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Los Estados Unidos del castigo

«Injusto, cruel e irracional»

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

2,2 millones encarcelados… «¡Somos número uno!» ¡USA! ¡USA! ¡USA!»… 7 millones – uno de cada 43 USamericanos adultos – tras las barras, en libertad probatoria, o libertad condicional… Cuando es cosa de sentenciar, les digo, gente, y perdonen mi lenguaje, USA es súper cojonudo… comenzando con sentencias mínimas preceptivas… hay decenas de miles de jóvenes pudriéndose en prisiones USamericanas por la simple posesión de una droga para su propio uso, para su propio placer, para pasarlo bien con un amigo, sin que haya víctimas. ¿Pensáis que una persona debe estar en prisión si no ha hecho daño a nadie? ¿Ni física, ni financieramente, o de algún otro modo real o serio? José Antonio López, un residente permanente legal con familia y negocio en Dakota del Sur, fue deportado a México hace poco por una acusación por cocaína – ¿Venta? No. ¿Uso? No. ¿Posesión? No… Le dijo a alguien dónde podía comprar. Otro hombre fue sentenciado a 55 años en prisión por tres transacciones de marihuana porque cada vez estaba en posesión de un arma, que no utilizó ni esgrimió. Cuatro ex fiscales de estado y 145 ex fiscales y jueces escribieron en apoyo de una sentencia más leve para este hombre. El propio juez calificó la sentencia de «injusta, cruel e irracional,» pero dijo que la ley no le dejaba otra alternativa.

El 1 de diciembre, un tribunal en Holanda declaró culpables a cuatro musulmanes holandeses de conspirar para realizar ataques terroristas contra dirigentes políticos y edificios gubernamentales. La sentencia más dura aplicada a uno de ellos fue de ocho años. El 13 de diciembre, un sacerdote fue condenado por participar en el genocidio ruandés de 1994 al ordenar a milicianos que incendiaran una iglesia y luego que la aplanaran mientras había 2.000 personas refugiadas en su interior. El Criminal Penal Internacional para Ruanda lo sentenció a 15 años de prisión. Sentencias considerablemente más ligeras que en USA son generalmente un fenómeno común en gran parte del mundo. En USA, la simple mención de la palabra «terrorista» en un tribunal probablemente hará que el acusado sea condenado a 30, 40, 50 años, cadena perpetua, incluso por sólo pensar y hablar de una acción, un «crimen del pensamiento» orwelliano, sin que haya hecho nada concreto para realizar el plan.

Traficantes de droga colombianos, musulmanes británicos, y otros acusados de ofensas «terroristas,» luchan enérgicamente contra la extradición a USA por temor al puño implacable del Tío Sam. Son los que tienen suerte entre los objetivos extranjeros de Washington; no fueron secuestrados en la calle y llevados en avión con esposas y vendas sobre los ojos a mazmorras secretas en rincones tenebrosos del mundo para ser torturados.

A los que piensan que ningún castigo es bastante severo, bastante cruel, en la Guerra contra el Terrorismo contra los Malos, hay que preguntar qué piensan del caso de los Cinco Cubanos. Son cinco cubanos que se involucraron en USA en los años noventa para tratar de descubrir información sobre terroristas anti-Castro basados en Miami, algunos de los cuales habían realizado poco antes una serie de ataques con bombas en hoteles de la Habana y podrían estar preparando nuevos ataques. Los Cinco infiltraron organizaciones cubano-USamericanas basadas en Miami para vigilar sus acciones, e informaron al gobierno cubano de sus resultados. El gobierno cubano entonces pasó parte de la información al FBI. ¿Y qué sucedió? El FBI arrestó a los cinco cubanos.

Los cubanos fueron mantenidos en confinamiento solitario durante 17 meses; finalmente fueron juzgados, y hallados culpables en una serie de acusaciones acumuladas por el gobierno para la ocasión, incluyendo asesinato (¡sic!) y conspiración para cometer espionaje (probablemente el primer caso en la historia judicial de USA de presunto espionaje sin una sola página de un solo documento secreto). Fueron sentenciados a penas de prisión que van desde 15 años a cadena perpetua. Pero el ansia de castigo del gobierno federal todavía no estaba satisfecha. Hizo extremadamente difícil que sus prisioneros cubanos recibieran visitas de sus familias. Dos de ellos no han visto a sus mujeres y niños desde su arresto en 1998; los otros tres apenas han tenido más suerte. Un capítulo glorioso más en la Guerra contra el Terrorismo.

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William Blum es autor de «Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II,» «Rogue State: a guide to the World’s Only Super Power,» y «West-Bloc Dissident: a Cold War Political Memoir.»

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http://www.counterpunch.org/blum12182006.html