Recomiendo:
0

Entrevista al inmigrante hondureño que fundó en Chicago La Casa Arte y Cultura Calles y Sueños

José David, «El provocador de las artes»

Fuentes: Rebelión

Estaban los días más calurosos del verano estadounidense cuando José David llegó de visita a la ciudad de Chicago pues reside actualmente en México. Esa tarde precisamente había un evento en La Casa Arte y Cultura Calles y Sueños ubicada en la ciudad de Pilsen al sur de Chicago, que es un barrio mexicano en […]

Estaban los días más calurosos del verano estadounidense cuando José David llegó de visita a la ciudad de Chicago pues reside actualmente en México. Esa tarde precisamente había un evento en La Casa Arte y Cultura Calles y Sueños ubicada en la ciudad de Pilsen al sur de Chicago, que es un barrio mexicano en la actualidad. Recuerdo que entré y saludé a las personas que conocía y me quedé parada en la puerta observado porque aún no comenzaba la actividad, en eso vi a un hombre que bajó del escenario y que rompía completamente con la armonía del lugar; con la forma de vestir de los asistentes, y fue algo instantáneo que llamó mi atención y sonreí; lo sentí uno de los míos. Lo sentí de mi arrabal. Justo se encontraron nuestras miradas y ambos sonreímos y nos presentamos solos, conversamos de todo y nunca me dijo que era el fundador de ese lugar hasta que llegó Moira Pujols que una de las organizadores del evento y nos presentó formalmente. Reímos sin parar mientras conversábamos porque su léxico me hizo regresar a mi periferia y recodar a mis amigos de infancia, es un ser sui géneris de los transparentes y hermosamente humanos. Es de los que hacen las cosas con el corazón que no acepta y no sabe de salarios ni de reconocimientos, con el corazón que solo sabe entregarse sin miramientos.

José David en una exhibición organizada por Calles y Sueños.

A los días lo entrevisté pero no fue necesario preguntar para guiar la entrevista, fue una conversación tan amena como las que uno tiene con los amigos de la cuadra y del barrio, con esos camaradas con los que se abrazan las mismas utopías; me senté a disfrutar de su relato y de su experiencia mientras tomaba nota para no dejar escapar detalles, las preguntas estaban de más, él daba las respuestas como intuyendo mis pensamientos, y así fue que me contó de su experiencia y de cómo nace la proyecto de Calles y Sueños. La entrevista la llevamos a cabo en ese mismo lugar.José David ha dejado un legado en la juventud de Chicago, es un mentor. En sus palabras: «Acepta propuestas que enseñan la condición humana, sin distinción de clases, color, idiomas, países.» Cree tanto en el talento de alguien que ha tenido la oportunidad de desarrollo como también en el marginado callejero y olvidado por la sociedad. Para mí José David es un restaurador de sueños rotos.

¿Cuándo emigró?

El golpe de estado se lo dan a Ramón Villeda Morales, el 12 de octubre de 1963, presidente Liberal que fue elegido por voto popular, y yo salgo para Estados Unidos el 19, me recibe mi hermana que ya estaba en el país y recuerdo que llegué un viernes y ya el día lunes me llevaron a tramitar mi seguro social, esa misma semana empiezo a trabajar en una fábrica. Tenía 17 años cuando emigré.

¿Qué hacía?

Pues obrero, de lo que te pusieran a hacer, de los primeros trabajos tuve uno donde empacábamos dulces en cajitas de cartón, después trabajé en otra que por cierto todas esas fábricas ya las cerraron, quedaba entre las calles Western y Diversey ahí a la orilla del río, hacían transformadores, estuve ahí creo que como unos tres años. Como empezaba aquí todo ese movimiento en contra de la guerra, la lucha por los Derechos Civiles de los diferentes grupos étnicos, las luchas en las fábricas por mejoras laborales y toda esa efervescencia que se da acá. Y nosotros los latinos, te estoy hablando del 63, 64, 65, no teníamos la presencia que hay ahora: en la política, en la cultura, en la economía, entonces yo empiezo a moverme en esos círculos, a conocer y a entender y conocí a alguien con quien nos aliamos, su nombre es José Uribe. Él fue una persona que me guió intelectualmente se puede decir, es mexicano, lo conocí en 1969.

Me llama la atención que su trabajo comunitario usted lo realizó en el sector de Pilsen, donde se centra la mayor cantidad de latinos que residen en Illinois, principalmente la comunidad mexicana ¿en dónde vivía en ese tiempo?

Por la Broadway y la Diversey, son sectores totalmente diferentes. En aquellos años no existían todos esos programas que hay ahora pero sí había uno al que le llamaban Casa Central que hoy en día está entre las calles Humboldt Park y la División -barrio puertorriqueño- ese proyecto lo tenía un pastor de una iglesia evangélica y estaba en el barrio puertorriqueño, recuerdo que le decíamos el reverendo Torres que es el papá de uno los once que cayeron presos acá en Chicago, se llama Carlos Alberto Torres, es uno de los luchadores por la independencia de Puerto Rico, del Movimiento Independentista Puertorriqueño, a ellos los atraparon por allá de la ciudad de Evanston -al norte del Estado- y el único que aún sigue preso es Oscar López, ¿el que menciona René de Calle 13? Exactamente y hay todo un movimiento para su liberación.

Lo que sucede es que él -Oscar López- había sido condecorado por el ejército estadounidense y no se la perdonaron.

Volviendo al tema de Casa Central que era un centro comunitario, ahí nos ayudaban a buscar trabajo, nos enviaban a escuelas para que aprendiéramos el inglés, y todas esas cosas que hacen con los emigrados de bajos recursos.

No profesa ninguna religión me imagino…

Bueno, yo siempre he dicho que somos católicos aunque no vayamos a la iglesia, pero culturalmente hablando lo somos, yo nunca he pertenecido a ninguna religión aunque cuando niño pues me bautizaron y también hice mi primera comunión, no te preguntan si querés, qué vas a hacer, te toca porque te toca. Siempre tuve desconfianza de la iglesias, aunque en el movimiento de los 70 y 80 pues empecé a acercarme un poco más debido a que surge lo que le llaman la Teología de la Liberación. Ahora que lo menciona me vino a la memoria el nombre de Monseñor Romero, claro, él es uno de los mártires y ahí están también los jesuitas que fueron asesinados en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en el 89, monjas que fueron torturadas y violadas en tu país ¿Dianna Ortiz? Sí, y que hace la denuncia internacional, la conocí aquí en Chicago porque tenían un refugio a donde llegaban los centroamericanos que veían huyendo de la guerra, mayoritariamente salvadoreños y guatemaltecos.

Cuénteme de quien lo guió, de José Uribe presiento que es un personaje importante en su vida, ¿cómo lo conoció?

Hojeando libros en una librería que quedaba en la esquina de las calles Belmont y Broadway, precisamente tenía en mis manos un libro del sacerdote Camilo Torres que asesinaron en Colombia, entretenido estaba cuando José se me acerca y me dice, ¿te interesan esos libros? Le digo, pues sí, no sé quién es él, porque verdaderamente no sabía, José era un poquito mayor que yo y venía de México y había sido activo del Movimiento del 68, cuando se produjo la masacre de Tlatelolco que fue en octubre se viene para Estados Unidos, para finales de ese año y lo conozco en el 69.

Comenzamos una amistad y me decía de libros y así me llevaba, me guiaba en las lecturas importantes de ese momento, él leía mucho es autodidacta también como yo, está acá en Chicago y anda de limosnero creo en las calles, entonces comenzamos a investigar de lugares donde se reunía el movimiento de izquierda y encontramos el New World Resource Center, y ahí me invitó a Pilsen aunque no vivía ahí, vivía por el norte cerca de donde vivía yo, y a Pilsen veníamos porque aquí se llevaban a cabo demostraciones de los chicanos, había una organización que le llamaban México-Puertorriqueños Unidos. Empezamos a militar dentro de las filas del independentismo puertorriqueño, íbamos a demostraciones a Washington, a Colorado, porque había una alianza entre los puertorriqueños de Chicago y unos grupos del sur de Estados Unidos, estaba el Partido Socialista Puertorriqueño que tenía como base el Centro Cultural Segundo Ruiz Belvis, y también existía otro que fue para cuando la izquierda estaba dividida entre la lucha armada y la lucha electoral, en el otro lado estaba el Movimiento de Liberación Nacional Puertorriqueño que lideraba José López, no éramos puertorriqueños pero la causa también era nuestra, éramos más afines al MLN que con el PSP.

Estaba toda esa efervescencia de la época, se logran espacios como Casa Aztlán, con la situación de la guerra en Centroamérica se logran espacios como Centro Romero, Casa Nicaragua, los guatemaltecos por otro lado porque había todo un movimiento. Pero a mí siempre me llamaba la atención el arte, ahí es donde…, José también.

¿En qué momento entonces usted dice, hay que hacer algo con el arte?

Como siempre me atraía el arte José me inculcó eso y yo que tenía esa sensibilidad.

Pero, ¿usted nunca fue a la escuela a prepararse en técnicas de pintura y todo eso?

No, jamás, yo nunca fui a la escuela más que a la primaria y ni siquiera la terminé. Aquí fui a un comunity college y estudié cursos de inglés, filosofía y literatura.

Me llama la atención saber cómo aprendió a hablar inglés porque no creo que el college ni en los cursos a los que asistía en el centro comunitario.

Lo aprendí a hablar en la calle, en las fábricas con los afro descendientes, mis compañeros de trabajo en su mayoría eran negros, como no hablaban español pues como dicen «a huevo» tuve que aprender inglés. Eso sí desde Honduras yo leía mucho lo que sucede allá pues tu sabes que uno no tiene el dinero para comprar libros, en aquellos años un libro te costaba en pesos mexicanos unos 400, 300, 200, nosotros ya no teníamos la fuerza porque ya habíamos sido perseguidos políticamente, mi papá, mi mamá, y yo pues siempre fui muy rebelde en la escuela, le desconfié a la escuela la verdad.

Entonces cuando entré aquí al college y tomé clases de introducción a la filosofía yo ya había leído una cantidad de libros, ya había leído a Nietzsche, Sartre, los existencialistas que le llamaban, a los griegos también y entonces voy a tomar aquella clase y digo pero si esto ya lo vi, esto yo ya lo pasé, usted estaba como decimos en mi arrabal, pasado cabalmente pasado estaba. Pero estaba en ese colegio porque había muchos latinos y la idea era estar ahí para organizarlos políticamente y siempre en la lucha por los beneficios laborales, por lo derechos civiles de los chicanos, la lucha de los derechos civiles de los negros, el independentismo puertorriqueño.

Por la época que no tengo claras las fechas imagino que usted estuvo aquí para cuando mataron a Martin Luther King.

Sí, también cuando asesinaron a Malcolm X, a Kennedy. Acaba de llegar yo cuando fue todo eso.

¿Cómo se vivió eso?

Cuando mataron a Martin Luther King las grandes ciudades se levantaron, aquí vino la guardia nacional porque esto era una guerra, esto ardía, en Los Ángeles, en Nueva York, en Detroit,

Sáqueme de una duda, he escuchado del barrio de las empacadores que está aquí a unas cuadras, ¿por qué le llaman así?

Porque aquí antes había una cantidad de empacadoras de carne, y si te vas a la historia vas a darte cuenta que los mexicanos llegan aquí como esquiroles, ¿sabes lo que es un esquirol? No. Rompe huelgas. Aquí había una huelga y los empresarios van a traer mexicanos a la frontera para que reemplacen a los que están en huelga, llegan y se quedan acá. ¿Y en qué tiempo fue eso? Bueno, te estoy hablando como de 1920 por ahí.

Qué bueno porque me está dando datos para que estudie y se me quite lo bruta…

(Suelta sonoras carcajadas) Con gusto te doy nombres de escritores para que comiences a informarte. Por ejemplo, este barrio por qué se llama Pilsen, bueno pues porque viene de la palabra checa Plzen, de la región de Bohemia en la República Checa que por cierto es cuna de la cerveza tipo Pilsener, lugar de origen de miles de inmigrantes que a principios del siglo XX se establecieron en el sector de Lower West Side, en las cercanías de las vías del tren, el sur del río Chicago y la calle 16. El barrio ya había sido habitado por irlandeses y luego por alemanes. Este barrio tiene historia increíble que cuando tu empieces a estudiarla, yo pensé que siempre había sido mexicano, no, los mexicanos fueron los últimos en llegar. Como este lugar que acaban de abrir que se llama Thalia Hall que era un edificio bellísimo, un Opera House, tenían un teatro, lo acaban de restaurar, si vas ahí tienen la historia del edificio pero omitieron que ahí se reunían los anarquistas porque recuérdate que aquí se da el movimiento por las ocho horas laborales, ¿no has oído de los mártires de Chicago?, sí, pues aquí fue donde los colgaron; inclusive en ese juicio estuvo José Martí porque recuerda que José Martí vino a los Estados Unidos, aunque él ni simpatizaba con las acciones de los anarquistas pero estuvo en el juicio y lo denunció. También está el edificio A. P.O. así le llaman porque ahí estaba la Asociación pro Derechos Obreros, A.P.O. Ese edificio también tenía un teatro y su historia es increíble porque ahí se reunía el fundador el Partido Comunista de Estados Unidos, John Reed que escribió el libro Diez días que estremecieron al mundo, que se refiere a la revolución rusa de los soviéticos.

De la calle Ashland y 18 salían las grandes manifestaciones hacia el centro de la ciudad cuando se estaba luchando por los beneficios laborales, recuerda que la mayoría de los mártires de Chicago eran alemanes, recuerda que es toda la migración que viene acá de Europa, recuerda que Chicago fue la capital industrial del mundo…

Bueno, después de nuestro corto saludo pasemos al tema de arte. ¿Cómo surge Calles y Sueños?

Con José Uribe siempre fuimos afines al arte y empezamos a proponer a estas organizaciones en las que militábamos, por ahí de 1975 comienzo a proponer a Julia de Burgos poeta puertorriqueña…

¿Ella vivía en Chicago?

(Sonríe) No, niña, ella murió en Nueva York deberías de leerla. Y también me gustaba el cine y empiezo a promover cine dentro de estas organizaciones, inclusive intentamos armar un colectivo que de nombre Cine del Pueblo pero nunca se materializó. Empezamos a mostrar cine de lo que cabe decir político en el Centro Cultural Puertorriqueño, que ahora se llama Centro Cultural Juan Antonio Corretjer ahí presentamos una película que se llama «La Batalla de Argel», y trata del Frente de Liberación Nacional Argelino cuando expulsan de Argelia a los franceses. También cine cubano, las películas de Tomás Gutiérrez Alea, recuerdo que para el Día Internacional de la Mujer siempre mostramos una película que se llama «El Retrato de Teresa», cubana, es la primera del cine latinoamericano donde se hace una denuncia sobre el machismo y los prejuicios de la sociedad en la Cuba revolucionaria. Te recomiendo que la veas.

Recuerdo otras como «Lucía» y «La Batalle de Chile», «La Hora de los Hornos», sí se mostraba este tipo de cine en Chicago pero por ejemplo en El Instituto de Arte a donde la gente obrera no podía pagar la entrada, por ejemplo «La Batalla de Chile» la fui a ver a ese lugar y dije; pero es que la tienen que ver en los barrios donde vivimos los obreros, la tiene que ver el pueblo.

En la comunidad puertorriqueña se da lo que le llaman El Festival Boricua, entonces ya conocía a jóvenes latinoamericanos que les gustaba la pintura y yo los empecé a provocar.

¿Y usted pintaba?

No, yo nunca he pintado, bueno, pinto paredes – y ríe pícaramente- o sea que usted es como decimos en mi periferia: un atizador. (Ríe a carcajadas) Cabal, soy un atizador que solo le está metiendo leña a la lumbre. Me llaman el provocador de las artes, así me pusieron.

Bueno, entonces yo lo bautizaré como José David, el atizador.

(Ríe a carcajadas) Me gusta, está bien.

Entonces en ese festival organizábamos con los hermanos Jiménez, que son costarricenses crecidos aquí, que son pintores y con ellos y otra gran amiga que deberías de conocerla se llama Rita Bustos, a esta mujer tienes que conocerla, porque ella es una de las pioneras acá en Chicago, es uruguaya, esa mujer se encadenó al el portón de una empresa eléctrica cuando estábamos luchando por los servicios civiles y laborales porque ahí no empleaban latinoamericanos. Es una mujer hermosísima que tiene una voz espectacular, es ella quien introduce en Chicago lo que se llama La Nueva Canción. Ella militó y fue entregada en aquellos tiempos tomábamos lugares y los convertíamos en centros comunitarios, te estoy hablando de la década del 70. Eran espacios que estaban vacíos y los tomábamos.

Recuerda que los latinoamericanos que llegamos a Estados Unidos en ese tiempos somos los que venimos huyendo de las dictaduras en nuestros países, gente del Cono Sur y Centroamérica, unos por razones políticas y otros por razones económicas. En mi caso es: social, económico y político. Soy nómada siempre he andado por aquí y por allá. Anduve viviendo por todos los barrios de la ciudad.

Comienzo a conocer a Carmen Aguilar, actriz de teatro, peruana, también a los chilenos, a los trovadores mexicanos, y en esos espacios que tomábamos comienzo a promocionar los eventos que ellos organizaban interpretando La Nueva Canción. Pero que no se olvide que Rita Bustos fue la pionera, fue la que nos presentó a los latinoamericanos y chicanos en Chicago La Nueva Canción. Aquí no sabíamos quién era Violeta Parra, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Alfredo Zitarrosa. Entonces yo comienzo a enfocarme en el arte, yo podría decir que mi conciencia de clase viene a través del arte, viendo el cine de Pier Paolo Pasolini, por ejemplo. Leyendo poesía de Julia de Burgos, de Pablo Neruda, de Nicanor Parra.

¿Quiénes son sus favoritos?

Chilenos, Nicanor Parra, de Pablo Neruda me gusta Residencia en la Tierra, que lo escribe en 1933 y también el peruano César Vallejo, Los Heraldos Negros, por ejemplo, «Trilce» creo que se llama el poema. De los españoles está Federico García Lorca, Rafael Alberti. También me gustan los Poetas Malditos: Verlaine, Rimbaund, y también las mujeres, Julia de Burgos, Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik. Yo asistía aquí a las lecturas de poesía y me sorprendía y me decía: puta madre, ¿qué escribe esta gente? Y ahí es cuando yo entro en la cosa de poesía actuada, porque me di cuenta que la gente sí escuchaba poesía pero había que darle un toque. Y comencé con poesía performativa por decirlo así. Y siempre hice Walking Around, de Pablo Neruda, Los Heraldos Negros, de César Vallejo, de García Lorca y los de Julia de Burgos. También hice Oda a Walt Whitman, de García Lorca.

Y así empiezo a trabajar con creadores, no vamos a decir artistas. Gente que le gustaba el arte y todo eso. Iniciamos con Marta Pedroza y José Uribe, ellos don eran pareja. Voy conociendo otras personas y entre todos aportamos ideas, cuestionándonos, ¿cómo promocionamos el arte? ¿Cómo damos a conocer nuestros valores? Pero con la idea fija de que la cultura no está separada de lo político y por eso utilizamos utilizamos las citas de José Carlos Mariátegui: «El artista que no siente las agitaciones, las inquietudes, las ansias de su pueblo y de su época, es un artista de sensibilidad mediocre, de comprensión anémica».

¿El inicio?

En Pilsen ya existían espacios donde se le daba difusión al arte pero eran espacios como La Décima Musa, que era un restaurante, pero la dueña nos permitía realizar ahí nuestras actividades. Estaba Casa Aztlán, es un centro comunitario: había pintores, todo ese grupo del movimiento chicano que se da las artes. También en la comunidad puertorriqueña, gente que pintaba y estaba entusiasmada con colaborar, y fui conociendo otros latinoamericanos. Siempre hacíamos eventos en espacios que no eran nuestros.

En Centro Cultural Segundo Ruiz Belvis le hicimos un homenaje a Violeta Parra, fue el primero que se hizo aquí en Chicago, se llamó Recordando a Violeta.

¿Y eso como en qué año fue?

Como en el 81 o el 82. Esos eventos eran nuestra forma de resistir y de darle forma a nuestra identidad.

Abrimos un espacio entre la calles 21 y la Paulina, si no estoy equivocado eso fue en 1985. Ese fue nuestro primer lugar, que no era un centro comunitario y tampoco un restaurante era algo autónomo, independiente lo llamamos Kalpulli. Ahí fue donde se organizó por primera vez en Chicago la celebración del Día de Muertos, que sabés que en México tiene más fuerza que en Centroamérica, no éramos mexicanos todos pero teníamos la corriente Latinoamericanista que nuestro país es desde el sur del río Bravo hasta la Tierra del Fuego.

Un día me entero de que un pintor puertorriqueño Elizam Escobar va a tener una exposición, él fue un preso político puertorriqueño que fue capturado en Evanston, entonces el nombre de la exposición era El Arte como Acto de Liberación, me interesaba la obra del pintor y la fui a ver, quedé fascinado. Verlas me daba un orgullo, porque yo digo, ¡es uno de los nuestros! Emocionado regreso a Kalpulli y le propongo al colectivo realizar una exposición de Elizam Escobar, claro hubo resistencia de parte de algunos porque decían que era puertorriqueño pero logramos hacerlo. Ya comenzaba el retroceso aquella unidad entre las comunidades y regresa el etnocentrismo o el etnonacionalismo, fue un éxito total. Recuerdo que como no había seguridad me tuve que quedar todo el mes en el lugar cuidando las pinturas, ahí dormía. Tenía mi camita y me echaba rodeado de aquellas bellezas de pinturas, quién como yo.

Pronto comencé a sentir que yo no cabía ahí, yo no iba a estar con gente de mente estrecha, entonces comencé a trabajar con la gente que tenía el espacio donde realizaron la exposición de Elizam Escobar y eran personas internacionalistas y que colaboraban muy de cerca con Centroamérica, y todos ellos eran artistas pintores, poetas, músicos. Eventualmente se cierra ese lugar y nos quedamos en el aire. Comenzamos pues a hacer eventos flotantes, hicimos uno en el Hot House que se llamó Cuba Va, en solidaridad con Cuba. Fue para cuando el muro de Berlín y la debacle del socialismo, y Cuba quedó, imagínate que allá le llamaban «el periodo especial» como era parte de la generación que había sido influenciada por la generación cubana y entonces dije: bueno mi deber moral en estos momentos de crisis en Cuba es el de organizar algo para apoyar, entonces comienzo a localizar a los artistas, el grupo ya había crecido, había gente te varios países y les explico que queremos organizar un evento en solidaridad con Cuba, lo hicimos en el Hot House que quedaba entre la Milwaukee y Damen, fue como el 87, 88. Y fue todo un éxito. Por cierto realizamos un documental de ese evento.

En el 87 yo logro ir a Cuba y a mi regreso les digo a los muchachos, tenemos que tener nuestro lugar propio, porque la mayoría de lugares que frecuentábamos y donde realizábamos nuestros eventos se habían vuelto los colectivos Not-For-Profit esas que dicen que son sin ánimo de lucro, no gubernamentales. Como recibían su dinerito pues las empiezan a condicionar y nosotros no queríamos eso porque ya Elizam nos había alertado de que eso nos iba a dar en la madre, como dicen los mexicanos. Porque eso es lo que le llamamos coaptación de parte del estado. Y cómo le hacíamos, éramos unos muertos de hambre y no teníamos ni donde caernos muertos entonces ahí es cuando nace Calles y Sueños.

Entonces me reúno con Miguel Jiménez que era uno de los que andaban también buscando espacios, y tuvimos las reuniones de cómo lo vamos a llamar y ahí todos aportando nombres Centro Cultural Julia de Burgos, que si tal vez Centro Cultural Frida Kahlo, que si esto, que si aquello pero no atinábamos. Para ese entonces yo ya leía a Federico García Lorca, y estaba leyendo precisamente en esa época Poeta en Nueva York, en ese poemario hay una sección que se llama Calles y Sueños, donde hablan estos personajes que andan en las calles, con sueños. Y nosotros lo que teníamos eran las calles y los sueños. Yo propuse el nombre y ese quedó.

Ilusionados comenzamos a buscar espacios y ya cuando llegábamos nos dábamos cuenta de la realidad, no teníamos dinero y como no queríamos ser Not-For-Profit. Ya no recuerdo si fue una noche o una mañana pero fue cuando vivía entre la 17 Place y Halsted y se me prende el foco y veo que al lado del edificio donde vivía había un solar baldío de un edificio que se había quemado, estaba cercado con una barda y había crecido la maleza y en medio tenía dos árboles, y les digo a aquellos, ¡aquí será Calles y Sueños! Aquí vamos a tener el foro, y en la primavera de 1989 temprano como en abril comenzamos a deshierbar y limpiar el lugar. ¿No tenía dueño el lugar? Pues a saber pero nadie nos dijo nada, nadie nos molestó, eso sí nos veían como locos. Entonces invito a un grupo de pintores para que aportaran obras y poder hacer nuestra propia exposición de arte. Como ya había aprendido de museografía: como crear un lenguaje, una armonía, como narrar. Colgué obras en los árboles que estaban ahí con ese hilo que le dicen invisible, es el hilo de pescar, hasta en las bardas y de pedazos de madera que encontramos hicimos el escenario. Y así es como nace Calles y Sueños.

El primer evento que fue la exposición de pinturas se llamó, El Otro Lado de la Locura. Como decían que estábamos locos les queríamos enseñar el otro lado de la locura.

Comenzamos a realizar eventos todos los años en los veranos, ¿cuántos años estuvieron en ese baldío? Cinco años. Aguatando aguaceros y todo, pues sí porque no era galera todo era al aire libre y caía un aguacero y todos a salir corriendo. Nos comenzaron a tomar en serio porque vieron que nuestro trabajo iba en serio, y ahí llega todo este grupo de artistas que a lo mejor no conoces porque tú estás recién llegada. Te hablo de pintores, poetas, músicos, escritores.

Y así llegamos a este lugar en 1994 y estuvimos hasta 1998, fueron 10 años de la primera etapa de Calles y Sueños, diez años pero tú sabes que vengo desde el 63 que llegué acá. La idea es crear foros.

¿Cómo llegan a esta casa?

Hay un edificio ahí en la esquina que fue logro de los derechos civiles se llama Eighteenth Street Development Corporation ahí dan asesorías a los pequeños empresarios, ahí conocí a los dueños de esta casa que era un edificio totalmente en ruinas. Lo rentamos en 1994 como en abril y lo empezamos a limpiar y a pintar, a colocar luces, abanicos,

¿Y de dónde sacaban el dinero?

De mi salario y de pequeñas donaciones que daba la gente a la entrada de los eventos. Como sé de mantenimiento, decoración y diseño yo tenía clientes de dinero que me daban el trabajo para que les pintara sus condominios y trabajaba una semana y descansaba dos por decirte algo, en esas dos semanas que descansaba trabajaba en esta casa arreglándola y pintándola. Porque para los días de eventos me tocaba limpiar, arreglar luces, micrófonos, hacer la escenografía, hacía performances, hacía de cantinero, hacía de payaso, de todo hacía y vivía atrás en un cuartito que está ahí. Tuve que crear un estilo de vida para que me pudiera permitir hacer esto. Es un estilo de trabajo diferente porque no es una organización, tú agrupas gente que tenga afinidad por el arte, pedía ayuda para realizar las invitaciones, la comida, quién sirve la bebida. Para recaudar fondos para pagar el alquiler cuando no me alcanzaba de mi salario hacíamos cenas y cobrábamos la entrada. Alguien nos donó un equipo de sonido, otro una televisión.

¿Y usted en el año 1999 se va?

Bueno, me cansé y empezaba a tener problemas de salud y no tenía seguro médico y pedí ayuda pero la gente no respondió pero cuando anuncio que voy a cerrar Calles y Sueños y que se realizaría el último evento, había gente afuera. Ahí sí. Claro, preguntándome por qué vas a cerrar, yo me deshice de todo y me fui a México. Estuvo cerrada durante diez años aunque yo regresaba a Chicago cada verano y hacíamos eventos flotantes, en el 2010 se vuelve a abrir y casualmente en esa misma casa que rentamos al principio, ahora en agosto del 2014 otra vez cierra sus puertas porque la gente que ha estado a cargo también tienen otras responsabilidades. O sea, ahí terminó su parte con Calles y Sueños aquí en Chicago. Sí, pero sigue allá porque yo soy Calles y Sueños.

Y es cierto José David es Calles y Sueños, el edificio que fue Casa de Arte y Cultura Calles y Sueños hoy lo ocupan otros colectivos. Pero están ahí los recuerdos, el eco de la memoria, las voces de los murales, los aplausos que acompañaron tantas veladas, están ahí los sueños flotantes de tantos artistas ilimitados. Tiene su historia desde que fue la primera quimera se materializó en el baldío del edificio quemado en 1988, hablarán poetas, músicos, escritores, pintores, muralistas, gente del performance, esa avalancha de talento que pasó por ese lugar que deja sin lugar a dudas un vacío porque no es solo cosa de cuatro paredes, la esencia de Calles y Sueños es José David.

Pero como es un restaurador de sueños rotos, por donde va riega semilla y atiza a los que creen en las utopías, es por esa razón que existen dos Casas más de Calles y Sueños, están en el Istmo de Tehuantepec, en Juchitán y Tehuantepec. Allá sigue viviendo la ilusión que ha contagiado a otros, y sigue José David poniéndole el pecho en mano de obra y aporte económico, recibiendo de pronto alguna ayuda de quien quiera aportar y él la acepta mientras no lo limiten, no lo condicionen porque es un ser autónomo. Por eso me agradó seguramente desde el primer instante en que lo vi.

 

Calles y Sueños es él mismo cargando con 40 años de colección de arte: con su filmoteca, audioteca, con sus pinturas, sus libros, sus performances, su poesía. Calles y Sueños es la resistencia y el amor a lo sublime y la lucha que se hace a sangre y fuego. La lucha que solo la saben dar los que han nacido para la inmensidad, para ser el encanto y honra de los marginados, de esa hojita tierna del arrabal.

Nota: Si desean ver lo que hace la mente y el ímpetu de alguien que sabe ver los distintos rostros de la locura pueden buscarlo en Facebook: Calles y Sueños-Chicago

Calles y Sueños Culturarte Tehuantepec.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.