Martin Luther King hace justo 40 años, la de hacer realidad que el pueblo -todo el pueblo y cada uno- tenga el derecho a expresarse y participar en esta democracia estadunidense utilizando -mínimo- el voto.
«En Estados Unidos no hay derecho al voto garantizado por la constitucional federal», declaró el diputado federal Jesse Jackson, hijo del reverendo.
Añadió que, según lo determinado por la Suprema Corte en 2000, en la controversia electoral de ese año, son las autoridades estatales las que determinan cómo, quién y dónde un ciudadano puede ejercer el voto.
Si esto no se reforma para lograr un sistema electoral unitario y nacional, «en cuatro años estaremos discutiendo las irregularidades y fraude electoral de otro estado más en la elección presidencial», advirtió.
Por esto, mientras el gobierno estadunidense se declara juez, campeón e impulsor de la democracia en el mundo, aquí, dicen críticos y analistas, los ciudadanos no go-zan plenamente de los supuestos fundamentos de tal cosa, por lo que ahora están obligados a convocar un movimiento por la democracia aquí en casa.
El reverendo Jackson señaló que en esta nueva lucha, «la integridad y credibilidad de nuestra democracia está en juego».