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Israel en su contexto

Fuentes: miftah.org

Traducido para Rebelión por Felisa Sastre

Un reciente estudio de la Universidad de Glasgow, relativo a la información que la BBC y la ITV ofrece sobre Oriente Próximo en el Reino Unido, revela que los británicos confunden a los palestinos con los afganos. Aunque parezca mentira, muchos creen que los palestinos son los que ocupan el territorio israelí y no al revés. ¿Cómo puede ocurrir esto? Se dedican al conflicto cientos de horas de información y el público británico sabe muy poco, aparentemente, del contexto o de la historia de este conflicto. Se han ofrecido muchas razones para explicar semejantes resultados: que en las noticias predominan las versiones oficiales israelíes; que las actuaciones de Israel se enmarcan en un contexto pero las palestinas no y que se da preeminencia a las víctimas israelíes. Los periodistas no se atreven a hacer otra cosa porque temen que se les etiquete como nazis o anti-semitas. Además, con la llamada guerra de Estados Unidos contra el terror dominando y centralizando las noticias día a día, cualquier acto violento en Oriente Próximo, no llevado a cabo por un Estado, se considera terrorismo

Así que, seguidamente voy a ofrecer un pequeño contexto.

Después de décadas de conflicto, en el que los palestinos, con mucho, se han llevado la peor parte, las dos fracciones quieren la paz, pero como cada una lo hace basándose en diferentes premisas sus mentes no llegan a encontrarse.

La premisa israelí es la siguiente: Hemos derrotado a los palestinos ya en dos ocasiones: en 1948, cuando se creó el Estado de Israel y se pobló con judíos emigrantes que desplazaron a multitudes de palestinos a quienes no se les permitió volver, y en 1967, cuando ocupamos Cisjordania y Gaza, originando más refugiados palestinos, y nos apoderamos de todo Jerusalén. De nuestra parte está la realidad de la fuerza.

Desde entonces, hemos consolidado nuestra presencia en ese nuevo territorio mediante la construcción de 300 colonias (400.000 israelíes en total), en las tierras altas de Palestina, que encierran a pueblos palestinos, les arrebatan sus tierras y su agua (cada colono dispone de 1.450 metros cúbicos de agua al año frente a 83 por cada palestino). Vigilamos esas colonias con armas, y hemos construido carreteras especiales y, en ciertos casos, túneles de protección. Ahora, estamos levantando muros de hormigón para encerrar no a los colonos, sino a las poblaciones palestinas cercanas a ellos. Los vamos a acorralar en pequeños enclaves, cambiando «la situación sobre el terreno» de forma irreversible. Porque trasladar a los colonos es muy costoso. Mover a los colonos desde Gaza- que es una zona demasiado caliente para gobernar- a Cisjordania, por supuesto, no a Israel, nos va a costar una media de 300.000 dólares de compensación por familia, sin contar otros costes derivados. Demos gracias a Dios a través de Estados Unidos.

En particular, hemos tenido mucho éxito en cambiar el status de Jerusalén, donde hemos llevado a cabo una limpieza étnica por medio de la expropiación de tierras, de propiedades, de detenciones, de impuestos desproporcionados, y de negativas a conceder documentos de identidad. Hemos hecho imposible, en la práctica, que un palestino jerusalimitano consiga un permiso de edificación, por ejemplo; y mantenemos a los palestinos, que no son de la ciudad, alejados de Jerusalén. Al mismo tiempo, facilitamos y promovemos colonias judías, para anticiparnos a las negociaciones sobre el status final.

En estos momentos, estamos encerrando a 60.000 palestinos que viven en los suburbios de Jerusalén Este- en Annata, Hizma, Al Za’im, Al Ram y Dahiat al Barid- entre el Muro de Segregación que los separa de Cisjordania y los muros que los aíslan de Jerusalén Este y Oeste. Esas gentes, por supuesto, no tendrán garantizada la residencia ni podrán acceder a un documento de identidad en Jerusalén. Quedarán unidos con el resto de Cisjordania por una estrecha carretera, o un túnel, que estarán bajo control israelí. Esto forma parte de nuestra forma de asegurar el dominio judío sobre Jerusalén Este, pero lo denominamos asunto de seguridad.

Después de la visita simbólica de Ariel Sharon al Monte del Templo en septiembre de 2000, para demostrar que el control israelí se había establecido sobre todo Jerusalén, Este y Oeste, los palestinos empezaron a manifestarse en las calles. Respondimos con brutalidad, lo que desencadenó la segunda Intifada o insurrección. Hemos devastado económicamente y comunitariamente a los palestinos por medio de «cierres» y restricción de movimientos, es decir, los hemos reunido como si fueran manadas en los cuellos de botella de los «puestos de control» y les hemos restringido su movilidad y la de sus productos. La semana pasada, precisamente, El Banco Mundial ha señalado que lo que está sucediendo en Cisjordania y Gaza es la peor recesión económica de la historia moderna. Casi la mitad de la población palestina vive ahora en la pobreza. Por contraste, nosotros somos el décimo sexto país más rico del mundo, más que Irlanda o España.

Algunos de los palestino consideran estos logros intolerables y se auto inmolan entre nosotros. Otros atacan objetivos militares. Como respuesta, nosotros llevamos a cabo ejecuciones extra judiciales de las milicias palestinas; infligimos regularmente castigos colectivos a civiles palestinos inocentes, arrasando sus tierras agrícolas y demoliendo sus casas. Hemos institucionalizado la discriminación y la tortura de Estado no sólo para los adultos sino para los niños palestinos, que suponen un peligro para nuestros soldados y para las familias de nuestros colonos: ¡ellos nos arrojan piedras! Desde el año 2000 hasta el 30 de junio de 2004, hemos asesinado a 3.043 palestinos, entre ellos 543 niños (hasta el 31 de mayo), y hemos mutilado o herido a 26.606.

Y todavía no tenemos paz.

Tenemos derecho a las tierras de los palestinos por la razón de tener mayor fuerza, por la situación sobre el terreno y porque tenemos el total respaldo de Estados Unidos, una superpotencia. Tenemos, incluso, potencial nuclear. ¿Por qué los palestinos no admiten la derrota? Deberían dejar la resistencia, deberían renunciar a la venganza, renunciar a la recuperación de sus tierras y a su dignidad humana. ¿Cómo es posible que no entiendan que ya han perdido?

¿Qué más se puede hacer para someter a un pueblo? ¿En qué nos hemos equivocado?