«las relaciones entre blancos y negros en Estados Unidos (la cuestión más profunda vinculada al multiculturalismo y a la acción afirmativa) se dan de acuerdo a una segmentación étnica rígida basada en una historia abierta de guerras y violencias institucionales […] la crisis interna de la cultura política norteamericana que no puede, en los […]
«las relaciones entre blancos y negros en Estados Unidos (la cuestión más profunda vinculada al multiculturalismo y a la acción afirmativa) se dan de acuerdo a una segmentación étnica rígida basada en una historia abierta de guerras y violencias institucionales […] la crisis interna de la cultura política norteamericana que no puede, en los principios del siglo XXI, pretender mantener la exclusión étnica y racial como un principio-guía no declarado de moralidad y sociabilidad. Este ambiente social específico creó una situación en donde las «guerras culturales» y las «guerras de las ciencias» se transformaron en metonimias de algunas de las principales divisiones políticas de la sociedad norteamericana. La discusión sobre «cultura» se tornó un medio de hablar sobre el poder y negociarlo en ausencia de un discurso no racializado en el cual clase y acceso diferenciado al poder podrían ser abiertamente debatidos. En este sentido, la noción de cultura está contribuyendo a reificar las diferencias culturales como el problema principal para el acceso al poder, […] el multiculturalismo está convirtiéndose en la base para una teoría funcionalista de armonía política en una sociedad/coyuntura que sobrestima el papel que la cultura, los símbolos y la tradición puedan tener en la construcción de la igualdad y la justicia social.» Gustavo Lins Ribeiro.
Agosto de 2014: en la ciudad de Ferguson en Missouri la policía angloestadounidense asesinó a un adolescente negro de seis balazos; dos de ellos hicieron diana en su cabeza. El segundo asesinato en menos de un mes. Missouri es un estado de larga tradición racista y neoconservadora, con un alto índice en su población de personas denominadas allí afronorteamericanas; y una cantidad de efectivos policiales no blancos casi exigua. La multiculturalidad estadounidense se manifiesta a través de la deshistorización en el ejercicio del poder hegemónico imperialista. Tras limitadas conquistas de los derechos civiles para la población negra en un país harto segregado, que sirvió de modelo al apartheid de Peter Botha en Sudáfrica hasta su derrota militar por parte de la coalición de fuerzas cubanas y africanas a principios de los noventa del siglo veinte. Esas conquistas se fueron comprimiendo en su implementación dentro de la sociedad angloestadounidense hasta alcanzar la necesidad operativa de instaurar una supuesta «acción afirmativa» que contrariamente a sus supuestas intenciones no ha hecho más que constreñir el avance de aquellos derechos alcanzados en por las luchas sociales lideradas por Martin Luther King y Malcolm X; lamentablemente para muchos es difícil discernir que el poder WASP es el soporte filosófico del imperialismo anglo. El excepcionalismo de la cultura capitalista angloestadounidense jamás incluyó a los descendientes de los antiguos esclavos que fundaron con su trabajo bestializado la base de esa enorme transnacional que es hoy los Estados Unidos de América. Lo más asombroso de su estrategia histórica de expansión consiste en que tal filosofía se extendió al resto del mundo mediante la política de la ideología sionista israelí contra el pueblo de Palestina, al que de manera acelerada intenta borrar del territorio usurpado con la anuencia del anglo imperialismo británico que los EEUU heredó guiando y apoyando al lobby de la AIPAC en un avance genocida que pretende rebasar la costa mediterránea de Gaza hacia los espacios petroleros seis millas mar adentro. Los árabes son no blancos occidentales (cristianos o musulmanes; qué más da), contra los que se ciñe un vendaval de bombardeos que no para mientes en el aniquilamiento masivo de mujeres, niños, ancianos y discapacitados dentro del territorio ilegalmente ocupado a los palestinos. Asesinarlos o echarlos al mar; con buena suerte, expulsarlos a un proceso migratorio a la fuerza. Y como en el excepcionalismo angloestadounidense, este proceso se fundamenta en un entuerto del seudo academicismo imperialista que formula la interacción entre religión y nación como equivalentes. Es agobiante la pasividad internacional al respecto. En tanto resultado de su hegemonía, la dominación imperialista vigente, del capitalismo, es cultural. Todo lo que pueda enturbiar a la proliferación del consumismo dentro de su acopio parasitario de plusvalía es banalizado o, discernido como necesario en la «cosa» de los otros, al margen de la sensibilidad humana. Esa expansión permanente de la cultura del capitalismo, trastorna al análisis crítico antimperialista indispensable en una etapa como la actual; incluso, existe una tupición evidente en el discernimiento de la misma población afroamericana en territorio angloestadounidense. Ser «ciudadanos» de allí les hace autoinferirse como «superiores» por encima de sus iguales del resto explotado en mayoría del mundo. Solo cuando la perspectiva socioeconómica y financiera local atenazan de manera insoportable al cuello de esa población, aumenta de manera desorbitada la cantidad de personas lanzadas a la calle por falta de solvencia con que pagar hipotecas apalancadas, se hace insoportable el desempleo hasta llevar al 36% de su población a depender de cupones de asistencia para comida (que evidentemente no alcanzan); y sobre todo, cuando comienzan a ser cazados como animales salvajes en medio de las calles por los cuerpos represivos que disparan sobre todo lo que parezca o aparente ser «no blanco» es que comienzan a comprender el axioma de «libertad en la desigualdad», como igual a salvajismo tal y como enunció Samir Amín. [1] En el año 2009 reflexioné acerca del tal asunto en un ensayo sobre la dominación comunicativa imperialista; y cito in extenso: «Autodescrita como el modelo de cultura o sociedad que padece egocentrismo estólido, la hegemonía estadounidense en su fundamento capitalista define no-Cultura a todo lo que ella especifique fuera de la dominación que impone. ¿Podrían los intelectuales afronorteamericanos firmantes de aquella carta de reclamo por el respeto a los derechos humanos en Cuba rebasar las distorsiones semánticas impuestas por este modo de dominación desde hegemonía estadounidense? [2] […], «el modelo cultural es intrínsecamente egocéntrico, […] la Cultura se hallará siempre donde esté el Ego», […] es la acumulación histórica, que acopia y actualiza hacia tal egocentrismo taxativo el modelo de hegemonía capitalista para la desigualdad de los culturalmente diferentes. Siempre será la acumulación histórica impuesta por el grupo(s) que controle el poder hacia adentro, y hacia afuera del modelo, porque «no es solamente desde el punto de vista espacial […] que el sujeto que tiene el modelo no puede salirse realmente de su Cultura original» […] La prospección deberá ser hacia la acumulación o totalidad histórico-cultural. Entrar y salir de una Cultura es un «riesgo» que la dominación estadounidense veta a priori. Sus guerras, siempre de agresión, conversan exclusivamente con sus propios intereses en crisis; como un «autista», su hegemonía nunca se arriesga afuera de su propio modelo capitalista. Para que lo diferente sea sometido a su supremacía codicial.» [3] Eurasia está en peligro de precipitarse al caos de la desintegración geopolítica a través del desbarajuste en Ucrania que propiciará acercar a la OTAN a la frontera con Rusia, jamás conquistada, poblada por individuos que la hegemonía angloestadounidense dilucida como simbólicamente no blancos. Sin exagerar; hablando claro; comprimiendo a los «no blancos» de China que deviene en amenaza global para el imperialismo desde la porción más careada de esa hegemonía, la económico financiera y comercial. Barack Ussaín Obama, no es ni blanco, ni negro, ni violeta; es un instrumento político con el que intentaron paliar un poco el desastre que un oligofrénico blanco WASP provocó precipitando al sistema capitalista en el agravamiento de una crisis orgánica de la quizás puedan ir saliendo acrecentando la independencia de esa potencia social autónoma en que ha devenido el acopio capitalista mundial, de los asuntos y problemas sociales: ¿la fórmula? Eliminar por cualquier vía a la mayoría «sobrante» del planeta. No existe garantía alguna para la población afroamericana dentro del sistema capitalista. Los seguirán cazando como a ratas en las calles de las urbes estadounidenses. Existe una autorización tácita para librar al imperialismo de todo lo que estorbe a sus intereses durante la acumulación de esa relación social de poder que es el capital. La anglo-norteamericanización de la cultura es un arma de exterminio masivo. Quien lo olvide no alcanzará ni a pedir el último de la cola en el crematorio. Ni dentro ni en el exterior de su hegemonía. –
Víctor Andrés Gómez Rodríguez , desde el litoral oeste de La Habana revolucionaria, socialista, martiana y bolivariana.
[1] Ver: Samir Amin: «La desigualdad actual es el hecho social e histórico más impresionante de la historia», en La Haine, 7 de octubre de 2010. http://www.lahaine.org/
[2] Ver «Respuesta de intelectuales cubanos, para ‘refutar las falaces afirmaciones sobre nuestra sociedad contenidas en un documento circulado el pasado 1ro. de diciembre [2009] a nombre de un grupo de intelectuales y líderes afronorteamericanos.’ Mensaje desde Cuba a los intelectuales y artistas afronorteamericanos», en La Jiribilla, año VIII, La Habana, 3 de diciembre de 2009, http://www.lajiribilla.cu/.
[3] VÍCTOR ANDRÉS GÓMEZ RODRÍGUEZ. La dominación comunicativa: un desafío para el socialismo del siglo XXI en la guerra cultural. Edición VIII. Pensar a Contracorriente. EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES, LA HABANA, 2011. pp.198-199.
Fuente: http://alainet.org/active/76565