Recomiendo:
1

Huracanes, calentamiento global y la campaña de distorsión derechista

La batalla por la conciencia pública

Fuentes: Rebelión

Una serie reciente de encuestas llevadas a cabo por el «Programa sobre las Actitudes hacia las Políticas Internacionales» (PIPA por sus siglas en inglés, 2005) ha demostrado que la opinión pública en los Estados Unidos se ha venido informando más acerca de la existencia del «consenso científico» del calentamiento global. El consenso científico dice, en […]

Una serie reciente de encuestas llevadas a cabo por el «Programa sobre las Actitudes hacia las Políticas Internacionales» (PIPA por sus siglas en inglés, 2005) ha demostrado que la opinión pública en los Estados Unidos se ha venido informando más acerca de la existencia del «consenso científico» del calentamiento global. El consenso científico dice, en breve, que el calentamiento global está siendo inducido por el hombre y que, por lo tanto, es necesario tomar acciones dirigidas a reducir gases de efecto invernadero. Se le llama consenso científico porque representa la opinión de la gran mayoría de los climatólogos. El hecho de que el público se encuentre más informado acerca del consenso científico debe considerarse como un avance importante. Esto es especialmente relevante tomando en cuenta el gran esfuerzo de los «escépticos» del calentamiento global y de sus patrocinadores empresariales para empañar el asunto en las últimas dos décadas. Los escépticos pertenecen a un grupo muy reducido, pero escandaloso, de científicos que argumentan que no hay ninguna evidencia concreta de la existencia del calentamiento global. Su posición ha sido divulgada muy eficazmente a través de «think tanks»(2) derechistas y de sus sitios del Internet (por ejemplo, www.junkscience.com y www.techcentralstation.com). Una serie de artículos que apareció en la revista Mother Jones en el número de mayo/junio 2005 expuso las relaciones financieras entre el sector energético, los «think tanks» conservadores, y los escépticos.

Lo que estas y otras encuestas ponen al descubierto es que si el público estadounidense creyera que existe un consenso científico, estaría dispuesto a tomar medidas necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Más aún, las encuestas también indican que la gente estaría dispuesta a tomar estas medidas aunque esto implicara daños económicos significativos para EE.UU. Por lo tanto, parecería ser necesario limitar el conocimiento público acerca de este consenso científico con tal de asegurar que no se tomen medidas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Durante las últimas dos décadas, la industria petrolera, empleando un equipo de escépticos, ha conseguido precisamente esto. El sector energético parece ser muy consciente de que un público confundido vacila. Y un público confundido genera poca presión política, lo cual resulta en falta de acción en cuanto al calentamiento global.

A pesar de que el conocimiento público acerca del consenso científico ha crecido en los últimos años, recientes controversias sobre el calentamiento global y los huracanes amenazan con revertir esta tendencia. Actualmente, los think tanks derechistas y los escépticos están al ataque, manteniendo que los «alarmistas» del calentamiento global están utilizando el desastre causado por el huracán Katrina para promover su agenda ambientalista radical. Dada la amplificación mediática de las voces de los escépticos, es muy probable que el pueblo norteamericano se confunda aún más en cuanto al consenso científico, revirtiendo la tendencia creciente de esta última década. En este artículo se examinan dos campañas de distorsión con el fin de comprender como evolucionará el ataque actual. Al estudiar estas campañas, surge un claro patrón de las técnicas de distorsión utilizadas por los escépticos. Dada la eficacia de los ataques anteriores para confundir al público, se puede especul
ar que el nivel de conciencia que tiene el público acerca del consenso científico se va a estancar o, hasta disminuir, conforme pase el tiempo. Como ya lo indican las encuestas, mientras el pueblo crea que no existe un consenso científico, la inacción sobre el calentamiento global está garantizada.

La opinión pública norteamericana y el calentamiento global: Tendencias

Para los años 90, el consenso científico acerca del calentamiento global comienza a surgir. Anteriormente, los estudios climatológicos eran más especulativos y un consenso científico firme no era posible porque hacía falta una base de datos a largo plazo. Sin embargo, las preocupaciones del público acerca del calentamiento global aumentaron. De hecho, este tema incluso llegó a ser parte del discurso público/nacional (por ejemplo, la campaña presidencial de Clinton/Gore en 1992). En 1995, cuando se publicó el segundo reporte del «Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático» (Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC) un consenso científico ya había aparecido, es decir, el cambio climático antropogénico está aconteciendo y se requieren esfuerzos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Con el sólido consenso científico ya existente, la gran mayoría de las naciones del mundo se encontraron en Kioto, Japón en 1997. En esta reunión
se propuso un plan para disminuir la emisión de gases de efecto invernadero: el protocolo de Kioto.

A pesar del consenso científico y de la opinión pública favorable hacia el protocolo de Kioto, ningún avance para cumplir con sus requisitos se realizó en EE.UU. De hecho, el senado en 1997 aprobó una resolución que esencialmente impedía cualquier posibilidad de ratificar este tratado. Una vez que el presidente Bush llegó a la casa blanca, el protocolo de Kioto se dio por muerto. Además, parece ser que desde finales de los años 90, el público estadounidense ha quedado más confundido en cuanto a la ocurrencia del calentamiento global, el consenso científico, e incluso de la posición de Bush hacia el protocolo de Kioto. Actualmente, un porcentaje bastante asombroso (43%) cree que Bush es partidario de que se implemente el protocolo (PIPA 2005).

En los últimos años, el conocimiento público del consenso científico ha aumentado en comparación con mediados de los años 90 (solamente el 28% de los encuestados creía que existía un consenso científico en 1994). Sin embargo, el porcentaje de estadounidenses que cree que existe un consenso científico sigue siendo lamentablemente pequeño hoy en día (cerca de 50%, PIPA 2005). Este porcentaje es notablemente pequeño cuando se considera que ha existido un sólido consenso científico durante más de una década. El hecho de que el avance en el entendimiento popular haya sido extremadamente lento se debe en gran parte a los esfuerzos del sector energético para confudir al público.

Los escépticos haciendo su papel en beneficio de la industria petrolera

En su detallado estudio sobre la derrota del protocolo de Kioto en EE.UU., McCright y Dunlap (2003) explicaron los esfuerzos del sector energético en utilizar los think tanks derechistas como escenarios para los científicos escépticos. La confusión acerca del calentamiento global sembrada por esta minoría de científicos ha sido parte integral del proyecto de la industria petrolera para impedir la reducción de gases de efecto invernadero. Según los autores, los escépticos convirtieron al cambio climático en algo irrelevante, atacando directamente la «legitimidad del calentamiento global como problema social.» Es decir, el público no percibiría el calentamiento global como amenaza siempre y cuando sintieran que los científicos dudaban de la ocurrencia o de las posibles consecuencias del calentamiento global. Los autores demostraron el papel clave que jugaron los medios de comunicación en elevar y legitimizar la posición de los escépticos. Su estudio mostró que los medios de
comunicación, específicamente los periódicos, dieron a los escépticos igual acceso para exponer sus ideas no comprobadas. Como resultado, con la cobertura desproporcionada de los escépticos, el clima político (los republicanos tomaron el congreso en 1994), y un público mal informado, la inacción sobre el protocolo de Kioto estaba asegurada.

La derrota del protocolo, sin embargo, no ha disminuido el asalto de los escépticos. Un caso más reciente que revela como los escépticos operan involucra el estudio paleoclimatológico de Willie Soon y Sallie Baliunas (2003). Los climatólogos Michael Mann, Ray Bradbury y Malcolm Hughes (1998, 1999) publicaron estudios en prestigiosas revistas científicas donde revelaron una tendencia de aumento en la temperatura del aire en el hemisferio norte durante las últimas décadas del siglo XX. El aumento súbito de temperatura en los últimos 50 años, precedido por 1000 años de cambios de temperatura relativamente pequeños, produjo una gráfica que semejaba a un «palo de hockey». Esta tendencia de temperaturas más altas, sin precedente en el último milenio, no se puede explicar, según los autores, solamente con la variabilidad natural del clima. Soon y Baliunas, los dos astrofísicos, quienes reciben fondos de la industria petrolera, acometieron esta conclusión. El estudio de Soon y
Baliunas, publicado en una revista climatológica de segunda categoría, Climate Research, sugiere que el calentamiento en el siglo XX no es anormal en relación con los últimos 1000 años y, por lo tanto, no se le puede atribuir causas antropogénicas. Dentro de la corriente mayoritaria de climatólogos, el estudio de Soon y Baliunas fue rotundamente criticado por estar lleno de errores y llegar a conclusiones insostenibles. De hecho, varios editores de Climate Research ofrecieron su renuncia como protesta a la extraña manera que permitió la publicación del trabajo de Soon y Baliunas. Por otra parte, la administración de Bush, rápidamente citó el articulo de Soon y Baliunas como evidencia de que no se puede concluir nada de las investigaciones acerca del calentamiento global. Soon fue invitado a atestiguar ante un comité del senado sobre el cambio climático donde criticó el «palo de hockey» de Mann, Bradbury y Hughes. La prensa disfrutó de esta «controversia.» Además, hubo u
n coro de condenación del trabajo de Mann, Bradbury y Hughes a través de los think tanks derechistas y de los sitios web de los escépticos. Este alboroto condujo al senador Barton (republicano de Texas) a hacer un llamado para investigar los datos y las técnicas que se utilizaron en la creación del «palo de hockey.» Con base en cientos de estudios climatólogicos, el consenso científico ya había sido establecido independientemente de que los estudios de Mann, Bradbury y Hughes fueran correctos o no. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Dada la cacofonía de «puntos de vista científicos opuestos» acerca de la tendencia de la temperatura del siglo XX, no es difícil imaginar por qué el público estadounidense puede concluir, erroneamente, que el consenso científico aún no existe.

El huracán Katrina y el ataque derechista

La controversia acerca del calentamiento global y la intensidad de los huracanes había estado aumentando antes del huracán Katrina. Aunque los reportes anteriores del IPCC no llegaron a ninguna conclusión en cuanto a la frecuencia y la intensidad de los huracanes en relación con el calentamiento global, los estudios teóricos y de modelaje sí han sugerido que el calentamiento global podría producir huracanes más intensos. La activa temporada de huracanes del 2004 en el atlántico norte llamó la atención de los climatólogos. Se notó que esta actividad era consistente con el calentamiento de los mares tropicales que se había observado en la última década. Los escépticos se empezaron a agitar, dudando de estas observaciones. Sin embargo, el estudio de Kerry Emanuel (Nature 2005) que se trataba del aumento en la intensidad de huracanes sobre todo el planeta fue el que causó un alboroto.

De acuerdo con la teoría de Emanuel (Kerry Emanuel es profesor de meteorología en M.I.T.) el calentamiento de los océanos tropicales puede aumentar la intensidad de los huracanes, pero no necesariamente la frecuencia. Según su estudio más reciente, los mares tropicales se han calentado particularmente en el atlántico norte en las últimas décadas. Asimismo, su investigación indica una tendencia de aumento en la intensidad de los huracanes. Él declara que este aumento en la intensidad durante la última decada «probablemente refleja el efecto del calentamiento global.» Este estudio fue inmediatamente atacado por los escépticos y, de hecho, varios climatólogos no escepticos, lo atacaron también. Y luego, unas semanas después, pegó Katrina.

De la noche a la mañana, el tema del calentamiento global volvió a los encabezados. La prensa le ha dado una cantidad enorme de atención a la posible relación entre el calentamiento global y la destrucción causada por Katrina. Incluso, muchos reportes en la prensa han sostenido que Katrina ha sido el resultado directo del calentamiento global y que representa lo que podemos esperar en el futuro. Esto de relacionar al huracán Katrina directamente con el calentamiento global ha dado a los escépticos una arma poderosa para agredir a los que ellos llaman «alarmistas» del calentamiento global. Los escépticos ahora pueden decir, quizá falsamente, que los «alarmistas» no se están comportando científicamente, cuando concluyen algo que no se puede apoyar con los datos disponibles. A diferencia del enfrentamiento del protocolo de Kioto y los estudios de Mann, Bradbury y Hughes, varios climatólogos no-escépticos, han criticado los reportes que relacionan al huracán Katrina con el
calentamiento global. Ellos argumentan que la «señal» del calentamiento global en los datos de intensidad de huracanes es demasiado débil, y por lo tanto, no se puede afirmar que exista una relación entre los dos. De igual modo, todos los climatólogos, incluso el mismo Emanuel, han declarado que sería absurdo vincular un solo evento meteorológico (huracán Katrina) con el calentamiento global. No obstante, los escépticos, siendo consistentes con su manera de operar, no han reconocido que muchos de los expertos en huracanes a quienes citan no ponen en discusión la existencia del calentamiento global. De hecho, estos expertos sólo enfatizan que los datos de huracanes que existen actualmente no son suficientes para sacar conclusiones sólidas. Esto no es lo mismo que negar la existencia del calentamiento global — un punto sutil pero crítico en diferenciar. Por lo tanto, si las acciones pasadas de los escépticos indican algo se puede predecir que intentarán enturbiar el as
unto. Es decir, ellos insinuarán que la controversia sobre el vínculo entre los huracanes y el calentamiento global indica la falta de conocimiento científico acerca del calentamiento global en su totalidad.

La maquinaria de desinformación del sector energético

La campaña de desinformación del sector energético durante muchos años se ha beneficiado enormemente de la confusión creada por sus escépticos. De hecho, sería difícil imaginar una campaña de distorsión exitosa de la industria petrolera sin que hubiera científicos que prestaran sus nombres y credenciales a su esfuerzo para mantener el estatus quo. Con este breve resumen de las campañas de distorsión en contra del protocolo, Mann y sus colegas, y el vínculo entre huracanes y calentamiento global, se descubre el modus operandi de los escépticos. En primer lugar, los escépticos típicamente se enfocan únicamente en un estudio (por ejemplo, Mann, Bradbury, Hughes). Los datos y/o metodología utilizados por los científicos son atacados (por ejemplo, el «palo de hockey»). Es más, errores menores o triviales del estudio son enfatizados. Esto tiene el efecto de devaluar las conclusiones del estudio. Destruyendo un solo estudio y aprovechándose de su habilidad de divulgar su p
unto de vista, los escépticos, por extensión, pueden denigrar todos los estudios que confirman el calentamiento global. Segundo, los escépticos no someten sus estudios al proceso de revisión tradicionalmente empleado en todas las áreas de las ciencias. Al contrario, los escépticos publican sus estudios o críticas a través de: sitios del Internet, think tanks conservadores, y medios masivos de comunicación. Cuando consiguen publicar en revistas científicas, estas tienden a ser de segunda clase, como es el caso de Soon y Baliunas. Sin embargo, lo más importante es que los escépticos son sumamente capaces de conseguir que su punto de vista sea divulgado en los medios masivos de comunicación. Los medios masivos les han servido de gran ayuda al darles una cantidad de tiempo igual o mayor de la que le dan a los climatólogos no-escépticos. De hecho, la cobertura que reciben los escépticos es desproporcionadamente grande en relación con su número. En algún sentido, el hecho d
e que el sector energético pueda depender de que los medios masivos den igual cobertura a los escépticos ha sido la base fundamental de sus campañas de desinformación. Cuando los medios de comunicación yuxtaponen los argumentos de los escépticos con los de los climatólogos, da una impresión falsa del peso científico de cada argumento. Esto crea la ilusión de que existe un furioso debate dentro de la comunidad científica. La conclusión racional que sacaría el público es que el asunto del calentamiento global no está todavía resuelto.

¿Qué es lo que debemos esperar en el futuro? El debate sobre huracanes y calentamiento global seguirá por mucho tiempo. Actualmente, se han publicado más estudios que vinculan la intensidad de los huracanes con el calentamiento global. Dado que las conclusiones de estos estudios son tentativas, se puede esperar que los escépticos sigan lanzando sus ataques. Sus distorsiones influirán mucho en las percepciones del público acerca del consenso científico. Cuando el público estadounidense finalmente
esté bien informado, estará dispuesto a actuar para contrarrestar el calentamiento global, aunque esto implique su propio detrimento económico. Es exactamente esto lo que nos muestran las encuestas (PIPA 2005). Mientras que el pueblo estadounidense no esté informado, la confusión sobre el cambio climático asegurará que en el frente político no se tome ninguna medida para impedirlo.

(1) Este artículo está basado en una charla titulada «Calentamiento Global: Consenso y Controversias» dada en la Universidad Nacional Agraria, Managua, Nicaragua en septiembre del 2005.

(2) Instituciones privadas dedicadas a la divulgación de ideas para influir en la opinión pública.

David Adams hizo su doctorado en ciencias de la atmósfera en el Instituto de Física Atmosférica de la Universdad de Arizona. Es investigador meteorólogo y está interesado en América Latina y el idioma español.

Patricia Sánchez Lizardi ayudó con la traducción.

References

Emanuel , K. A., 2005: Increasing destructiveness of tropical cyclones over the past 30
years. Nature, 436, 686-688.

Mann M. E., Bradley R. S. and Hughes M. K.,1998: Global-scale temperature patterns
and climate forcing over the past six centuries. Nature, 392, 779-787.

Mann M. E., Bradley R. S. and Hughes M. K.,1999: Northern Hemisphere temperatures
during the past millennium: inferences, uncertainties, and limitations.
Geophysical Research Letters, 26, 759-762.

McCright, A. and R. Dunlap, 2003: Defeating Kyoto: The Conservative Movement’s
Impact on the U.S. Climate Change Policy, Social Problems, Vol. 50, No. 3, pp 348-373.

El reporte de sobre opinión publica y cambio climático del «Program on International Policy Attitudes» (2005) puede encontrarse en:
http://www.pipa.org/OnlineReports/ClimateChange/ClimateChange05_Jul05/ClimateChange05_Jul05_rpt.pdf

Soon, W. and Baliunas, S., 2003: Proxy climatic and environmental changes of the past
1000 years. Climate Research, 23, 89-110.