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La burbuja atmosférica

Fuentes: Altermundo

Lo vemos a todas horas y todos los días en la propaganda -que no publicidad- que difunden los medios de comunicación globales. Es de lo que viven. Un bombardeo persistente, constante, interminable, que incide en la promoción de esa suicida cultura del consumo, del consumismo, que lleva al planeta hacia una catástrofe ecológica. En vez […]

Lo vemos a todas horas y todos los días en la propaganda -que no publicidad- que difunden los medios de comunicación globales. Es de lo que viven. Un bombardeo persistente, constante, interminable, que incide en la promoción de esa suicida cultura del consumo, del consumismo, que lleva al planeta hacia una catástrofe ecológica.

En vez de combatir el calentamiento global con enfoques alternativos de nuestro insostenible sistema económico, que es la causa primordial y primigenia del problema de problemas, los gobiernos y las empresas se esfuerzan en parir estratagemas para aprovecharse de la situación. Negocio a la vista. La crisis climática, como la alimentaria, es una fuente de ingresos más que apetitosa. Y la burbuja atmosférica millones de veces más rentable que la inmobiliaria.

Los productos «bio» y «eco» lo invaden todo. Pero son bioengaños y ecotrampas. Los nuevos automóviles parece que regurgitan agua de rosas por los tubos de escape. Pero en sus entrañas de explosión arde el maíz que debía alimentar a la gente. Iberdrola, Fenosa o Endesa se autodibujan cómo ejércitos de salvación hablando de «energías limpias». Pero con cada megavatio que proporcionan a la orgía de dispendio occidental desaparece una especie del planeta. Ence o Botnia ayudan a la vida plantando «bosques» de eucalipto. Pero sus monocultivos son ataúdes de biodiversidad.

Lo de los gigantes genéticos es aún más llamativo. O escandaloso. Como bien informa grupo ETC, empresas como Monsanto, DuPont, Bayer, BASF, Syngenta y Dow, que fabrican semillas y agroquímicos, están amontonando, almacenando, cientos de patentes sobre genes de plantas «resistentes al clima». Son manipulaciones de la vida tendentes a soportar sequías, inundaciones, tormentas y ciclones, calor extremo, erosión y falta de nutrientes, etc. Más de 500 solicitudes fueron presentadas en los últimos tiempos en oficinas de patentes de todo el mundo. Solo Monsanto y BASF, con socios más pequeños como Ceres y Mendel, absorben dos terceras partes de este negocio futuro. Inmediato. Para ellos es el negocio de adaptarse o morir. Y a más grados centígrados, más diñero. Cuando nuestros cultivos sean destrozados por el cólera de la atmósfera maltratada ahí estarán ellas para vendernos la solución. Comeremos tomates Monsanto, mandioca Bayer y tortas de maíz DuPont?

En Bonn se ha reunido hasta lo 30 de mayo la inoperante pero prestigiosa Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica y la semana siguiente, la ONU y la FAO se darán las manos en Roma para hablar sobre la seguridad alimentaria, el cambio climático y la bioenergía. Ellos tienen la solución, pero, ¿quieren esa solución?

Traducido del gallego original para Rebelión