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Julian Bond y la ola del futuro

Fuentes: Punto Final/Rebelión

Julian Bond, fallecido el pasado 15 de agosto, era un hombre extraordinario, pertenecía a la estirpe que Brecht llamó los imprescindibles, los que luchan toda la vida. Así fue desde la adolescencia hasta su último discurso el 15 de mayo ante la multitud que conmemoró en Washington DC el cincuentenario de la gran marcha por […]

Julian Bond, fallecido el pasado 15 de agosto, era un hombre extraordinario, pertenecía a la estirpe que Brecht llamó los imprescindibles, los que luchan toda la vida.

Así fue desde la adolescencia hasta su último discurso el 15 de mayo ante la multitud que conmemoró en Washington DC el cincuentenario de la gran marcha por la paz en Viet Nam y contra la discriminación racial.  Aquel acto en 1965 estremeció a la sociedad norteamericana y marcó el auge en la brega de una generación que se creía capaz de conquistar el cielo.  Pese al tiempo transcurrido Julian Bond era el mismo, sus ideales seguían intactos. También su estilo. Sin estridencia, elocuente y conmovedor, apelando a la razón y a los sentimientos.
Quienes lo conocieron personalmente coinciden en un rasgo de su personalidad que pervive en el recuerdo por encima de cualquier otro.  Nunca se sintió superior, rehuía la notoriedad, se vio siempre como parte de un conjunto.  Causaba asombro su modestia.

Siendo un escolar desafió a los racistas que apartaban de los blancos a quienes, como él, eran descendientes de esclavos. Tenía apenas veinte años cuando conoció el atropello policíaco y la cárcel en 1960.  Fundó con Stokely Carmichael y otros jóvenes el Student Nonviolent Coordinating Committee (Comité Estudiantil Coordinador de la No Violencia) que en aquella década se empeñó por incorporar a los negros a los registros electorales que los excluían y participó en las batallas que el SNCC libró por la justicia social y contra la guerra imperialista.

En 1965 fue electo para integrar la Asamblea Legislativa del Estado de Georgia pero sus miembros, casi todos blancos, se negaron a darle posesión del cargo por su oposición a la guerra de Viet Nam, declararon vacante su escaño y convocaron a una nueva elección. Él volvió a presentarse como candidato, resultó el ganador y la Asamblea racista rechazó otra vez el veredicto del electorado. La insólita situación se repitió por una tercera ocasión. Elegido tres veces se le impidió asumir su responsabilidad hasta que, tras un litigio que duró dos años, la Corte Suprema puso fin a la arbitrariedad. Durante los siguientes veinte años Julian Bond sería ininterrumpidamente favorecido por la mayoría de los votantes y se desempeñaría como miembro de la Cámara de Representantes primero y del Senado estatal después.

Aquella victoria contra la reacción sureña lo convirtió en un símbolo de dimensión nacional. En 1968 en la Convención del Partido Demócrata fue propuesto como candidato a la Vicepresidencia. Los delegados se reunían en una ciudad, Chicago, sacudida por la rebelión juvenil que marcó el climax de un movimiento que fundía en el mismo combate la oposición a la guerra y al racismo, la búsqueda de la libertad y la justicia social. Quien presentó su candidatura afirmó que Julian Bond encarnaba esa lucha y era «la ola del futuro».

La propuesta no prosperó porque habría sido necesario enmendar la Constitución que establece el requisito de haber cumplido 35 años de edad y Bond sólo tenía 28 años. Nunca antes ninguno de los dos partidos que dominan el sistema electoral norteamericano había considerado a un negro como posible Vicepresidente de Estados Unidos. Se ha dicho que él fue «el primer Obama».

1968 fue un año decisivo en la historia de ese país. Antes de la Convención Demócrata se había producido el atentado que privó de la vida a Robert Kennedy quien tenía asegurada su postulación como Presidente.  Poco después Martin Luther King sufriría igual suerte.

Discípulo de King, Julian siguió consecuentemente sus enseñanzas. Ayudó a fundar y dirigió el Southern Poverty Law Center y fue Presidente de NAACP (Asociación Nacional para el progreso de la gente de color) hasta el 2010.

Su muerte ocurre cuando crece el número de afroamericanos que son asesinados impunemente por policías blancos y Estados Unidos multiplica la guerra y la violencia por todo el planeta mientras aumentan las protestas de una nueva corriente, «Black Lives Matter», reclamando respeto para la vida de los negros. Su último discurso, el pasado mayo, en el que llamó a continuar la lucha por la paz y contra toda forma de discriminación fue una bella demostración de que Julian Bond seguía siendo el mismo joven que anuncia el futuro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.