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La Iglesia, la Mesa y el condón

Fuentes: Rebelión

Quizá este artículo está ya pasado de moda. Sí, es así: las cosas pasan a la velocidad que marca la moda. Es esta la que impone los tiempos de la información, sitúa los temas de discusión y preocupación social, etc. Y es que los elementos de debate público lo son también de consumo. Triste pero […]


Quizá este artículo está ya pasado de moda. Sí, es así: las cosas pasan a la velocidad que marca la moda. Es esta la que impone los tiempos de la información, sitúa los temas de discusión y preocupación social, etc. Y es que los elementos de debate público lo son también de consumo. Triste pero cierto: los medios de comunicación formales lo son más bien de despistaje de la opinión. Pero aún así no me resisto a la tentación y saco a relucir un tema ya viejo y aunque no sea tema de discusión social de primer plano, no deja de estar en el fondo del debate político y social del Estado español, del que nos guste o no formamos parte.

Imagino a la curia española sentada alrededor de una robusta mesa, larga y majestuosa. Posiblemente de alguna preciada madera ya muy difícil de conseguir, y sobre ella, en el mismo centro, El Objeto: ¡un condón! Se hablará acerca de la utilización de este diabólico instrumento de látex llamado preservativo. Los evangelios prohíben expresamente su uso, según parece. Aunque cuando se escribiera este sagrado libro el diablo andara en otros menesteres.

Como todos sabemos, lo divino está por encima de lo terrenal y nosotros, los que no seguimos sus dogmas, no somos más que pobres mortales, desviados inmorales que nos entregamos pecaminosamente al sexo, sin hacer acto alguno de constricción. Seres que caemos ante los ofrecimientos del cuerpo y se nos olvida que si estamos dotados de órganos genitales es sólo y exclusivamente para recrear vidas a imagen y semejanza de Dios; del dios de los católicos por supuesto.

Todo lo demás es inmoralidad, agravio a Dios. Es sucumbir al pecado y al encantamiento demoníaco del amor carnal. ¿Que hay una terrible enfermedad en el mundo que se propaga, y que sería evitable en gran medida mediante el uso de este saquito de látex para el pene?… Pues no, mire usted, pues tampoco; eso es una inmoralidad imperdonable que los hombres y mujeres de buena voluntad no deben aceptar bajo ningún concepto. Ya lo decía el propio Santo Padre que en su gloria esté: ¡ABSTINENCIA!

Y si hablamos de la homosexualidad, que por cierto también es una animalada que te cambas… Bueno, bueno, de eso mejor ni hablamos: peras con manzanas, ya saben, que al final todo vale. En definitiva, que todos somos unos pecadores irremediables llenos de vicios.

El ejemplo más claro de la sana moralidad a seguir lo tuvimos en Galicia. Recordemos como Don Manuel Fraga, ejemplo vivo del Nacional Catolicismo y por tanto persona de buena moral, defensor de los «auténticos valores de cristianos», afirmaba: «nunca me he puesto condón y espero morirse sin hacerlo». En fin… También aseguraba que no había peligro de radiación en Palomares, o no tener nada contra los homosexuales, «que se les va a hacer si nacieron así los pobres, con esa malformación…» decía. También decía que la marea negra del Prestige no era tal, que si era una confabulación… De locos, pero eso también es otro tema.

Así que volvamos al disparate colectivo y medievo en el que está instalada la Santa Madre Iglesia y también la derecha española más rancia… –me pregunto si tendrán algo que ver–. Obviedades aparte, creo que es hora de hacer frente a la desfachatez y comenzar a denunciarles ante la opinión pública, también los tribunales, por atentar contra la salud pública, contra el derecho fundamental, contra la dignidad humana y la libertad de las personas.

También posiblemente habría que denunciar el atentado cometido contra la madre naturaleza, ya que la mesa de la reunión curiana, ¿recuerdan, en el segundo párrafo de este texto? quizá esté hecha en exclusiva para la Conferencia Episcopal Española con madera proveniente de la tala ilegal de algún árbol, ejemplar casi único, de un bosque protegido en algún país «en vías de desarrollo». Pero esto sólo me lo imagino, que seguro no es exactamente así.

Y estos son los que nos quieren imponer a todos sus valores, sus dogmas, sus intereses también, su modelo de familia. No importa que seamos creyentes o no creyentes, seamos católicos o no; a todos. Así les va.

* Miguel Mata Betancor es militante de UNIDAD DEL PUEBLO en Telde (Canarias)