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Thomas Jefferson iinstruye al New York Times

Igualdad ante el derecho al retorno

Fuentes: CounterPunch

Me alzo en defensa de la muy calumniada clase capitalista a la que se ataca por destruir la naturaleza. ¡No! La mayor amenaza viene de los arqueólogos que buscan las palabras más estúpidas jamás proferidas. Y como es habitual, para nada. Las afirmaciones más irreales, en galeradas apretadas, se pueden encontrar siempre aquí, en el […]

Me alzo en defensa de la muy calumniada clase capitalista a la que se ataca por destruir la naturaleza. ¡No! La mayor amenaza viene de los arqueólogos que buscan las palabras más estúpidas jamás proferidas. Y como es habitual, para nada. Las afirmaciones más irreales, en galeradas apretadas, se pueden encontrar siempre aquí, en el Manhattan mundano, en los editoriales del New York Times.

 

En 1922, el fascismo de Mussolini era «el experimento de gobierno más interesante de la época…Debemos alegrarnos de que se esté imponiendo con tanta fuerza». En 1933, el periódico de propiedad judía tenía «dudas» sobre Hitler pero su editorial del día siguiente al de su llegada al poder llegaba a la conclusión de que » las finanzas nacionales van a permanecer en manos conservadoras y sólidas …por lo que no existe motivo para una alarma inmediata. Puede que veamos al «Hitler domesticado» de quien algunos alemanes hablan esperanzadoramente».

 

Al final, el periódico pedía disculpas por alguna de sus estupideces. Se instituyó un nuevo editorialista, y el columnista Leonard Silk describía su supuesta imagen como «objetiva y desinteresada», como la de «un apóstol de la moderación, que ilustraría a las corporaciones y daría respetabilidad a los desposeídos. En 1967, instruía con paciencia a Martin Luther King al afirmar que «unir la oposición personal a la guerra de Vietnam con la cuestión de la igualdad de los negros… podría resultar desastroso para ambas causas».

 

Ahora, Gail Collins y su consejo editorial han dicho a los palestinos que tienen que embarcarse. «Sr. Sharon Usted está por encima de la batalla» (19 de noviembre)»y de forma sutil les informa de que «Un proceso de paz sólo será posible si un nuevo líder palestino puede hacerse con la suficiente autoridad para preparar al pueblo palestino con el fin de que acepte lo que es necesario si quieren tener un estado independiente : Un Jerusalén compartido entre los dos Estados, las fronteras finales de acuerdo con las de 1967 y el reconocimiento para un simbólico puñado de refugiados del derecho al retorno al nuevo Estado palestino pero no a Israel. Semejante propuesta era muy difícil de aceptar para Arafat; pero incluso lo será para un nuevo líder que se siente a negociar con sólo una parte de la autoridad que tenía Arafat ante su pueblo».

 

He publicado varias cartas en el periódico pero me dicen que reciben decenas de miles y que sólo pueden aceptar unas 3.000 al año. Así que no espero que lo hagan ahora con la que les he enviado. Pero las cuestiones abordadas en su última sarta de idioteces me obligan a remitirles la carta que va a continuación, de forma que tanto si la publican como si no, antes la haré pública en Counterpunch.

 

La muerte de Arafat es una piedra de toque para la lucha palestina, y para las relaciones de Estados Unidos con ella. Cualquiera, y no el Times, tiene en mente una estrategia que jugar en la partida, Mi carta pone de relieve el enfático discurso del periódico contra las mejores tradiciones estadounidenses, así que juzguen Ustedes mismos en lo que está en juego.

 

En el mundo moderno, con independencia de que el Estado constituye un elemento fundamental de la sociedad, el derecho al retorno o el de cagarse en las tartas, pertenece al individuo. Y cualquier receta, excepto la igualdad, es incitar a la lucha, en este caso a que mueran X número de israelíes e Y número de palestinos.

 

***

 

Carta al director:

 

Su editorial del 19 de noviembre, «Mr. Sharon, You’re UP at Bat» insiste en que los refugiados palestinos, nacidos en Israel antes de su creación en 1948, y sus hijos, deben restringir su derecho a volver a su tierra natal, salvo para establecerse en el mini estado palestino en parte de las tierras conquistadas por Israel a partir de 1967. Pero Israel me garantiza a mí, judío nacido en Brooklyn, el derecho a volver, basado en que mis antepasados vivieron allí hace 2.000 años. Garantiza ese mismo derecho incluso a los gentiles convertidos al judaísmo ortodoxo sin relación ancestral alguna con el país, mientras se lo niega a los palestinos que todavía guardan las llaves de la choza de campesinos de su familia.

 

No más palabras engoladas. El pueblo israelí nunca tendrá paz si continúa apoyando la negativa sionista de un igualitario derecho al retorno de los nativos no judíos de su país. En 1818, Thomas Jefferson escribió una carta a un judío, Mordecai Noah, que puede aplicarse en su totalidad al Israel actual y ofrece las únicas condiciones honorables para la paz:

 

«Su secta con sus sufrimientos ha ofrecido una prueba irrefutable del espíritu universal de intolerancia religiosa inherente a todas las sectas, negada por todos cuando se sienten débiles y practicada por todos cuando tienen el poder. Nuestras leyes han aplicado el único antídoto para este vicio que es el de proteger todas las religiones de la misma forma que nuestros derechos civiles y tratarlas a todas de forma igualitaria». [1]

 

Lenni Bremer es el editor de 51 Documents: Zionist Collaboration with the Nazis y ha colaborado en The Politics of Anti-Semitism.   Es editor de Jefferson & Madison On Separation of Church and State; Writtings on Religion and Secularism. Su correo electrónico es [email protected]



[1] Thomas Jefferson a Mordecai Noah, 28 de mayo de 1818.

Counterpunch, 27-28 noviembre 2004.
Traducido para Rebelión por Felisa Sastre