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Entrevista a Antonio Gómez Movellán, fundador de Europa Laica

«La gran base sociológica del catolicismo en nuestro país apoya el legado histórico de la dictadura franquista»

Fuentes: Nueva Revolución

Hoy la iglesia, en España, es una potencia en el ámbito de los servicios sociales y en el negocio de la caridad. También la iglesia es muy importante en la red hospitalaria privada acaparando cerca del 40% de ese negocio en nuestro país.

Antonio Gómez Movellán es uno de los fundadores de Europa Laica, “una organización sin ánimo de lucro española promotora del laicismo y la libertad de conciencia, el Estado laico y la separación Iglesia-Estado”, en activo desde 2001, de la que fue presidente entre 2017 y 2021, siendo sustituido en el cargo por Juan José Picó Pastor. Es autor de «La iglesia católica y otras religiones en España», y colaborador habitual de Diario 16.

Desde la fundación de Europa Laica han pasado más de veinte años, en los que la sociedad de este país ha cambiado en muchos aspectos, sin embargo, con respecto a la relación entre la iglesia católica y el Estado, parece que no ha pasado el tiempo. Sólo hay que ver la reciente polémica de la colocación de una estatua del Sagrado Corazón de Jesús en Vigo, patrocinada por un alcalde socialista. ¿Realmente podemos decir que se ha avanzado poco hacia un estado aconfesional?

La sociedad, al igual que en otros países de nuestro entorno, ha cambiado muchísimo; hoy cerca del 50% de las personas se declaran no creyentes en las religiones y entre los jóvenes este porcentaje puede llegar al 75%. Los ritos de paso religiosos no los realiza ni el 30% de la población. Es más, la moral privada de la Iglesia católica, en temas como la libertad sexual o las libertades individuales, se confronta con la moral individual de la mayoría de las personas. La ideología católica, en algunos asuntos, aparece y se reivindica a sí misma como una contracultura frente a los valores humanistas seculares. Sin embargo, el Estado sigue tratando al catolicismo como una religión semioficial ya que la financia completamente y en cierta forma la iglesia católica en España, por su poder corporativo y por su influencia en la ideología de las clases altas, sigue siendo un factor de poder. Pero el laicismo y el secularismo en España, tiene grandes aliados, y es que la mayoría de las personas han dejado de creer en las religiones e incluso las confrontan en su dogmática misma y cada año son más los que ven más intolerable que el Estado siga privilegiando económica, simbólica y socialmente al catolicismo.

La religión también sigue presente en las aulas, se sigue subvencionando los colegios religiosos, y el estado también mantiene a la iglesia en el ejército y en la policía, a través de los capellanes castrenses. ¿Es el estado, a través de los gobiernos de izquierda y derecha, un colaborador necesario para que la iglesia no siga perdiendo terreno en una sociedad en la que crece el número de ciudadanos que se declaran no creyentes? ¿No deberíamos de echar a la religión de las aulas y de los cuarteles?

La educación ha sido siempre para la Iglesia católica y para otras religiones algo esencial para el adoctrinamiento y siempre se ha confrontado con las escuelas no dogmáticas y seculares. La iglesia católica es la corporación privada que más colegios posee en el mundo, no solo en la enseñanza secundaria y primaria sino también en la Universidad y escuelas de negocios y de posgrado. En nuestro país, la Iglesia católica es la primera corporación privada en la enseñanza primaria y secundaria ya que controla cerca del 28% del alumnado y donde trabajan cerca de 200.000 personas. En la Universidad, controla el 70% del alumnado privado. El negocio de la educación ya se ha consolidado en España y la red escolar se ha dividido en un complicado puzle que erosiona la igualdad y la cohesión social. Se podrá decir de mil maneras y de mil maneras se ha dicho: en España existe una segregación social en el acceso a la educación intolerable, constituyendo la educación el primer factor de reproducción de la desigualdad, después de la renta. Mientras no se ponga en cuestión esa famosa libertad de educación no habrá nada que hacer. La libertad de educación es una falacia y es la justificación para reproducir la desigualdad y hacer de la educación un negocio económico e ideológico. La derecha española, en todas sus vertientes, no ha tenido la más mínima compasión y se ha abrazado en manos de la educación como negocio y la izquierda socialdemócrata, pese a lo que se proclame en tiempos electorales, ha dado cobertura legal y presupuestaria a un sistema educativo que promueve la desigualdad como lo ha hecho recientemente la ley Celaá que ha venido a consolidar este modelo educativo basado en la desigualdad y en la la mediocridad; como recientemente ha dicho el filósofo Emilio Lledó, un defensor de la escuela única, pública y laica, al referirse al modelo educativo de nuestro país y los colegios concertados: “El mal más terrible que puede instalarse en la consciencia democrática es, el cultivo solapado e hipócrita de la diferencia y la desigualdad”.

Por lo demás el hecho de que ni siquiera se haya podido sacar de los colegios el adoctrinamiento de la catequesis, eufemísticamente denominado clase de religión, es sorprendente y dice mucho de la Iglesia como factor de poder. Solo por este asunto la izquierda a la izquierda del PSOE debería haber rechazado la ley Celaá. Piénsese que anualmente este adoctrinamiento es realizado por aproximadamente 18000 catequistas con un coste anual de unos 800 millones de euros y ahora se consolida aún más con la introducción de la catequesis de otras religiones minoritarias como las evangélicas y la musulmana.

También es notable la presencia de políticos de todos los niveles, desde alcaldes y concejales de pueblos y ciudades, hasta presidentes de comunidades o incluso ministros que acuden a procesiones y otros actos religiosos, en su calidad de representantes electos por el pueblo. ¿Es por una necesidad de contentar a sus votantes, o lo hacen más bien por tener de su parte a una iglesia que, aunque no sea al mismo nivel que en el franquismo, sigue teniendo su parcela de poder?

Todavía en España la política pretende legitimarse en la religión. Se promueve la idea que las religiones son buenas y espirituales (aunque en el caso del islam algunos ponen reparos) y el catolicismo se asocia con la identidad “nacional”; de hecho, una parte de la derecha sospecha del islam o incluso del evangelismo por ser religiones “no nacionales”. En nuestro país el simbolismo predominante, también el oficial, es católico y en las banderas, no solo en la de España, la cruz está siempre presente. Cada año el Jefe del Estado, un monarca católico, ofrece la Nación al apóstol Santiago. Es nuestra cultura, se dice; incluso la izquierda más a la izquierda pretende también legitimarse en la religión; lo vemos en Pablo Iglesias o ahora Yolanda Díaz los cuales hacen aparecer al Papa Francisco -un colaborador con la dictadura de Videla– como la meta de la espiritualidad y van a Roma a solicitar su bendición; es un error ya que presentan a la religión como algo superior o más espiritual que lo civil como si el humanismo secular necesitara de la sanción moral religiosa para ser más creíble. Todas las fiestas patronales, romerías, Semana Santa etc. están trufadas de la participación de las autoridades civiles y militares y los ayuntamientos y Comunidades Autónomas promocionan estas festividades religiosas, incluso más que la propia iglesia católica ya que quieren convertir esas manifestaciones religiosas en un reclamo turístico de identidad nacional o regional. En Andalucía el asunto es preocupante. Es la confusión entre la Nación y el Estado, entre lo público y lo privado, entré lo civil y lo oficial. Incluso la extrema izquierda, en nuestro país no entiende esto y promociona el catolicismo, como ha hecho Kichi en Cádiz, en una alianza con las reaccionarias cofradías católicas. Sin embargo, hay excepciones como Ada Colau en Barcelona o Martiño en Santiago de Compostela y muchos otros alcaldes que intentan promocionar un simbolismo oficial laico asociado a valores universales humanistas y no a particularismos religiosos o realizan una promoción cultural del patrimonio histórico de raíz religiosa desde una perspectiva secular y humanista y no religiosa. Algunos ayuntamientos, por ejemplo, y creemos que es muy importante, ofrecen rituales de paso seculares humanistas. No se trata de crear ninguna religión laica sino de ofrecer ritos y celebraciones civiles que sustituyan a los ritos religiosos.

Es notable, asimismo, la presencia de la iglesia católica en los medios de comunicación, por ejemplo, la COPE, propiedad de la Conferencia Episcopal Española, sigue teniendo una buena cuota de audiencia. ¿Es este otro de los síntomas de que, realmente, la religión sigue teniendo potentes altavoces en nuestro país para adoctrinar al pueblo?

La influencia en la radio y en la televisión es importante, pero lo es más en los medios regionales de prensa donde la iglesia participa en su accionariado en alianza con los nuevos conglomerados mediáticos. Los principales periódicos regionales en Castilla y León, Andalucía, Castilla la Mancha o Cantabria han pertenecido a la Iglesia y aun hoy siguen manteniendo cuotas importantes de participación en el accionariado de grupos como Vocento. Los medios propios tipo la cadena Trece tv o la COPE apoyan políticamente a la derecha y son voceros de la extrema derecha. También hay prensa diaria nacional vinculada ideológicamente la Iglesia católica como el ABC, la Razón o la Vanguardia. También agencias de prensa como Europa Press pertenecen, por ejemplo, al Opus dei. En otro orden de cosas, las órdenes religiosas son una potencia en el mundo editorial de textos escolares donde editoriales como SM, Bruño, Edebe o Edelvives pertenecen a órdenes religiosas.

Pero ahora la iglesia católica está promoviendo un agiornamiento para que sea bien tratada en los medios: la supuesta lucha contra la pederastia al interior de la iglesia, el amor por la naturaleza y el ecologismo, la asociación de valores católicos, como la maternidad, al nuevo feminismo etc. son todos elementos que las religiones, y no solo la católica, están ahora emprendiendo para que los Estados de países donde los ateos y no creyentes son mayoría, adopten una especie de sincretismo espiritual. Por ejemplo, se plantea el pluralismo religioso como una “diversidad “religiosa como una riqueza para la sociedad y lo que se pretende es que la diversidad religiosa-es decir todas las religiones- sea potenciada por los Estados seculares acusando al laicismo de ser intolerantes y fanático contra la espiritualidad. Es una nueva estrategia del clericalismo moderno para seguir complicado con los Estados seculares y para mostrarse más respetable incluso entre los ateos y humanistas. Todo menos una separación estricta del Estado y las religiones. Los Estados, se dice, deben colaborar con las iglesias: lo denominan “laicismo abierto” y en verdad es la negación del laicismo.

Otro de los bastiones de la religión, como antaño, se encuentran en la beneficencia, en los comedores sociales, y en los servicios sociales como Cáritas. ¿Siguen haciendo las administraciones públicas dejadez de sus funciones para que las organizaciones sociales de la iglesia sean las que se hagan cargo de los más necesitados?

La caridad es un concepto religioso que, en el catolicismo, está asociado a la economía feudal, donde los poseedores de la renta feudal, como la iglesia, repartían algo entre los pobres. Los hospicios y los hospitales medievales todos eran de la iglesia o de la nobleza; con la llegada de los Estados modernos estos fueron desamortizados. Más tarde la Iglesia concibió nuevos conceptos como “justicia social” para enfrentase al socialismo y a la idea del Estado del bienestar o social. La justicia social es dar a cada uno lo suyo, que está muy bien, pero es muy diferente la solidaridad social o el socialismo que significan la redistribución de la riqueza que es un tema muy diferente y que en la economía capitalistas está vinculado a los sistemas fiscales rigurosos y progresivos y al Estado de bienestar. La caridad es, para la edad media, lo que es la filantropía liberal al capitalismo. Pero la caridad sigue existiendo y las iglesias, en todo el mundo, están muy involucradas en los servicios sociales pretendiendo ser los portavoces de los pobres. Como dijo el Papa Francisco: “los comunistas nos robaron a los pobres, pero ahora están de regreso”.

Hoy la iglesia, en España, es una potencia en el ámbito de los servicios sociales y en el negocio de la caridad: es la más implantada en el negocio de las residencias de ancianos donde controlan 200.000 plazas de las 500.000 existentes; el negocio de los niños tutelados prácticamente lo monopolizan ya que el 70% de los que están en residencias (aproximadamente 14.000 menores) los están en el ámbito de las iglesias. También la iglesia es muy importante en la red hospitalaria privada acaparando cerca del 40% de ese negocio en nuestro país. Además, tiene multitud de ONGS y fundaciones caritativas que van desde las prisiones, pasando por la cooperación al desarrollo hasta la drogadicción, los refugiados o la pobreza extrema. Desde la implantación de los modelos neoliberales, el Estado ha desviado una gran parte del Estado social a lo privado y ello mediante la gestión indirecta a través de concesiones y /o contratos y ahí la iglesia católica está muy bien posicionada. Es un actor de primer orden en el negocio de la pobreza y de la caridad. Recibe miles de millones de los presupuestos públicos que los desvían para sus propios fines y muchas veces acaban en paraísos fiscales o en el Banco Vaticano. Existen además personalidades limosneras como, por ejemplo, el Padre Ángel, que rayan en la picaresca y en el delito. Son personas multimillonarias que llevan saqueando las arcas públicas desde hace décadas con el cuento de la caridad. Debemos exigir frente la caridad la solidaridad social y un Estado de bienestar a la altura de nuestro tiempo y rentas dignas garantizadas que se consoliden como derecho social y huir de las subvenciones a las ONGS y a las Iglesias. Desgraciadamente la izquierda en nuestro país se ha sumado a la ideología neoliberal imperante y ella misma intenta crear ONGS “laicas” que acaban por convertirse en redes clientelares partidistas en vez de luchar por un Estado social a la altura de nuestro tiempo.

En nuestro país la religión ha condicionado el debate de leyes políticas de importancia para la ciudadanía, desde el divorcio hasta la eutanasia, pasando por el aborto, el matrimonio homosexual. ¿Sigue habiendo importantes grupos políticos en nuestro país al servicio de la iglesia católica?

Por supuesto y no solo en nuestro país en casi todo el mundo occidental “cristiano” los avances civiles en los aspectos como la libertad sexual, la liberación de la mujer o la libertad de conciencia de las personas han estado condicionadas por la arrogancia de las Iglesias que quieren imponer su moral privada como moral pública. Estos muros están siendo poco a poco derruidos, pero aún se utilizan con fines electorales para crear bloques ideológicos fieles a los diferentes campos ideológicos y políticos. Toda esta polarización electoral interesa tanto a la izquierda más sistémica como a la derecha.

Por su puesto que la iglesia católica tiene redes en todos los partidos políticos y también en los sindicatos. En el Partido socialista, el cristianismo y el vaticanismo siempre ha tenido mucha influencia en personas como, por ejemplo, Gregorio Peces Barba que venia del cristianismo y de la democracia cristiana. El Opus dei y otras sectas (Legionarios de cristo, Yunque) son muy activas en la derecha política. Por ejemplo, el principal funcionario de la Unión Europea que tiene España es del Opus dei, el Sr. de Guindos, que es vicepresidente del Banco Central europeo. No hablemos ya del nacionalismo vasco o catalán donde le catolicismo es muy influyente. También existen políticos que son verdaderos aliados del laicismo como el senador Carles Mulet de Compromís u otros que intentan contrarrestar a los influyentes lobbies clericales. Sin embargo, aunque la Iglesia tiene militantes católicos en todos los partidos siempre ha estado más interesada en ser más influyente en el mundo empresarial y financiero que en la política. También entre el alto funcionariado y en la judicatura la influencia de las sectas católicas y cristianas es muy llamativa y también en el ejército y en los servicios de inteligencia.

Europa Laica pide “La derogación de la Ley de Libertad Religiosa de 1980 y del Concordato y de los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 firmados con el Estado español”, ¿porqué y que alternativas propone?

Los privilegios de la Iglesia en el nacional catolicismo del franquismo, reconocidos en el concordato de 1953, fueron prolongados en los denominados Acuerdos con la Santa Sede de 1979, acuerdos que adaptarían estos privilegios a la democracia que estaba por llegar. Este tipo de concordatos del siglo XX de la Iglesia Católica y del Vaticano son arquitecturas jurídicas que vienen directamente de los fascismos europeos. De igual manera que aún subsiste, a través de los Acuerdos del 1979, el Concordato fascista de 1953, en Alemania todavía subsiste el escandaloso Concordato con Hitler de 1939 y en Italia, el Concordato con Mussolini de 1929, también adaptado en los años ochenta o el Concordato con el régimen de Salazar de los años 40 o el Concordato firmado con Paraguay durante la dictadura militar. Últimamente se han firmado convenios de este tipo con Austria, Croacia, Polonia y con algunas ciudades y Estados federales alemanes; también se está preparando la firma de un concordato con Rusia ya que Putin está interesado en el apoyo al catolicismo en ese país, tanto ortodoxo como romano.

Este concordato es la última barricada jurídica de la Iglesia católica para justificar su financiación por parte del Estado y su papel de religión semioficial. La idea es que se presenta como un tratado internacional que se sobrepone a la legislación interna y se da la consideración de Estado aun chiringuito como el Vaticano. La ley de libertad religiosa es también una ley para las creencias y para la iglesia católica, despreciando la libertad de conciencia de las personas no creyentes, humanistas o ateos. Es decir se fractura la garantía de la libertad de conciencia considerando exclusivamente a los creyentes en las religiones. La alternativa es una ley de libertad de conciencia en la que se garantice la misma independientemente si tienes una religión o ninguna y donde las Iglesias no tengan ninguna consideración especial respecto a las asociaciones civiles. En el programa de coalición del actual gobierno se propuso llevar al parlamento un proyecto de ley de libertad de conciencia, pero en conversaciones recientes con Patxi López este nos confirmó que no se va a presentar ningún proyecto de este tipo y mucho menos derogar el concordato. Unidas Podemos ha presentado proposiciones no de ley, que nosotros hemos colaborado en su redacción, de derogación del concordato que han sido rechazadas. Pero el problema de fondo es que el programa de coalición se evitó exigir la derogación del concordato.

Habría que revisar también el papel de la iglesia católica en nuestra historia reciente, su colaboración con la dictadura franquista, que data desde el minuto uno del golpe de estado del 18 de julio de 1936. ¿Está todavía por estudiar y difundir este papel de complicidad con el fascismo, y de pedir, también a la iglesia española, Verdad, Justicia y Reparación?

La iglesia católica nunca va a a responder a exigencias de Verdad Justicia y Reparación. Lo de Galileo, que fue mucho menor, tardó 400 años en rehabilitarlo como católico. Aquí no hay nada que rehabilitar: el daño que ha hecho la iglesia católica en el franquismo es irreparable y ha contribuido a que los españoles tengamos una mentalidad retardataria en muchas cosas o justifiquemos la corrupción y el robo de los políticos o la degradación cultural. Lo que si queda es estudiar y divulgar el papel que la iglesia católica tuvo en la represión y en la configuración moral de la sociedad ya que su papel fue lo más degradante moralmente y protagonizó humillaciones indescriptibles a miles de personas. En el proyecto de ley de la memoria democrática a la iglesia ni se la menciona y el monumento fascista del Valle de los Caídos sigue en pie y todos los días la congregación benedictina -financiada por patrimonio nacional- reza al alma del dictador. Ni demoliendo ese monumento católico fascista habrá reparación. La iglesia nunca se va a arrepentir de su colaboración en la represión y Franco fue enterrado bajo palio; además la gran base sociológica del catolicismo en nuestro país apoya el legado histórico de la dictadura franquista; en lo que sí está interesada la Iglesia es en falsificar y manipular la historia y en blanquear su papel y presentarse como una institución que luchó en el tardofranquismo por la democracia y amparó a la oposición clandestina. La iglesia es maestra en este tipo de manipulación histórica. Lo mismo que el papa Francisco un personaje que colaboró y participó directamente en la represión de curas obreros en la dictadura de Videla y en el secuestro de niños y ahora se está financiando películas en la que aparece poco más o menos como un luchador de la resistencia: ¡El mundo al revés!

La Iglesia católica en España inmatriculó un total de 34.961 bienes desde 1998 hasta 2015”, según informes recientes, engordando un patrimonio considerable. ¿Qué opinas de este tema que apenas ha salido en los medios de comunicación, y a que crees que es debido el escaso eco que ha tenido?

La Iglesia Católica, contrariamente a lo que predica, ha sido una pésima conservadora del patrimonio histórico de raíz religiosa, contribuyendo de mil maneras a su expolio. Si el patrimonio histórico de raíz religiosa ha podido ser conservado con criterios modernos, ha sido por la intervención del Estado, CCAA o Ayuntamientos, que han invertido mucho dinero y medios en la conservación. Es curioso que, pese a esas intervenciones, la Iglesia Católica siga recaudando dinero en los templos monumentales, revertiendo esas recaudaciones no a la conservación del templo o del inmueble religioso, sino a actividades diversas de la Iglesia Católica.

Desde la perspectiva de un laicismo institucional y de una concepción moderna del patrimonio histórico, todos los bienes con valor cultural histórico de raíz religiosa deberían ser de titularidad exclusiva, por ley, del Estado o las Comunidades Autónomas-incluyendo el patrimonio documental-, pudiendo el Estado u organismos públicos autorizar un uso controlado litúrgico o de culto de esos lugares o de los bienes muebles. Nadie puede negar que el mejor uso que puede tener un templo sea el litúrgico y cultual, pero en la medida en que la práctica religiosa se extingue los templos quedan vacíos y las liturgias no se practiquen, ese uso es ya imposible. Es inaudito, en nuestro país, que, por ejemplo, templos de otras religiones como la mezquita de Córdoba o la sinagoga Santa María la Blanca en Toledo sean de titularidad de la Iglesia Católica y que su conservación y uso estén determinados por la posición de tal o cual arzobispo y que incluso se haya llegado a prohibir liturgias judías o musulmanas en estos templos.

Después de la barbaridad de las inmatriculaciones de los monumentos nacionales en los registros de la propiedad, no se trataría de batallar, una por una, la titularidad de tal o cual bien del patrimonio histórico cultural, sino de promulgar un instrumento jurídico que sea adecuado y eficaz para la declaración nula de todas esas inscripciones de titularidad ilegítimamente realizadas. Pero se trataría, además, de ir un poco más allá impulsando una reforma de la ley del patrimonio histórico en la cual se exprese con total claridad la titularidad pública del patrimonio histórico de raíz religiosa y la posibilidad de la afectación para uso religioso de tal o cual templo. La idea y concepción actual, de la cual beben todas las leyes de patrimonio de las CCAA y los propios Acuerdos con la Santa Sede de 1979, es justo la contraria, ya que se considera que las propiedades de los bienes históricos culturales de las instituciones eclesiásticas son de la Iglesia Católica y que para su conservación se obliga al Estado a pactar o convenir con ella; es una concepción que bebe del nacionalcatolicismo. Lo que se propone es una concepción moderna del Patrimonio histórico de raíz religiosa como en la gran mayoría de los estados europeos y diría del mundo donde los monumentos religiosos forman parte del dominio publico .Ahora, en España, se abre la oportunidad de incorporar definitivamente al dominio público todo el patrimonio histórica de raíz religiosa, incluyendo no solo los bienes inmuebles, sino también los bienes muebles y documentales hoy diseminados y mal conservados, como demostró el extraño caso del secuestro del Códice Calixtino,  y evitando  cualquier intento de exigencias indemnizatorias, como ya hizo la iglesia en el siglo XIX en  el momento de las desamortizaciones; porque quizás haya sido este el afán de la  Iglesia Católica al registrar a su nombre hasta la mezquita de Córdoba. Este asunto debería tratarse de forma totalmente apartidista y desideologizada, pero en nuestro país es imposible y tanto el gobierno como la oposición han sucumbido a las exigencias de la Iglesia católica. Como dijo el escritor Julio Llamazares después de haber visitado las principales catedrales de nuestro país: “la Iglesia católica ha secuestrado nuestras catedrales”.

La iglesia sigue financiándose a través de lo que recauda con el IRPF, ¿es esto compatible con un estado aconfesional?

No; es totalmente incompatible. La ley de 1905 en Francia de separación Iglesia Estado, que es un hito en la legislación histórica del laicismo, establece que el Estado es laico porque no reconoce ninguna religión oficial y no financia a ninguna. Todo lo contrario, a la Constitución del 78 que obliga a los poderes públicos a colaborar con la Iglesia católica. La famosa casilla de la cruz de la iglesia católica en el IRPF es un impuesto que se paga seas o no católico. La iglesia ha recaudado solo por este impuesto, en los últimos cinco años, 1.500 millones de euros y cerca de 700 millones por la de “otros fines sociales”. Es curioso que cada año hay menos contribuyentes que ponen la X católica pero ya la Iglesia se encargó de presionar a Zapatero para que subiera el porcentaje de la recaudación del 0,5% al 0,7% algo verdaderamente vergonzoso y que Zapatero accedió para garantizar la “paz social” en las calles ya que durante su gobierno los obispos se lanzaron a las calles para deslegitimar el gobierno en alianza con la derecha política buscando una especie de golpe blando.

La iglesia española recibe en subvenciones y contribuciones estales –directas o indirectas- cerca de 12.0000 millones de euros y solo en los colegios de primera y secundaria recibe 4000 millones. Es una iglesia dopada de dinero público y tanto dinero genera multitud de intereses y complicidades. Además, se habla mucho de los paraísos fiscales en Panamá, pero la Iglesia católica al igual que todas las religiones son el paraíso en la tierra para el blanqueo de dinero sucio y lo preferido para la evasión fiscal. En nuestro país el caso más escandaloso de defraudación fiscal fue el de GESCARTERA donde los principales impositores del fondo eran órdenes religiosas y donde el director del chiringuito había sido, ni más ni menos, el Secretario de Estado de Hacienda.

Fuente: https://nuevarevolucion.es/entrevista-a-antonio-gomez-movellan-la-gran-base-sociologica-del-catolicismo-en-nuestro-pais-apoya-el-legado-historico-de-la-dictadura-franquista/