A última hora del miércoles, uno de los asesores principales del presidente Barack Obama ha sugerido al periódico The Huffington Post que su administración está dispuesta a mantener temporalmente el conjunto de profundos recortes fiscales de la era Bush, incluyendo aquellos que favorecen a las rentas más elevadas. (Traducido por Eric Jalain del Huffinton Post)
Según David Axelrod, esta parece ser la única forma de que los contribuyentes de clase media disfruten también de recortes fiscales, teniendo en cuenta la situación política y legislativa a la que se enfrenta Obama tras su derrota electoral de la semana pasada. «Vista la situación, hacemos lo que podemos», declaró Axelrod en una entrevista inusualmente sincera y meditabunda que tuvo lugar en su oficina, a tan sólo unos pasos del Despacho Oval. «Era necesario hacer esto; así están las cosas».
«En ciertas cuestiones,» añadió, el Congreso va a seguir mareando la perdiz, colando una y otra vez prórrogas temporales para los más ricos. «Pero no quiero negociar con la seguridad de la clase media para lograr nuestros objetivos».
Era ampliamente sabido que el presidente iba a tener que aceptar algún tipo de pacto general con la oposición, pero las declaraciones de Axelrod constituyen la primera confirmación pública de este hecho, procedente además de una de las personas consideradas más cercanas a Obama de todo su equipo de la Casa Blanca. En la misma línea de «así están las cosas», Axelrod se ha negado repetidamente a realizar cualquier comentario sobre las controvertidas medidas de reducción de la deuda propuestas por miembros de la comisión del propio presidente, incluso cuando entre estas destacan algunas como la elevación de la edad de jubilación para los cobros de la Seguridad Social, que contradice frontalmente los compromisos electorales de Obama y afecta directamente al núcleo mismo del electorado demócrata.
Según él, la Casa Blanca va a esperar a que el 1 de diciembre la comisión le haga llegar sus recomendaciones finales, a lo que añade: «los compromisos del presidente no han cambiado.» Al hablar sobre los impuestos pero callar sobre las propuestas de recortes presupuestarios que ya han sido rápidamente denunciadas por otros, incluyendo a la Speaker [presidenta] de la Cámara Baja Nancy Pelosi (demócrata por California) y al dirigente de la central sindical AFL-CIO Richard Trumka, Axelrod ha hecho gala de la mansa prudencia que se puede esperar en un fiel consejero de un líder recientemente humillado.
Pero el brazo derecho de Obama también ha elevado algunas barreras para contener a los recién envalentonados republicanos y a sus aliados en el Pentágono.
Axelrod ha declarado que su jefe podría acudir al veto para defender su tan querida ley de salud, aunque estaría dispuesto a «trabajar con aquellas personas» que «tengan ideas constructivas sobre cómo mejorarla». No es que la amenaza de veto sea totalmente inesperada, pero sería la primera vez que un alto representante de la administración esgrime oficialmente dicha amenaza. Axelrod advierte así a los republicanos que cometerían un grave error si pretendieran desafiar a la Casa Blanca en su compromiso en este frente. «No pretendo prejuzgar lo que puedan hacer al respecto», comenta Axelrod, refiriéndose a la oposición republicana a esta ley. «Pero te voy a decir una cosa: nuestro compromiso es firme y estamos dispuestos a trabajar con aquellas personas que quieran mejorar el plan, pero no vamos a tolerar a aquellos que lo único que quieren es minarlo y destruirlo».
«Aquel que piense que el pueblo americano está dispuesto a aguantar otros dos años más de tira y afloja en torno a esta iniciativa, se equivoca de cabo a rabo», añade. «El pueblo quiere que nos centremos en la economía, no quiere que nos eternicemos en las batallas de estos últimos dos años. Pero tampoco estamos dispuestos a retirarnos ni a retroceder, dejando que la gente vuelva a ser discriminada; no vamos a permitir que se vuelva a una situación en la que alguien puede perder su seguro simplemente porque ha enfermado gravemente o en la que dejas de estar bajo el amparo del seguro de tus padres en cuanto cumples los veinte años. Hay muchas cosas que son, simplemente, fundamentales.»
Mientras tanto, en lo referente a la guerra de Afganistán (un conflicto muy caro y cada vez más impopular), Axelrod ha criticado duramente los rumores, difundidos en algunas noticias recientes que citaban a «fuentes bien situadas en la administración», según los cuales el plazo de comienzo de la retirada de las tropas ha sido pospuesto de julio de 2011 a algún momento de 2014.
«Si realmente [esta información] procede de fuentes de la administración, estas no están desde luego tan bien situadas», ha declarado Axelrod. «No hay cambios en la postura del presidente; no hay cambios en sus compromisos básicos al respecto».
Pero sí que hay cambios respecto a los impuestos. Aunque el presidente «tomó la decisión que consideraba más correcta», favoreciendo una prolongación de la reducción de impuestos sólo para las familias que ganen hasta 250.000 dólares, Axelrod ha descrito este «ideal óptimo» como poco realista, ante un Congreso ya perdido que se inaugura la próxima semana.
En lo que se refiere a la administración Obama, el tiempo corre en su contra. Todos estos recortes de impuestos, promulgados en 2001 y 2003, expiran a final de este año, por lo que el Congreso debe tomar una decisión. Los republicanos, en efecto, «han podido beneficiarse de impuestos altos», afirma Axelrod. Y un tratamiento diferenciado de diferentes categorías de impuestos (ampliando unas mientras se recortan otras) no sólo no resulta políticamente realista sino que además sería una maniobra dificultosa en cuanto a procedimiento, añade.
«No queremos que los impuestos se incrementen para las clases medias», asegura, lo que significa que la administración deberá aceptar el recorte en bloque por un tiempo indeterminado. «Pero, sinceramente, lo que no podemos tampoco hacer es prorrogar eternamente la aplicación de los impuestos previstos para las rentas más altas.» En otras palabras, la Casa Blanca no se quiere arriesgar a ser criticada por elevar los impuestos a las clases medias, aunque, en realidad, sea el rechazo del partido republicano de diferenciar las categorías de impuestos lo que ha puesto a Obama contra las cuerdas. Su única condición, por lo menos en principio, es que los recortes fiscales para los más ricos no se planteen como algo «permanente».
Estudiante de historia y periodista político, Axelrod ha expresado su curiosidad, e incluso cierto optimismo, con respecto al movimiento del Tea Party, sugiriendo que Obama podría colaborar con el mismo en temas como la limitación de ciertas partidas presupuestarias federales o la salida de la guerra de Afganistán.
Parece como si Obama le estuvieran dando vueltas en la cabeza a la estrategia triangular de la era Clinton, tratando de establecer alianzas no tanto con el sector más moderado del otro partido sino con las nuevas generaciones de conservadores, lo que podría suponer la cuadratura del círculo ideológico del Congreso.
Pero, ¿acaso puede la Casa Blanca colaborar con dicho movimiento? «Este es un momento fascinante en nuestra historia,» explica Axelrod, «y no creo que nadie sea realmente capaz de saber qué va a pasar con este fenómeno. Quiero decir: he observado cuidadosamente en la televisión a algunos de sus representantes y no creo que sea tan predecible como la gente suele pensar».
De hecho, el presidente Obama ha llamado a cada uno de los nuevos senadores electos republicanos y a numerosos de los nuevos congresistas republicanos; «unas buenas cien llamadas o más», en total, asegura Axelrod. Así es como mata el tiempo un presidente tocado en su largo viaje de avión a Asia.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-Casa-Blanca-tira-la-toalla-y.html