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América Latina y África, cada vez más cerca

La amenaza de una crisis enquistada en Senegal contrasta con las nuevas perspectivas para el continente

Fuentes: El Salto

Mientras la crisis política en Senegal avanza por el camino de cerrarse en falso y de dejar un conflicto social preparado para rebrotar en el momento más insospechado, se abren nuevas perspectivas en otras latitudes, ya sea con el relativo avance de la transición en Mali, el refuerzo de los lazos con países clave de América Latina o la intención de retener las riquezas de la nueva revolución industrial.

Por agotamiento las movilizaciones en Senegal se han ido aplacando de manera casi natural. La intensidad de las manifestaciones se ha reducido en los últimos días, eso sí, dejando por el camino más de una veintena de fallecidos y cientos de heridos. Sin embargo, las causas de esa ola de protestas no se han solucionado, lo que hace que la crisis se entierre, pero permanezca viva y amenazante. Coincide con esta situación, la celebración del referéndum constitucional en Mali, que a pesar de no despertar grandes esperanzas es un paso imprescindible en la transición. Sí que despiertan más ilusiones el estrechamiento de los lazos con Colombia y Brasil, socios de futuro del continente africano, comerciales y diplomáticos.

La crisis en Senegal amenaza con cerrarse en falso

Después de dos semanas la intensidad de las protestas en Senegal se ha reducido considerablemente. Las calles de las principales ciudades del país han dejado de arder, con un pesado balance que todavía tardará en conocerse por completo, pero la situación que provocó la última ola de contestación ha quedado muy lejos de resolverse. Desde que el pasado 1 de junio se dictó la sentencia que condena al principal candidato opositor, Ousmane Sonko, a dos años de prisión por un delito contra la moral, por corrupción de la juventud, el clima social del país se ha deteriorado a gran velocidad. La respuesta de las autoridades a las manifestaciones ha hecho que muchos puentes se rompan. A pesar de que con el paso del tiempo, la violencia de los choques se haya ido diluyendo de una manera casi natural, algunas de las medidas adoptadas por el gobierno han debilitado considerablemente el prestigio de las instituciones. Una contundente represión policial, las detenciones masivas y arbitrarias, según algunos actores independientes, pero también los ataques constantes a la libertad de expresión, la negación tozuda de hechos demostrados y la aparición de hombres vestidos de civil con armas de fuego junto a la policía, abre una herida entre algunos sectores de la población y las autoridades que fácilmente puede enquistarse.

En su último balance, Amnistía Internacional aseguraba haber documentado 23 muertes durante las manifestaciones y daba por buenos los datos ofrecidos por Cruz Roja de 390 heridos, durante la primera semana de este conflicto social. A mediados de esta semana, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, reconocía “al menos” 16 muertos, 350 heridos y más de 500 detenidos durante los tres primeros días de las manifestaciones. Se trata de dos recuentos independientes, de organizaciones con prestigio y con cifras moderadas, que otras fuentes elevan considerablemente, sobre todo en lo que se refiere al número de fallecidos. Sin embargo, ambas organizaciones coincidían en reclamar una investigación independiente de los hechos. Ese es uno de los principales agravios de la sociedad civil crítica: el Estado no ha dado muestras de intentar esclarecer las condiciones de esas muertes. De hecho, se suman a los 14 fallecidos durante el primer episodio de este largo proceso, ocurrido en marzo de 2021 cuando el mismo Sonko fue arrestado por los hechos por los que ahora se le ha juzgado, acusado de violación y de amenazas de muerte. El líder opositor ha sido absuelto de esos dos delitos y condenado por un cargo fantasma que no se le había imputado hasta la lectura de la sentencia.

Además de las muertes y los heridos, uno de los elementos que más han socavado la confianza en la ciudadanía senegalesa ha sido la aparición, sin precedentes de hombres vestidos con ropa civil y pertrechados con armas de fuego e, incluso, fusiles de asalto. Los nervis, matones a sueldo de partidos u hombres poderosos, no son un fenómeno nuevo, pero sí lo es que porten armas de fuego, que las disparen contra los manifestantes y que lo hagan en connivencia con los agentes de las fuerzas de seguridad, a tenor de los cientos de vídeos que han documentado estas situaciones.

En paralelo, esas mismas autoridades han lanzado una burda operación de desinformación. En una rueda de prensa, en lo más crudo de la crisis, los responsables policiales trataron de defender que los hombres armados que habían aparecido en las publicaciones de las redes sociales eran, en realidad, manifestantes incontrolados y extremadamente violentos que pretendían sembrar el terror. Lo hicieron mostrando vídeos de sus acciones. Sin embargo, no fue difícil cuestionar esa versión y recuperar esos mismo vídeos íntegros, en los que se veía a esos hombres armados integrándose en las filas de las fuerzas de seguridad.

Otro elemento que agrava el peso de la crisis han sido los ataques repetidos contra la libertad de expresión. Primero con la intervención en el servicio de internet móvil, llegando incluso al bloqueo de los datos, argumentando que era en canal por el que se estaban distribuyendo informaciones que aumentaban la tensión. Después con el cierre de una cadena de televisión privada, WalfTV, perteneciente a un grupo que ha adoptado una postura crítica. La principal amenaza en este caso es que solo el tiempo haya aplacado el estallido de violencia, que las causas se mantengan, que la crisis se cierre en falso y que, de hecho, el paso del tiempo empeore los agravios. El horizonte de las elecciones presidenciales de febrero de 2024 sigue siendo el destino más inmediato, pero en el camino todavía hay numerosos obstáculos, como la ejecución de la sentencia con Sonko, sus posibles consecuencias y la proclamación de las candidaturas, entre otras.

Naciones Unidas reacciona ante nuevas acusaciones de abuso sexual en República Centroafricana

La Minusca (Misión multidimensional integrada de las Naciones Unidas para la estabilización en la República Centroafricana) ha decidido repatriar a sesenta miembros del contingente tanzano desplegado en el país, después de los resultados preliminares de una investigación por un nuevo caso de abusos sexuales. El organismo que se encarga de las investigaciones internas ha encontrado evidencias de la implicación de, al menos, once de esos cascos azules desplegados en el oeste del país en una denuncia de abusos sexuales por parte de cuatro víctimas.

Las autoridades tanzanas han sido informadas de lo ocurrido y de los resultados de las primeras investigaciones y han asegurado que continuarán con las pesquisas y tomarán las medidas correspondientes. Las acusaciones de diferentes episodios de violencia sexual cometida por militares enrolados en misiones de la ONU, han menoscabado el prestigio de la institución y por ese motivo, el organismo internacional realiza un esfuerzo de transparencia. La propia web de la ONU, ha dado cuenta de 254 denuncias de abuso o explotación sexual contra miembros de Minusca en la República Centroafricana desde 2015, y ha identificado a 659 víctimas de estos hechos.

Un referéndum para hacer avanzar la transición en Mali

El domingo está prevista la celebración de un referéndum constitucional en Mali. Se trata de un hito fundamental en el proceso de transición del país, al mismo tiempo, que es una pieza fundamental del plan de acción de los militares golpistas. La votación ha sido recibida favorablemente por la Unión Africana como un avance en el regreso al poder de los civiles, sin embargo, a nadie se le escapa que el nuevo texto constitucional refuerza los poderes del futuro presidente, que nada impida que pueda salir del mismo grupo de los generales sublevados.

El referéndum estaba previsto inicialmente para el mes de marzo pasado, pero la junta militar anunció un retraso destinado a presentar convenientemente el texto a la población y garantizar una organización satisfactoria de la consulta. Se trata de la primera elección que se celebra desde el golpe de estado de 2020, pero es un paso fundamental para que el proceso desemboque en las elecciones presidenciales previstas para febrero de 2024. Esos comicios serían los que rubricarían el regreso a la democracia del país, después del periodo de transición. Es indudable que esta consulta se produce en un momento delicado, en el que Mali ha dado un giro considerable, al menos, en sus alianzas internacionales, tratando de reequilibrar su relación con Francia, la antigua metrópoli.

América Latina y África, cada vez más cerca

Primero fue Francia Márquez y ahora Lula da Silva. Con el viaje de la vicepresidenta colombiana y los planes de visita del presidente brasileño, dos de motores de América Latina y dos de las principales esperanzas de un cambio de rumbo en la política del subcontinente se acercan a África, estrechando los lazos, pero también articulando sendas estrategias que incluyen tanto las relaciones comerciales como las diplomáticas. A mediados del mes de mayo, Francia Márquez visitó Etiopía, Kenia y Sudáfrica, tres países clave en el continente y tres líderes regionales en sus respectivos espacios geográficos. Curiosamente, se trató de un viaje controvertido, criticado por algunos sectores de la política colombiana. Márquez debía defender, también en su país, la pertinencia de una gira internacional a una región que ha sido tradicionalmente minimizada en la agenda diplomática colombiana. Y lo hizo, con una detallada rendición de cuentas de los encuentros y los ámbitos de interés. En su balance, aparecía desde la cooperación agrícola (entre países que se cuentan entre los principales productores de café, por ejemplo) hasta la colaboración educativa, pasando incluso por la mediación en las conversaciones de paz colombianas, además de cuestiones vinculadas al fortalecimiento de las relaciones comerciales, al acercamiento de las regiones mediante las rutas aéreas o al refuerzo de las relaciones diplomáticas.

Por su parte, la posición de Lula da Silva ha sido clara desde el principio de su nueva etapa al frente de Brasil. El mes pasado, durante una reunión bilateral con el presidente de Comores en el marco de la cumbre del G7, el líder brasileño anunció su intención de favorecer que la Unión Africana entre a formar parte del G20, en un esfuerzo de reequilibrio diplomático global, en la misma línea que otros que se están intentando conseguir, por ejemplo en el seno de las Naciones Unidas. En este caso, Lula mostraba su compromiso con reforzar los vínculos de Brasil con el continente africano, como ya había hecho en sus anteriores etapas en el poder. De esta manera, aunque sin una confirmación oficial todavía, se ha avanzado un plan para realizar dos rondas de visitas en los próximos meses que llevarían a Lula a ocho países africanos, posiblemente, tal y como revelaba un artículo de O Globo podría tratarse de Angola, Sudáfrica, Mozambique, Senegal, Ghana, Etiopía, Nigeria y Santo Tomé y Príncipe. El presidente brasileño reconoce una voluntad de fortalecer los vínculos diplomáticos y explotar las máximos las posibilidades de cooperación en diferentes ámbitos desde una perspectiva de integración Sur-Sur, pero tampoco oculta que en el continente africano, Brasil puede encontrar socios comerciales muy provechosos. Para los países africanos, el acercamiento, tanto de Colombia como de Brasil supone una buena noticia en la línea de los esfuerzo de reordenación de los equilibrios diplomáticos y del peso del continente en el orden mundial que se está configurando, pero también en la diversificación de los socios comerciales.

Namibia quiere gestionar su litio para el negocio de la transición verde

El gobierno de Namibia no quiere ser un mero espectador en las posibilidades económicas que se abren ante la pretendida transición energética y el proceso de digitalización. El país ha prohibido recientemente la exportación de litio sin procesar, con lo que pretende frenar una dinámica clásica del modelo extractivista: la extracción de un mineral o material prima de un territorio, su exportación sin transformación y el procesamiento que supone introducción de valor añadido en otros país para, en los casos más extremos, la importación los productos transformados por parte de los países en los que se ha extraído la materia prima. El resumen de todo este proceso es que las materias primas se extraen dejando un rendimiento mínimo en el país y otros actores son los que se hacen con la mayor parte de la riqueza.

En los últimos años se han descubierto importante reservas de litio en Namibia, así como de otros minerales, dentro del grupo de las tierras raras, fundamentales en las nuevas industrias. A pesar de que todavía no se cuenta entre los países con mayor potencial de producción, lo cierto es que los hallazgos han llamado la atención de un buen número de empresas mineras interesadas en explotar los yacimientos. De hecho Namibia es uno de los países en los que se apoya la estrategia de la Unión Europea para reducir su dependencia de China en estos materiales críticos. Ante esta situación el gobierno ha intentado poner freno a lo que podría ser la pérdida o, al menos, la infravaloración de sus recursos. Las autoridades acotan la exportación en bruto de esos minerales, claves en todo el sector energético relacionado con la transición verde y con algunos de los mecanismos vinculados al proceso creciente de digitalización, con la pretensión de impulsar plantas de procesamiento en el país, como por ejemplo, de producción de elementos de baterías. Esta medida supondría tener un papel en otros pasos del proceso de transformación, introducir valor añadido en esa explotación y, por tanto, aumentar el rendimiento económico, tanto desde la perspectiva de recaudación de impuestos, como de desarrollo industrial. Zimbabue, donde también se han descubierto importantes yacimientos de litio, ya puso en marcha medidas similares a finales del pasado año.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/actualidad-africana/amenaza-una-crisis-enquistada-senegal-contrasta-nuevas-perspectivas-continente