Después
del intenso trabajo que realizó el conservadurismo estadounidense en
cuanto a deshumanizar a los inmigrantes, durante los tiempos de Biden
como presidente, muchas personas se dejaron llevar y cayeron en ese
discurso repetitivo y xenófobo, al punto de que el término “ilegal” lo
normalizaron en los medios corporativos de comunicación y, por ende, en
gran parte de la sociedad estadounidense.
En la actualidad, tanto se ha normalizado el discurso antiinmigrante que incluso se ve a gente de izquierda constantemente referirse a los inmigrantes como los “ilegales”, como si ya fuera lo más natural del mundo ilegalizar a las personas.
¿Quién
es el criminal? Veamos: Cruzar la frontera sin documentación tiene cero
comparación, por ejemplo, con los crímenes que sí ha cometido el actual
ocupante de la Casa Blanca. El actual presidente de los Estados Unidos
sí es un criminal probado y comprobado, no los millones de inmigrantes
que jamás han cometido delito alguno.
Otro
ejemplo, la gran mayoría de los inmigrantes que están siendo arrestados
son solo víctimas “colaterales”, o sea, personas que nunca cometieron
delito alguno, salvo el haber brincado un inservible muro y no haber
contado en ese momento con documentación alguna y/o por haber estado en
el lugar equivocado, a la hora equivocada, cuando la migra busca cumplir
con su cuota diaria de detenciones.
Esa
maña de dirigirse a los inmigrantes como “ilegales” no ayuda en nada y
solo contribuye a la deshumanización y a la criminalización promovida
por ese monstruo hoy conocido como “trumpismo”.
Si
queremos ser amables, si queremos ser aliados y compañeros de quienes
están siendo perseguidos por un gobierno estadounidense reaccionario que
se la pasa golpeteando a los más vulnerables, no usemos ese mismo
lenguaje deshumanizante, no lo aceptemos como lo “normal”.
Ni “ilegales” ni “criminales”, eso dejémoslo para uso exclusivo de los antiimigrantes.
Debemos,
más bien, luchar contra la criminalización de los inmigrantes. Luchar
contra la palabra “ilegal” es luchar contra la deshumanización de
millones de personas, sobre todo de aquellos que jamás han cometido
delito alguno y que son, obviamente, la aplastante mayoría.
¡Ningún ser humano es ilegal!
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