El ultrareaccionario comentarista, escritor, columnista, político y locutor de radio estadounidense Patrick (Pat) Joseph Buchanan recordó el 18 de enero en su muy difundida columna en varios países que por estos días, hace setenta años, se constituyó la Alianza del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN, por sus siglas en inglés) y lo hizo con una cita memorable del indiscutible líder galo General Charles De Gaulle quien dijo en 1966, al ordenarle que abandonara su cuartel general en París y se marchara de Francia que «los tratados son como las rosas y las muchachitas … duran mientras duran».
«Este año la OTAN celebra un cumpleaños importante. La joven de 1966 ya no es joven. La alianza tiene 70 años y, al cabo de su envejecimiento, Estados Unidos ha quedado comprometido a hacer frente a un ataque contra cualquiera de los 28 países que hoy la integran, desde Estonia hasta Montenegro, desde Rumania hasta Albania, como a un ataque contra Estados Unidos. Ha llegado el momento de hacer una revisión estratégica de estas garantías de guerra para luchar contra una Rusia con armas nucleares en defensa de países de toda Europa que poca gente podría encontrar en un mapa».
Aparentemente- escribe Pat Buchanan – el presidente Donald Trump se preguntó en sus viajes a Europa, si estas garantías de guerra se ajustan a los intereses vitales de Estados Unidos y si podrían pasar un riguroso análisis de costo-beneficio.
Trump incluso planteó la cuestión a los europeos y sugirió que la clase dirigente en ese espacio político, congelada en realidades de ayer, estudiara el asunto a la luz de la actualidad a fin de hallar justificación para estas garantías de guerra en el presente.
En 1989, el Muro de Berlín fue derribado, Alemania se unió a la OTAN , el Pacto de Varsovia se disolvió, la URSS se dividió en varias naciones y el leninismo expiró en su lugar de origen.
Como la amenaza que había llevado a la creación de la OTAN desapareció, muchos argumentaron que la alianza creada para hacer frente a esa supuesta amenaza soviética debía desaparecer, y que Europa debería ocuparse de su propia defensa.
Pero no iba a suceder así. El arquitecto de la contención de la Guerra Fría, George Kennan, embajador de EEUU en Moscú, advirtió que trasladar a la OTAN la Europa del Este y las antiguas repúblicas soviéticas sería un «fatídico error», aunque poco después su doctrina de la «contención» se convirtió en política oficial de Estados Unidos que hasta el propio Kennan, cuyas políticas él había ayudado a lanzar, empezó a criticarlas.
Antes de que concluyera el año de 1948, el embajador Kennan estaba convencido de que se podían iniciar negociaciones con el gobierno de soviético, pero sus propuestas fueron rechazadas por la administración de Truman.
Pero Kennan tenía razón, dice Buchanan, «Estados Unidos tiene ahora el deber de amparar a Europa del Atlántico hasta el Báltico, incluso cuando nos enfrentamos a una amenaza mucho mayor en China, con una economía y una población diez veces superior a la de Rusia. Y debemos hacer esto con un presupuesto de defensa que es proporcionalmente menos de la mitad que el presupuesto federal o el PIB que tenían Eisenhower y Kennedy.
«Trump es presidente hoy porque el pueblo estadounidense concluyó que su élite de la política exterior, con sus interminables intervenciones bélicas ante situaciones que no ponían en peligro interés vital alguno de Estados Unidos, nos han desangrado y casi arruinado, a la vez que echado por tierra todos los frutos de nuestra victoria en la Guerra Fría», opina Buchanan.
«A mitad del mandato de Trump, las preguntas que debemos hacernos es si hoy estamos hablando simplemente de evitar una Segunda Guerra Fría con Rusia, de exigir que Europa pague por su propia defensa, si se trata de traer las tropas estadounidenses de vuelta a casa, o si Donald Trump seguirá actuando según sus propias convicciones», observa Buchanan.
Celebrada como «la alianza más exitosa de la historia», la OTAN ha tenido dos historias. La versión capitalista es que: «En 1948, las tropas soviéticas, que ocupaban Alemania oriental hasta el Elba y los alrededores de Berlín, bloquearon la ciudad. El régimen local fue derrocado en un golpe comunista conocido como «golpe de Praga». En 1949, Stalin explotó una bomba atómica de potencia comprable a la que Estados Unidos, con propósitos tan inhumanos como innecesarios a los efectos de los resultados de la guerra, había hecho estallar sobre dos ciudades japonesas pobladas densamente con un número aún no preciso de víctimas.
Dado que el ejército estadounidense había regresado a casa luego del Día de la Victoria, Washington formó una nueva alianza supuestamente para proteger a las potencias europeas cruciales y asegurar que todas ellas permanecieran a su servicio.
Es lo que queda de la OTAN, doce naciones, que con mayor o menor coherencia sirven a los intereses de la mayor gran potencia, que no ha dejado de aspirar a ser la única».
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