El Gobierno de Donald Trump ha sido, para la política exterior de Estados Unidos, algo así como un elefante en una cristalería. No sólo por haberse concentrado en el logro de beneficios y privilegios para su nación en detrimento del resto del mundo gracias al poderío económico y militar alcanzado a base de las injustas […]
El Gobierno de Donald Trump ha sido, para la política exterior de Estados Unidos, algo así como un elefante en una cristalería. No sólo por haberse concentrado en el logro de beneficios y privilegios para su nación en detrimento del resto del mundo gracias al poderío económico y militar alcanzado a base de las injustas relaciones económicas globales impuestas por el sistema capitalista vigente.
El blog de Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo del emporio Amazon, quien en 2015 fue el quinto hombre más rico del mundo y en 2017 alcanzó el primer puesto de la lista de multimillonarios de la revista Forbes, publicó información sobre las luchas y discusiones internas en el equipo de Trump en torno a la marcha inexorable de EEUU hacia la guerra contra Irán y la peligrosidad de John Bolton en el enjambre que ello ha desarrollado. De ellas extraigo muchos de estos datos.
El secretario de Estado Mike Pompeo ha advertido a los líderes iraníes que cualquier ataque de Teherán o su gente que resulte en la muerte de un miembro de los servicios militares estadounidenses será respondido con un contraataque militar de Washington. Tal advertencia la hizo desde Bagdad en mayo, cuando visitaba Irak. El asunto pudiera hacerse crítico muy pronto ya que en días recientes hubo ataques con cohetes en Irak contra objetivos en los que hay personal estadounidense. Algunos de esos ataques procedían de zonas en las que todavía hay grupos clandestinos de ISIS (Estado Islámico) con armas improvisadas e imprecisas que podrían por casualidad matar a algún soldado estadounidense.
La preocupación por una escalada es particularmente intensa en el Pentágono, donde la ausencia de un Secretario de Defensa confirmado ha alimentado la preocupación de que los halcones de la Casa Blanca y el Departamento de Estado puedan empujar a los militares más allá de su misión específica de destruir remanentes del Estado Islámico en Irak y Siria, lo que en las circunstancias actuales aumenta el potencial de conflicto con Irán.
Se ha informado en varias ocasiones y por diferentes medios que Trump está algo aislado de las opiniones contra la guerra en su propio régimen. Funcionarios gubernamentales entrevistados por The Washington Post dijeron que el asesor de seguridad nacional John Bolton ha dominado la política iraní, manteniendo un control estricto sobre la información que llega al presidente y reduciendo drásticamente las reuniones en las que altos funcionarios se reúnen en la Sala de Situación de la Casa Blanca para discutir la política.
La intensificación de la campaña de «máxima presión» ha desencadenado debates internos sobre la mejor manera de ejecutar las órdenes del Presidente. En el Departamento de Estado, una discusión sobre lo difícil que es presionar a Irán mediante sanciones terminó con la prevalencia de quienes el más duro enfoque posible.
Mientras que los funcionarios de la Cancillería trataban de hallar con astucias el «punto débil» que aflojara a Irán mediante sanciones, pero sin presionarlo tanto que provocaran su retiro del acuerdo nuclear. Otros argumentaban que el objetivo de Trump era destruir el acuerdo a cualquier precio para llevar a cabo una política más expansiva que paralizara las fuerzas de Irán en toda la región.
Sin embargo, funcionarios del Pentágono y el Departamento de Estado se han quejado de la dificultad de obtener bajo Bolton una audiencia presidencial para ello. Como resultado, los argumentos sobre la política a seguir no llegan al presidente.
Los comandantes militares regionales siempre piden más tropas y más barcos, lo que aumenta la posibilidad de «accidentes» y hacen más probable una guerra. ¡John Bolton utiliza todos y cada uno de los pequeños incidentes para enviar más tropas!
A diferencia de sus asesores, Trump siempre parece minimizar la importancia de las acciones de Irán. Por eso, el otro escenario es afirmar que Trump es un tonto y los halcones de guerra lo utilizan como herramienta para implementar sus políticas preferidas.
El ex funcionario de alto rango del espionaje (MI6) británico, Alastair Crooke, asegura que este segundo escenario es el real y esto no se debe a que Trump desee conscientemente la guerra, sino a que los halcones que lo rodean, en particular Bolton, lo acorralan. El principal error de Trump puede ser que crea que Irán, en última instancia, buscará un acuerdo.
Crooke sostiene que Bolton, y Netanyahu detrás de él, superan a los servicios de inteligencia de Estados Unidos en el tema de Irán. Ellos transmiten «inteligencia» al presidente y a los medios de comunicación, tal como lo hizo el vicepresidente Dick Cheney en el período previo a la guerra contra Irak.
Bolton preside las reuniones de diálogo estratégico con Israel (NSC) cuya intención de desarrollar un plan de acción conjunto frente a Irán. Ello significa que las evaluaciones de la inteligencia israelí están siendo enviadas directamente a Bolton sin pasar por los servicios de inteligencia de EE.UU. para su evaluación. Es decir, Bolton tiene las riendas en sus manos.
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