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La futurología de los estrategas estadounidenses

Fuentes: La Jornada

I Los estrategas militares y de espionaje de Estados Unidos tienen una adición a la futurología que se manifiesta en su propensión a imaginar, acorde supuestamente a las realidades actuales, como será «su» mundo en el año 2030, por ejemplo. Recordemos las predicciones de los informes llamados «Tendencias Globales» que producen los «tanques pensantes» a […]

I

Los estrategas militares y de espionaje de Estados Unidos tienen una adición a la futurología que se manifiesta en su propensión a imaginar, acorde supuestamente a las realidades actuales, como será «su» mundo en el año 2030, por ejemplo. Recordemos las predicciones de los informes llamados «Tendencias Globales» que producen los «tanques pensantes» a sueldo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y sus múltiples organismos asociados, que constituyen materiales de lectura obligada para la «batalla de las ideas», ya que en ellos se reflejan las peculiares perspectivas, temores, fobias, racismos, amenazas, sicopatías y, sobre todo, los intereses e ideologías imperialistas de sus autores. David Brooks informó sobre el último de estos escritos en nuestro periódico, destacando la proyección del colapso «rápido y repentino» de México, «Estado débil y fracasado», como uno de los mayores peligros mundiales a futuro (La Jornada, 16 de enero).

Se trata de un texto de 51 páginas elaborado por el Comando Conjunto de las Fuerzas de Estados Unidos con el titulo de JOE 2008 (Junta Operativa Ambiental). El propósito del estudio es informar del desarrollo conjunto de conceptos y experimentación a través del Departamento de Defensa y proveer una perspectiva sobre tendencias, reacciones, contextos, e implicaciones hacia el futuro a comandantes de la fuerza conjunta y otros líderes y profesionales en el campo de la seguridad nacional.

En su breve prólogo, el general del Cuerpo de Marines y comandante del Comando Conjunto de las Fuerzas de Estados Unidos, J. N. Mattis, enfatiza que nadie tiene una bola de cristal pero «si no tratamos de avizorar el futuro, no hay duda de que nos sorprenderán desprevenidos en los momentos en que nos esforzamos para proteger este experimento en democracia que llamamos América (sic).» Por ello, JOE 2008 es «nuestro esfuerzo por mirar más allá, informado históricamente, para discernir lo mas acertadamente los retos que enfrentaremos en el nivel operativo de la guerra, y para determinar sus implicaciones inherentes.»

El texto cuenta, además de una introducción, de seis partes: I.- Las constantes. II.- Las tendencias que influyen la seguridad del mundo. III.- El mundo en su contexto. IV.- Las implicaciones para la Fuerza Conjunta. V.- Algunas cuestiones de fondo. VI.- Pensamientos conclusivos. El informe, como la gran mayoría de los manuales de contrainsurgencia y otros escritos de militares estadounidenses, cuanta con epígrafes para el inicio de cada sección –generalmente de filósofos chinos o griegos- que sintetizan alguna de las ideas fuerza y pretenden demostrar que además de matones profesionales al servicio de su país y el capitalismo, los autores han pasado por alguna universidad, o siguen al menos las reglas esnobistas de la academia.

La introducción deja claro que para los militares estadounidenses lo más predecible del futuro cercano es el conflicto bélico: «La guerra ha sido el principal impulsor del cambio a lo largo de la historia y no hay razón para creer que el futuro será diferente en este aspecto. No cambiará la naturaleza fundamental de la guerra. La guerra continuará primariamente como un esfuerzo humano.» Con este marco de referencia sobre el significado «progresista» de la guerra, el documento examina tres interrogantes: 1.- ¿Que tendencias y disrupciones futuras serán las que más afecten a las Fuerzas Conjuntas? 2.- ¿Cómo estas tendencias y disrupciones podrían definir los contextos futuros para operaciones conjuntas? 3.- ¿Cuáles son las implicaciones de estas tendencias y contextos para las Fuerzas Conjuntas? Explorando estas tendencias, contextos e implicaciones, el texto provee las bases para pensar el mundo en los próximos 25 años.

Ya que los estrategas consideran que la guerra forma parte esencial de la naturaleza humana, la mejor forma de entender ésta es a partir de una cercana consideración de la historia. Así, la discusión inicia con el argumento acerca de la naturaleza de la guerra, las causas y consecuencias del cambio y las sorpresas, y el papel de la estrategia. La segunda parte describe algunas tendencias, discontinuidades y puntos potenciales de conflicto que las Fuerzas Conjuntas pueden enfrentar. La parte tercera analiza como estas tendencias y rupturas se combinan en contextos que podrían definir las operaciones conjuntas para los próximos 25 años. La cuarta parte describe las implicaciones de estos contextos que las Fuerzas Conjuntas confrontarán en el futuro incierto y sugiere la creación de una fuerza que pueda estar preparada para los retos que estos contextos presentarán. La parte quinta expone preguntas claves acerca de temas que pueden caer fuera del enfoque tradicional de este estudio, pero que sin embargo tienen importantes implicaciones para el futuro de las Fuerzas Conjuntas.

El informe-predicción sostiene la idea de que en muchas partes del planeta «existen actores no racionales, al menos en nuestros términos». De hecho los militares dividen el mundo entre los que usan la razón (ellos, los estadounidenses) y quienes son presa de la pasión y se mantienen «fuera de los límites de las convenciones del mundo desarrollado»: los del «machete» y atacantes suicidas, los que están «ansiosos de morir». «La tensión entre cálculos de poder de política racional, en una parte, y las ideologías seculares o religiosas, en la otra, combinadas con el impacto de la pasión y el azar, hacen de la trayectoria de un conflicto dificultoso sino imposible de predecir…En un mundo donde las pasiones dominan, la utilización de una estrategia racional viene a ser extraordinariamente difícil.» ¡La ardua carga del hombre blanco!

II

No podía faltar en el documento recientemente hecho público JOE 2008 (Junta Operativa Ambiental) del Comando Conjunto de Estados Unidos la perspectiva imperialista sostenida por los estrategas militares y políticos de ese país. A lo largo del texto no existe la menor duda de que sus fuerzas militares tienen en todo momento el derecho a intervenir en cualquier parte del mundo. Reiteran que «América (sic) retiene el poder de la ‘intimidación y de inspiración’. Continuaremos jugando (los militares) un papel principal en la protección de los valores que se originaron en la sabiduría y visión de nuestros arquitectos nacionales originales…Continuará la existencia de oponentes que tratarán de destruir la estabilidad política y negar el acceso libre a las comodidades globales de la economía del mundo. En este contexto, la presencia, alcance y capacidad de las fuerzas militares de Estados Unidos, con aliados de mentalidad similar, continuarán siendo llamadas a proteger nuestros intereses nacionales.»

Así, no existen limites para la acción militar estadounidense ni dudas acerca de las guerras convencionales y contrainsurgentes a emprender: «Como la discusión de tendencias y contextos analizados sugiere, el papel y las misiones de las Fuerzas Conjuntas incluirá la protección de la patria, el mantenimiento de las comodidades globales, la contención de enemigos potenciales y, cuando sea necesario, luchar y ganar conflictos que pueden ocurrir en el mundo…Entre ahora y los años de la década de 2030, las fuerzas militares de Estados Unidos se encontrarán casi con certeza comprometidas en combates. Esta participación puede ser en la forma de conflictos regulares mayores, o en una serie de guerras contra las insurgencias.»

Muy avanzado el documento, se especifica que el primer conjunto de problemas para el «compromiso mundial» de las fuerzas militares de Estados Unidos será logístico; «asociado con trasladar tropas a grandes distancias y suplirlas con combustible, municiones, partes para reparaciones, y sustento…La habilidad para hacerse de bases por la fuerza desde el mar o el aire puede ser el movimiento inicial critico de una campaña».

Para mayor preocupación sobre los destinos de la humanidad, los estrategas militares piensan lo impensable: «ataques a intereses vitales de Estados Unidos por adversarios implacables que se rehúsen a la disuasión, podría involucrar el uso de armas nucleares u otras Armas de Destrucción Masiva.» Aquí cabe señalar que ningún otro país ha utilizado las armas atómicas, a excepción de Estados Unidos en 1945 en su guerra contra Japón, lo cual torna más amenazante esta mentalidad castrense.

Los militares estadounidenses otorgan una gran importancia a la lucha ideológica en el campo de la información como arma estratégica y política: «las guerras modernas tienen lugar en espacios más allá de simplemente los elementos físicos del campo de batalla. Uno de los más importantes son los medios, en los cuales «la batalla de la narrativa» ocurrirá. Ya nuestros enemigos han reconocido que la percepción es tan importante para su éxito como el evento mismo…Al final del día, la percepción de que ocurrió importa más, que lo que pasó realmente. Dominar la narrativa de cualquier operación, ya sea militar o de otro tipo, paga enormes dividendos. Fracasos en este terreno, mina el apoyo para nuestras políticas y operaciones, y actualmente pueden dañar la reputación del país y su posición en el mundo.» Estas consideraciones explican, por ejemplo, los estrictos controles y prohibiciones para que medios independientes hagan su trabajo en Irak, Afganistán y ahora en la franja de Gaza, donde Israel ha puesto barreras a los medios para intentar ocultar el genocidio del pueblo palestino. A pesar de ello, la «narrativa» de lo que realmente ocurre en Irak, Afganistán o Palestina, por sus dimensiones dantescas y la perseverancia del periodismo comprometido, ha logrado traspasar las censuras castrenses y el trabajo diario de millares de comunicadores «incrustados» que hacen eco de las perspectivas imperialistas.

El informe JOE 2008 (Junta Operativa Ambiental) identifica a China como un competidor potencial militar en el futuro y «la más seria amenaza para los Estados Unidos, porque los chinos pueden entender a América (sic), sus fortalezas y debilidades, mucho mejor que los americanos (sic) entienden a los chinos. De Rusia, los estrategas critican que sus dirigentes han optado por maximizar el excedente energético, sin hacer inversiones de fondo que incrementen la producción de petróleo y gas a largo plazo; también ubican el potencial explosivo de conflictividad interna en el Cáucaso y en Asia Central, sus problemas demográficos y la «combinación peligrosa de paranoia -algo justificada considerando la historia de Rusia-nacionalismo, y amargura por la perdida de lo que muchos rusos consideran como su derecho a un lugar como potencia mundial.» No obstante, «con su vasto e incrementado arsenal nuclear, Rusia se mantiene como una potencia en términos nucleares, a pesar de sus dificultades políticas y demográficas.»

Los militares estadounidenses observan con preocupación los sostenidos conflictos entre India y Pakistán por Cachemira y otras áreas en disputa, tomado en cuenta que ambos países tienen capacidades nucleares. Para el caso de Europa, el informe sólo le dedica cuatro párrafos, en los cuales reconoce su desarrollo económico, analiza su potencial militar y su compromiso con el Tratado del Atlántico del Norte, así como sus posibilidades para una más activa participación militar fuera de la geografía europea. Paradójicamente, y esto lo más notable del Informe, los estrategas estadounidenses no previeron la crisis económica que estaba en su narices.

Publicado por La Jornada, los días 23 de enero y 6 de febrero de 2009.