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El hombre invisible

Jeffrey Sterling, denunciante de la CIA

Fuentes: The Huffington Post

Traducido para Rebelión por Silvia Arana

Los medios de información masivos descubrieron repentinamente a Jeffrey Sterling, después de que fuera sentenciado el lunes pasado como un denunciante de conciencia de la CIA.

El proceso contra Sterling iniciado hace cuatro años recibió una cobertura de prensa fugaz, que se limitó a resumir los cargos presentados por el gobierno en su contra. Desde el principio, el Departamento de Justicia lo retrató como un ser amargado y vengativo, y el adjetivo clásico de menoscabo al denunciante como alguien «disgustado»; todo esto repetido obedientemente por la prensa sin aportar ninguna otra perspectiva.

Año tras año, el caso de Sterling se dilató en apelaciones, enredado con la negativa honorable del periodista James Risen a identificar a las fuentes de su libro State of War (2006). Las noticias y los expertos que, de vez en cuando se enfocaron en Risen, raramente mencionaron a Sterling, cuya vida había sido truncada al ser despedido de la CIA, en los primeros años del gobierno de Bush después de iniciar una demanda judicial por discriminación racial, y más tarde cuando se presentaron diez cargos en su contra, siete de los cuales forman parte del Acta de Espionaje.

Sterling fue uno de los escasos especialistas afroamericanos de la CIA. Se convirtió en un denunciante de conciencia al recorrer los canales del Comité de Inteligencia del Senado en 2003 para informar sobre el plan mal concebido, ineficazmente ejecutado y peligroso de la Operación Merlin, cuyo objetivo era sabotear el programa nuclear iraní en el 2000.

Resumiendo una larga historia, a principios de 2011, Sterling estaba contra un muro legal. Los grupos de libertad de prensa acompañados de otras organizaciones gradualmente fueron consolidando su respaldo al derecho de Risen de proteger la confidencialidad de sus fuentes; pero este respaldo no abarcó a  Sterling, quien siguió siendo el hombre invisible.

Como la mayoría, por mucho tiempo no supe casi nada sobre Sterling o su batalla legal. Pero a medida que empecé a darme cuenta de cuánto estaba en juego en la continua amenaza gubernamental de arrestar a Risen por negarse a traicionar a sus fuentes, Sterling comenzó a perfilarse en mi visión periférica.

La primavera pasada trabajé con mis colegas de RootsAction.org para iniciar una petición titulada «We Support James Risen Because We Support a Free Press». La petición tuvo mucho éxito, más allá del hecho de que más de cien mil personas la firmaron; tuvo gran ayuda de otros grupos (The Nation, FAIR, the Freedom of Press Foundation, The Progressive y Center for Media and Democracy).

El Departamento de Justicia, que había perseguido agresivamente a Risen por media docena de años a este punto, tuvo que retroceder ante la publicidad favorable que surgió a mediados de agosto con la presentación de la petición por Risen en conjunto con una conferencia de prensa en el National Press Club.

Un rápido efecto dominó incluyó una fuerte nota escrita por Maureen Dowd en respaldo de su colega del New York Times, James Risen (aunque no mencionó la petición ni la conferencia de prensa, en la que ella estuvo presente). En el otoño trabajé en equipo con la incisiva periodista investigativa Marcy Wheeler, para escribir el artículo -publicado en la portada de The Nation– «The Government War Against Reporter James Risen», que fue el primer reportaje a fondo de los casos interconectados de Risen y Sterling.

Sin embargo, durante el otoño, para los medios masivos al igual que para la mayoría de progresistas, salvo escasas excepciones, Jeffrey Sterling siguió siendo el hombre invisible.

El principio de respaldar a los denunciantes de conciencia con igual fuerza que a los periodistas es crucial. Sin embargo este principio no ha estado presente en individuos y en organizaciones que deberían haber tenido una postura clara y abierta en su defensa. Esta necesidad es aún más imperiosa cuando el gobierno invoca la «seguridad nacional».

Como dijo la defensora de denunciantes de conciencia Jesselyn Radack, miembro del Government Accountability Project:

Cuando los periodistas se convierten en blancos de ataque, tienen una comunidad y un grupo poderoso de defensores que salen a respaldarlos. Los denunciantes de conciencia están abandonados a la intemperie… Se los enjuicia y se presenta en su contra el cargo más grave con el que se puede acusar a un estadounidense: ser un enemigo de la nación.

Experimentamos esta situación cuando el mismo grupo que inició la petición por Risen, lanzó una nueva petición en respaldo de Jeffrey Sterling: Blowing the Whistle on Government Recklessness is a Public Service, Not a Crime (Denunciar las irresponsabilidades del gobierno no es un delito sino un servicio al público).

Algunos grupos que habían respaldado la petición por Risen -como el Comité de Reporteros por la Libertad de Prensa y el Comité de Protección de los Periodistas- optaron por distanciarse y no tener nada que ver con la petición por Sterling. En cambio, la petición contó con la adhesión de Reporteros sin Frontera y del Government Accountability Project.

Hace dos semanas se inició la tan demora etapa final del juicio a Sterling. Participó en su propia defensa durante los siete días de procedimientos judiciales, donde se presentaron los dudosos testimonios de 23 agentes de la CIA en actividad o retirados, al igual que de personajes como Condoleezza Rice.

Cuando un empleado del juzgado leyó el terrible veredicto el lunes por la tarde, Sterling mantuvo la dignidad que había mostrado durante todo el juicio.

A los 47 años, Sterling enfrenta una condena muy larga. Como denunciante de conciencia ha hecho mucho por nosotros. No debería seguir siendo invisible.

Fuente: http://www.huffingtonpost.com/norman-solomon/the-invisible-man-jeffrey_b_6556552.html