La represalia de Irán en abril pasado, tras el ataque israelí a sus oficinas consulares en Damasco, fue simplemente una advertencia destinada a demostrar las capacidades y alcance CGRI (Guardia Revolucionaria de Irán).
Sin embargo Netanyahu interpretó mal el mensaje y pensó que el uso de drones de movimiento lento y misiles algo obsoletos no era una advertencia, sino un indicio de debilidad.
Un grave error de juicio que se combinó con el de un presidente estadounidense ineficaz. Ambos errores alimentaron la arrogancia de Netanyahu porque lo llevaron a creer que podía seguir actuando con impunidad.
Netanyahu -igual que Zelensky- necesita prolongar la guerra y aumentar las tensiones. En el caso de Netanyahu para evitar la continuación de su juicio por corrupción, en el caso de Zelensky para evitar unas elecciones y para seguir con un derramamiento de sangre generosamente recompensado por los miembros de la OTAN para evitar derramar sangre propia. Ambos hacen lo posible por expandirla y prolongar su permanencia en el poder.
Fue por eso que Israel después de haber acordado con Hezbolá un alto al fuego en el Líbano y en Gaza asesinó en Teherán al líder palestino Ismail Haniyeh. Después de eso la Administración de Biden utilizó al primer ministro catarí como emisario para mediar con Irán para que no ejecutara una represalia devastadora contra Israel, argumentando que hacerlo podría poner en peligro un posible alto el fuego a la matanza en Gaza. Irá aplazó una represalia iraní inmediata como resultado del engaño de Biden y Blinken a Teherán, lo que aumentó la insolencia de Netanyahu y su deseo de agredir, matar y expandir su guerra de terror y asesinatos extrajudiciales.
La guerra en el Líbano se intensificó cuando Israel detonó unos 3.000 artefactos personales saboteados con explosivos en ciudades y pueblos libaneses, un acto reconocido por el exdirector de la CIA Leon Panetta como un evidente acto de terrorismo. Un perfecto ejemplo de maldad indiscriminada en lugares imprevisibles.
La política de apaciguamiento de la Administración de Biden permitió al arrogante Netanyahu seguir con los asesinatos extrajudiciales de líderes libaneses en sus hogares de Beirut y realizar ataques aéreos masivos que mataron e hirieron a más de 20.000 libaneses en un día, todos ellos civiles. Una operación hecha con armamento regalado por Estados Unidos.
El primer ministro de Israel ordenó a los pilotos israelíes de esos aviones regalados por Estados Unidos, asumiendo que no eran pilotos estadounidenses, que lanzaran bombas antibúnkeres de entre 85 y 1.000 libras sobre una supuesta sede de Hezbolá en Beirut, con las que derribaron muchos altos edificios que tenían refugios para las familias libanesas que habitaban en ellos.
Como de costumbre, Joe Biden y su secretario de Estado judío Antony Blinken bendijeron la acción israelí sin tener en cuenta el costo en víctimas civiles y el hecho de que el ataque arrasara con todo un barrio civil. Porque para los judíos, como miembros del pueblo escogido por su dios, el resto de los humanos no son personas que deban respetar.
A pesar de las quejas internas dentro de la Administración de Biden por el daño que eso crímenes causan a la imagen de Estados Unidos, las grandes operaciones militares que Israel lleva a cabo, supuestamente sin consultar a los EE. UU., Biden y su Gobierno al completo cedieron a la solicitud de Netanyahu de enviar fuerzas estadounidenses adicionales para ayudar a Israel a disuadir cualquier posible represalia de Irán. Con eso Washington se convirtió en cómplice formal del terrorismo israelí. Las relaciones entre Washington y Tel- Aviv más parecen las de un siervo con su amo, como Erdogan señaló hace una semana.
Si se usase la misma lógica, ¿qué pasaría si la resistencia en el Líbano o Irán acabara con todo el barrio de Tel-Aviv donde se encuentran los ministerios del Gobierno israelí? ¿Se consideraría el asesinato de decenas de miles de civiles israelíes un daño colateral legítimo? Es obvio que el concepto de daño colateral racional se aplica solo a seres humanos que no sean judíos o civiles occidentales.
La idea de un pueblo escogido se ha ampliado a la totalidad del anglosionismo, con privilegios en conducta internacional que no deben ser aceptados por los pueblos cristianos, pues Jesús dejó bien claro que a los ojos de Dios todos los hombres son iguales y por predicar eso Caifás y sus colegas lo mandaron a torturar y crucificar.
No ha cambiado mucho la actitud judía ante quien predica el concepto de la igualdad entre los hombres. La igualdad de derechos entre los judíos y el resto de las personas es contraria a los textos sagrados judíos.
La igualdad es un derecho que les cuesta reconocer a los practicantes de la religión judía, como tampoco la reconocen entre hombres y mujeres. Las mujeres en el matrimonio religioso judío no pueden firmar su acta matrimonial, tan solo los hombres.
Israel sufre de una insaciable cultura sionista de desprecio y venganza de la que masacrar civiles es una parte integral de su estrategia de guerra para aterrorizar a sus vecinos para que abandonen sus tierras y dejen espacio a Israel para ampliar su territorio y constituir el Gran Israel, tal como lo proclama públicamente, porque dice que su dios les regaló las tierras que hay entre el Nilo y el Éufrates. Lo dicen seriamente y lo proclaman en su bandera, donde las dos rayas azules simbolizan esos dos ríos.
Es cosa de locos peligrosos que con textos sagrados se justifique ese programa de despojo agresivo a sus vecinos. Han creado narrativas falsas, como la de militantes terroristasque conviven con sus vecinos civiles para justificar el asesinato de todos juntos, los presuntos terroristas y los civiles vecinos. Cuánto desprecio por la vida de todo aquel que no sea judío.
La decisión de Irán de limitar su represalia a los emplazamientos militares representó un dilema para Israel. Se vio cuando el jefe del ejército israelí afirmó falsamente en un discurso mediático que “Irán tenía como objetivo matar a miles de civiles”, cosa que no sucedió. La acusación es parte de una calculada estrategia israelí para justificar y racionalizar preventivamente esos ataques a civiles que son tan corrientes en la estrategia de guerra anglosajona desde la Segunda Guerra Mundial.
La segunda represalia iraní después del asesinato de Nasralah -en el que Israel eliminó un entero barrio de Beirut con decenas de miles de civiles muertos- fue una operación de represalia limitada a objetivos militares exitosa, donde se aplicaron las enseñanzas de Sen-Tzu sobre cómo engañar al enemigo.
Irán creó uno de los arsenales misilísticos más modernos y precisos que los países de la OTAN aún no tienen. En preparación de este último ataque realizado hace una semana, los iraníes conscientes de que los satélites estadounidenses los espían, usaron una estratagema para despistar las defensas antiaéreas anglo-franco-israelíes.
Antes del ataque sacaron a relucir sus misiles y drones obsoletos para prepararlos a plena la luz del día. Son misiles válidos pero que demoran en prepararse porque usan combustible líquido y son por eso más lentos y pesados y se dispararon primero para desorientar las defensas de Israel. En efecto los lanzaron y así lo reportaron los radares estadounidenses instalados en Irak y Jordania.
Sus mejores misiles estaban escondidos, los misiles hipersónicos a combustible sólido que por ser de combustible sólido y más livianos son de rápida preparación para un segundo lanzamiento., los cuales se lanzaron y alcanzaron y superaron a los lanzados primero y llegaron antes a sus objetivos. Después llegaron sin obstáculos los de la primera andanada que aunque más lentos igual iban bien apuntados. Esta estrategia desorientó primero a la inteligencia espacial estadounidense y luego a los radares de la defensa antiaérea israelí, porque fueron dos andanadas sucesivas que avanzaron hacia sus objetivos a distinta altitud y distinta velocidad, lo cual los hacia difíciles de derribar para las baterías antiaéreas de Israel y sus padrinos anglosajones, cuyos sparrows y arrows no pueden nunca alcanzar a los misiles hipersónicos iraníes que viajan a 5 y 9 G.
A ese ataque de mal augurio para Israel se suma el hecho de que el Parlamento iraní está en el proceso de actualizar, dadas las presentes circunstancias, la doctrina estratégica nuclear de Irán y esa transición se produce justo ahora después de un terremoto ocurrido en el noroeste de Irán, cerca de la frontera con Armenia, que se pareció mucho a una explosión nuclear subterránea por obra de Irán.
No sorprende que el embajador de Rusia ante Israel invitara a los residentes rusos en Israel a que aprovecharan que aún habían vuelos de Tel Aviv a Rusia para regresar a su país.
Un Irán nuclear con misiles hipersónicos es un hecho que hará recapacitar a cualquier Gobierno israelí, que al perder el monopolio del armamento nuclear en el Cercano Oriente entra junto con Estados Unidos en una etapa de disuasión mutua con Irán. Esa disuasión conviene a la paz mundial, porque obligará a Israel a ser menos agresivo y a contar menos con el respaldo incondicional de Estados Unidos a todos sus crímenes, porque Estados Unidos nunca se atreverá a atacar a un Irán armado con explosivos nucleares y misiles hipersónicos capaces de alcanzar a sus bases en Israel y en Europa y hundir sus portaviones, aún sin recurrir a explosivos nucleares y solo con cabezas convencionales.
El mundo multipolar comienza a mostrarse e Israel no es parte de él, porque su vasallo estadounidense estará obligado a ser más prudente y respetuoso con los países del Cercano Oriente.
Eso aleja la posibilidad de que la Tercera Guerra Mundial comience en el Cercano Oriente, cerca de Europa.
Netanyahu y los otros homicidas fanáticos deberán conformarse con que el Apocalipsis y la posterior venida del Mesías, que en su engreimiento quieren provocar, suceda fuera del ámbito geográfico de las profecías bíblicas.
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