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Mesa redonda

La izquierda y las revoluciones árabes

Fuentes: ContreTemps

Traducido para Rebelión por Carmen García Flores

Las revueltas y las revoluciones que se han llevado a cabo en el mundo árabe han supuesto un hito en esta región. Más allá de los análisis que insisten en las movilizaciones espontáneas de jóvenes, las redes sociales o la eventual marginalidad de los islamistas, ¿cual ha sido el rol que ha jugado la izquierda árabe y sus militantes? Este es el tema de la mesa redonda que ha tenido lugar el sábado 15 de octubre de 2011 en el Lieu-dit.

Cédric Durand, revista Contretemps

Buenos días a todos.

Quiero agradecerles su presencia en este bonito y acogedor lugar; y es para mí un placer presentarles a las cinco personas que han aceptado participar en esta mesa redonda, en el orden en el que intervendrán.

-Gilbert Achcar profesor de desarrollo y relaciones internacionales en School of oriental and African Studies (Universidad de Londres)

La evolución de la izquierda árabe en el siglo XX: crisis, marginalidad y perspectivas

-Mounia Bennani-Chraïbi, Profesora asociada en el Instituto de Estudios Políticos e internacionales (Universidad de Lausana).

El movimiento del 20 de febrero en Casablanca: entre herencias e innovaciones

-Pénélope Larzillière, socióloga, investigadora en el Instituto para la investigación para el Desarrollo (IRD)

¿De la izquierda a las ONG? Recorridos militantes y evolución de los modos de acción

-Didier Monciaud, historiador investigador asociado en GREMAMO (París 7)

Las izquierdas egipcias y el proceso y el proceso revolucionario egipcio (2012)

-Christophe Aguiton, militante internacional (ATTAC)

Revoluciones y tecnologías de la comunicación

A menudo, se ha hecho hincapié en una juventud movilizada gracias a las nuevas tecnologías, Internet, Facebook, como elemento-clave de los movimientos árabes. Hemos querido aproximarnos a esta cuestión de manera un poco crítica y nos hemos preguntado si no hay otros conocimientos, otras redes que se han movilizado. En particular la cuestión de la izquierda, el savoir-faire de los militantes de la izquierda, de la manera en que ha podido o no integrarse en los procesos revolucionarios.

La segunda cuestión que nos interesa, especialmente hoy, trata sobre lo que la izquierda ha podido aprender en todo este proceso y más particularmente sobre los vínculos eventuales entre estos procesos revolucionarios por una parte y por otra entre la ola de movilizaciones de indignados y de Occupy.

Gilbert Achcar comenzará por dar un repaso histórico sobre el lugar de la izquierda en el mundo árabe y proseguiremos a continuación con los otros participantes para tratar sobre los movimientos actuales.

La evolución de la izquierda árabe en el siglo XX: crisis, marginalidad y perspectivas

Gilbert Achcar

A partir de las dos guerras, y sobre todo después de la segunda Guerra Mundial y la Nakba (desastre en árabe, término que hace referencia al éxodo palestino de 1948) hemos visto afirmarse en el mundo árabe al igual que en el Tercer Mundo, dos componentes de la izquierda: un componente stalinista ligado orgánicamente a la Unión Soviética y un componente nacionalista populista. Estos dos componentes han conocido una fuerte divergencia en la región a raíz de la Nakba y la creación del Estado de Israel apadrinado, de hecho, por la Unión Soviética. Esto ocasionó una fuerte ruptura entre el movimiento comunista stalinista de una parte y el nacionalismo de otra, incluidos los nacionalismos que se situaron claramente a la izquierda, como fue el caso del partido Baas fundado en lo años cuarenta del siglo pasado, un partido «nacionalista árabe» (panárabe) de izquierda que se consideraba socialista y que degenera, considerablemente, después de los años sesenta.

La ruptura entre el movimiento comunista, después de 1948 en particular, y los movimientos nacionalistas va a acentuarse primeramente con el surgimiento del «nasserismo» que va a crear un polo de atracción mayor para la región después de la nacionalización del canal de Suez en el año 1956 y la unión sirio-egipcia en el año 1958. Sin embargo, el régimen naseriano conocerá una radicalización expectacular a partir de 1961, un poco a la manera de la trayectoria cubana, salvo que no había adoptado el marxismo-leninista sino solamente una proclamación del socialismo con las nacionalizaciones muy poderosas que no han dejado de provocar debates sobre la naturaleza de estos regímenes (Moscú los clasifica bajo la rúbrica de «la vía del desarrollo anticapitalista»). Los comunistas del mundo árabe terminaron por sumarse a la corriente naseriana, incluso se fundieron con ella como le ocurrió al mismo caso egipcio.

Este modelo naseriano se va a reproducir en la mayor parte de los países de la región durante los años sesenta: Siria, Irak, Yemen, Argelia. Hay que añadir los movimientos como USFP en Marruecos, que se sitúan a la izquierda de la corriente con un nacionalismo radical,que se reconoce en la perspectiva de las luchas tricontinentales como las que se desarrollarán en el curso del mismo periodo con Vietnam y Cuba. Hubo, pues convergencia entre estos nacionalismos y la Unión Soviética, dado que Moscú los mantuvo contra las potencias occidentales con las cuales estaba en confrontación directa, como fue el caso de Egipto en el momento de la agresión tripartita (Francia, Gran Bretaña e Israel) que siguió a la nacionalización del Canal de Suez. El movimiento nacionalista de la región se va a alinear tras los gobiernos nacionalistas a pesar de que se traten de dictaduras militares y policiacas.

La derrota árabe en la guerra árabo-israelí en junio de 1967 constituirá un hito mayor en la historia de la izquierda regional. La radicalización de la juventud que se aprecia a escala mundial en el año 1968 fue provocada en el mundo árabe por la guerra de 1967. No es 1968, sino 1967 el año del gran radicalismo de la región: por un lado la derrota de los regímenes árabes y por otra el ascenso de la resistencia palestina que incluye un ala izquierda que se autoploclama marxista.

Esto va a tener un efecto directo en la juventud que es común a los movimientos estudiantiles de 1968. Como en otros lugares, este radicalismo se nota con el surgimiento de una nueva extrema izquierda o más bien de nuevas extremas izquierdas, maoistas, semi-maoistas, troskistas, etc. El final de la década de los sesenta y el comienzo de la década de los setenta experimentan un ascenso bastante fuerte de estos nuevos movimientos. Algunos países consiguen crear organizaciones de una cierta amplitud, pero fracasarán al final como posibles alternativas. Claro que hubo mucha represión en algunos países, pero las carencias políticas fueron más determinantes.

En los países donde las condiciones son particularmente abiertas como es el caso de Líbano o Jordania, incluso los mismos palestinos, la nueva izquierda radical, tras aparecer con fuerza se alinea con las directrices nacionalistas burguesas ya sea al-Fatah de Yasser Arafat o Kamal Joumblat, después su hijo Walid, en el Líbano. La nueva extrema izquierda que había surgido de entre las filas de nacionalistas o comunistas modifica su trayectoria a partir de mediados de los años setenta renunciando de hecho a construir una alternativa de clase, revolucionaria, y se someten a las directrices burguesas.

Evidentemente durante este mismo periodo, la competencia se va a intensificar con otra consecuencia que se percibía en 1967, como fue el fracaso de los regímenes nacionalistas: el ascenso del integrismo islámico que va a experimentar un empuje formidable con la victoria de la revolución iraní en 1979. Conjugado con las carencias de la izquierda y de la extrema izquierda, la «revolución islámica» iraní va a dar credibilidad a la corriente política integrista. Esto va a desembocar, de manera creciente a partir de los años ochenta y en los decenios siguientes, en la contestación de masas contra los regímenes o la hegemonía occidental que caerá bajo la hegemonía de los movimientos integristas.

A esto se añade el choque de la primera guerra de los Estados Unidos contra Irak en 1990-91, la primera guerra americana del Golfo y también, por supuesto, la caída de la URSS que supuso un golpe muy duro para la región cuyo referente era, de manera predominante, la Unión Soviética. La crisis es muy profunda y los años noventa serán unos años de decadencia de todo lo que parecía la izquierda en la región por lo que los integristas ocuparon el lugar que esta decadencia de la izquierda les dejaba de manera más abierta por la captación del potencial de la protesta popular.

En este contexto general se ven los signos de un nuevo giro que se dibuja a partir del año 2000 con un ascenso de las luchas sociales como consecuencia de las transformaciones neoliberales en el conjunto de la región. El giro neoliberal ha comenzado demasiado temprano en Oriente Medio, notablemente en Egipto. Antes incluso de que comenzara a escala mundial, las orientaciones en esta dirección han sido impulsadas por las instituciones financieras internacionales en favor del desmantelamiento de la economía estatal con, entre otras, la creación de zonas francas industriales y comerciales. Estas reformas económicas han acarreado una gran inflación cuyo único resultado será el boom petrolero que conocerá la mayoría de las poblaciones de la región. La subida de los precios pesará cada vez más sobre el nivel de vida, a pesar de la emigración o la repatriación de salarios que disminuyen los efectos.

En la mayoría de los países de la región, un ascenso de las luchas sociales va a preceder a los movimientos de hoy en día. Los cuales no son sorprendentes por ellos mismos sino por la forma y la amplitud que toman después de diciembre de 2010 por las explosiones populares. Por ejemplo, Túnez y Egipto son países que han conocido un ascenso muy fuerte de luchas sociales y políticas en el curso de los últimos años. Después de algunos años del aumento de la contestación política, Egipto ha conocido a partir de 2006 la más importante ola de huelgas de los obreros de su historia. En Túnez también ha habido toda una serie de luchas políticas y sociales a partir del año 2000.

Este ascenso de luchas a escala regional ha permitido una pequeña progresión de los núcleos de extrema izquierda reconstituidos o creados aquí y allí, pero sin que esto pueda afectar a la dominación del integrismo más que como fuerza de oposición. Las luchas sociales no son el terreno tradicional de los integristas, pero la izquierda tampoco las dirige. Es verdaderamente un impulso a partir de la base, sin proyecto político, que permite cuanto menos, la creación en Egipto de un nuevo movimiento sindical.

Se percibe, pues a partir del año 2000 el comienzo de un nuevo giro histórico. Yo afirmé en 2009 que estábamos a las puertas de un cambio, pero ha sido más fuerte de lo que yo podría imaginar. Los levantamientos populares han desbordado a los integristas -incluso en un país como Egipto donde son poderosos- y han suscitado una larga convergencia sobre temas democráticos entre la oposición común al poder dictatorial, que se combinan con una dinámica social y movimientos huelguistas. En Túnez y en Egipto la revuelta social y obrera de los alzamientos ha sido muy importante.

Una ocasión histórica se ofrece en este momento, una nueva suerte para que la izquierda se construya o para que se reconstruya en unas condiciones probablemente mejores que las que había conocido hasta ahora; porque un mar de fondo popular sobre los temas democráticos y sociales es una situación ideal para las fuerzas de la izquierda. Pero la izquierda padece de muchos problemas en la región. La división, en Túnez y en Egipto, y la incapacidad de construir una fuerza en común. Las fuerzas de la izquierda no tienen una visión estratégica de su construcción, de la priorización de tal o cual sector de trabajo. Pronta a ponerse a la sombra del electoralismo más banal o bien en los pliegues izquierdistas, esperando «la segunda revolución».

Hay también el problema crónico de una izquierda que -como le sucedió al caso histórico con el movimiento comunista y también, en menor medida, con la nueva izquierda después de los años setenta- no es fiel a su propia identidad programática y no tiene el coraje de batirse sobre los temas que hieren a los integristas como son el laicismo o la emancipación de las mujeres. Una gran parte de la izquierda no se bate sobre estos temas por diversos pretextos: «no hay que herir a las masas», hay que tener buenas relaciones con los integristas, etc. Esta abdicación unida a la debilidad de la izquierda, donde haría falta lo contrario en las condiciones actuales, ahora más que nunca: mostrar la bandera de su programa íntegramente, sobre todo con el surgimiento de una juventud que se moviliza por primera vez y que llega a la política sobre los temas de la democracia, las libertades, la justicia social y constituyen, pues, un terreno particularmente interesante para una izquierda que no esconda su bandera en el bolsillo.

El movimiento del 20 de febrero en Casablanca: entre herencias e innovaciones
Mounia Bennani-Chraïbi

Desde enero de 2011 se ha dibujado bastante a menudo el siguiente retrato robot del revolucionario árabe: un hombre o una mujer joven apolitizado y ciberactivista, frustrado socio-económicamente o a la inversa, perteneciente a la clase media mundializada, pero en todo caso, nacido a la clase política tan rápidamente como un champiñón, o al menos socializado en una especie de burbuja social. La generación de los ciberactivistas más o menos apolitizados sucederán así, a la generaciones políticas precedentes: los nacionalistas, los marxistas, los islamistas, los militantes de la sociedad civil, etc.

Dicho de otra manera, una visión cíclica, concerniente a la historia de las protestas, se desprende, oponiendo un «antes» y un «después» «lo viejo» y «lo nuevo», dando la ilusión de un encadenamiento sucesivo de generaciones militantes distintas: las unas sustituyen a las otras. Esto viene a ignorar la variedad de reencuentros posibles con la política en el seno de cada generación. Esto viene a ocultar los fenómenos de latencia y de reconversión de los compromisos, las contingencias de la circulación de experiencias y el peso de los múltiples posicionamientos.

A partir del ejemplo de la coordinación de Casablanca, deseo mostrar que el Movimiento 20 de febrero, vehículo de innovaciones, está completamente enraizado con la historia de la protesta marroquí. Por primera vez en Marruecos, los actores que mantienen aspectos muy diferentes en lo político (izquierda, islamistas, actores asociados, apolíticos…) se han reunido alrededor de una causa a la vez «política» y «social» que no depende únicamente de lo sectorial o de la identidad (la causa palestina). Querría llamar la atención sobre las continuidades que hay detrás de las discontinuidades. Para ilustrar mi propósito me basaré en unas encuestas que he hecho sobre el terreno. Haré primero algunas paradas en el sonido y la imagen, antes de presentar dos trayectorias y de contextualizar brevemente este movimiento en la historicidad.

(Primera parada en la imagen)

La marcha de Casablanca del 24 de abril de 2011, resulta a la vista un movimiento disciplinado y organizado. Lugares y horas de la puesta en marcha y después la dispersión fueron fijados con antelación. Cordón de seguridad, servicio de orden, vehículos sonorizados, permitieron una relativa unificación de eslóganes que testificaban la acumulación del saboir faire de los manifestantes. Hasta las dos de la mañana, el comité organizativo ha verificado una por una todas las actividades «oficiales» del movimiento. Pero en julio, he podido constatar que esta organización ha sido momentáneamente transformada por la represión.

(Segunda parada en la imagen)

Recorramos algunas fotos tomadas el 24 de abril: algunos barbudos y algunas veladas, pero también algunos jóvenes cuyo look testimonia su adhesión a una causa (pañuelos palestinos), a un personaje político (camisetas con el Ché Guevara), a un movimiento cultural ( «blak metal», «hip hop», etc).

Y facebook, por supuesto.

El universo de los jóvenes de la coordinación de Casablanca, se hacía transparente igualmente en facebook a través de las informaciones que daban sobre ellos mismos. En su muro cohabitaban Marx, Ché Guevara, Ben Barka, Hassan el Banna, fundador de Los Hermanos Musulmanes. En cuanto a la música se aprecia en el mismo plano a los Beatles junto con Sami Yusof, el cantor británico de origen azerbaiyano cantando el «mensaje de amor y de misericordia» del Islam.

(Extractos de bandas de audio)

El movimiento del 20 de febrero es particularmente inventivo en cuanto a eslóganes, con un variado repertorio. Se apropian de las canciones de los revolucionarios tunecinos, egipcios y sirios, mientras que la huella de la herencia de las protestas de las generaciones militantes precedentes, permanece indeleble: eco o reutilización de eslóganes de la lucha por la independencia, de la resistencia palestina (años setenta), de la corriente de izquierdas y de derechos humanos, del movimiento de universitarios-parados (a partir de 1991) de la coordinadora de luchas contra la subida de precios (2007-2009), etc.

(Algunos recorridos políticos)

Entre las multitudes de los manifestantes se mezclaban los que se manifestaban por primera vez con los manifestantes de la vieja guardia de izquierda, de extrema izquierda, islamistas. Incluso había algunos manifestantes que pertenecían a organizaciones políticas o a otras de múltiples posturas (organizaciones sindicales, políticas, asociativas) y también otros que han abandonado la escena política instituida para meterse de lleno en el plano asociativo.

Dos ejemplos permiten mostrar cómo la conexión entre jóvenes y ancianos no se reduce al solo hecho de manifestarse juntos.

Los efectos de la socialización política transparentan la manera en la que Sumia, de 23 años de edad, dirige un taller de discusión organizado para la Coordinación de Casablanca. Durante seis horas se hace cargo de un grupo de unas sesenta personas heterogéneas en cuanto a la edad, ideología, trayectoria política, etc. Después de haber votado las reglas del juego del taller, consigue imponer sus posturas con humor, sangre fría y firmeza.

Sumia no ha aprendido estas técnicas de interpretación inspiradas por el movimiento de educación popular durante sus estudios en comunicación. Ella considera que ha sido iniciada en el seno de su partido, una organización de la izquierda radical. Su interés por la política le vino de la mano de un profesor de izquierdas en la secundaria. En la Universidad, sus amigos militaban en un partido de la izquierda radical; enseguida ella se adhiere al partido. En el mismo movimiento se convierte en miembro de la Asociación marroquí de los Derechos del Hombre (AMDH) y de las Redes de Asociaciones de Barrio de la gran Casablanca (RSAQ) fundado por un anciano detenido de extrema izquierda.

En cuanto a Souad, de 22 años, ella se presenta como independiente, al igual que otros jóvenes. Sus intervenciones orales, sin embargo revelan un alto grado de sofisticación política y de técnicas en la interpretación del discurso.

Hija de un agente de las fuerzas del orden, su interés por el espacio público se estimula en el año 2006. Una asociación de barrio miembro del RSAQ le propone al director del Instituto de secundaria un taller de oratoria con los estudiantes, que trate sobre la reforma del código del estatuto personal. Se acepta la demanda y enseguida los miembros de la asociación seleccionan a algunos estudiantes, los más participativos, para invitarlos a otro taller. Souad formaba parte del lote. Poco a poco va cogiendo gusto a las actividades de la asociación a la que finalmente se adhiere. Se beneficia de una gran formación en «educación popular» «aproximación participativa» «acción de proximidad» «animación de grupo». A su vez, se la solicita para que dé cursos de formación a personas de las asociaciones.

Un enraizamiento en la historia de las protestas marroquí.

La observación de las marchas, la escucha de eslóganes, los exámenes de algunas trayectorias personales muestran que todo constituye un nuevo umbral en la historia de las protestas marroquí; el movimiento del 20 de febrero se inscribe claramente en un campo político reconfigurado por las luchas de las generaciones militantes precedentes. En Marruecos, el autoritarismo es suficientemente liberalizado para favorecer la eclosión de tribunas mediáticas nacionales, la densificación del tejido asociativo, la multiplicación de movimientos sociales. En este contexto, las oportunidades de participación se abren, favorecen la unión de generaciones, y se producen así las condiciones de una transmisión intergeneracional de experiencias y de savoir faire de la militancia reinventadas. Más allá de las discusiones de descalificación sobre el «desfalco» o la «recuperación», el Movimiento del 20 de febrero refleja desde diversos aspectos las acumulaciones de engranajes en una pluralidad de lugares y de marcas «políticas» o no. E igualmente hace una llamada a otras tentativas de superponer la fragmentación del campo político marroquí.

Verano de 1991, por primera vez dos jóvenes marroquíes parados sin pertenencia política, -islamistas, de izquierda y de extrema izquierda- renuncian a sus convicciones religiosas o a su posición en relación con El Sahara por defender su derecho al trabajo.

A su vez, las causas árabes o islámicas favorecen que las colaboraciones transciendan las divisiones ideológicas. Sólo hay que ver las grandes manifestaciones en apoyo a Palestina, Irak o Líbano (1991, 2002, 2003, 2004, 2006 etc).

Otra filiación se dibuja junto a las experimentaciones en la política frutos de los sueños revolucionarios de los años sesenta y setenta. Después de los años noventa se asiste a una proliferación de causas sectoriales más o menos apolitizadas.

El carácter disperso de estas movilizaciones, la adopción por el Estado de la nueva ortodoxia internacional en materia de desarrollo y de estilo «participativo» han dado pie para pensar que después de haber desamordazado el campo político, la monarquía se ha dedicado en aprovisionar la esfera asociativa. Ahora bien, en un proceso acelerado de acciones y de redes a la vez dispersas y apolitizadas que las hace susceptibles de unirse y politizarse por los márgenes. Si las revoluciones tunecina y egipcia han provocado un declive que ha contribuido a ensanchar los horizontes de lo pensable o de lo factible, el Movimiento del 20 de febrero ha echado también raíces en toda suerte de experiencias más o menos políticas de los militantes

Los jóvenes del Movimiento 20 de febrero ¿serán los herederos de los jóvenes de los años sesenta y setenta? En todo caso su reencuentro no será el fruto de una unión inmaculada y cualquiera que sea el futuro de esta movilización, se habrá traspasado un nuevo umbral.

¿De la izquierda a las ONG? Recorridos militantes y evolución de los modos de acción
Pénélope Larzillière

Quiero primeramente detenerme en esta representación bastante corriente: que las revueltas árabes son movimientos espontáneos llevados por una juventud conectada y que se apoya esencialmente en los medias sociales.

Para responder a esto tres anotaciones:

La primera, sobre el lugar que ocupa la juventud. Los jóvenes ¿quiénes son? ¿Son los que están entre los 17 y los 25 años? ¿Se puede hablar de una unidad política de la juventud? No, no hay unidad generacional actualmente en el mundo árabe, como no la hay en el mundo. Proceden de medios sociales diferentes, de contextos diferentes, tienen líneas políticas diferentes.

Segundo punto sobre la posición de los medias sociales. Esta posición ha sido ampliamente sobrevalorada. Los medias sociales no son más que herramientas, no prejuzgan las ideas que son los vehículos para estos medias; el uso de los medias sociales no condiciona ningún posicionamiento político ni tampoco lo que se dice actualmente: militancia participativa espontánea sin líder, simpatizante con occidente, pacifista, etc. Esto mismo, de hecho, también se decía de los islamistas.

Por otra parte, lo que se ha instaurado en las calles con los diferentes regímenes tiene mucho que ver con los modos de movilización muy clásicos: manifestaciones sí, pero también huelgas que han jugado un papel central.

El último punto ¿movimientos espontáneos? La chispa que originó los movimientos presenta efectivamente un carácter novedoso. No se trata de las clásicas organizaciones sindicales o de partido, sobre todo en el caso de los jóvenes estudiantes en lo concerniente a Jordania. Pero estos jóvenes no estaban desvinculados, sino que pertenecían a redes sociales asociativas con unos engranajes sociales y culturales.

Por el contrario la amplitud de movimientos y su sostenibilidad son el resultado del compromiso de estas famosas organizaciones sindicales, de estos partidos, de todas las organizaciones políticas clásicas, islamitas incluso y muy presentes. Son estas organizaciones clásicas quienes han aportado las capacidades de movilización sin precedentes y de competencias militantes, sobre todo en términos de organización y de formulación de reivindicaciones. En la segunda fase de las movilizaciones es todo el militalismo clásico el que entra en juego y es ahí donde se encuentra la militancia de la izquierda.

Les voy a presentar tres tipos de trayectorias de militantes de izquierdas en Jordania, después de hablarles del contexto sobre el tema, a propósito del país.

En Jordania todos los partidos políticos están prohibidos hasta el año 1992, salvo los Hermanos Musulmanes. En 1989 se produce una especie de apertura democrática que es llamado a menudo como la democratización paradójica o democratización defensiva. El rey Hussein organiza elecciones para asegurar las instituciones democráticas, pero no es más que una fachada democrática sin un verdadero margen de maniobra para estas instituciones. No obstante, esto cambia la vida de los militantes que pueden salir de la clandestinidad.

Voy con las trayectorias.

La primera trayectoria es la de Ahmed miembro de una familia pobre y analfabeta en una pequeña localidad jordana. En esta región hay un centro para jóvenes oficiosamente financiado por los comunistas. Es ahí donde comienza su actividad. Entra en la Universidad, se adhiere secretamente al PC y comienza para él un periodo de militancia semi clandestino. Pero, entre la densa socialización de la pequeña sociedad jordana y la omnipresencia de los servicios de seguridad las aportaciones de los militantes de unos y de otros son conocidas muy rápidamente. Para los militantes es necesario, sobre todo, que no lleven consigo ningún tipo de documentos y que no reconozcan su pertenencia en caso de que los interroguen, aunque serán de todas formas reprimidos y serán encarcelados por un período de entre un mes y dos años, como fue en el caso de Ahmed. Pero, por el contrario, si reconocen su pertenencia, hay una ley específica contra los comunistas por la cual se arriesgan a quince años de prisión.

Ahmed enseña inglés en un servicio público; pierde su trabajo porque es comunista. Durante todo este periodo en el que la represión le afecta, no se debilita su compromiso y se convierte en cargo regional del partido comunista. Sin embargo en 1996, cierto tiempo después de la apertura democrática, se producen movimientos de protesta que surgen en Jordania y ahí Ahmed en su posición de cargo se encuentra acorralado entre la dirección del PC que se vuelve sumisa a las presiones directas de la monarquía y que se dedica sobre todo a calmar las acciones y a los militantes comunistas locales; sobre todo a los que lideran las manifestaciones. Fue objeto de un enésimo arresto preventivo bajo la siguiente cautela: «sabemos que nos ha hecho nada, pero si te dejamos fuera, seguramente harías cualquier cosa».

Cuando es puesto en libertad, toma un trabajo de traductor en una asociación internacional a favor de los Derechos Humanos y abandona el PC . Esto es la tónica general en el movimiento después de la caída de la URSS, que era el medio de financiación del PC y parte de la influencia de la izquierda. Pero lo que tiene mucho peso en Jordania, paradójicamente es esta famosa democratización defensiva, que pone de manifiesto que la salida de la clandestinidad no tiene un efecto positivo sobre el alistamiento de militantes comunistas, ya que saca a la luz la debilidad de la organización y la la falta de apoyo social.

Esta falta de apoyo social ya lo habían vivido antes especialmente por las acusaciones que los tachan de impíos al rechazar a los religiosos, Pero, esta falta de apoyo social quedó compensada al adoptar una socialización comunista que era también una socialización profesional. Pero es a partir de este momento cuando se disuelve el partido, dando lugar a divisiones comunistas y no se producirá más ninguna compensación.

Por otra parte a Ahmed queda afectado por las desilusiones de la fachada democrática. Cree en las nuevas posibilidades de acción que se abre, y se presenta dos veces a las elecciones. Pero se desilusiona a dos niveles: porque continúa sufriendo las presiones del régimen; y sobre todo, por una multitud de procederes que impiden unas elecciones justas; leyes que favorecen el voto tribal, limitan finalmente el alcance de estas elecciones. La desilusión principal para él es la reacción de los electores. Hay un programa de justicia social que no atiende al paro en general, esto no nos interesa. Nosotros lo que queremos es encontrar un trabajo para nuestros hijos ¿Por qué dicen esto los electores? Es muy sencillo, porque ellos perciben muy bien la debilidad política del parlamento. En las elecciones se jugaban otros asuntos: los diputados se integran en el sistema de redistribución neo-patrimonial y se da un juego de patrocinio y servilismo electoral.

En este contexto, la reconversión de los militantes en las asociaciones a favor de los Derechos Humanos permite reencontrar un apoyo internacional indispensable cara al aislamiento político. Es también una reconversión profesional y se puede generalizar que hay una verdadera marcha junto a los viejos militantes de la izquierda en el asociacionismo y en las organizaciones internacionales, lo que le permite a Ahmed hacerse traductor tras perder su profesión de profesor. Por contra esta migración de militantes de la izquierda hacia el asociacionismo y las organizaciones internacionales, no les permite ocupar un cargo nacional. Las elites de este sector son a menudo apercibidas como extrañas y tienen que luchar constantemente para poner de relieve su autenticidad local autenticidad que sí gozan los islamistas. Además son acusados de no involucrarse en la causa palestina o en la lucha árabe.

Por otra parte, anteponer la agenda de los derechos humanos puede también presentar un problema por la despolitización que genera. Ser definido como una víctima por la violación de los derechos humanos no es lo mismo que definirse como un oponente político con un programa de oposición y los opositores no aceptan siempre esta redifinición.

Por lo que se refiere a las organizaciones internacionales las acusaciones de traición o de apoyo al imperialismo son reforzadas por la modificación, actualmente, del contenido de programas de desarrollo de estas organizaciones, bajo la forma de agendas que poco a poco se van convirtiendo en asociaciones culturales. Por ejemplo, no es solamente apoyar a la producción agrícola en un país, sino la voluntad de cambiar los valores, los comportamientos de esa sociedad. Se trata de una radicalización de la ayuda y del desarrollo y de un aumento de la intrusión de las políticas internacionales en esta sociedad.

Rápidamente, un segundo recorrido, el de Khaled que es también un militante comunista. Ha dejado el partido y ha fundado un forum social. El objetivo es influir en la política gubernamental jordana, haciendo una valoración. Se trata de una evolución del repertorio de la acción militante hacia la valoración. El segundo objetivo es tratar de reclutar jóvenes; esta es la cuestión de la renovación generacional por dos movilizaciones ad hoc con unas campañas puntuales. El interés de este tipo de forum cara a un régimen represivo es que permite movilizaciones mucho más vitales y que los militantes no están inscritos. Esto no da mucho pie a la represión. Pero de hecho khaled se encuentra con el dilema jordano/palestino que se vuelve muy importantes y es utilizado y construido por la monarquía. Él no recluta mas que jordanos en su forum. Este dilema o división impregna a toda la oposición e impide su unificación y aún está presente en las movilizaciones actuales.

Termino con un último trayecto. El caso de Ali quien perteneció a la izquierda de al Fatah y la abandonó tras los acuerdos de Oslo. No quiere pertenecer a ningún partido político porque piensa que los partidos políticos jordanos están muy próximos al gobierno; no obstante, participa en los sindicatos profesionales.

Los sindicatos profesionales en Jordania son verdaderamente construidos como alternativas políticas frente a la fiabilidad de los partidos. Pero estos sindicatos profesionales tienen una ordenación por profesiones. En lo concerniente a las profesiones diplomadas la adhesión es obligatoria, para ejercer la profesión de ingeniero, por ejemplo. Esto significa que en el mismo sindicato hay jefes de empresas junto a asalariados lo que provoca el rechazo a las movilizaciones de clase. Un opositor político reconocido por su posicionamiento sobre la causa palestina, puede muy bien perder legitimidad porque es al mismo tiempo, jefe de empresa en la gestión social denunciada, por ejemplo.

Para concluir diré que el vínculo se está haciendo entre las nuevas movilizaciones y los militantes, pero el problema de estos militantes de izquierdas se encuentra en los referentes anti-hegemónicos que se hicieron con un sentido local. La opción más evidente y que más utilizan es que el paso por la referencia de los Derechos Humanos les parece limitado. Entonces, hay verdaderamente una búsqueda o una ambigüedad a ese nivel con una bipolarización de campo entre islamistas y Derechos Humanos.

La capacidad movilizadora principal se queda para los islamistas pero se aprecia también una evolución de agendas islamistas que poseen también otros componentes de movilizaciones y una cierta influencia de estos militantes. En Jordania los islamistas tienden a tomar una postura más reivindicativa que antes frente al régimen, y tienden también a abandonar su estatus de «oposición integrada».

Las izquierdas egipcias y el proceso y el proceso revolucionario egipcio (2012)
Didier Monciaud

Yo les voy a proponer primeramente algunas reflexiones sobre la revolución egipcia, después de hacer una panorámica de las izquierdas en Egipto.

La izquierda en Egipto, a menudo, ha sido un no-objeto tanto a nivel de su búsqueda como a nivel de las milicias militantes en Francia. Es decir no ha sido jamás el centro de interés. Después sobreviene la revolución. Lo que es muy impresionante es el hecho de que lo que está pasando es cuanto menos histórico y por lo tanto muchas personas en las milicias de izquierdas comparten la teoría del complot bajo la forma: es un plan de los americanos…se comienza a decir enseguida en el mes de mayo: se acabó, se terminó, se paró.

En realidad se ve muy bien que esto no se ha terminado. Las elecciones parlamentarias van a tener lugar al final de noviembre y más tarde las presidenciales. La sociedad está verdaderamente estremecida; hay una ebullición generalizada. Evidentemente algunas cosas habían comenzado antes, esto no ha partido de cero. El decenio de 2000 ha sido un periodo decisivo con las luchas obreras, las movilizaciones políticas después, y sobre todo, ha habido una ruptura. Hasta finales de los años noventa la gente estaba sobre todo en un discurso oficial, patriótico; después con las movilizaciones en favor de Palestina en el año 2001; a favor de Irak en el año 2003<, las tentativas para crear la unidad entre los movimientos antiglobalización. La gente en las calles criticó abiertamente las cosas lo que no había hecho antes. Se veía claramente que algo estaba cambiando. Pero, hoy en día ese cambio ha ido ascendiendo y es otra cosa: la politización, los debates, la cultura, los graffitis, los frescos en los murales, el rap en dialecto egipcio, el teatro en la calle. Todo está lleno de cosas. Por ejemplo los estudiantes que se manifiestan delante del despacho del decano de la facultad diciendo: largo, fuera, fuera, fuera, esto no era posible antes. Hay cosas nuevas y hay cosas antiguas. Lo que es impresionante son las trayectorias individuales. Como la gente que era sobre todo revolucionaria de café, como se dice en el Cairo, es decir los que arreglaban el mundo entre tres shishas y dos tés a la menta, s e han puesto de nuevo a hacer cosas, personas que querían hacerse de las ONG y que se volvían a inscribir a los partidos políticos. O bien personas que eran leales, patriotas, incluso algunos se habían alegrado de la llegada de Moubarak y después de Sadate y que empezaron a satanizar a Moubarak y todos los jóvenes que hasta entonces no tenían fuerza en las movilizaciones partidistas y que empiezan a movilizarse. Si rehacemos la historia, evidentemente que los americanos han podido hacer presión sobre el ejército egipcio. Evidentemente que pasaron cosas entre el jueves por la noche cuando el presidente dice que va a seguir echando un pulso a la situación, y el lunes por la tarde cuando se va a Chamar el Cheikh derrocado. Pero el factor social ha sido extremadamente importante. La revolución actual no se habría producido si no hubiera habido en el país una hola de huelgas enorme, protestas y resistencia social de formas variadas. Las movilizaciones en provincias han sido espectaculares, en Suez el estado había desaparecido. En Alejandría ha sido de una gran violencia, contra las comisarías, las sedes de los gobiernos, del partido nacional… etc y en las ciudades de provincia, y también en las pequeñas localidades. Por lo que respecta a la cuestión sindical, ha habido luchas sociales muy importantes y la afirmación de una corriente sindicalista independiente. Antes, el debate estaba en el pluralismo sindical, en la voluntad de salir del sindicalismo oficial y de crear nuevos sindicatos. Había un comité de coordinación sindical que se reagrupaba una vez por mes con un número de sindicalistas entre cincuenta y cien de todo el territorio, con sensibilidades bastante diversas, una fuerte presencia de la izquierda, pero también de nacionalistas y algunos islamistas. Y era muy activo y muy concreto. Se creó la federación sindical independiente. Ellos dicen que la forman 450000 miembros. Se puede quizás cuestionar la veracidad de las cifras. Hay, en todo caso, ochenta y siete sindicatos, entre ellos los recaudadores de impuestos que es un verdadero sindicato, con al menos treinta mil miembros, que llevó una dura lucha hasta ser reconocido, y algunos embriones sindicales. El caso de los profesores es bastante fuerte, pero en otros casos es desigual. Las izquierdas en Egipto actualmente: Tenemos primeramente el Tagmuu’ (unificado), la parte legal de la izquierda que ha asimilado la experiencia pluralista legal y que está en crisis. La mayoría, junto con su presidente, había tomado una posición contraria a las manifestaciones por ser anti-islamistas. Atraviesa por vivas tensiones. Muchas personas los han abandonado. Su congreso es una apuesta. Se han batido recientemente a golpe de gas lacrimógenos para las elecciones internas. Está el partido comunista egipcio que ha existido siempre; se reconstituyó en los años setenta. Pequeño y fiable compuesto por militantes sindicalistas y cuenta también con jóvenes de 20 a 30 años. Dispone de un centro que organiza reuniones y que reúne a unos sesenta participantes. Hay otra corriente que se creó en los años noventa, y que se llama socialismo revolucionario se trata de jóvenes y menos jóvenes que se han sumado a la corriente del SWP inglesa. Es una corriente troskista, que se ha dividido, luego se ha reunificado y se ha vuelto a dividir. Hay dos facciones: la llamada socialistas revolucionarios que ha creado un partido obrero democrático, bastante abierto, alrededor de su principal dirigente que es bastante conocido, Kamal Khalil,un anciano que fue dirigente estudiantil en los años setenta. Y la otra corriente se llama La Renovación Socialista que defiende la idea de un partido amplio. Se ha constituido la alianza popular socialista que es una reagrupación muy amplia de viejos militantes del Tagamou’, que habían sido arrestados por los militares a partir de los años ochenta, seguido al debilitamiento de las organizaciones de la izquierda radical que reagrupa al partido comunista obrero, al partido comunista del 8 de enero, el partido comunista del congreso, el grupo el Matraqa… Estos militantes después del año 1989 han sido quienes han originado el lanzamiento de la liga de los Derechos Humanos, muchas ONG de derechos humanos, y han conseguido muchos adeptos para dedicarse a esta actividad. Hay un gran número de ONG de este tipo. Un debate sensible ha existido alrededor de la financiación extranjera. No es una simple cuestión de patriotismo chovinista sino que se refiere al impacto que la corrupción puede hacer en una financiación extranjera sobre los beneficiarios. Es por ello que algunos han elegido abandonar las financiaciones extranjeras aún a riesgo de no poder sostener su ONG. Existe también el partido socialista egipcio, constituido también por muchos antiguos militantes de los años setenta justo después del movimiento de Kefaya muy implicado con Palestina. Se ha creado un partido socialdemócrata que es quizá el más extenso de las organizaciones de izquierdas, es muy moderado. Su principal dirigente es un profesor de medicina muy respetado, activo en el movimiento del 9 de marzo por la independencia de la Universidad que ha escrito hace algunos años, un muy buen libro sobre los judíos de Egipto, con lo que tuvo bastante coraje. Los naseristas están también en la izquierda, aunque a menudo están muy divididos, muy erosionados. Todos estos movimientos están muy divididos por lo que se ha creado un frente de izquierdas que reagrupe a todas las alternativas, el bloque egipcio; con perspectivas a las elecciones se han constituido muchas alianzas. Para concluir, una de las principales apuestas para la izquierda es la confluencia entre las generaciones, entre los ancianos que no han sabido discutir con los jóvenes y los jóvenes que quieren hacer tabla rasa; a la suerte la pintan calva. Para las izquierdas, hoy en día, la revolución ha provocado un fenómeno de composición enorme que es muy frágil y muy complejo. Hay también la cuestión del enraizamiento entre las milicias obreras con las milicias populares, la participación de las mujeres, la relación capital-provincia. Para las apuestas políticas y estratégicas, los debates son muy complicados, parecidos a las discusiones bizantinas y quizás haya la misma inyección de los debates antiguos en una situación nueva. Revoluciones y tecnologías de la comunicación
Christophe Aguiton

Estamos todos de acuerdo, alrededor de esta mesa redonda, cuando decimos que internet, las redes sociales, las nuevas tecnologías de las cuales facebook y tweeter han sido muy cuestionadas a propósito de las revoluciones árabes, especialmente en la prensa, no han sido, verdaderamente, la clave de los movimientos que han tenido lugar. La clave ha estado más en la capacidad de reunión de millares de personas en las calles.

Igual que no hay una petición electrónica que pueda reemplazar una verdadera huelga, no hay ningún grupo en facebook que pueda reemplazar una insurrección, una ocupación de las plazas y movimientos sociales reales de gente que están físicamente presentes.

Es decir, la relación entre evolución y tecnología ha sido siempre una cuestión interesante y en estas revoluciones otra vez está en el corazón de esta problemática.

Revolución y tecnología es tan viejo al menos como la comuna de París y la Revolución de 1789.

La comuna de París es la toma de cañones en Beleville o en Monmartre por los que no querían rendirse a los prusianos que habían ganado la guerra. Después se vio tratar la cuestión de los caminos de fuego que ha sido bastante central. Poco después, el teléfono. Recordad como en la Insurrección de Barcelona la toma de la central de telefónica ha sido el punto neurálgico de la revolución. En los años setenta y ochenta la televisión ha sido también el centro de apuestas entre revolucionarios y los partidarios del poder: quien tenía la tele podía tener un rol determinado en la báscula de la revolución y en el derrocamiento del poder.

Lo que es interesante es que en las revoluciones árabes todo se ha mezclado: se ha visto a la vez la utilización de las armas, en Libia ante todo,las televisiones con los directos de al-Jazira en Túnez, en Egipto y en otros países. Y después el hecho de que el teléfono, vía sms e Internet ha estado en el corazón de lo que ha sido utilizado por los aparatos represivos sea para hacer la contra-información, sea, sobre todo, para bloquear la información que circula por los medias. La primera decisión tomada por Moubarak y Ben Ali, ha sido bloquear las redes teléfonicas e internet.

Hay que tratar de comprender por qué. En efecto hay una doble función en Internet en un movimiento revolucionario y de movilización. La primera, que es la más visible para nosotros, es que gracias al acople de un teléfono móvil con una pequeña cámara de vídeo o un simple email podeis hacer que salgan del país crudos testimonios: el impacto de las imágenes. Hay también una transmisión de la información hacia el resto del mundo que es importante pero que, evidentemente, no concierne más que a un pequeño número de militantes.

La segunda función que es la más central en el éxito de las revoluciones dentro de los países, es la función de coordinación entre sus diferentes actores, los grupos de Facebook juegan absolutamente este papel con cosas que merecen ser un poco analizadas. Comprender como funcionan estas redes para ver la vitalidad y la rapidez de cambios.

En una red como Facebook se mezcla la pequeña y la gran conversación, y esto permite responder a una cuestión que muchas personas han podido preguntarse: por qué la gente tiene conversaciones privadas en público. Si tomamos un perfil cualquiera en facebook vemos que la media tiene unos doscientos amigos pero la relación biyectiva, es decir las personas que tienen mensajes de uno hacia otro y de otro hacia uno, forman un grupo de una media de entre quince y dieciséis personas solamente; con lo que tenemos que en una red de doscientos amigos, solamente se produce intercambios importantes con grupos de quince o dieciséis personas.

En lo cotidiano se percibe que la mayoría de las personas tienen conversaciones banales, anodinas, entre el grupo de dieciséis amigos. Y lo que son pequeñas charlas totalmente anodinas y sin ningún tipo de interés cuando adquieren un cierto nivel, gracias a los mecanismos de facebook, se permite atraer la atención a más gente para que intervenga tal como interviene en las cosas más cotidianas.

Y poco a poco una gran conversación aparece y ya no solo se limita a dieciséis personas. En ella ya intervienen todos y si se tiene algo que opinar, se va a hacer. Este funcionamiento se encuentra en los grupos Facebook en el que, cuando se tienen grandes conversaciones como es la cuestión de ir a la plaza Tahir a manifestarse sobre tal o tal tema o tal o tal lugar sucede lo que llamamos en sociología los vínculos fiables, es decir que atañen a los doscientos. Y va muy deprisa. Porque pueden tener rebotes de doscientos a doscientos con lo cual podemos tener en cinco minutos rebotes con casi la totalidad de la población de Egipto, es decir de los que están conectados en facebook.

Entonces la cuestión es tratar de saber si la utilización de una tecnología tiene un impacto sobre la sociedad y si hay un vínculo entre tecnología y sociedad. Yo estoy completamente convencido de que no hay determinismo tecnológico. Pero si hay, por lo menos, unos campos de tensiones unidas a lo que son las tecnologías. La informática, en todo caso, en cuanto a las redes sociales, tiene una particularidad que es histórica, y es la de supeditarse al individuo. La razón no viene de la naturaleza misma de la informática, sino de la manera en la que se construye en los años setenta. En sus comienzos la informática es un instrumento de los militares y de grandes organizaciones. La toma de red se inicia para la bomba atómica, para organizar el sistema de defensa aéreo nord-americano SAGE (Semi-Automatic Ground Enviroment) a finales de los años cincuenta y enseguida se utiliza en los bancos y en las grandes compañías. La informática es pues algo que el individuo lo va nutriendo. Se ponen pequeñas tarjetas perforadas para hacer funcionar la máquina.

En los años sesenta-setenta, se produce un movimiento contracultural, sobre todo en los Estados Unidos, que se opone a esto, y es anti-burocrático, anti-Pentágono, anti-guerra de Vietnam. Y considera que se debe utilizar la tecnología de otra manera. Estas personas piensan que las máquinas deben mejorar las capacidades del individuo, en tanto que persona individual y la pareja internet-ordenador portátil son concebidos por los Wozniaks, los Steve Jobs que son fervorosos adeptos de esta contra-cultura. Esto sirve para la causa de lo que ellos creen que es el útil que se va difundir y se va a imponer, que es un útil complicado para utilizar cuando estáis en un colectivo.

Los colectivos militantes que se viven en una relación de federalismo con respecto al sindicalismo, es decir bajo la forma de un colectivo de trabajadores que toman decisiones en común, no se llevan bien con el ordenador. Porque es el individuo quien interactúa con los otros, en Facebook, hoy en día, pero a través de los e-mails, en los años noventa. Hay una especificidad de esta tecnología que se doblega ante el individuo.

Me gustaría proseguir esta exposición con un interrogación sobre esta especie de balance que todos los que han intervenido han hecho entre los años setenta y los años a partir de 2010. ¿qué es lo que une por un lado a esta gran ola de protesta que permitió el surgimiento de estas izquierdas radicales de finales de los años sesenta y comienzos de los años setenta en el mundo entero, y por otro lado lo que se ha visto aparecer hoy en día en Egipto, o incluso aquí?

Parto de la consideración de que en los años sesenta-setenta en efecto existen dos culturas, dos redes, dos tradiciones que se constituyen y que no son las mismas.

La primera tradición es la de los militantes de Internet y de la informática, los Stive Jobs y los Wozniak; es una tradición que vuele sobre el individuo, que ve nacer el feminismo radical tal como lo conocemos, el movimiento de los homosexuales, una parte del movimiento ecológico. Es una tradición, primero antiburocrática, primero, anti gran-sistema que se remarca, en particular en Los Estados Unidos en el sistema de vida en comunas. Es una tradición que rechaza toda jerarquía en las luchas sociales y en los combates.

Esta tradición no es la única. Hay otra que es la tradición de la que se ha hablado mucho aquí, que es la del marxismo occidental, el marxismo del siglo XX, que considera lo contrario, que a partir de esta radicalización de los años sesenta y setenta se va a poder repensar una transformación social en la que las raíces son las del movimiento obrero moderno de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

En esta segunda cultura, no se ha contado con los mismos puntos de referencia que en la primera. Hay una jerarquía muy fuerte entre los sujetos de la revolución. Es la clase obrera la única que puede llevar una transformación social. Esta clase obrera no puede llevar esta transformación por ella misma; necesita algo, un partido político ya sea social-democrática o comunista. Una visión muy diferente.

Lo que es asombroso es que en Europa del sur y en el mundo árabe esta segunda cultura se ha impuesto sobre la primera. Evidentemente esta segunda cultura ha integrado aspectos de la primera cultura, el feminismo se ha difundido, la defensa de la homosexualidad ha sido adquirida, probablemente más en Europa que en el mundo árabe, pero respetando la jerarquía de la segunda cultura.

Cuando las feministas se unen al movimiento obrero se inscriben en las organizaciones de extrema izquierda, ellas aceptan en cierta manera, esta primacía de hecho de la clase obrera y de la política. Se está en un mundo en el que éste es el modelo que se impone que es el de una clase obrera que debe dirigir los procesos de un partido que tiene que emanar de la clase obrera y que por lo tanto esta clase tiene que dirigirlo. Evidentemente este modelo se acompaña de un papel particular del Estado, las nacionalizaciones, la planificación, todo lo que ha sido el cuerpo del pensamiento de la izquierda en sus diferentes variantes.

La primera cuestión que yo propongo es la siguiente: ¿hoy en día, las revoluciones árabes adquieren siempre esta segunda cultura? Yo creo que no. Es sobre todo la vuelta a la primera cultura que estamos viendo emerger . Mi segunda cuestión, más provocativa todavía, es el papel particular del individuo en el desarrollo de estos movimientos.

La idea de la primera cultura para mí, corresponde al movimiento de la globalización, la manera según la cual la globalización ha sido conocida en los foros sociales de Porto Alegre o en otros. El principio aplicado ha sido considerar que no había ninguna jerarquía entre las diferentes fuerzas constitutivas de estos forums y esto ha supuesto el punto del radicalismo en el que nadie tiene derecho de hablar en nombre del forum social. Esta idea de una no jerarquía ya se encuentra presente en la primera cultura de los años setenta.

Esta cultura se desarrolla masivamente por los movimientos de la globalización a finales de los años noventa y comienzos del los años dos mil y esto es lo que se ha encontrado por doquier en las revoluciones árabes de estos últimos años. Pero esto se radicaliza todavía con el paso de una cultura horizontal donde son las organizaciones las que están en el corazón, hacia una visión de cosas en las que es el individuo quien se impone.

Yo creo que hay una dificultad en las revoluciones del mundo árabe. Por parte de la juventud, todo el movimiento de una «actitud del lárgate» ha debido ser mal aceptada por los que representan la otra tradición, los que cuentan con una historia de años de prisión que vuelven con la legitimidad de esa historia, y con esa manera de concebir el colectivo. La reacción está más fundada en lo que se puede encontrar en el movimiento de indignados o en el el movimiento de Wall Street, en el modo: Yo hablo en mi nombre, tú hablas en tu nombre, y nadie puede hablar en mi nombre por mí.

El problema principal, y con esto ya concluyo, es que este tipo de movimientos sacan su gran fuerza de reivindicaciones extremadamente federalistas, pero con contenidos poco consistentes. Por ejemplo en Méjico hay un movimiento muy pudiente contra la corrupción que se ha desarrollado este año cuyo eslogan principal es hasta la madre de la corrupción y la violencia ¿Quién va a estar por la corrupción y por la violencia?

Resumen de las ideas extraídas por los participantes y agrupadas por temas.

La influencia eventual de lo que sucedió en Argelia durante los años ochenta y noventa en los movimientos árabes.

Sobre la problemática que sufre la izquierda europea por posicionarse de manera clara a favor de las insurrecciones de masas libias y sirias.

Cuestión del papel del sindicato tunecino UGTT durante la dictadura.

Intervención sobre la falta de solidaridad de los gobiernos progresistas descendientes de la izquierda en América latina, respecto a las revoluciones árabes, al mostrar cierto malestar a veces y otras hostilidad a la intervención occidental en Libia.

Cuestión sobre los puntos que podrían pesar en le cuadro de las elecciones tunecinas el movimiento islamista, en particular los radicales, única fuerza organizada, y revisión al peso que podría tener una izquierda abierta y reorganizada en la que podría tener más acceso la cuestión laica.

Llamar la atención sobre la sorpresa causada por la escasa relación que los participantes han hecho entre la caída del muro de Berlín en 1989 y las revueltas árabes.

Toma de la palabra de los participantes en la mesa redonda en reacción a las intervenciones de la sala.

Didier Monciaud

El uso de la palabra islamismo es embarazoso, en particular cuando se utiliza en un contexto islamófobo. No voy a hablar más que de Egipto. La cuestión principal concierne a los Hermanos Musulmanes. Pero las fuerzas que se proclaman islamistas actualmente en Egipto son una multitud. Hay algunas corrientes salafistas que han pasado al campo de la política, lo que antes no había sucedido. Las cofradías sufíes, aunque no sean islamistas, han creado su propio partido. Éstas son muy hostiles al islamismo. Y los grupos radicales descendientes de los que han hecho la lucha armada, Sadate asesinado, también existen. Uno de sus dirigentes ha sido liberado no hace mucho. Ciertamente los Hermanos son la fuerza más importante, la más estructurada, quizá tengan un millón y medio de miembros. Es una fuerza muy importante, pero es una fuerza que está dividida. Han tenido sucesivas escisiones, por lo que hay que ser prudentes.

Los Hermanos Musulmanes practican la auto-limitación. Se han inscrito en una alianza, un poco al amparo del Wafd, heredero del viejo partido nacionalista que ahora es un pequeño partido. Es una especie de coalición amplia y se autolimitan cuando dicen que no se presentarán más del 50% de candidatos porque la cuestión, trás las elecciones, es la comisión encargada de elaborar la nueva constitución. Tienen sentido de compromiso y de agrupar fuerzas. Pero han cometido muchos errores políticos. Despreciaron la revolución, no querian participar aunque dejaron que fueran algunos de sus militantes. Se dedican sobre todo a relacionarse con las organizaciones. En cuanto a las huelgas, son partidarios de volver al trabajo.

Yo no creo en la teoría de la alianza con el ejército, por el contrario hay una convergencia de intereses con el consejo superior de fuerzas armadas con los cuales comulgan en las mayorías de las cuestiones. Pero en Egipto, hay muchas personas que quieren la estabilidad porque hay que reconocer que hay un poco de caos en ciertos lugares. Y esto crea tensiones. Yo creo que tendrán un gran resultado, eso está claro.

Gilbert Achcar

Si se considera Egipto, está claro que hay al menos concertación entre los militares y los Hermanos Musulmanes. Entonces, hablar de alianza no es exagerado, aunque no sea una alianza muy homogénea. Hay, en efecto, tensiones intermitentes entre los Hermanos Musulmanes egipcio y el Consejo superior de las fuerzas armadas, a pesar de que los Hermanos no cesan de elogiar a los militares.

En toda la región hay un factor mayor que no hay que olvidar, son los Estados Unidos. Han perdido regímenes amigos como Egipto, Túnez y naturalmente han comenzado a buscar aliados en estos países, entre los grupos que tengan una verdadera popularidad. Esto es lo que explica el viraje en la política americano en cuanto a los Hermanos Musulmanes. En Egipto, los Estados Unidos intentan desarrollar alianzas con los Hermanos Musulmanes porque suponen una fuerza consevadora que pueden acomodarse perfectamente a ellos. No hay que olvidar tampoco que en los años sesenta y sesenta había una colaboración importante entre los Hermanos Musulmanes y la CIA contra los nacionalismos de izquierda y la influencia soviética.

Por lo que concierne a Libia, hay que distinguir entre dos debates: por una parte el debate suscitado por la intervención occidental. Yo encuentro que esto es un debate legítimo. No es costumbre ver una intervención militar occidental en apoyo a un verdadero movimiento popular. Esto ha creado un desasosiego.

En América latina se ha podido oír a Chavez declarar que Gadafi es un antimperialista y Bachar al-Asad un pacifista y un humanista. ¿Se trata de ignorancia pura y simple? A mi modo de ver es más que eso. Hay a la vez una visión caudillista del mundo y la lógica tribal que entiende que «los enemigos de mis enemigos son mis amigos», en el ámbito de un anti-imperialismo reducido. El hecho de indentificarse con los dictadores como el de Irán, Libia o Siria dice mucho sobre los límites de lo que se ha visto hoy en día en América Latina.

Si hay algo que ilustra el balance de la izquierda del siglo XX son los levantamientos que se están llevado ahora en el mundo árabe. Desde el cambio radical que se dio en Europa en el años 1789 hasta el levantamiento en el mundo árabe de 2011 aspirar a la democracia se impone como un valor fundamental. En tal contexto, una izquierda para quien la democracia está subordinada, por hablar como Troski, a la lucha de clases o a la lucha anti-imperialista va a chocar contra un muro. No puede haber reconstrucción de la izquierda a nivel mundial más que si la democracia, en el sentido radical y libertario, es un elemento central de su identidad como lo fue en los orígenes del marxismo clásico.

En cuanto a la cuestión de la clase obrera, Túnez y Egipto son dos países donde hay una fuerza importante de movimiento obrero. Yo deseo que surja en cada uno de los dos países un partido obrero en el sentido marxista del término, un partido amplio de clase. En Egipto, donde se constituye un movimiento obrero muy joven, con una federación de sindicatos independientes recientemente creado que reivindica un millón y medio de filiales, hay una posibilidad real de actuar a la brasileña, es decir hay una posibilidad real de construir un partido político obrero de masas que se apoye sobre el movimiento sindical. Salvo que esta perspectiva está casi ausente en los programas de izquierdas, o se sitúa en una situación de auto-proclamación. Habrá que actuar para una concepción del partido obrero y de la izquierda: se ve por ejemplo algunos naserianos de izquierdas jugar un papel central en el nuevo movimiento sindical egipcio. Habrá que construir un partido obrero basado en los sindicatos según una dinámica que, en el contexto egipcio, comprenderá a los naserianos, la extrema izquierda y otras corrientes que se identifiquen con un islam progresista y socialista. Se ve también en Túnez una miríada de organizaciones de extrema izquierda, sin perspectiva estratégica; no obstante hay una organización sindical que ha funcionado como un partido político en los momentos claves de la historia tunecina contemporánea.

Sobre la cuestión de la tecnología, no creo que haya verdaderamente un determinismo, pero hay, ciertamente, una correspondencia entre la tecnología y las formas de organización. Con internet se asiste a una configuración tecnológica con la cual se corresponden formas nuevas de organización, especialmente las sociales. Pero esto no se ve aún en las organizaciones de izquierdas que aún están unidas a la concepción jerárquica, centralizada, heredada del bolchevismo. Los nuevos movimientos de protesta que han surgido en el mundo árabe y en otras partes, indican hasta que punto, la izquierda radical tiene que inventar nuevas formas de organización. En el mundo árabe, no se ha dado «la revolución facebook», como se ha podido llamar, pero es cierto que hay un grupo de jóvenes y de no tan jóvenes, que sin las nuevas tecnologías no se podrían haber organizado nunca.

El liberalismo clásico burgués ha muerto en el mundo árabe después de la segunda guerra mundial y de la guerra de Palestina -por ejemplo, el liberalismo representado por el Wafd en Egipto y sus equivalentes en otros países de la región-. Lo que se ve surgir, hoy en día, no es un nuevo liberalismo en el sentido tradicional, sino sobre todo un liberalismo en el primer sentido del término, en el sentido de liberalismo político y no en el del liberalismo socio-económico. Un liberalismo en el sentido americano del término, progresista que se adhiere a la vez a los valores de libertad, democracia y justicia social.

Los jóvenes de estos movimientos no habrían podido jamás organizarse bajo las condiciones represivas sin las nuevas tecnologías y esto en todas partes: desde Marruecos hasta Siria, pasando por Túnez y Egipto; por todas partes se ha visto el mismo tipo de medio social, utilizando esta misma tecnología. En un país como Siria que hizo el blackout sobre la información, facebook y, más aún, youtube juegan un papel formidable en la difusión de la información. Lo que tienen en común todos los levantamientos de los países de la región es la utilización de las redes sociales como plataforma para organizarse, y esto es lo que explica la rapidez con la cual todo se puso en marcha.

Pénélope Larzillière

El tema de la transmisión entre antiguos militantes y nuevos militantes no creo que sea la cuestión del militarismo que se trata. La transmisión del savoir faire de las competencias militantes va bien. Incluso si las formas de organización pueden ser renovadas; esto no crea tensiones. Por el contrario las tensiones se generan sobre el contenido. A parte de la referencia mínima a los derechos del hombre y a la democracia, que les da una visión ideológica global, no pasa nada.

En cuanto a la división izquierda-derecha, he asistido a algunas discusiones entre un padre, antiguo militante de la izquierda y su hija muy movilizada actualmente. Ella le ha hablado de un nuevo proyecto de derecho del hombre en la empresa; el padre le preguntó ¿de derechas o de izquierdas? Ella se ha enfadado mucho, Para ella, su padre no comprende nada las nuevas apuestas y él sigue sobre las divisiones desfasadas.

Mounia Bennani-chraibi

Algunos intercambios aseguran un papel fundamental en las transmisiones intergeneracionales. No se trata de una izquierda fosilizada sino de una izquierda que se está reinventando. En referencia a las dos culturas que evocadas por Chirstophe Aguiton, presto atención sobre la gestación de un nuevo modelo de acción a partir del final de los años ochenta: invocación del registro del derecho, delimitación de los temas, acento sobre lo «concreto» sobre la acción de proximidad en respuesta a la jerarquía y a los órdenes que se imponían desde arriba. Los agentes clave han sido socializados en la izquierda; yo les he calificado de reconvertidos. Algunos han dado con la puerta en las narices a sus organizaciones políticas, otros se han ido retirando con dulzura. No olvidemos los detenidos políticos que se han sublevado en prisión contra el stanilismo de su organización. Abandonados a su suerte, en la prisión han contribuido a iniciar otro tipo de movilizaciones: de derechos humanos, de derechos de la mujer, lucha contra la corrupción…etc.

En todas estas movilizaciones un enunciado es particularmente quien da una estructura: independiente o no independiente. Pero en los hechos estas categorías no son compartimentos estanco. Algunas personas se proclaman independientes, aunque ellas hayan pasado por la política. A veces han debido luchar en el seno de sus propias organizaciones políticas para que el orden establecido termine de funcionar de arriba a abajo. Dicho de otra manera, en Marruecos, al menos, este hecho hace más de treinta años que se negocia en el seno de las organizaciones políticas y asociativas, la unión entre el individuo y el colectivo, la jerarquía, el rechazo de la jerarquía. Las mismas tensiones se han vuelto a encontrar en el Movimiento del 20 de febrero. Por ejemplo, para intentar contrarrestar las tentativas de organizaciones políticas de dirigir el movimiento han buscado medios para instituir talleres de discusión, según el modelo de los forums sociales para favorecer el surgimiento de la palabra de las bases.

Por lo que concierne a los eventos que se han producido en Argelia a finales de los años ochenta y durante los años noventa, considero que esto ha producido un profundo impacto en Marruecos y en Túnez. Los sucesos argelinos han sido decisivos en los procesos que han conducido a la formación del gobierno de alternancia en 1998. Esto ha conducido a la unión de los islamistas marroquíes y a autolimitarse y según algunos a crear una situación parecida al de modelo turco. Se ha tratado, por una parte, de evitar de reencontrase en el escenario represivo de Túnez y por otra de evitar el escenario argelino que ha causado baños de sangre y una disolución de la alianza nacional. Es, pues un punto de inflexión en términos de aprendizaje para los vecinos que han intentado imaginar otros modelos.

Gilbert Achcar

Efectivamente se pueden establecer puntos comunes con lo que pasó en Argelia en en año 1988, el cansancio social, más la cuestión de las libertades, la liberalización, apertura de válvulas políticas. Pero se ha visto también una gran diferencia, especialmente en el plano organizativo mientras que lo que pasó en el año 1988 se sitúa dentro de la tradición de explosiones sociales, como las conocidas después de mucho tiempo y que pueden ser más o menos abortadas por las concesiones del régimen, y lo que ha pasado en el mundo árabe a partir de 2010, con esta orientación rápida hacia la radicalización: «el pueblo quiere derribar el régimen». Se está en un proceso revolucionario que los egipcios han hecho muy bien en nombrarlo con el día que comenzó (25 de enero para los egipcios) y no con el día de la caída de Moubarak , por ejemplo, porque el movimiento continúa y está aún lejos de terminar; en Egipto menos que en otros lugares.

La gran cuestión es saber si verdaderamente va a haber consolidación de la democracia o si más bien vamos a ver los mismos procesos que se han vivido en Argelia, por ejemplo. Esto será la primera cosa sobre la cual se hará balance de lo que pasa hoy en día. El papel que jueguen o no los movimientos obreros será decisivo. Se conoce la importancia histórica de este papel comprendido en la historia de la democracia europea: el movimiento obrero es un hecho central en la ampliación de la democracia y en su consolidación. Y este papel puede manifestarse desde todas partes. Incluso en Libia, donde no hay ninguna tradición de izquierda después de cuarenta y dos años con Gadafi, hoy en día, hay una federación de sindicatos independientes que se ha creado relacionados con la federación egipcia. Esta sería la estrategia que habría que priorizar, desde mi punto de vista, para la construcción de una nueva izquierda en esta parte del mundo.

Didier Monciaud

Sobre la historia de la individualización, es cuanto menos evidente que unos espacios se han abierto con facebook. Pienso en ese joven alejandrino a quien la policía mató en la calle y cuya muerte suscitó durante algunos días la firma de un texto de entre 50000 y 60000 personas… Esto es verdaderamente facebook

Por volver sobre la cuestión izquierda/partido obrero, evidentemente hay muchos militantes sindicalistas egipcios que son de izquierdas, pero la izquierda egipcia ha quedado marcada por lo que se ha llamado en Egipto su carácter de «titulación» es decir educada que ya no corresponde a la clase obrera. Después de los años cuarenta, a pesar de ha habido individualmente muchos militantes obreros de renombre, nunca fueron los dirigentes centrales, sino que eran a menudo médicos, periodistas, abogados.

En Egipto, esta superación de la cuestión de la «titulación» es muy complicada porque esto retrotrae a las tradiciones sociales y ese es un tema sobre el cual la izquierda, creo, está voluntariamente silenciosa y esto no es más que la herencia de la hegemonía stalinista, el matrimonio, los comportamientos sociales… temas tan complejos.

En los años noventa, cuando los socialistas revolucionarios se constituyeron, pudieron ser percibidos como provocadores para sus costumbres, es decir sus fiestas, las salidas… Esto no era solamente un choque de generaciones, era un choque en las relaciones de la sociedad también. Pero esto no es solo específico de esas generaciones. Esto indica el conservadurismo de la sociedad.

Fuente original: http://www.google.com/url?sa=D&q=http://www.contretemps.eu/interventions/table-ronde-%25E2%2580%2593-gauche-r%25C3%25A9volutions-arabes&usg=AFQjCNGdJCp9gpGp9oeOPqlYm0K2RVLOzw