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La inflación y la guerra de Bush

Fuentes: Prensa Latina

Expertos y miembros de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos expresaron durante la semana sus preocupaciones por la inflación y las perspectivas de la economía norteamericana. Para Janet Yellen, presidenta del banco de la Fed de San Francisco, los riesgos inflacionarios están vigentes, aún cuando se entiendan como bien posicionadas las tasas de interés, […]

Expertos y miembros de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos expresaron durante la semana sus preocupaciones por la inflación y las perspectivas de la economía norteamericana.

Para Janet Yellen, presidenta del banco de la Fed de San Francisco, los riesgos inflacionarios están vigentes, aún cuando se entiendan como bien posicionadas las tasas de interés, con la finalidad de bajar los precios.

También el presidente de la Fed de Dallas, Richard Fisher, afirmó que existen peligros de desvalorización monetaria si los cambios esperados en los precios no ceden como se espera.

El mismo vicepresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Donald Kohn, dejó la duda entre sus oyentes en una reunión con inversionistas, cuando dijo que esperaba la solución de los desequilibrios financieros internacionales por sí mismos.

La expresión de Kohn asumía las relaciones entre esas inestabilidades mundiales con el curso futuro de la economía norteamericana y de sus problemas internos.

Pero fueron las propias notas del Comité del Mercado Abierto de la Fed, cuando se dieron a conocer a la prensa, las que introdujeron la incertidumbre durante la semana.

Los textos dejaban claro que persiste preocupación por lo incompatible de los datos con la supuesta tendencia a la baja en la inflación subyacente de Estados Unidos.

Sucedió, en cambio, que los miembros de la institución monetaria estadounidense entendieron innecesario informar sobre sus inquietudes después de discutir el asunto durante dos días.

En realidad había motivos para el nerviosismo, porque la inflación avanzó 0,3 por ciento contra la previsión de 0,2, y en una economía como la de Estados Unidos esa pequeña diferencia, sin embargo, tiene un fuerte significado.

Opinión de economistas es que la tasa actual de inflación, marcando por encima de dos por ciento, se encuentra en el límite superior y se deben tomar medidas para evitar continúe en ascenso.

Pero los funcionarios del Gobierno expresan sus opiniones solamente en cuanto a detalles técnicos y monetarios y no en relación con el enorme déficit fiscal y del esfuerzo económico en acciones bélicas.

Hasta un país como Estados Unidos, con todo su potencial macroeconómico, siente los efectos de acciones como las que sostiene la Casa Blanca en Afganistán e Iraq.

La propuesta de gasto en defensa recientemente presentada por el presidente George W. Bush incluye 624 mil millones de dólares, lo que significa un aumento de 62 por ciento en relación con el 2001, el primer año de su gobierno.

De ese modo, uno de cada cuatro dólares de los impuestos que pagan los estadounidenses anualmente tendrá como destino los gastos de guerra.

Pero, según las argumentaciones gubernamentales, esa abultada cantidad de dinero no estaría destinada a las operaciones militares de la llamada lucha contra el terrorismo en Iraq y Afganistán, ni al envío de más tropas a la región.

Fondos adicionales de 93 mil millones para este año fiscal y de 141 mil para 2008, sumados a otros 70 mil millones previamente aprobados por el Congreso, costearían el mantenimiento del contingente militar en tierras asiáticas.

Si se suman esas cifras entonces el gasto por concepto de guerra se eleva hasta 683 mil millones de dólares y la proporción de impuestos pagados por cada ciudadano para financiar la guerra aumenta a dos dólares con 27 centavos.

El déficit comercial con China y otros países asiáticos, las dificultades inherentes al sistema financiero internacional y los cambios monetarios de divisas menos productivas por otras más fuertes, adicionan tensiones sobre la economía estadounidense.

Los expertos del Grupo de los Siete (G-7) ven con preocupación el uso del yen para comprar libras esterlinas y otros signos monetarios de más rendimiento, y el dólar, en fin de cuentas, como sostén de la armazón financiera internacional siente los efectos de la especulación.

Peligros de desestabilización del sistema financiero internacional, indican los expertos, pueden ocurrir de continuar el manejo de monedas cotizadas por debajo de sus potencialidades para obtener otras de mayor capacidad.

En ese contexto, perfectamente conocido por los expertos de la Reserva Federal, es comprensible que la preocupación por la inflación en Estados Unidos se posesione de sus funcionarios y de muchos economistas.