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La engañosa retirada estadounidense de Oriente Próximo

Fuentes: Orient XXI

Traducida del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

El presidente Barack Obama acaba de decidir enviar 300 consejeros militares para hacer frente a la ofensiva del Estado Islámico de Iraq y de Levante (ISIS, por sus siglas en inglés) y a la retirada de las fuerzas de Bagdad. Estados Unidos decide así volver a implicarse en una región que querría olvidar un poco, como lo confirma el coloquio reunido en Doha por el Brookings Institution.

A la vuelta de su gira por Asia a principios de junio Barack Obama definía así, ante la prensa diplomática que el acompañaba, su línea en materia de política exterior: evitar «cagarla estúpidamente» («don’t do stupid shit«). Una recomendación encomiable pero en la que cuesta encontrar la «audacia de la esperanza» (1) que caracterizó la «figura transformacional» (2) del presidente estadounidense hasta hace bien poco. En Oriente Próximo no «cagarla estúpidamente» (en otras palabras, evitar las meteduras de pata dañinas) se parece mucho a una constatación de impotencia: la única ambición se reduce esencialmente a no degradar aún más una situación que ya lo está mucho.

Organizado por el Brookings Institution, un poderoso think tank en el dominio de las relaciones internacionales en Estados Unidos, el IX Foro Mundial Estadounidense-Musulmán anual de Doha, Qatar, celebrado del 9 al 11 de junio, parece confirmar este sentimiento de una retirada estadounidense de Oriente Próximo por falta de una visión coherente identificable. En opinión de muchos participantes procedentes de muchos países musulmanes, este Foro ha sido más el más «débil» de los celebrados hasta ahora. El año pasado, por ejemplo, una de las comisiones había trabajado en una opción diplomática de salida de la crisis en Siria, defendida por Tom Pickering, un ex alto cargo diplomático estadounidense (aunque sigue en activo) y gran conocedor de la zona. Evidentemente, este año se ha abordado la guerra en Siria, pero el nivel y la diversidad de los participantes en el debate eran muy inferiores y quedó en un intercambio de pareceres sin consecuencias.

«Es un momento deprimente»

Alto responsable del Brookings, después de 30 años de CIA y diferentes funciones como consejero de los cuatro últimos presidentes estadounidenses, Bruce Riedel considera que «es un momento deprimente». La negociación israelo-palestina ha fracasado, la guerra en Siria gira a beneficio de Bachar Al-Assad y, por último, según él, la esperanza de un acuerdo con Irán sobre el reto nuclear disminuye ahora, una vez que con la tensión estadounidense-rusa «hay pocas posibilidades de que Putin presione a Irán» para que vaya hacia un compromiso aceptable para Washington. Finalmente, «hace un año todavía parecía estar a la vista la derrota estratégica de Al Qaeda. No solo ya no es el caso, sino que han emergido grupos extremadamente violentos relacionados con ella, del tipo Boko. Y con el avance del Estado Islámico de Iraq y del Levante (ISIS) los yihadistas aparecen como vencedores» del caos que prolifera en la región.

Una vuelta al juego de las grandes potencias

Según él, los recientes acontecimientos en Crimea y el mar de China (en los islotes de Senkaku o Diaoyu, reivindicados por Japón y China) no son sino los albores de una «vuelta al juego de las grandes potencias» que alimentan los conflictos locales. En estas circunstancias «el descenso de la importancia de Oriente Próximo» a ojos de Washington, que se percibe desde hace ya varios años, «no puede sino acentuarse», opina Riedel. Muchos participantes del Foro de Doha compartían esta idea, en formas menos radicales. Cinco años después del discurso de El Cairo «la pérdida de confianza en Washington» ha llegado a tal punto en los países árabes que en cualquier circunstancia, sea cual sea la línea adoptada, «Estados Unidos reunirá en su contra una mayoría de opiniones desfavorables», afirma Shibley Telhami, profesor de la universidad de Maryland y experto en Oriente Próximo en muchas instituciones estadounidenses. Afirma que si se llega a un acuerdo estadounidense-iraní sobre la cuestión nuclear, desde la parte árabe se oirán esencialmente críticas a este acuerdo «y si no hay acuerdo, la opinión pública regional también le echará la culpa en primer lugar a Washington»…

El caso sirio es actualmente el ejemplo tipo del desconcierto estadounidense en la región. «Estados Unidos carece de visión. Tiene ideas contradictorias, es lento a la hora de tomar decisiones y nuestra gente paga el precio de ello. Y ahora es demasiado tarde para que intervenga. Podría desencadenar una catástrofe general», afirmó así el jeque Mouaz Al-Khatib, un imán moderado, expresidente de la Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y de la Revolución (CNFOR) en Siria, que fue uno de sus interlocutores privilegiados y que hoy defiende un «acuerdo estadounidense-ruso» para poner fin a la carnicería. Phil Gordon, coordinador del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense para Oriente Próximo y el Magreb, y Anne Patterson, secretaria de Estado adjunta encargada de asuntos de Oriente Próximo en el departamento de Estado, trataron débilmente de refutar estas afirmaciones. «En efecto, los estadounidenses están cansados de gastar en esta región, pero el compromiso estadounidense no acabará porque retiremos nuestras tropas de Afganistán. No reduciremos nuestros medios, la cuestión es cómo utilizarlos mejor», afirmó el primero. Unas palabras acogidas por un silencio educado.

¿Mejor Assad que Al-Nosra?

En lo que se refiere a Siria, William McCants, especialista en terrorismo en el Brookings Institution, considera que «en la situación actual Washington es consciente de que Assad es el único que gana, pero considera que apoyar a Al-Nosra sería aún peor». El Frente Al-Nosra es la rama siria de Al Qaeda, que opera militarmente en alianza con el Ejército Libre Sirio, el cual reúne a fuerzas laicas y a otras tendencias islamistas. Por consiguiente, el objetivo estadounidense es contribuir a reforzar militarmente a las fuerzas consideradas «moderadas», pero sin que este apoyo beneficie a los aliados de Al Qaeda. La aplicación de esta política se topa con muchas dificultades, explica Mc Cants. En particular, es «impensable proporcionarles en estos momentos misiles antiaéreos, por miedo a que acaben en manos de Al-Nosra». Hassan Hachimi, que representa a los Hermanos Musulmanes en la secretaría del Consejo Nacional Sirio, ha vuelto a reiterar como «urgente» en este Foro esta demanda constante de la oposición desde hace dos años (el ser armados con misiles antiaéreo). Según el investigador, un mayor apoyo estadounidense a la oposición se encuentra con un obstáculo suplementario: «los rusos también aumentarían su apoyo al régimen y lo mismo harían los ricos que en el Golfo financian y apoyan a Al Qaeda».

Sin embargo, el director de la filial del Brookings Institution en Doha, Salman Shaikh, cree que esta ayuda está hoy camino de tener lugar y afirma: «La fase actual es crucial. Si en unos cuatro o seis meses no se produce ningún reequilibrio en el terreno militar, Assad, que consolida su poder en la «Siria útil», podrá clamar victoria. Por lo tanto, si los estadounidenses encuentran suficientes militantes laicos y de religiones moderadas para poder actuar sin relación alguna con Al-Nosra ni, por supuesto, con el ISIS, entonces les entregarán las armas antiaéreas que podrán modificar la relación de fuerzas». Se empezaría a adiestrar («probablemente en Arabia Saudí») a unas primeras fuerzas del ASL en el uso de estos misiles. «Washington tiene tres meses para decidirse. La única manera que tienen de salir de la crisis es llegar a reequilibrar la situación militar sin intervenir directamente. Si lo logra la política recuperará sus derechos».

La herencia de Obama

«Lo que más temo es que un acontecimiento imprevisto y grave, como un atentado de envergadura en territorio europeo o estadounidense, convierta en caduca esta estrategia. Esto podría llevar a Estados Unidos a actuar directamente. La herencia de Obama saldría de ahí hecha pedazos. Y si eso ocurre, podríamos encontrarnos con una gran región en manos de Al Qaeda en Iraq y en Siria», concluía Shaikh.

Al día siguiente de nuestra conversación con Shaikh, nos enterábamos de que el ISIS había tomado Mosul y Tikrit. Mientras estudiaba la reacción de Estados Unidos Barack Obama afirmó «no excluir nada para impedir que los yihadistas se instalen de manera perenne» en esta región. Para desilusión de Washington, el acontecimiento «imprevisto y grave» ya había intervenido y le obliga a volverse a implicar una vez mas en una región que Estados Unidos sueña con poder olvidar un poco.

Notas

1- (NDLR) Traducción literal del principio del título del libro de Barack Obama,The Audacity of Hope. Thoughts on Reclaiming the American Dream, Crown/Three Rivers Press, 2006.

2- (NDLR) El liderazgo transformacional es una teoría de gestión de organizaciones que mantiene la hipótesis de que la gente sigue a un líder que le inspira y le da una visión clara y convincente, que suscite unos comportamientos de devoción y lealtad indudables, y alimente una dinámica al servicio de un proyecto.

Fuente original: http://orientxxi.info/magazine/l-illusoire-retrait-americain-du,0620