Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Popular de Cuba desde 1993, se ríe al recordar la tarde que anunciaron al mundo la enfermedad y hospitalización de Fidel Castro. «Ahora está bastante bien, la verdad», aclara. -Esa tarde conversé con Fidel y nos divertimos muchísimo hablando de lo que iba a pasar tras el […]
Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Popular de Cuba desde 1993, se ríe al recordar la tarde que anunciaron al mundo la enfermedad y hospitalización de Fidel Castro. «Ahora está bastante bien, la verdad», aclara.
-Esa tarde conversé con Fidel y nos divertimos muchísimo hablando de lo que iba a pasar tras el anuncio. Acertamos en lo que pasó después: saltar a los titulares y dar pie a todo tipo de especulaciones. Por una parte, eso también es un reconocimiento a la persona de Fidel, ni sus enemigos le pueden ignorar. Pero también hubo mucha distorsión y bastante tontería. Para la prensa, parecía que el país estaba a punto de una hecatombe social y política. Y era el lugar más tranquilo de la Tierra.
Alarcón llegó el pasado lunes a Oviedo para participar en el II Seminario internacional «La humanidad contra el imperialismo: Ideas para el siglo XXI», que se celebra en el teatro Filarmónica. Hoy dará una conferencia, a las doce de la mañana, en la Facultad de Historia del Milán. A las cinco de la tarde, en el Filarmónica, se celebrará una mesa redonda «¿Cuánto valen los medios de comunicación de masas?». A las siete y media, Alarcón intervendrá en el debate «Tendencias actuales del imperialismo y respuestas populares».
-Es la primera vez que viene a Oviedo. ¿Qué le trae aquí?
-Este tipo de reuniones son importantes. En primer lugar por el contacto humano, que no lo reemplazan internet ni el celular. Pero en segundo lugar es muy importante la discusión de ideas, el debate para tratar de definir caminos comunes. Creo que es un error pensar que lo que se puede alcanzar en el plano de la teoría no tiene eficacia práctica. El mundo va cambiando y, en buena parte, ese cambio lo aporta el plano teórico. Y de eso hay muchos ejemplos.
-Como el régimen cubano, que ha sobrevivido a muchos cambios, ¿no?
-Es cierto, la Revolución cubana es de la época de la guerra fría. Pasó por la coexistencia pacífica, llegó al fracaso del llamado socialismo real. Llevamos más de quince años en el mundo unipolar y estamos asistiendo al derrumbe de ese mundo también. Cuando era estudiante parecía que la Historia tenía unos tempos más largos, había guerras de cien años y ahora los tiempos son más cortos y vamos a ver muchos más cambios.
-Pero Cuba sigue en el punto de mira internacional.
-Hay que tener cuidado con los cubanos, a veces nos creemos el centro del mundo. Los medios de comunicación social dependen en gran medida de las agencias de información y en ese aspecto ha habido bastante manipulación sobre Cuba. Hay muchas nubes entre el individuo y la realidad, colocadas deliberadamente. Para esto Noam Chomsky tiene una frase muy buena, que define la sociedad de Estados Unidos. «Es una serie histórica de edificios de mentiras, colocados uno sobre otro». Imagínate al pobre ser humano bajo ese rascacielos de mentiras. Y bajo él están también los periodistas, ¿cómo bregar con el mundo real si es tan difícil llegar a él? La gente lo intuye de algún modo y resta credibilidad a los medios. Pero ahora existen alternativas reales.
-¿Cuales?
-Hace 20 años había que esperar a que llegase un barco de Asia con una carta de Indonesia. Ahora profundizar en una noticia que se lee en los periódicos es cuestión de minutos. Llamas a Yakarta y se acabó. Eso pasó en el 11-M, la gente se movilizó por el celular.
-¿Se puede rentabilizar políticamente?
-Puede ser, pero más que el uso político de las tecnologías me interesa la posibilidad de comunicarte en tiempo real.
-La otra cara de la actualidad es el poco compromiso.
-En algunos lugares la gente está varada, obsesionada con el consumismo y la ganancia material individual. Pero en Latinoamérica la sociedad está muy movidita, no hay más que pensar en Ecuador, Bolivia, Uruguay, Brasil… ahí ves ebullición. No se puede hablar del planeta como un todo, ni ver el mundo desde Europa. En realidad, Europa debería prepararse para un segundo descubrimiento de América, para reencontrarla.
-¿Está Hugo Chávez a la cabeza de esa Latinoamérica?
-Hoy Chávez y la revolución bolivariana son una clave del proceso, pero no creo que él estuviera de acuerdo con llamarse «la cabeza». No hay que olvidar al primer gobierno indígena, el de Evo Morales. Estuvo en Oviedo hace dos años, me dijeron, y pocos imaginaban entonces que iba a ser el presidente de su país.
-¿Hay forma de encajar todos los intereses nacionales a escala mundial?
-George Bush creía que podía encajarlos. Fíjate lo que ha cambiado el mundo en diez años que a Nixon le obligaron a dimitir por mentir, a Bill Clinton le juzgaron políticamente por mentir en su relación con Monica Lewinsky y de George Bush sabemos que mintió deliberadamente cuando dijo que había armas de destrucción masiva y no pasa nada.
-Lo que le preocupa es el terrorismo islámico.
-No me gusta ponerle apellidos al terrorismo. ¿Y si llamáramos a los anticubanos terroristas cristianos porque son católicos? Sería insultar a los cristianos. El terrorismo es una aberración que debe ser eliminada, pero con una actitud conocedora, no con hipocresía.
-¿Cuál es su postura sobre la nuclearización de Corea?
-Nos preocupa la situación. Proliferar, suerte que hablamos el mismo idioma, significa que algo se extiende, la única forma de poner fin a esto es el desarme nuclear generalizado.