No importa en qué parte del mundo esté ubicado un país pequeño, débil e indefenso, pero que posea recursos naturales que interesen a las transnacionales de Estados Unidos, o que tengan algún valor estratégico de utilidad para sus objetivos geopolíticos o que sean administrados por gobiernos legítimamente constituidos, pero que sean indeseables para Washington o […]
No importa en qué parte del mundo esté ubicado un país pequeño, débil e indefenso, pero que posea recursos naturales que interesen a las transnacionales de Estados Unidos, o que tengan algún valor estratégico de utilidad para sus objetivos geopolíticos o que sean administrados por gobiernos legítimamente constituidos, pero que sean indeseables para Washington o que unilateralmente sean declarados terroristas, entonces hay que agredirlos por aire, mar y tierra con todas las armas dotadas de tecnología de punta y con guerra de por medio, acabar con todos los derechos humanos que dice defender. Todas las guerras son la negación absoluta de los derechos humanos y Estados Unidos en su demoníaco papel imperial organiza y ejecuta agresiones armadas de todo nivel, invade naciones, bombardea poblados y ciudades y mata a hombres, mujeres y niños inocentes, pero primero mata la verdad y proclama ante la faz del mundo que invadió y asesinó para defender los derechos humanos y libertades de los pueblos atacados sin piedad, inhumanamente y con desalmada prepotencia.
Los derechos humanos y libertades son suprimidos, escamoteados, pisoteados por Estados Unidos y sus tropas de ocupación en cada país que es invadido. Suele desarrollar operaciones clandestinas con la CIA y otras agencias de espionaje o con agencias aparentemente de «ayuda humanitaria» como la USAID, para desestabilizar gobiernos, organizar huelgas, paros, marchas, dar golpes de Estado e imponer dictaduras fascistas que con la asesoría de agentes de la CIA, DEA, Pentágono y Secretaría Nacional de Seguridad, capturan, torturan, encarcelan, fusilan, ejecutan extrajudicialmente o asesinan y desaparecen personas, precisamente para rescatar libertades y derechos que según la propaganda de Estados Unidos habían sido abolidos o pisoteados por gobiernos progresistas y democráticos elegidos por sus pueblos, pero desafectos o que se niegan a acatar el dictado imperial de la Casa Blanca o Departamento de Estado.
Con cuánta reiteración e ignominia los Estados Unidos de Norteamérica suelen proclamarse adalides de las libertades, derechos humanos y democracia, para inmediatamente reírse de ellos cuando liquidan a gobiernos que los llama indeseables. Entonces creen que ven cumplidos sus sueños paranoicos del «destino manifiesto» porque al creerse pertenecer a la «clase superior» anglosajona creen, también, que son llamados para gobernar a pueblos inferiores que no merecen vivir con derechos, ni libertades, ni democracias.
Los derechos humanos tan ardorosamente defendidos por Estados Unidos, pero sólo en la propaganda cotidiana que abunda en el poder mediático mundial de propiedad del sistema capitalista, dejan de ser derechos reconocidos jurídicamente a nivel universal y dejan de valorarse como el mejor método para solucionar conflictos locales, nacionales, e internacionales, porque a Estados Unidos no les interesa los derechos humanos sino sólo la satisfacción de sus interese imperiales.
Libertades, derechos humanos y democracias son principios y vivencias de elevado valor ético, moral y social que pertenecen a todos los pueblos y culturas, pero que han sido arrebatados por Estados Unidos tanto para aplastar a sus propios conciudadanos como para aniquilar el progreso y desarrollo de todos los pueblos y Estados que han sido intervenidos brutalmente por el poder bélico imperial. Los golpes de Estado y consecuentes gobiernos dictatoriales, desde cuando echaron del poder al gobierno progresista de Jacobo Arbenz de Guatemala hasta el último del llamado golpe express ocurrido en Paraguay contra el presidente Fernando Lugo, siempre, han sido obra de los Estados Unidos, naturalmente con la complicidad de las fuerzas armadas de los países latinoamericanos o de sus oligarquías y derechas políticas y económicas. ¿Alguna vez ha existido una dictadura en el mundo que sea capaz de respetar los derechos humanos? Cualquier persona medianamente informada sabe perfectamente que Estados Unidos es el campeón de las violaciones a los derechos humanos. Los negros, los hispanohablantes, asiáticos, árabes y blancos pobres no gozan plenamente de derechos humanos dentro de sus fronteras.
Criminalizaron las denominadas migraciones ilegales y llenaron las cárceles con seres humanos arbitrariamente encarcelados. Sin fórmula de juicio deportaron a miles de hombres, mujeres y niños y a cientos de personas mataron y matan en los desiertos al norte del Río Bravo o al cruzar la frontera señalada con un muro equipado con modernas tecnologías de detección de seres humanos. Dijeron que el Muro de Berlín era una vergüenza para la humanidad, pero el muro construido por ellos para separar a Estados Unidos de América Latina o el muro de los judíos sionistas para aislar a la mártir Palestina no son una vergüenza. ¡Cuánta infamia imperial tiene que soportar la humanidad!
Los Estados Unidos de Norteamérica, con absoluta justicia, declararon la guerra al terrorismo internacional y con la ayuda de sus aliados de la OTAN invadieron Afganistán y luego a Irak. Las modernas guerras imperiales han causado miles de muertos en Afganistán y más de un millón en Irak. Afganistán es uno de los países más pobres y atrasados del mundo, pero cuando era gobernado por los talibanes la producción de la amapola, del opio y la heroína había sido reducida sustancialmente y ahora la producción de heroína ha crecido hasta superar el 93 %. La droga afgana es transportada hasta Europa en los aviones de guerra de la OTAN, según han denunciado especialistas y expertos internacionales. Y Estados Unidos dice que, también, ha declarado la guerra al narcotráfico internacional.
La guerra de Estados Unidos contra el terrorismo internacional consolidó al imperio como un imperio del terror. Ya en la II Guerra Mundial utilizó diversas formas de terrorismo para amedrentar a nazis y japoneses. Al finalizar la II Guerra Mundial, los criminales de guerra del nazi fascismo alemán que no tuvieron tiempo para huir a los mismos Estados Unidos y a otros países, fueron juzgados por el Tribunal Internacional de Núremberg, pero nunca se ha creado ningún tribunal que juzgue a los criminales de guerra estadounidenses.
¿Hay mayor terrorismo que la amenaza nuclear? Estados Unidos en los días seis y nueve de agosto de 1945, cuando Japón estaba derrotado, lanzó bombas atómicas contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki y ocasionó la muerte de centenas de miles de niños, mujeres y hombres civiles. Los sobrevivientes pasaron por un infierno de variadas formas de cáncer y otras enfermedades, hasta muchos años después del terrorífico espectáculo atómico.
En los primeros años de la década de los 50s, Estados Unidos intervino directamente en la guerra de Corea. Actuó con prepotencia, experimentó nuevas armas de guerra, tomó prisioneros y los torturó o simplemente los asesinó.
En la década de los 60s-70s intervino en Vietnam en una guerra ajena. La escalada violenta no respetó ningún derecho, ninguna libertad, ni los principios del Derecho Internacional o de la Convención de Viena. Bombardeó poblaciones y ciudades de Vietnam del Norte, no tuvo reparos morales para bombardear con fósforo blanco y terminó por causar la muerte de un millón de vietnamitas, pero al final admitió que perdió la guerra e inmediatamente comenzó otras y ningún Tribunal o Corte Internacional han sido capaces de juzgar y condenar los crímenes de guerra y de lesa humanidad de gobiernos y tropas estadounidenses. Y con total cinismo, el imperio se autoproclama defensor de los derechos humanos, libertades y democracias.
La «contención del comunismo»
En los años de la «Guerra Fría», Estados Unidos convirtió a América Latina y el Caribe en un inmenso escenario de la «contención del comunismo». Miles y miles de latinoamericanos y caribeños fueron asesinados, encarcelados o desaparecidos desde el río Bravo hasta la Tierra del Fuego.
Cuba ha sido y es la víctima predilecta de los crímenes cometidos por Estados Unidos. Bombardeó la Isla, cometió sabotajes, ejecutó actos terroristas, asesinó e hirió a miles de cubanos, hizo volar en pedazos a un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo, y los terroristas caminan libres y orondos por ciudades y calles estadounidenses. ¿Alguien creerá que ciertamente el imperio combate al terrorismo? En Cuba, Estados Unidos utilizó armas de la guerra químico-bacteriológica, mantiene desde hace más de 50 años un genocida bloqueo y hasta estos días dedica millones de dólares cada año, para desestabilizar o causar problemas económicos y políticos al gobierno revolucionario de Cuba.
El «fantasma» del comunismo desapareció junto al descalabro de la Unión Soviética, pero como el imperio necesita fantasmas y cucos a quienes combatir, creó un nuevo enemigo e involucró a la totalidad de América Latina y el Caribe en su particular guerra contra el narcotráfico y este ha sido el pretexto para ocuparla militarmente con muchas bases militares y los amenazantes recorridos de la poderosa IV Flota por el Atlántico y el Caribe o para crear el Plan Colombia y el guerrerista Plan Patriota y con ese mismo pretexto reiterar sus prepotentes injerencias en los asuntos internos de nuestras patrias.
Estados Unidos es el mayor mercado del mundo para las drogas y sustancias sicotrópicas. Algunos afirman que por lo menos 60 millones de estadounidenses han consumido drogas del narcotráfico internacional en alguna ocasión y 20 millones son adictos casi irrecuperables, claro que los adictos negros y pobres no importan. Pero el problema no está en la producción de cocaína, heroína, morfina o marihuana sino en el consumo. ¿Qué hacen los Estados Unidos para controlar el consumo dentro de su territorio? ¿Por qué en lugar de gastar miles de millones de dólares en su guerra contra el narcotráfico no los gasta dentro de sus fronteras para prevenir su consumo o recuperar a los drogadictos? Más aún. Laboratorios y farmacéuticas estadounidenses producen crack, éxtasis, anfetaminas y drogas adictivas que son usadas por estadounidenses y por ciudadanos de todo el mundo y en especial de América Latina y el Caribe, porque Estados Unidos es el gran productor y exportador de este tipo de drogas. ¿Se imaginan a algún país latinoamericano que ocupe militarmente Estados Unidos o instale bases militares en sus territorios para combatir esas drogas?
Estados Unidos tiene las fronteras mejor vigiladas del planeta y, sin embargo ingresan miles y miles de toneladas de todo tipo drogas ilegales para satisfacer las necesidades de su mercado interno. ¿Acaso no interesará el ilegal comercio de drogas al propio sistema? Basta recordar el negocio de la CIA de drogas y tráfico de armas para con las utilidades armar y pagar a los contras nicaragüenses y mercenarios que guerrearon contra el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
El sistema financiero-bancario de Estados Unidos lava anualmente billones de dólares provenientes del narcotráfico, pero impone castigos, sanciones y toda clase de trabas al sistema financiero-bancario de las naciones latinoamericanas y caribeñas si sólo sospecha que han lavado unos cuantos miles o millones de dólares. ¿Se ha enterado de la detención, apresamiento o enjuiciamiento de los capos estadounidenses del narcotráfico internacional? No porque sólo apresa a narcotraficantes al menudeo y en especial a negros o inmigrantes hispanos o de cualquier parte del mundo. Los famosos capos latinoamericanos que ostentan miles de millones de dólares obtenidos del ilícito negocio, son unos pordioseros comparados con los capos estadounidenses que se quedan con la mayor parte del dinero del narcotráfico.
La guerra contra el narcotráfico que libera Estados Unidos es una descomunal hipocresía que esconde los verdaderos intereses geoestratégicos y políticos del imperio con fines de dominación neocolonial, porque el problema del narcotráfico no es de producción sino de consumo.
Quizá el mayor cinismo de Estados Unidos está en la declarada guerra contra el terrorismo internacional. Con ese pretexto no sólo invadió países como Afganistán e Irak sino que bombardeó a otros países como Somalia o se inventó el Eje del Mal, siendo Estados Unidos el punto principal y estratégico de ese Eje. ¿Qué tienen que ver países víctimas del terrorismo estadounidense como Cuba al que con total desvergüenza lo puso en la lista de países que apoyan al terrorismo? ¿O Venezuela? En esa lista imperial constan Irán, Corea del Norte y otros considerados por la Casa Blanca como desafectos. Esa guerra contra el terrorismo desnudó totalmente a Estados Unidos y mostró ante el mundo su verdadera cara de imperio del terror. Invadió Afganistán para capturar a Osama Bin Laden que fue una creación terrorista de Estados Unidos, pues la CIA lo entrenó, lo convirtió en su agente predilecto por ocasionar una serie de atentados criminales contra las tropas del Ejército Rojo de la URSS, asentadas en Afganistán. Por otra parte, Osama Bin Laden fue hijo de la familia Bin Laden que era socia de Bush en varios negocios petroleros.
Pero la infamia más grande de esa guerra contra el terrorismo internacional está en que el imperio involucró a decenas de países en su venganza particular, además de violar todos los derechos humanos en los países ocupados y negarles los más elementales derechos a quienes apresó y los llamó prisioneros de guerra. Guantánamo en Cuba y Abu Ghraib en Irak se convirtieron en el más acabado ejemplo de violación de los derechos humanos por parte del imperio más poderoso de la tierra, el autollamado líder mundial de la defensa de los derechos humanos, libertades públicas y democracias al estilo occidental y cristiano, es decir estadounidense.
Estados Unidos viola todos los derechos humanos y quizá mucho más que cualquier otro país del orbe. La situación de los derechos humanos y su cumplimiento llevó al jurista y filósofo italiano Norberto Bobbio a decir que el problema de fondo no es tanto fundamentar los derechos humanos cuanto protegerlos porque el primer problema fue resuelto por la Declaración Universal de 1948.
Bobbio afirmaba: «Se podrían multiplicar los ejemplos del contraste entre las solemnes declaraciones y su realización, entre la grandiosidad de las promesas y la miseria de los cumplimientos», pero esta gran verdad como muchas otras son desconocidas o ignoradas por los dirigentes del imperio que tanto se ufana por defender los derechos humanos en cualquier parte del mundo para invadirla, destruir y suprimir todos los derechos en cada intervención armada o planificada para dar goles de Estado.
El imperio del terror es experto es proclamar el respeto a los derechos humanos y violarlos o desconocerlos de conformidad con sus intereses y objetivos de dominación mundial.
Un claro e irrefutable ejemplo de su «respeto» a los derechos humanos se ha dado en su guerra contra el terrorismo internacional y las terroríficas acciones clandestinas de la CIA que, gracias a la acuciosidad de algunos medios de comunicación y periodistas desligados de las agencias internacionales de prensa de propiedad del capitalismo mundial, han sido develadas.
La CIA tiene cárceles secretas en varios países, en las que encierra a los «prisioneros de guerra y sospechosos de terrorismo», en particular de ser miembros o de pertenecer a al famoso Al Qaeda. Para «capturar» a terroristas o sospechosos de serlo, la CIA se inventó el secuestro de personas a plena luz del día en cualquier ciudad o poblado de la tierra, y contrató a compañías de aviación para efectuar vuelos secretos para conducir a los secuestrados a cárceles clandestinas ubicadas en distintos países, en especial en aquellos en los que se practica la tortura, como un medio normal de interrogatorio. La prensa internacional y organismos defensores de los derechos humanos como Amnistía Internacional expresaban que «la revelación de tales centros clandestinos de detención se añadió a la controversia que rodeaba la política de los Estados Unidos con respecto a los «combatientes ilegales». Según las fuentes gubernamentales, los detenidos están separados en dos grupos. Aproximadamente, 30 detenidos son considerados los sospechosos de terrorismo más peligrosos o importantes y son custodiados por la CIA en sus centros clandestinos de detención bajo unas condiciones muy reservadas. El segundo grupo está compuesto por más de 70 detenidos quienes habrían sido originalmente enviados a los centros clandestinos de detención, pero fueron pronto enviados por la CIA a las agencias de inteligencia en los países del Medio Oriente y del Asia, tales como Afganistán, Marruecos y Egipto. Deben ser contados otros cien detenidos fantasmas secuestrados en territorio europeo y devueltos a otros países, según el informe del senador suizo Dick Marty de enero de 2006.
Este proceso es llamado de «rendición extraordinaria». Marty también destaca que los países europeos probablemente tenían conocimientos de estas operaciones secretas. Además, la CIA aparentemente asiste financieramente y dirige las cárceles en estos países. Si bien los Estados Unidos y los países receptores han firmado la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, los oficiales de la CIA tienen permitido el uso de lo que la agencia denomina ‘técnicas de interrogación mejoradas’. Se alega que estas constituyen «dolor severo y sufrimiento» bajo los términos de la Convención de las Naciones Unidas, lo cual significaría una violación del tratado y, por tanto, de la ley estadounidense.
La colaboración europea
Los 14 países europeos que Marty los calificó como colaboradores en «transferencias interestatales ilegales» son Reino Unido, Alemania, Isla de Man, Italia, Suecia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia, Turquía, España, Chipre, Irlanda, Grecia, Portugal, Rumanía y Polonia. Entre las bases aéreas mencionadas se incluyen al Aeroopuerto de Glasgow Prestwick, Shannon, Ramstein, Francfort (Alemania), Aviano (Italia), Palma de Mallorca (España), Tuzla (Bosnia y Herzegovina), Skopie (República de Macedonia), Atenas (Grecia), Larnaca (Chipre), Praga (República Checa), Estocolmo (Suecia), así como Rabat (Marruecos) y Argel (Argelia).
En diciembre de 2005, ABD News informó que ex agentes denunciaron que la CIA utilizaba la técnica del submarino junto con otras cinco «técnicas de interrogación mejoradas», contra los detenidos mantenidos en las prisiones secretas. La técnica del submarino es ampliamente conocida como una forma de tortura.
El 19 de agosto de 2007, la Asociación Estadounidense de Psicología dictaminó que los psicólogos de su gremio no podían ser más asociados con tales técnicas de interrogación debido a que los métodos eran «inmorales, dañinos psicológicamente y contraproducentes en proporcionar información útil». La APA afirmó que se requiere a los psicólogos que asisten a interrogadores que usaban ejecuciones falsas, ahogamientos simulados, humillaciones sexuales y religiosas, posiciones estresantes o privaciones de sueño a que pongan fin a este abuso e informen las actividades a sus superiores, así como informar la implicación de cualquier otro psicólogo en tales actividades a la asociación. De no realizarse este paso, la APA retiraría la membrecía a aquellos profesionales, lo cual llevaría a la revocación de su licencia en los Estados en los que ejercen.
En respuesta a las denuncias, la Secretaria de Estado Condoleezza Rice sostuvo el 5 de diciembre de 2005 que los Estados Unidos no habían violado ninguna soberanía en la captura de sospechosos de terrorismo y que los individuos nunca eran transportados a países donde se creía que fueran torturados. Algunas fuentes mediáticas han notado que sus comentarios no excluyen la posibilidad de centros clandestinos de detención en una nación «huésped» o la posibilidad de promesas por tales naciones «huéspedes» de que se abstendrían de torturas no sería genuina. De hecho, el 6 de septiembre de 2006, el presidente George W. Bush admitió públicamente la existencia de prisiones clandestinas y que muchos de los detenidos mantenidos en ellas estaban siendo transferidos a la base de Guantánamo.
En diciembre de 2002, The Washington Post informó que «la captura de los líderes de Al Qaeda, Ramzi Binalshibh en Pakistán, Omar al-Faruq en Indonesia, Abd al-Rahim al-Nashiri en Kuwait y Muhammad al Darbi en Yemen, eran todas el resultado de información obtenida durante los interrogatorios.» Dicho periódico citó a «oficiales de inteligencia estadounidense y de seguridad nacional» al sostener esta información. En un discurso del 29 de septiembre de 2006, el presidente Bush afirmó que «una vez capturados, Abu Zubaydah, Ramzi Binalshibh y Khalid Sheikh Mohammed fueron puestos en custodia de la Agencia Central de Inteligencia. El interrogatorio de estos y otros sospechosos de terrorismo proveyó información que nos ayudó a proteger al pueblo estadounidense. Ellos nos ayudaron a deshacer una célula terrorista del Sudeste Asiático que habían sido preparados para ataques al interior de los Estados Unidos. Ellos nos ayudaron a interrumpir una operación de Al Qaeda para desarrollar ántrax para ataques terroristas. Ellos nos ayudaron a detener un golpe planificado sobre el campo de la Marina de los Estados Unidos en Yibuti y a prevenir un ataque planificado sobre el consulado estadounidense en Karachi en y a hacer fracasar un complot para secuestrar aviones de pasajeros y dirigirlos al aeropuerto de Heathrow y a Canary Wharf en Londres.»
El 21 de abril de 2006, Mary O. McCarthy, una analista de larga data de la CIA, fue despedida por filtrar información clasificada a la periodista del Washington Post, Dana Priest, quien ganó el Premio Pulitzer por sus revelaciones referentes a los centros clandestinos de detención de la CIA. Algunos han especulado que la información que se dice fue filtrada podía haber incluido información sobre estos centros. El abogado de McCarthy, sin embargo, argumentó que McCarthy «no tenía acceso a la información que está acusada haber filtrado.» No obstante, el Washington Post ha puesto en duda la conexión entre los centros clandestinos de detención y su despido, postulando en cambio que McCarthy «había estado probando alegatos de maltratos criminales por la CIA y sus contratistas en Iraq y Afganistán» y se convenció de que «la gente de la CIA había mentido» en una reunión con la comisión del Senado de los EEUU en junio de 2005.
El 20 de julio de 2007, el Presidente Bush dio una orden ejecutiva por la cual prohibía la tortura de cautivos por oficiales de inteligencia.
En un discurso público el 7 de septiembre de 2007 dirigido al Council on Foreing Relations al en Nueva York, rara para un director en funciones de la Agencia Central de Inteligencia, el general Michael Hayden elogió el programa de detención e interrogación de prisioneros y le atribuyó la provisión del 70% del National Intelligence Estimate sobre la amenaza terrorista en Norteamérica, publicado en julio. Hayden sostuvo que la CIA había detenido a menos de cien personas en instalaciones secretas en el exterior desde 2002 e incluso menos prisioneros habían sido transferidos en forma clandestina desde o hacia gobiernos extranjeros. En una sesión de preguntas y respuestas de 20 minutos con la audiencia, Hayden discutió aserciones de que la CIA había usado ahogamientos simulados, posiciones estresantes, hipotermia y perros para interrogar a sospechosos; todas ellas técnicas que habían sido ampliamente criticadas. «Ese es un buen ejemplo de tomar algo al lado más oscuro del cuarto y no refleja lo que mi agencia hace,» sostuvo Told a uno de los representantes de una organización pro-derechos humanos.
La lista de los prisioneros custodiados por la CIA incluyendo a los supuestos miembros de Al Qaeda Khalid Sheik Mohammed, Nurjaman Riduan Isamuddin, Ramzi Binalshibh y Abu Zubaydah. Se presume que el número total de detenidos fantasmas es de, al menos, un centenar, aunque el número exacto no puede ser determinado debido a que menos del 10% han sido acusados o condenados. No obstante, el memorándum del senador suizo Dick Marty sobre «presunta detención en el Consejo de Estados de Europa» sostiene que alrededor de cien personas han sido secuestradas por la CIA en territorio europeo y, posteriormente, entregadas a países donde habrían sido torturadas. Este número de cien personas no se superpone, sino que se añade a los 100 detenidos fantasmas de Estados Unidos.
Varios de los supuestos detenidos fueron transferidos a la prisión dirigida por los Estados Unidos en la bahía de Guantánamo en Cuba, durante el otoño de 2006. Con este acto públicamente anunciado, el gobierno de los Estados Unidos reconoció también de facto la existencia de prisiones secretas en el exterior, en las cuales eran recluidos estos prisioneros.
Jalid El-Masri es un ciudadano alemán que fue detenido, llevado a Afganistán, interrogado y supuestamente torturado por oficiales de la CIA durante varios meses, para luego ser liberado en Albania en mayo de 2004 sin haber sido acusado bajo ningún cargo. Esto se debió aparentemente a un malentendido que se originó debido a la similitud en la escritura del nombre de El-Masri con la de un supuesto terrorista Jalid al-Masri. Alemania había emitido órdenes de detención para 13 personas sospechosas de estar involucradas con el secuestro, pero las levantó en septiembre de 2007.
El 9 de octubre de 2007, la Corte Suprema de los EEUU declinó, sin hacer comentarios, una apelación de demanda civil de El-Masri contra los Estados Unidos, permitiendo que se mantuviera un veredicto previo emitido por un juez federal de una corte de distrito, la cual fue confirmada por la Corte de Apelaciones del Cuarto Circuito de los Estados Unidos. Estas cortes habían estado de acuerdo con el gobierno en que el caso no podía avanzar sin exponer secretos de Estado. En mayo de 2007, Masri fue enviado a una institución psiquiátrica después de ser arrestado en la ciudad de Neu-Ulm, al sur de Alemania, bajo sospecha de incendio premeditado. Su abogado responsabilizó de sus problemas a la CIA, argumentando que su secuestro y detención había dejado en Masri unas «secuelas psicológicas.»
Se acusa a la CIA de haber secuestrado y trasladado a Egipto al imán de Milán y supuesto terrorista, Hassan Mustafá Osama Nasr, también conocido como Abu Omar, y haberlo torturado y abusado. Hassan Nasr fue liberado por la justicia egipcia en febrero de 2007, que consideró su detención «injustificada», pues no había sido procesado por ningún supuesto crimen en Italia. Finalmente, 26 estadounidenses han sido acusados y sus juicios están aún pendientes.
En Tailandia, la Voz de América, una estación de radio que transmite en Udon Thani, una ciudad de la región de Tailandia del Nordesste, ha sido sindicada como un centro clandestino de detención. El ex Primer Ministro Thaksin Shinawatra ha negado esta información.
En Afganistán, la Base aérea de Bagram fue inicialmente alojada en una fábrica abandonada fuera de Kabul conocida como la «Salt Pilt», pero, más tarde, la base fue trasladada poco después que un joven afgano muriera de hipotermia tras ser desnudado y dejado encadenado en el piso. Durante este periodo, hubo varios incidentes de abusos y torturas a prisioneros en Bagram, aunque estuvieron relacionados con prisioneros no secretos y no a la porción de la prisión operada por la CIA. En algún momento antes de 2005, la prisión fue nuevamente trasladada, esta vez a un lugar desconocido. Se denunció que los contenedores de metal de la base aérea de Bagram fungían como centros clandestinos de detención. Algunos detenidos de Guantánamo informan haber sido torturados en una prisión que llamaban «la prisión oscura», también en las cercanías de Kabul. También en Afganistán, Jalalabad y Asadabad han sido denunciadas como lugares sospechosos de ser centros de detención.
En Iraq, se reveló que Abu Gharib funcionaba como un centro clandestino de detención y que era el centro de un gran escándalo de abuso a prisioneros. Además, se denunciaron al campo Bucca (cerca de Umm Qasr) y al campo Cropper (cerca del aeropuerto internacional de Bagdad).
El periódico israelí Haaretz denunció que la prisión de Aj Jafr en Jordania funcionaba como un centro clandestino de detención. También se ha informado de centros de detención en Alizai, Kohat y Peshawar en Pakistán. El periódico egipcio Al-Ahram denunció en diciembre de 2001 que 275 prisioneros, acusados de ingresar ilegalmente a Pakistán, eran interrogados por agentes del FBI y de la CIA en la prisión de Kohat, sosteniendo que mientras los talibán pakistaníes estaban siendo interrogados por la agencia de inteligencia pakistaní, los árabes estaban «a la merced del FBI y de la CIA.» Se ha informado de algunos centros clandestinos de detención en Egipto, Libia y Marruecos, así como en Yibuti. El centro de interrogación de al-Tamara, a diez kilómetros a las afueras de la capital marroquí de Rabat, es citado como uno de estos centros.
La base naval estadounidense en Diego García es citada como un centro clandestino de detención, aunque en un inicio los oficiales estadounidenses y británicos intentaron eliminar estos informes. No obstante, desde entonces la revista Time ha revelado por una fuente de un «alto oficial estadounidense» que la isla británica era de hecho utilizada como una prisión secreta para los detenidos de la «Guerra contra el terrorismo».
Si bien se esperaba que la revelación causara molestia considerable a ambos gobiernos, los oficiales británicos podrían enfrentar una exposición considerable debido a que habían sofocado las protestas públicas sobre los abusos cometidos contra los detenidos estadounidenses asegurando falsamente a la opinión pública que ningún campo de detención estadounidense era alojado en alguna base o territorio británico. El Reino Unido podría, asimismo, enfrentar responsabilidades frente a aparentes violaciones de tratados internacionales.
Varios países europeos (particularmente los ex satélites y repúblicas soviéticas) han sido acusados de alojar centros clandestinos de detención: la República Checa, Alemania, Hungría, Polonia, Rumanía, Armenia, Georgia, Letonia, Bulgaria, Azerbaiyán y Kazajistán. El ministro del interior de Rumanía, Vasile Blaga ha asegurado a la Unión Europea que el aeropuerto internacional Mihail Kogălniceanu fue utilizado solo como punto de abastecimiento para equipos y nunca como centro de detención, aunque existen informes que sostienen lo contrario. Un fax interceptado por el sistema suizo de interceptación Onyx procedente del Ministro de Relaciones Exteriores egipcio y dirigido a su embajada en Londres afirma que 23 prisioneros fueron clandestinamente interrogados por estadounidenses en la base En 2007, Dick Marty reveló que la CIA supuestamente tenía prisiones secretas en Polonia y Rumania.
Hay otros lugares citados en Ucrania, que niega albergar tales centros de detención, y en la República de Macedonia.
Cárceles flotantes de la CIA
La nave de guerra estadounidense USS Bataan. Por definición como una nave militar de Estados Unidos, no es técnicamente un «centro clandestino de detención» según la definición que se ha utilizado; sin embargo, se ha utilizado por los militares estadounidenses como un centro temporal de interrogación inicial (después del cual, los prisioneros eran transferidos a otras instalaciones, posiblemente incluyendo los centros clandestinos de detención). En los vuelos secretos de la CIA estuvieron involucrados los aviones
• Aeronave N221SG, un Learjet 35.
• Aeronave N44982, un Gulfstream V (también conocido como N379P) • Aeronave N8068V, un Gulfstream V
• Aeronave N4476S, un Boeing Business Jet
Estas aeronaves también albergaban prisioneros para ser sometidos a crueles interrogatorios.
El 31 de mayo de 2008, el periódico The Guardian de Inglaterra, informó que el grupo pro-derechos humanos Reprieve afirmó que hasta 17 navíos estadounidenses habrían sido usados para mantener encubiertamente a cautivos. Adicionalmente al navío estadounidense Bataan, The Guardian mencionó al: USS Peleliu, USS Ashland, USNS Stockham, USNS Watson, USNS Watkins, USNS Sister, USNS Charlton, USNS Pomeroy, USNS Red Cloud, USNS Soderman, USNS Dahl; MV PFC William B Baugh, MV Alex Bonnyman, MV Franklin J Phillips, MV Louis J Huage Jr y al MV James Anderson Jr. El Ashland estaba estacionado en las costas de Somalia en 2007, por lo que Reprieve mostró su preocupación de que hubiera sido usado como un navío receptor de más de cien presos capturados en el este africano.
El 19 de mayo de 2006, el Comité de la ONU contra la Tortura (el organismo de la ONU que vigila el cumplimiento de la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, el tratado mundial anti-tortura) recomendó que los Estados Unidos dejaran de recluir a detenidos en prisiones secretas y detenga la práctica de entregar prisioneros a países donde es probable que sean torturados. La decisión fue tomada en Ginebra luego de dos días de audiencias, en las cuales una delegación estadounidense de 26 miembros defendió las prácticas.
Al referirse a esas infamias imperiales, Ignacio Ramonet de Le Monde Diplomatique decía: «¿Indecencia? ¿Cinismo? ¿Perversión? ¿Cómo calificar la actitud de los Gobiernos europeos, sorprendidos en flagrante delito de complicidad con servicios de inteligencia extranjeros en el secuestro clandestino de decenas de sospechosos arrastrados hacia prisiones secretas y entregados a la tortura? ¿Podemos imaginar más flagrante violación de los derechos de la persona humana, cometida por Estados que no dejan de pregonar su apego a la ley?
Dos acontecimientos recientes son testimonio de la esquizofrenia reinante. En primer lugar, en París, la solemne firma, por la mayor parte de los Gobiernos europeos, de la Convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra las «desapariciones forzadas», que criminaliza el uso de las prisiones secretas. Y luego, en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, la aprobación de un informe que acusa a esos mismos Gobiernos de complicidad con la Central Intelligence Agency (CIA) estadounidense, en operaciones de secuestros clandestinos. Según ese informe, entre 2001 y 2005, los aviones de la CIA hicieron no menos de 1.245 escalas en aeropuertos europeos, llevando con frecuencia a bordo a sospechosos víctimas de «desapariciones forzadas», conducidos clandestinamente hacia la cárcel ilegal de Guantánamo o hacia prisiones de países cómplices (Egipto o Marruecos), donde la tortura es una práctica habitual.
Desde entonces es evidente que los Gobiernos europeos no ignoran nada acerca de la naturaleza criminal de esos vuelos secretos. Por otra parte, algunos de ellos no se limitaron solamente a cerrar los ojos. Polonia y Rumanía, por ejemplo, son particularmente sospechosos de haber organizado en su territorio «pequeños Guantánamos» donde eran encarceladas, a la espera de su traslado definitivo, personas secuestradas en Pakistán, Afganistán u otros lugares.
Se presume que el Gobierno británico participó en el secuestro de sospechosos y en su maltrato. Lo mismo que los Gobiernos sueco y austríaco. En cuanto a las autoridades alemanas, se las acusa, entre otras cosas, de «no haber ignorado» el secuestro de uno de sus residentes, de origen libanés, Jaled El-Masri, que fue trasladado a Afganistán y torturado. Los servicios secretos italianos, por su parte, están acusados de haber ayudado a agentes de la CIA a secuestrar clandestinamente en Milán al imán Osama Mustafá Hasan Naser, llamado «Abu Omar», y de trasladarlo a Egipto, a un calabozo de la prisión Al Tora, en el sur de El Cairo, donde habría de ser torturado y violado.
Queda claro que esta masiva violación de los derechos humanos no pudo perpetrarse sin que los servicios del Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Javier Solana, así como los de su colaborador, el coordinador europeo de la lucha antiterrorista, Giis de Vries, hayan tenido conocimiento. De Vries, en un gesto elocuente, optó por renunciar a su cargo: «Los Estados democráticos -advirtió- deben librar su combate antiterrorista en el marco del respeto de las leyes (…). La acumulación de malos tratos en Abu Ghraib, los abusos de Guantánamo y los secuestros de la CIA han socavado la credibilidad de Estados Unidos y de Europa» Dirigentes o ejecutores, todos aquellos que han participado en esos secuestros deben temer a la justicia. Y meditar sobre el destino de la llamada «Isabelita Perón», ex presidenta de Argentina, un país donde en nombre del antiterrorismo las autoridades practicaron masivamente secuestros políticos durante las dictaduras.
El mundo no acaba de asombrarse de la doble moral de Estados Unidos que, convertido en gendarme universal, no vacila en las prácticas más aberrantes de violaciones a los derechos humanos, de violaciones a la Convención de Ginebra y del Tratado mundial contra la tortura, tratos crueles y degradantes e inhumanos, mientras se muestra en la propaganda como un adalid de la defensa y práctica de los derechos humanos, libertades públicas y democracias.
Al imperio del terror no le importa sembrar el terror en sus correrías depredadoras por la faz de la tierra y tampoco le importa ser un criminal de guerra o cometer crímenes de lesa humanidad y genocidios. La barbarie imperial está presente, pero puede y debe ser derrotada, si se quiere la supervivencia de la especie humana y el mínimo respeto a la dignidad de personas, pueblos, naciones y Estados.
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Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1488