Tenemos que comenzar indicando que es totalmente falsa la premisa de que estamos viviendo una «crisis de inmigración». Los niños y jóvenes que están llegando a la frontera del sur de los Estados Unidos, no es por «inmigración», sino por «desesperación» o como escogemos llamarlo nosotros un «asilo humanístico», ya que sus vidas están en […]
Tenemos que comenzar indicando que es totalmente falsa la premisa de que estamos viviendo una «crisis de inmigración». Los niños y jóvenes que están llegando a la frontera del sur de los Estados Unidos, no es por «inmigración», sino por «desesperación» o como escogemos llamarlo nosotros un «asilo humanístico», ya que sus vidas están en peligro.
De la única manera que hemos podido entender este fenómeno, es tomándonos el tiempo de hacer un pequeño análisis de la vorágine de información expuesta.
Comencemos, por la recién encuesta realizada por La Comisión de Refugiados de las Naciones Unidas, a unos 404 niños refugiados.
- Esta arrojó que el 58 por ciento estaban en la frontera de los Estados Unidos huyéndole a la violencia en su país natal (Honduras, El Salvador, Guatemala y Méjico), en comparación con un 13 por ciento de un estudio similar realizó en el 2006.
- A su vez, el 40 por ciento de los niños que llegan son féminas, que tienen que salir de su país para no ser violadas o asesinadas.
Por otra parte, la periodista Frances Robles del New York Times nos informó que la policía en El Salvador ha indicado, que en lo que va el año 2014, en comparación con el año pasado, hay un aumento de 77 por ciento en asesinatos a jóvenes menores de 17.
Además, resalta que en los primeros seis meses de este año, han llegado 2,200 jóvenes del pueblo de San Pedro Sula, en Honduras, escapando del lugar de mayor incidencia de asesinatos en el mundo.
En otro artículo de la periodista Sonia Nazario, indicaba que hace tres años atrás aproximadamente unos 6,800 niños fueron detenidos y puestos en custodia de las autoridades de las frontera de los Estados Unidos. Sin embargo, contrasta con unos 90,000,que se espera en el 2014.
En otros puntos relevantes, la organización Covenant House, ubicada en Tegucigalpa, la capital de Honduras, indicó que de enero del 2013 al presente han muerto aproximadamente unos 409 jóvenes, menores de 18 años.
Por su parte, el Observatorio de Violencia de la Universidad Autónoma de Honduras indicó que 1,013 personas menores de 23 años, fueron asesinadas en un año, en una población de 8 millones de personas.
Por si fuera poco, The New York Times indicaba que la droga que pasa por Honduras, es mayor al producto nacional bruto del país. De hecho, se destaca que de cada cinco asesinatos se esclarece uno.
Algunas personas entrevistadas, por la periodista Sonia Nazario indicaron que, «la corrupción en Honduras es tan rampante, que no pierden el tiempo llamando a la policía, ya que ellos trabajan para los narcotraficantes y las gangas».
De igual forma, que «hasta los maestros en ese país tienen que pagar a las gangas para poder enseñar en las escuelas y los padres que desean que sus hijos tenga una educación también».
No debe ser esto extraño, máxime que el periódico el País indicó el 7 de enero «que el 79 por ciento de la cocaína que vuela desde América del Sur aterriza en países centroamericano», y luego es llevado a los Estados Unidos.
Mientras todo esto está sucediendo, no se cuestiona el ¿por qué estos jóvenes escogen caminar aproximadamente 17 días, arriesgando sus vidas e intentar conseguir un lugar en donde no sean asesinadas al frente de sus residencias?.
Solo, algunas personas han alzado su voz de alerta y se han ocupado de dar a conocer estas realidades que viven estos hermanos latinoamericanos.
Otros, se han unido a la avalancha de críticas infundadas, como el comediante Paul Rodríguez en una recién entrevista en CNN ,»que si no los deportamos ahora, otros miles llegarán buscando el mismo trato».
El Congreso de los Estados Unidos está poniendo tranques al pedido de urgencia que le ha hecho el Presidente Obama, para atender lo que basado en lo antes mencionado es una clara emergencia de «asilo humanístico» masivo, que está en el patio de su casa.
Acaso, hay que recordarles al Congreso que ya existe una ley, la cual fue creada en el 2008, bajo la administración de George W. Bush llamada «Trafficking Victims Protection Reauthorization Act». Entre otras cosas, se supone que atienda este asunto y que hace responsable al Congreso.
Que tal si ellos se leen la ley, específicamente la sección 107, en donde indica que el gobierno tiene unas responsabilidades básicas, que posiblemente no han cumplido en su implementación.
Sólo preguntamos, ¿en dónde están los informes que se supone se hayan realizado dando luz a esta situación? ¿existen?, ¿en dónde están los esfuerzos de parte de las organizaciones sin fines de lucro? ¿en dónde están los esfuerzo realizado para ayudar a los países de donde estas personas están viniendo como lo estipula este articulo de la ley?
Es fácil echar la culpa a esos pobres jóvenes que escogen no ser asesinados en la puerta de entrada de su hogar, y de intentar entrar a la nación americana para ver si por lo menos tienen la oportunidad de llegar a su mayoría de edad vivos.
Mas allá, de hacernos la vista larga, que tal si nos unimos a levantar la voz de protesta por las injusticias del mundo. Solo así, contribuimos a no seguir perpetuando el dolor ajeno, que nos atrasan en nuestra propia humanidad.
(El escrito está basado en la recolección de data e información de diferentes fuentes y medios de comunicación, locales e internacionales, organizaciones sin fines de lucro y de experiencias personales de amistades.)