Durante décadas, las mujeres de todo el mundo han resistido el patriarcado, la cultura y las instituciones que lo producen. Pero ¿dónde están sus aliados? En EE.UU., las imágenes hiper-sexualizadas de mujeres dominan las campañas publicitarias de las compañías Fortune 500. Las representaciones cinematográficas de las mujeres no han mejorado desde la década de 1950. […]
Durante décadas, las mujeres de todo el mundo han resistido el patriarcado, la cultura y las instituciones que lo producen. Pero ¿dónde están sus aliados?
En EE.UU., las imágenes hiper-sexualizadas de mujeres dominan las campañas publicitarias de las compañías Fortune 500. Las representaciones cinematográficas de las mujeres no han mejorado desde la década de 1950. Y la industria de la pornografía, ahora más violenta y explotadora que nunca, hace más dinero que Hollywood.
De hecho, la noción de que los hombres deben dominar, humillar, acosar, violar o agredir mujeres se refuerza constantemente en la sociedad moderna de Estados Unidos y su cultura. Dicho esto, los campus universitarios son uno de los peores sitios. Y no sólo estoy haciendo referencia a las formas frívolas de acoso, sino también a la violación, el asalto violento y el asesinato.
En consecuencia, la universidad estadounidense es un importante campo de batalla político, cultural e ideológico en la constante guerra contra la Mujer. Sin embargo, las universidades representan sólo un segmento de esa guerra más grande contra la Mujer, una guerra que ha cobrado innumerables vidas y que ha destruido muchas otras, una guerra que llega a cada rincón de la sociedad estadounidense.
Vida en el campus
Recientemente, varias fraternidades se han fotografiado mostrando pancartas altamente degradantes y ofensivas desde los balcones de sus casas de fraternidad. En la Universidad de Virginia, las pancartas decían: «Espero que tu hijita esté lista para pasar un buen rato», «dejar aquí a hijas novatas» y «Adelante, deja aquí a tu mamá también». En la Universidad Estatal de Ohio, las pancartas decían: «Guardería para Hijas», «El Plan B es el Plan A» y «El sofá se puede sacar, pero nosotros no lo sacamos».
Sin embargo, estos acontecimientos representan sólo la punta del iceberg. Por desgracia, las estudiantes sufren mucho más que formas de acoso degradantes en los campus universitarios – se enfrentan a situaciones de vida o muerte regularmente.
Por ejemplo, un estudio reciente «encontró que el 25 por ciento de las mujeres jóvenes experimentan ‘incidentes sexuales no deseados’ en la universidad». Otro estudio indica que casi el 20 por ciento de las estudiantes universitarias han sido «violadas», mientras estudiaban pregrado. Por supuesto, estos números son artificialmente bajos ya que sólo el 25 por ciento de las agresiones sexuales perpetradas contra las mujeres son reportados a las autoridades correspondientes. Además, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, «Más del 30 por ciento de las estudiantes dicen que han sufrido violencia doméstica con una pareja anterior». Sin embargo nada de esto es nuevo, las universidades norteamericanas y fraternidades masculinas tienen una larga historia de violencia y acoso.
¿Debería sorprendernos?
Creciendo en los Estados Unidos, la universidad siempre se consideró un ambiente de fiesta, un lugar para conocer alumnas, beber grandes cantidades de alcohol y asistir a eventos deportivos. La mayoría de mis amigos de la infancia no estaban preocupados por los préstamos académicos o estudiantiles. No les importaba que la universidad ofrezca el mejor programa para sus campos particulares de estudio. En resumen, querían asistir a la universidad con las mejores fiestas y las chicas más guapas.
Sin duda, estas ideas no surgen orgánicamente: las semillas fueron plantadas por la cultura pop estadounidense. Películas, programas de televisión, libros y revistas representan la vida universitaria como una fiesta y una orgía interminable. Desde la clásica película de Hollywood de 1970, «Animal House», a su equivalente moderno, «Old School», se anima a los estudiantes en edad universitaria a acosar casualmente, objetivar, y tratar con indiferencia a las mujeres. En este contexto cultural las mujeres tienen un solo propósito: someterse a los deseos y necesidades de los estudiantes varones.
Clubes para chicos
Como era de esperar, algunos de los peores lugares para esto son los clubes para chicos: militares, policiales, fraternidades, etc. Estas entidades son generadoras profesionales de actitudes sexistas y comportamientos violentos hacia las mujeres.
En el ejército, para referirse a las mujeres marines se usa el término «WMs» o «Colchones Caminantes». Nuestros instructores y gurús de formación de infantería utilizan los términos «coños», «faldas» y «basureros de semen» al referirse a las mujeres. Por lo tanto, no debemos sorprendernos de que más de 1/5 de mujeres veteranas reporten algún trauma sexual militar (MST). Al igual que las mujeres en los campus universitarios, muchas mujeres veteranas no registran sus experiencias traumáticas.
La historia es similar para mujeres policías en los Estados Unidos, por ejemplo, «En Miami Beach al menos 16 oficiales de policía – incluyendo dos ex funcionarios de alto nivel – están bajo investigación por cientos de correos electrónicos racistas, pornográficos y ofensivos enviados entre 2010 y 2012». Los correos electrónicos lascivos e inquietantes fueron descritos como «comportamiento juvenil» por la abogada estatal Katherine Fernández Rundle, quien describe una «mentalidad de vestuario» en la policía, fomentada por el ex jefe de la policía de Miami Beach, Raymond Martínez.
Una vez más, nada de esto es nuevo. Ya en 1993 «Los Angeles Times» informó que Gary Herron, un instructor de defensa personal para mujeres policías en el Condado de Orange, entregó una cinta de vídeo de una bailarina realizando striptease «en las instalaciones de entrenamiento de un Sheriff del Condado de Orange»,al programa de televisión «A Current Affair».
Según «Los Angeles Times», Herron»se mostró más preocupado por la cinta de vídeo después de escuchar las historias de mujeres en su clase que dijeron que habían sido abusadas y violadas, y sobre la investigación del Departamento de Policía de Irvine sobre un supuesto club sexual formado por los agentes en sus instalaciones».
Una vez más, las fraternidades universitarias no son diferentes. Jessica Valenti, escribiendo para el «Guardián», señala que: «No se trata de anomalías o manzanas podridas: numerosos estudios han encontrado que los hombres que se unen a las fraternidades tienen tres veces más probabilidades de violar, y que mujeres en las hermandades de mujeres están un 74 por ciento más propensas a experimentar violación que otras mujeres de la universidad, y que una de cada cinco mujeres serán asaltadas sexualmente en los cuatro años de escuela».
Es evidente que las instituciones que son dominadas por los hombres y creadas dentro de una cultura basada en la dominación masculina producirán resultados terribles, a menudo mortales para las mujeres.
Toda la perspectiva
Las estadísticas que destacan la Guerra Contra la Mujer son alarmantes en el mejor de los casos, y absolutamente aterradoras en el peor. Por ejemplo, como refleja Alanna Vagianos, «el número de soldados estadounidenses muertos en Afganistán e Irak entre 2001 y 2012 fue de seis mil cuatrocientos ochenta y ocho. El número de mujeres estadounidenses que fueron asesinadas por sus parejas presentes o pasadas, durante ese tiempo fue deonce mil setecientos sesenta y seis»
Vagianos también señala que tres mujeres son asesinadas diariamente en los Estados Unidos por su pareja actual o anterior. Más de 38 millones de mujeres en los Estados Unidos «han experimentado violencia física por parte de su pareja durante sus vidas». Y 40-45 por ciento de las mujeres que están en relacionesfísicamente abusivas serán violadas o sexualmente asaltadas por su pareja.
Por supuesto, los números son peores para discapacitadas, lesbianas, transexuales, mujeres negras, Latinas e indígenas, ya que son desproporcionadamente violadas, asesinadas, acosadas y agredidas por sus parejas actuales o anteriores.
De hecho, el ciclo de violencia se va perpetuando, según los informes de la Organización Mundial de la Salud, «En el mundo entero, los hombres que estuvieron expuestos a violencia doméstica cuando eran niños son de tres a cuatro veces más propensos a cometer actos de violencia contrasu pareja cuando son adultos, en comparación con hombres que no experimentaron abuso sexual de niños».
¿Dónde están los hombres buenos?
Es difícil argumentar que 38 millones de mujeres por desgracia se involucraron con «algunas manzanas podridas». Sin duda hay un problema fundamental en la sociedad y la cultura estadounidense cuando más mujeres son asesinadas en el país que la cantidad de soldados muertos en las guerras en el extranjero.
Claramente, toca a los hombres rechazar la cultura patriarcal. Durante décadas las mujeres de todo el mundo, incluidas las de los Estados Unidos, han resistido el patriarcado, la cultura y las instituciones que lo producen. Pero ¿dónde están sus aliados? ¿Acaso los hombres tienen miedo de hablar cuando sus compañeros varones se comportan de maneras tan inaceptables? Así parece.
En resumen, los hombres deben vigilar a los hombres. Es su responsabilidad, no de las mujeres, el cambiar estas dinámicas sociales, culturales y políticas. Mientras más pronto los hombres logren deconstruir el culto a la masculinidad, más rápido podremos crecer como sociedad.