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85 aniversario de la fundación del PCE

La historia del PCE y su papel hegemónico en los principales conflictos sociales, políticos y culturales en la España del siglo XX

Fuentes: Mundo Obrero

Promotor y actor principal de buena parte de las luchas políticas y de los movimientos sociales habidos durante la historia contemporánea española, el PCE en sus ochenta y cinco años de existencia cuenta con una trayectoria combativa prácticamente única entre las fuerzas políticas de la izquierda. Aunque buena parte de la historiografía académica haya puesto […]

Promotor y actor principal de buena parte de las luchas políticas y de los movimientos sociales habidos durante la historia contemporánea española, el PCE en sus ochenta y cinco años de existencia cuenta con una trayectoria combativa prácticamente única entre las fuerzas políticas de la izquierda. Aunque buena parte de la historiografía académica haya puesto especial empeño en marginar la historia del comunismo español y de su propia dirigencia y militantes, resulta a todas luces complicado explicar el propio devenir de nuestro pasado sin entender el papel hegemónico, en muchas etapas, que tanto el Partido como sus Juventudes han tenido en los principales conflictos políticos, sociales y culturales durante el siglo XX. El peso determinante jugado por el PCE obliga a analizar la historia política y social contemporánea de nuestro país en relación con el Partido.

Parece adecuado comenzar explicando como este carácter de fuerza política hegemónica (siempre refiriéndonos claro está a los partidos y movimientos socialistas) se forjó, paso a paso, y etapa por etapa, en un frente de lucha en el que el PCE no ha dejado nunca de poner especial empeño: sus políticas de alianza y estrategias unitarias con otras fuerzas políticas y sociales. Izquierda Unida – por emprender el relato por el final no sólo forma parte de este frente de lucha en el que el Partido ha invertido desde su nacimiento buena parte de sus recursos, sino que por sí mismo configura la construcción de un movimiento político y social, que por un lado recoge muchos de los proyectos planteados desde su fundación para la reunificación o creación de bloques unitarios entre las fuerzas de izquierda; a la par que planteó un modelo de intervención política y electoral, que supuso una innovadora respuesta a la crisis a las que se vieron sometidos los partidos comunistas europeos en los ochenta. Y es que precisamente las políticas de alianza del PCE se han caracterizado no sólo por estar en consonancia con los tiempos, sino por la definición de proyectos a largo plazo, que sin obviar la necesidad de alcanzar metas coyunturales, abrieran un espacio propio para avanzar en la consecución de sus aspiraciones partidarias. Desde la Unión Nacional Española a principios de los cuarenta, pasando por la Política de Reconciliación Nacional a mediados de los cincuenta, hasta la propia creación de la Junta Democrática en la Transición, estrategias que encajan en la línea de crear frentes de lucha unitarios en contra de la Dictadura.

El PCE como el «Partido del Antifranquismo» no puede explicarse sin entender el bagaje y la herencia que había cosechado a través de su actuación durante la Guerra Civil, en donde se transformaría en el «Partido de la Guerra», por utilizar la expresión del historiador Rafael Cruz. Desde su decidida apuesta por la configuración del Frente Popular -que ya contaba con experiencias previas como en el caso de Málaga en las elecciones de 1933- hasta el fin del conflicto, el PCE no sólo crecería como fuerza política, sino que cimentaría las bases de su papel hegemónico entre las fuerzas de izquierda transformadoras sobre la base de un proyecto político preciso en esa coyuntura,-ganar la Guerra, después la Revolución-, a su férrea disciplina organizativa, y en definitiva, a su capacidad tanto de aglutinar como de dirigir, en gran medida, un heterogéneo conjunto de fuerzas que reflejaban la pluralidad ideológica que caracterizó a la II República.

La relación entre la historia del movimiento obrero y la trayectoria del PCE durante el siglo XX nos ofrecen un segundo frente de lucha en donde el comunismo, a través de diferentes estrategias y métodos, ha tratado de jugar un papel central. Desde la propia concepción de ser el «representarte legitimo de los intereses de la clase obrera», el Partido a partir de la reorientación estratégica del año 1948, entendió la necesidad de dotarse de una nueva línea de actuación sindical -desdibujada durante la II República al carecer de un referente sindical directo-, que combinará la acción de masas dentro de las organizaciones del régimen como mejor vía para luchar contra el franquismo. Así pues desde la propia infiltración en el Sindicato Vertical a la creación de la Oposición Sindical Obrera (OSO) primero, y posteriormente con la constitución de CCOO -referente mayoritario del comunismo español- estos hechos dibujan a grandes rasgos el trabajo del PCE en un movimiento obrero cuyo protagonismo fue y es determinante en la configuración de las relaciones capital-trabajo. Es esta una historia de una relación no exenta de conflictos marcados, en muchos casos, por el papel de liderazgo y hegemonía del PCE en el mismo.

Un tercer frente de lucha caracterizado por importantes encuentros y desencuentros, ha sido la vinculación del PCE con el mundo de los intelectuales. Encuentros determinados en un gran número de ocasiones cuando el PCE era, o bien uno de los referentes centrales en las trincheras, y a posteriori el «Partido del Antifranquismo», lo que le granjearía no sólo un amplio respaldo de la comunidad intelectual, sino una comprometida militancia por parte de los sectores más conscientes de la sociedad. Relación que el PCE a lo largo de su historia no sólo cultivó, sino que además fomentó directamente, en tanto se entendía y entiende al proyecto comunista como un frente de lucha cultural. Pero como adelantábamos sería a partir de los años ochenta en donde se comenzaría hablar de la consolidación democrática, y en un contexto internacional influenciado por la caída del llamado socialismo real, cuando este frente quedaría parcialmente desdibujado con la salida de numerosos intelectuales del Partido, en sintonía con la crítica cultural dominante anticomunista.

Aunque los frentes en los que el PCE y las Juventudes Comunistas han tenido un protagonismo central son muchos más amplios, las políticas de alianza, las relaciones con el movimiento obrero y los intelectuales dan buena cuenta de ese papel de promotor y actor del que hablábamos, y que han llevado al Partido Comunista, ochenta y cinco años después de su Fundación, a convertirse en un referente central de la historia española. Con victorias y derrotas, la historia del PCE y de sus militantes nos ayuda a explicar la historia de un país en donde el peligro comunista fue un argumento esgrimido persistentemente por las fuerzas reaccionarias, a la par que nos permite delinear algunos de los momentos más sobresalientes de las luchas políticas y sociales por transformar la realidad, y cambiar el curso de nuestro pasado, presente y futuro.

* Sección de Historia del PCE de la FIM