Traducido para Rebelión por Germán Leyens
En la cúspide del más estadounidense de los días festivos, Jonathan Schell nos ofrece un «tour» del imperio estadounidense – la Pax Americana que no fue – y formula una simple pregunta: ¿Dónde se encuentran exactamente los monumentos de ese imperio? ¿Si ahora lo amenaza el colapso, qué fue lo que construyó, exactamente?
Edité el libro de Schell «The Unconquerable World» [El mundo inconquistable] (publicado en la primavera de 2003) y por eso, mucho antes de que la administración Bush invadiera Irak, no me quedaron dudas de que nuestro intento de ocupar un país rico en petróleo en el corazón de Medio Oriente fracasaría desastrosamente. Nadie que haya leído la exploración de Schell de los últimos tres siglos de violencia organizada (y el nacimiento titubeante de posibilidades no-violentas en nuestro planeta) podría haber presumido otra cosa. Él y yo discutimos a menudo la naturaleza del imperio estadounidense e incluso intercambiamos cartas sobre el tema en Tomdispatch a principios de 2004 (Jonathan Schell sobre el imperio que se derrumbó cuando se levantaba). Para su último trabajo que va a aparecer en Nation magazine, «Letter from Ground Zero» [Carta de Ground Zero] – que los editores de esa publicación han tenido la gentileza de permitir que sea publicado por Tomdispatch — no puedo imaginar una mejor introducción que algunos extractos extrañamente proféticos de «The Unconquerable World». (Después, una vez que hayas leído también su artículo de Nation, emprenderemos una breve gira por varios zigurats y ruinas imperiales estadounidenses). Al evaluar el ansia de la administración Bush por la dominación global y su creencia en lo que ya había apodado «guerras de desarme» para detener la proliferación nuclear en el planeta, Schell escribió:
«Incluso si suponemos que Estados Unidos va a completar la transición de república a imperio, existen poderosas razones para creer que no logrará realizar sus ambiciones globales, sean idealistas o egoístas. Todo plan imperial en el Siglo XXI arremete contra lo que hasta ahora han resultado ser las dos fuerzas más poderosas de la era moderna: la difusión del conocimiento científico y la resolución de los pueblos de rechazar la dominación extranjera y hacerse cargo de sus propios destinos. Si la historia de los últimos dos siglos ha de servir de guía, ninguna de las dos puede ser aniquilada con bombas…
«Es difícil creer que la pasión por la autodeterminación vaya a ser más fácil de sofocar que la diseminación de la tecnología destructiva… Históricamente, el régimen imperial se ha basado en tres tipos de dominación – militar, económica, y política. Estados Unidos goza de una superioridad inequívoca en sólo uno de estos terrenos – el militar, y en esto sólo en el campo convencional…
«Lo que es más importante, en la arena política, Estados Unidos es débil, precisamente porque en el mundo contemporáneo la fuerza militar ya no se traduce fácilmente en dominio político. ‘Los pactos que no descansan en la espada no son mas que palabras’, dijo Hobbes. Desde entonces, el mundo ha aprendido que las espadas sin pactos no son más que derramamientos de sangre en vano. Los romanos de los tiempos antiguos lograron convertir victorias militares en poder político duradero. Estados Unidos no puede hacerlo en la actualidad. En la arena política, la lección de la revuelta mundial es que a veces puede ser fácil lograr victorias militares, pero que edificar instituciones políticas en países extranjeros es difícil, a menudo imposible. La nación que está tan extremadamente en el ‘cambio de régimen’ tiene poco interés en la ‘construcción de la nación’ y menos capacidad aún para implementarla. En todo el mundo desconfían de Estados Unidos, a menudo lo odian. Si se lanza a un plan de dominación imperial, será odiado aún más. ¿Pueden los misiles construir naciones? ¿Sale todavía el poder del cañón de un fusil – o de un bombardeo B-2? ¿Puede gobernarse el mundo en el Siglo XXI desde 12.000 metros de altura? Los pueblos modernos tienen la voluntad de resistir y los medios para hacerlo. El imperialismo sin política es un imperialismo ingenuo. En nuestra época, la fuerza puede ganar una batalla o dos, pero la política es el destino.»
Partamos ahora a nuestra gira por el imperio fracasado con Jonathan Schell como nuestro guía.
La caída del imperio de partido único
Jonathan Schell
Desde hace un cierto tiempo, he estado sugiriendo que el objetivo de la estrategia republicana ha sido un Partido Republicano que gobierne permanentemente a Estados Unidos y un Estados Unidos que gobierne permanentemente el mundo. Los dos objetivos han sido impulsados por un propósito común de aumentar permanente e irreversiblemente, y consolidar, el poder en manos republicanas, conduciendo hacia un Estado de partido único en el interior y de un imperio estadounidense global en el exterior. La pregunta más crítica es si la democracia estadounidenses, severamente erosionada pero que todavía respira, derribaría la maquinaria republicana, o si la maquinaria republicana – llamémosla el incipiente imperio global de partido único – derribaría a la democracia estadounidense. Esta semana, parecería como si la democracia, después de años de decadencia, ha terminado por imponerse.
La alternativa fue y sigue siendo: ¿imperio o república? Hace sólo unos años, muchos pensaron que la «única superpotencia»: la nueva Roma, dueña del mundo «unipolar», estaba a horcajadas sobre el mundo. Algunos, como el columnista Charles Krauthammer, se deleitaban con el triunfo de la «hegemonía estadounidense». «La historia os ha dado un imperio, lo conservaréis», dijo, difamando a Benjamin Franklin, que había dicho en la Convención Constitucional que Estados Unidos es una república si la podéis conservar.
Otros, como el escritor Michael Ignatieff, con un humor más sombrío, se preparaban para llevar a hombros las ineluctables «cargas» del imperio, lo que significaba «mantener el orden tal como existe en el mundo y hacerlo en función del interés estadounidense». Otros más, como el periodista Robert Kaplan, visitaban las alejadas guarniciones del imperio, exaltando los «gruñidos imperiales» y aconsejando que los dirigentes civiles estadounidenses debieran ceder a la dirección militar. Por cierto, dijo que «la diferencia misma entre nuestros militares y las operaciones en ultramar se está borrando». El modelo para el futuro, pensaba, sería la prolongada historia de intervenciones militares de Estados Unidos en Latinoamérica.
¿Pero dónde se encuentra ahora el imperio estadounidense, dónde está la nueva Roma? ¿Dónde están sus pueblos sometidos, sus provincias, sus Macedonias y Cartagos y Egiptos, sus ejércitos victoriosos y desfiles triunfales? ¿Dónde, ya que estamos, están sus artes y letras, sus Colosos de Rodas, sus pirámides? ¿Dónde está su Virgilio? ¿Será acaso Bill O’Reilly, la fuente de desinformación abusiva, o Dan Bartlett, el mal-vocero de la Casa Blanca? ¿Puede alguien llevarme a un viaje por ese reino? Podríamos comenzar por Irak. O tal vez más vale que no lo hagamos. Habría que terminar el viaje en la Zona Verde, el complejo estadounidense en el centro de Bagdad y el único territorio «seguro» en el país. La semana pasada, mataron a más de 200 iraquíes en ataques suicidas (horrores apenas mencionados en el debate en este país). En cuanto al «gobierno» iraquí, esos traidores son incapaces de obedecer a las órdenes imperiales – son deficientes incluso como títeres. Su mayor logro ha sido operar un centro de torturas, tal vez una imitación de nuestro propio Abu Ghraib, o tal vez siguiendo el modelo de Sadam Husein.
¿Será Afganistán la próxima parada en nuestro tour imperial? Será su culminación, porque el gobierno dominante por los señores de la guerra y de la droga en ese país, es mitigado, por lo menos en la capital por la administración de Hamid Karzai. ¿Iremos, como lo hizo hace poco el presidente, a Latinoamérica, que Kaplan recomendó como ensayo general para el dominio imperial? Descubriremos que en esos países aborrecen a Estados Unidos, lo que ha llevado al ascenso de dirigentes de izquierdas desde Venezuela a Argentina. ¿O seguiremos al presidente a Asia, donde, desafiando su voluntad, Corea del Norte ha producido un arsenal nuclear y China, con sus 252.000 millones de dólares en billetes del tesoro de EE.UU., ha emergido como el financista del cada vez mayor déficit estadounidense?
Los sueños imperiales están en runas. Pero sorprendentemente las ruinas, no son las de cosas que fueron construidas y que se derrumbaron; son de fantasías. No estamos ante la decadencia de una nueva Roma. No es una gran potencia que ha sido derribada – aunque las víctimas de la guerra, estadounidenses e iraquíes, han sido trágicamente reales – se trata de un mundo de fantasía y fraude que ha volado por los aires por la fuerza de los hechos.
¿Y el Estado de partido único en casa? No fue el mismo espejismo que el imperio. La estructura del Estado estadounidense y, en menor medida, su economía, han sido profundamente alteradas. Es un hecho que cientos de millones de dólares han sido vaciados en los cofres del Partido Republicano mientras cientos de miles de millones ingresaban a los bolsillos de los ricos. Es un hecho que aprobaron leyes que abrieron inmensos agujeros en la Declaración de Derechos. Pusieron en movimiento un verdadero traspaso del poder judicial hacia la derecha radical. Se creó una concentración del poder sin precedentes – la fusión del gobierno, las corporaciones, los militares, de parte de los medios de noticias, y de un aparato de policía secreta enormemente expandido. Y a pesar de todo, esta estructura también ha sido estremecida por los recientes acontecimientos.
Como ocurrió en la era de Vietnam, la guerra llegó a casa. La falta de respeto de la administración por el derecho condujo a transgresiones de la ley. De alguna manera, el sistema de mantenimiento del derecho dentro y alrededor del Departamento de justicia retuvo suficiente independencia como para controlar algunos abusos del poder ejecutivo. Se han presentado acusaciones, y otras probablemente las seguirán. Los mecanismos que han hecho que la debacle en el extranjero cause contratiempos a la administración son complejos, pero la visión general ya está clara. El imperio fracasado, en la forma de su guerra fracasada, ha hecho bajar el apoyo para el presidente hasta llegar a un punto en el que otros, atemorizados hasta ahora, sientan que pueden atacarlo. Las instituciones del gobierno y de la economía, llevadas como limalla de hierro al campo magnético del poder, no controlaron al principio a la administración. Pero el público, representado por los sondeos de opinión, tomó cartas en el asunto, y las instituciones lo siguen. Desde la caída de la Unión Soviética hace 14 años, no habíamos visto un revés semejante.
Es difícil que el desmembramiento de la acumulación de poder irresponsable alrededor del Partido Republicano en los recientes años se haga en una semana, y el resultado está lejos de ser seguro. Pero si el esfuerzo tiene éxito, puede ser que un día los historiadores escriban que el falso imperio estadounidense fue el talón de Aquiles del verdadero Estado de partido único.
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Jonathan Schell, autor de «The Unconquerable World», es miembro del Harold Willens Peace Fellow del Nation Institute..»The Jonathan Schell Reader» fue recientemente publicado por Nation Books.
Copyright 2005 Jonathan Schell
Este ensayo aparecerá en la próxima edición de The Nation Magazine.
Zigurats estadounidenses, ruinas imperiales y otras maravillas de la Era Moderna.
Tom Engelhardt
Bertolt Brecht escribió hace mucho tiempo sobre el imperio:
«Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas?¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?»
En el caso del imperio estadounidense, tal como es, parecería que sus constructores han sido contratados en su mayor parte por la corporación favorita de nuestro vicepresidente, Halliburton (y su subsidiaria KBR). Así que emprendamos a una rápida gira por los monumentos de nuestro imperio – pasando por, digamos, el Mundo de Halliburton.
Zigurats estadounidenses
Irak -Camp Victory North: Un monumento a la habilidad constructora de Halliburton y una de las mayores bases estadounidenses construida en algún sitio del mundo desde la Guerra de Vietnam. Camp Victory North es casi «una pequeña ciudad estadounidense» en la que pueden residir 14.000 soldados. Tiene el único restaurante de Burger King en Irak, así como «un gimnasio, el mayor supermercado para militares y, desde luego, un complejo separado para los trabajadores de KBR, que se ocupan de la construcción y del apoyo logístico». Su nombre, con su resonancia de «misión cumplida», captó el espíritu del momento. Cuando resultó que la victoria en Irak, como todas esas armas de destrucción masiva, se había evaporado, cambiaron su nombre a Campo Libertad (retrocede en el texto), porque evidentemente lo que te queda cuando la victoria está fuera de tu alcance es libertad. Si los comandantes militares de la era Bush hubieran estado de un humor más modesto o incluso profético en 2003, podrían haber bautizado la base Campo Punto Muerto, o Campo Atolladero, o incluso Campo Derrota. Aunque el coste de Camp Liberty aún es desconocido, miles de millones de dólares han sido gastados literalmente en los «campos duraderos» de EE.UU. (como los llamaron de manera tan encantadora, no vaya a ser que alguien diga que tenemos «bases permanentes» en Irak). Monumentos al imperio-del-futuro neoconservador, esas bases recién construidas a lo largo del «arco de inestabilidad», se entrelazaban en minucioso detalle en una red global de comunicaciones estadounidense – nunca iban a pertenecer a gente como los iraquíes. Por cierto, nuestra megabase en Danang tampoco iba a servir a gente como los vietnamitas.
Afganistán – «El pozo de la sal»: Una instalación para interrogatorios y prisión construida, dirigida y financiada por la CIA, pero que es en apariencia una prisión «afgana», «El pozo de la sal» fue establecido dentro de la estructura de una fábrica de ladrillos abandonada de Kabul… Se sabe que por lo menos un prisionero, abandonado maltratado y desnudo en su celda, murió congelado bajo la égida de la CIA. Reacomodada en la Base Bagram de la Fuerza Aérea, un antiguo campo duradero ruso que es ahora el principal centro militar estadounidense en el país, sigue siendo una maravilla del Mundo de Interrogatorios de Dick Cheney y forma parte de una red de centros de interrogatorio, campos de detención y prisiones semi-secretos establecidos por EE.UU. que ha convertido a Afganistán, en las palabras de dos periodistas británicos que visitaron algunos de los lugares, en el «centro» de un sistema global de interrogatorio. Tal vez no sean los Jardines Colgantes de Babilonia, pero nadie excluye que cuelguen encadenados de una pared.
Cuba — Guantánamo: Ubicado en la exuberante Cuba hay una prisión que es un paraíso tropical, como señalara nuestro Secretario de Defensa. («El clima de la Bahía de Guantánamo es diferente del de Afganistán. Estar en una celda de 2,5 x 2,5 metros en la hermosa, asoleada Bahía de Guantánamo, en Cuba, no es un tratamiento inhumano».) Construida offshore de EE.UU. continental, en territorio que nos fue cedido más o menos a perpetuidad y, así lo esperaba la administración Bush, suficientemente lejos como para estar más allá de la supervisión del Congreso o de los tribunales, fue otro campo de juego de KBR.
«Instalación modelo», según el ex presidente del Estado Mayor Conjunto, general Richard Myers, es un punto de visita obligado en cualquiera gira por los centros de atracción y los puntos de interés imperiales. Sugerimos que reserve con bastante anticipación su pasaje. Las visitas en grupo son bastante controladas y limitadas en sus características, como descubriera hace poco un grupo de derechos humanos de la ONU, y las condiciones de viaje aéreo a la prisión son consideradas bastante duras. Sin embargo, los aficionados a los perros son especialmente bienvenidos.
Los Alpes bávaros -El Spa y Posada Edelweiss: Para el industrioso personal militar estadounidense (y fanáticos de «Sonrisas y lágrimas») cansados de controlar un mundo recalcitrante, un pequeño reino pacífico que ofrece unas pocas horas de tranquilidad descendiendo por laderas cubiertas de nieve, o un maravilloso fin de semana lejos de todo el ajetreo, sin un solo obús de mortero o una sola bomba artesanal a la vista. En realidad, nadie debiera perderse el Spa y Posada Edelweiss del Pentágono con su Campo de Golf Alpental, su Posada Deportiva Hausberg, y (entre sus numerosos restaurantes) el Base Camp de Zuggy, un bistró de estilo ‘montañoso’ – y sin olvidar las visitas bien publicitadas al cercano «Campo de Concentración Dachau de la Segunda Guerra Mundial» y el adorable escondite secreto y ‘Nido del Águila’ de Hitler, Berchtesgarten, («Los militares y sus familias con permiso de recreación y recuperación o con vacaciones de la Operación Libertad Iraquí, la Operación Libertad Duradera y los Balcanes tienen todos derecho a aprovechar este increíble paquete de ofertas»).
Edelweiss forma parte de otro tipo de red monumental global – Centros de Recreación de las Fuerzas Armadas – que incluyen la Dragon Hill Lodge, descrita como sigue: «Bienvenidos al País de la Calma Matinal en Seúl, Corea. En apoyo a la comunidad militar Yongsan, Dragon Hill Lodge tiene una miríada de servicios que incluyen un club de entrenamiento y salud, restaurantes, salones, y un centro comercial de especialidades. El hotel es un escape agradable del trajín y la excitación del centro de Seúl».
Algo prestado (o el Imperio-a-hurtadillas, estilo CIA)
Las instalaciones de prisión y tortura en países aliados como Marruecos, Egipto, Tailandia, Siria, y otros. El sitio perfecto para enviar a un sospechoso de terrorismo secuestrado, atrapado en las calles de cualquier ciudad del mundo.
Aeropuertos en Suecia, Alemania, España, Italia, Malta, y otros sitios centrales, pero poco conocidos, donde puedes aterrizar y al mismo tiempo facilitar la entrega de sospechosos para que los torturen en las instalaciones antes mencionadas – así como en campos en lugares para vacaciones terroristas como Bagdad, Cairo, Tashkent y Kabul. ¡Qué diablos importa un poco de soberanía nacional si tienes un imperio!
Complejos del antiguo Gulag soviético (posiblemente en Polonia y Rumania) para ocultar a prisioneros y revivir memorias de imperios caídos del pasado.
Hoteles de cinco estrellas donde quedarte (pagados por los contribuyentes) mientras te preparas para secuestrar sospechosos de la ‘guerra contra el terror’ en las calles de Milán o para descansar de los extraordinarios esfuerzos hechos en entregas extraordinarias.
Viajes por las ruinas del Imperio
¿A quién no le gusta una buena ruina imperial? Millones acuden a Pompeya, ¿así que por qué no ir a la asoleada Faluya, que fue una vez la «ciudad de las mezquitas», con un cuarto de millón de habitantes, pero que fue destruida en gran parte en noviembre de 2004 por los aviones, la artillería, los tanques y los morteros estadounidenses y que ahora vive una reconstrucción pintoresca como gigantesca ciudad campo-prisión orwelliana? No te pierdas los escaneos de identidad de tu retina al entrar, pero ten cuidado de quedarte dentro de tu Humvee. A pesar de todos los esfuerzos de los militares estadounidenses, subsisten numerosos peligros.
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http://www.tomdispatch.com/index.mhtml?pid=39141
http://www.thenation.com/doc/20051212/schell
Copyright 2005 Tom Engelhardt