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Millones de personas expuestas a “una muerta lenta” debido a la creciente pobreza

La cola del pan en Egipto

Fuentes: Middle East Eye

Vendedor ambulante de pan en la calle al-Mois, en el distrito de Jan al-Jalili de El Cairo (AFP) «Es una especie de muerte lenta». Con estas palabras, Soliman Bakar y su mujer resumen la situación económica en Egipto, donde los informes muestran que la situación es cada vez más insoportable, que hay muchas personas a […]


Vendedor ambulante de pan en la calle al-Mois, en el distrito de Jan al-Jalili de El Cairo (AFP)

«Es una especie de muerte lenta». Con estas palabras, Soliman Bakar y su mujer resumen la situación económica en Egipto, donde los informes muestran que la situación es cada vez más insoportable, que hay muchas personas a las que les resulta imposible acceder a una alimentación básica y que otras que tienen que esforzarse mucho para poder llegar a fin de mes.

Bakar, padre de tres niños, es funcionario del gobierno. Cuando acaba su tarea, trabaja como taxista durante la noche y primeras horas de la madrugada. «Tengo que hacer malabarismos para compaginar los dos trabajos y mi mujer también trabaja, pero incluso con los tres salarios, apenas llegamos a fin de mes.»

«Los problemas no parecen acabar nunca, no importa adonde mires, cada vez tienes que enfrentarte a más dificultades. El precio del gas, la electricidad, el agua, el petróleo, todo ha subido repentinamente. Ahora que el precio de la comida se ha disparado, la libra ha tomado también el mismo camino. Ya no podemos conseguir la leche subvencionada que dábamos a nuestros hijos. Las medicinas han cuadruplicado su precio, eso si puedes encontrarlas. Los farmacéuticos están diciéndonos que escasean miles de medicinas, incluidos los medicamentos para la insuficiencia cardiaca y renal. Nos están matando.»

Con su hija más pequeña en la escuela elemental, el mayor temor de Bakar es tener que acabar con la inocente adoración que su hija siente hacia él. Todavía cree en su padre, en su héroe. «Me siento un inútil», dice desalentado. «No hay nada que un padre desee más que poder proporcionar lo mejor a sus hijos. Pero, ¿cómo? ¿Con qué cara voy a mirar a mis niños?».

Bakar no está solo en su lucha. Ahmed, abogado, desglosó los gastos del mes de su familia para ilustrar una situación cada vez más desesperada.

«Bien, 1.250 libras egipcias se van al alquiler. La electricidad, gas y agua suponen 500. Los estudios de mi hermano pequeño 1.000, y la comida 2.000… y eso sin incluir los gastos personales ni el transporte.»

¿Su salario? 1.500 libras egipcias (LE), casi tres veces más que el umbral de la pobreza, que se ha fijado en 500LE al mes, el equivalente a 45€. «Honestamente, no sé cómo estamos viviendo ni cómo llegamos a fin de mes. ¿Cómo estamos sobreviviendo? No podría decirle. Sólo Dios lo sabe».

Aunque los datos oficiales de los egipcios que viven bajo el umbral de la pobreza es de un 28%, la cifra alcanza el 60% en el Alto Egipto y parece seguir al alza.

Yasmina Ali, madre soltera, es una de los miles de egipcios que viven bajo el umbral de la pobreza y a la que le resulta muy difícil, al ser el único sostén de la familia, mantenerla con esos ingresos.

«¿Cómo puede alguien vivir con 500LE y hacer frente a todos los gastos de tres hijos? Los gastos de la casa, del transporte, de los estudios… Hemos pasado meses sin probar la carne ni la fruta, y dos de los chicos trabajan haciendo chapuzas para poder pagarse los estudios».

«¿Fruta? La fruta es un lujo. Necesitamos antes aceite y arroz, e incluso ni podemos encontrar estos productos básicos, eso si puedes permitírtelos. Y si eres tan afortunado como para encontrarlos en alguna tienda privada, se niegan a venderte más de un kilo o dos.»

La falta de carne a precio asequible ha llevado a la explotación, con un fenómeno impactante de carniceros tratando de vender carne de burro como si fuera carne de vacuno. La explotación y corrupción no son nuevos en Egipto ni tampoco la venta de carne de burro. Sin embargo, lo que sí es nuevo son las reiteradas afirmaciones de una serie de «especialistas» que tratan de convencer a la gente de que comer carne de burro es sano.

Hussein Mansur, director de la organización de seguridad alimentaria, una agencia del Ministerio de Sanidad, creó gran controversia cuando dijo que era prácticamente imposible diferenciar entre los diferentes tipos de carne, ya fuera burro, gato o perro, si se presentaba picada. Lofty Shawer, un exfuncionario del Ministerio de Sanidad, declaró que la carne de burro había ayudado a afrontar las carencias de la dieta en los últimos años.

Escándalos en la seguridad alimentaria

Ha habido también gran preocupación por la seguridad y calidad de la comida producida a nivel local. «Cada vez estoy oyendo hablar más de casos de personas envenenadas por la fruta y las verduras. Aunque puedas permitírtelas, desconocemos el riesgo que estamos corriendo», dice Ali.

La investigación por el envenenamiento que se produjo en la escuela Awlad Nour en Manzala a primeros de mes, donde 33 alumnos de secundaria se pusieron enfermos tras ingerir unas bolsas de palomitas que les vendieron y que estaban caducadas, descubrió que el dueño del supermercado había cambiado las fechas que aparecían en el paquete.

Este incidente es sólo uno entre muchos en una serie de sucesos recientes relacionados con la seguridad alimentaria. A primeros de año, un brote de hepatitis A, al parecer causado por fresas exportadas de Egipto, dio lugar a que las cadenas de supermercados retiraran de sus estanterías todos los productos egipcios.

Ahmed, el abogado, afirmaba que gran parte de los productos locales están contaminados debido al agua contaminada que se estaba utilizando a raíz de una sequía causada por la construcción de una presa gigante en Etiopía que está reduciendo el caudal del Nilo en Egipto. «Debido a la escasez de agua tras la construcción del presa Renacimiento en Etiopía, fue necesario encontrar fuentes alternativas y las cosechas se regaron con agua reciclada del sistema de alcantarillado».

«El agua está siempre sucia, turbia y en ocasiones casi marrón. Los niños están siempre enfermando», dice Yasmina Ali.

La preocupación por la seguridad alimentaria no es nada nuevo. Rusia, uno de los mayores proveedores de trigo de Egipto, dijo que prohibiría la importación de frutas y verduras egipcias después de que su órgano regulador dijera que el producto violaba las normas internacionales. Pero las especulaciones del momento alegaron que era una represalia por la debacle del trigo de principios de años, cuando el Ministerio de Agricultura egipcio restableció su política de tolerancia cero a la importación de trigo contaminado de hongos, dificultando enormemente las compras de grano.

Egipto estuvo deshojando la margarita respecto a las regulaciones del cornezuelo, un hongo del grano, ante las afirmaciones de que causa cáncer. El cornezuelo puede causar alucinaciones si se consume en grandes cantidades pero se considera inofensivo en las pequeñas. A principios de año, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) llevó a cabo una evaluación de riesgos y encontró que el cornezuelo no suponía amenaza alguna para las cosechas egipcias. Sin embargo, el Ministerio de Agricultura creó un comité para que investigara los riesgos y los resultados concluyeron que debería importarse el trigo de regiones en las que los últimos envíos no contenían cornezuelo, como Rusia, Ucrania, Letonia y Lituania.

A medida que la disputa por la seguridad del trigo importado continuaba, los mercados globales cogieron miedo ante la estipulación egipcia de tolerancia cero ante el cornezuelo, anulando su decisión anterior, y cambiando después de idea una vez más antes de una licitación.

Con estimaciones de alrededor de 11,5 millones de toneladas anuales, Egipto es actualmente el mayor importador de trigo del mundo, un cereal que sigue siendo una cuestión de vida o muerte en la que decenas de millones de personas dependen del vital sistema de subsidios del gobierno. Los cambios en los términos de compra implican precios alimentarios aún más altos, muy lejos de las afirmaciones del gobierno de que están intentando que los precios de los alimentos sean más asequibles.

El suministro de pan a precios baratos es fundamental para la supervivencia del gobierno egipcio y las demandas de pan fue el grito característico de la revolución egipcia en 2011. Retrocediendo hasta 1966, un aumento en los precios del pan obligó al gobierno a desplegar tanques por las calles para calmar los disturbios que se organizaron.

«Pan, libertad y justicia social»

Fue con estas tres demandas: «pan, libertad y justicia social», que el gobierno de Mubarak empezó a desmoronarse en Egipto mientras miles de personas tomaban las calles en 2011 exigiendo su caída y que se satisficieran esas tres necesidades básicas. Cinco años después, la libertad y la justicia social se están erosionando velozmente y los precios están por las nubes.

En un video impactante, grabado por testigos con la cámara de un teléfono móvil, un taxista -hasta ahora de nombre desconocido- se autoinmoló frente a un centro del ejército en Alejandría después de gritar críticas contra el gobierno del presidente Sisi y protestar por los altos precios y pobres condiciones de vida. En ese acto, el desesperado taxista fue un reflejo del vendedor ambulante tunecino que hace seis años se pegó fuego, ayudando a encender la chispa de lo que se luego se llamaría la Primavera Árabe.

«La situación económica está muy mal desde hace bastante tiempo, pero se está agravando en una proporción que muy pocos entre la población esperaban. Y está a punto de dar un giro más agudo aún porque se espera que el gobierno elimine más subsidios -algo bastante inevitable- y devalúe la libra egipcia», explica el Dr. H.A. Hellyer, destacado miembro no residente del Atlantic Council y del Royal United Services Institute en Londres. «Todo eso hará probablemente que aumente la inflación y los precios, por desgracia algo bastante inevitable, pero que va a golpear tremendamente a los sectores más vulnerables de la sociedad», añade el Dr. Hellyer.

A medida en que la situación económica se agrava, un número cada vez mayor de personas está manifestando su preocupación, por lo que en las redes sociales están apareciendo muchos videos en los que los egipcios expresan abiertamente su frustración y desesperación por sus condiciones de vida.

La respuesta del gobierno se ha limitado a decir perogrulladas aconsejando a la gente que se «estreche el cinturón», y en una medida quizá aún más chocante, les han pedido que donen su calderilla a Egipto

Crece la disidencia

«Teníamos esperanza en algunos de los planes del gobierno -como los planes para construir una nueva capital o el canal de Suez, etc.- y confiábamos en que pudieran mejorar nuestra calidad de vida; en cambio, lo que estamos viendo es un rápido deterioro de la economía», dijo Bakar. «Todo está cada vez peor, la libra egipcia no tiene ya ningún valor, los jóvenes están mayoritariamente desempleados y cada vez más dispuestos a arriesgar sus vidas en una migración ilegal. Prefieren morir o ir a la cárcel a quedarse y hacer frente a algo parecido a la muerte».

A medida que disminuye la fe en el gobierno, los disturbios en las calles van agudizándose con llamamientos para una «Revolución de los Pobres» que se produciría el 11 de noviembre próximo.

A pesar de las duras medidas implantadas por las fuerzas de seguridad, Solimon está decidido a ir. «Estoy con la ‘Revolución de los Pobres'». ¿Hasta cuándo voy a tener que quedarme sentado sin hacer nada aceptando esto que no es vida? Iré, ¿piensas que a alguien le importa? Me darán una palmadita reconfortante o alguna bala se alojará en mi corazón, pero eso ya no me importa», dijo Bakar.

Y añadió: «La gente está hablando alto y claro. Especialmente los jóvenes, que están sin empleo, sin nada que hacer; se han licenciado y cada vez están más inquietos y frustrados. La gente está desesperada».

En un momento sin precedentes de supresión de la disidencia, el pensamiento de salir a las calles parece audaz cuando no temerario. Desde que se aprobó la ley contra las protestas, los agentes de seguridad se han dado mucha prisa en desmantelar, a menudo con fuerza brutal, cualquier forma de protesta en ciernes, y parece muy improbable que permitan que se repitan los acontecimientos del 25 de enero de 2011 que derrocaron a Mubarak.

«Egipto no está a punto de caer en ningún caos social; la situación económica es apenas sostenible pero el régimen que gobierna Egipto se muestra seguro mientras no haya alternativas al actual liderazgo que detenta el poder en Egipto», añadió Hellyer. «Todo puede suceder y el 11 de noviembre está a la vuelta de la esquina, por tanto, las cosas podrían cambiar pero no veo ningún indicio, al menos aún no, de que el 11 de noviembre vaya a ser, en cualquier caso, algo más que un fenómeno pequeño y localizado».

Noor El-Terk es una firme defensora de la justicia social, con especial interés por la región de Oriente Medio y Norte de África. Tiene un máster en Ingeniería Química.

Fuente: http://www.middleeasteye.net/in-depth/features/between-uncertain-life-and-certain-death-making-ends-meet-todays-egypt-poverty-food-brad-wheat-254949777

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.