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Otro punto muerto en Medio Oriente

La lógica defectuosa de las conversaciones de paz

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Nazaret.- Quizá no ha alcanzado el nivel de expectación febril desencadenado por aquel famoso apretón de manos entre los dirigentes israelíes y palestinos en el césped de la Casa Blanca en 1993, pero la sensación de esperanza inspirada por la tan esperada reanudación de las conversaciones de paz es al mismo tiempo tangible y terriblemente desubicada.

Las conversaciones, que se acordaron esta semana y comenzarán en serio en la región a mediados de agosto, no se van a llevar a cabo porque el primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu o el presidente palestino Mahmud Abbas crean que se puede llegar a un acuerdo. Las dos partes hablan para evitar que les culpen de abochornar a John Kerry, el Secretario de Estado de EE.UU.

La sensación errónea de «hay un cambio en el aire» fue ilustrada la semana pasada por una encuesta muy publicitada que muestra que un 55% de los israelíes votaría favorablemente a un acuerdo y el 25% se opondría. No se consideró el hecho de que muchos más israelíes -un 70%- creen que no se puede lograr un acuerdo, mientras que el 60% dice que el motivo es que Netanyahu jamás aceptará la partición del país.

Los palestinos no son más optimistas. Un reciente sondeo reveló que un ínfimo porcentaje del 8% tenía algún grado de confianza en EE.UU. como mediador.

Pero si los israelíes y los palestinos de a pie se muestran desanimados o desinteresados, sus dirigentes y muchos observadores hablan de las posibilidades de un progreso.

Este optimismo está avalado en parte por la inesperada y en gran parte simbólica decisión de la Unión Europea de penalizar las colonias. Se supone que a partir del próximo año la UE negará financiación a las instituciones israelíes en los territorios ocupados.

Es una píldora amarga para Israel y ya busca caminos para castigar a Europa. El fin de semana pasada se supo que los militares israelíes están negando el acceso a Gaza a personal de la UE y que están bloqueando proyectos europeos en el Área C, los casi dos tercios de Cisjordania controlados exclusivamente por Israel.

Pero aunque la acción de Europa ha enfurecido a Israel surgen sospechas de que allanó el camino de Netanyahu a la mesa de negociación.

Israel y sus partidarios han fomentado desde hace tiempo la idea de que las tácticas intimidantes como boicoteos y sanciones, solo sirven para empujar hacia la derecha al público y a los políticos israelíes. Ha sido la justificación estadounidense y europea para tratar a Israel con guantes de seda desde el inicio del proceso de Oslo hace dos décadas.

Y sin embargo la iniciativa de la UE contra las colonias sugiere que la realidad es lo contrario. Tanto Netanyahu como Abbas se apresuraron a anunciar las conversaciones después del anuncio de la UE, y en gran parte por la misma razón.

Para Netanyahu, la acción de Europa fue un garrote que agitó para forzar a la docilidad a la derecha de su Gobierno. Pudo argumentar persuasivamente que la continuación de la intransigencia israelí respecto a las conversaciones solo intensificaría el aislamiento del país, la sustancia de sus referencias poco claras a los «intereses estratégicos de Israel».

Israel tiene mucho más que temer de los palestinos fuera de los límites de un engañoso proceso de paz. Existe la amenaza de que los palestinos aumenten el impulso para más sanciones de organismos como la UE, de que vuelvan a presentar sus argumentos para el reconocimiento de su Estado en las Naciones Unidas o de que lleven a Israel ante el Tribunal Penal Internacional en La Haya por crímenes de guerra.

Para Abbas, la misma decisión de la UE fue un incentivo utilizado para desarmar a los críticos que advertían de que la reanudación de fútiles negociaciones dañará la causa nacional palestina. Afirmando que los europeos habían forzado a Israel a ceder, Abbas pudo argumentar que había llegado el momento de negociar.

Inusualmente, EE.UU. no se había mostrado demasiado molesto por la clara desaprobación de Israel ante el repentino endurecimiento de la decisión de la UE. O como declaró un alto funcionario estadounidense los medios de comunicación israelíes: «Los europeos nos están dando tiempo y nos permiten intentar el inicio de las conversaciones».

Pero mientras EE.UU., Europa, Netanyahu e incluso Abbas obtendrán un respiro después de meses de charlas inútiles sobre la paz, no hay señales de que la presión que lleva a Israel a la mesa continúe una vez que participe.

El indicio más preocupante de que EE.UU. se orienta hacia el mismo camino fracasado es el anuncio del retorno de Martin Indyk como mediador. Indyk, «lobbista» israelí de larga data, ha estado íntimamente ligado a varios fracasos diplomáticos anteriores.

Además, los propios negociadores son los mismos personajes comprometidos que han seguido anteriormente el mismo camino. Los «Papeles de Palestina», filtrados por Al-Jazeera en 2011, revelaron que en conversaciones anteriores el negociador palestino Saeb Erekat se había atrevido a conceder mucho más que lo que los observadores habían creído posible, aunque incluso esas generosas concesiones no satisficieron a Tzipi Livni, de Israel.

También hay algo intrigante respecto a un proceso de paz impulsado por una agenda de nueve meses en lugar de la lógica de las negociaciones. Una posible motivación del deseo de la Casa Blanca de extender las conversaciones fue sugerido por un funcionario el miércoles: EE.UU. quiere desesperadamente evitar la «catástrofe» del retorno de los palestinos a la ONU.

Otro barómetro para juzgar las probabilidades de un adelanto son las sonrisas tranquilas de los ministros de extrema derecha de Netanyahu, que evidentemente no están preocupados por el temor de que las colonias se encuentren en un peligro inminente.

En realidad es todo lo contrario. Israel ha anunciado que construirá 1.000 viviendas para colonos en los próximos meses, aparte de continuar la construcción privada. Una línea ferroviaria que conecte las colonias a las ciudades israelíes, haciéndolas aún más accesibles y atractivas, también se ha mencionado.

Respecto al proceso de paz, Kerry ha advertido con anterioridad de que será «un año, año y medio o dos años y habrá pasado». ¿Pero qué implica realmente «pasado»?

Por una parte habrá que culpar a alguien y toda la evidencia del pasado sugiere que ese alguien serán los palestinos. Por otro lado Netanyahu podrá argumentar que, como Kerry temía, el proceso de paz está muerto. Ninguna dirigencia palestina, afirmará, será capaz de lograr la paz.

Podría ser un momento tentador para que Israel realice la tan deseada anexión del Área C, la mayor parte de Cisjordania y ubicación de las colonias. Con solo 100.000 palestinos restantes en el Área C después de décadas de limpieza étnica, Israel puede ofrecerles la ciudadanía sin amenazar el sacrosanto carácter judío del Estado.

Una acción semejante no solo bastaría para satisfacer el hambre de Netanyahu de más tierra palestina, sino que además solucionaría otro problema, esta vez para Europa y EE.UU. Ya no tendrían que preocuparse de boicotear las colonias; la anexión significaría que ya no habría colonias a que oponerse.

Jonathan Cook ha obtenido el Premio Especial de Periodismo Marta Gellhorn. Sus últimos libros son: Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East ( Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair ( Zed Books). Su nueva página web es: www.jonathan-cook.net .

Una versión de este artículo apareció primero en The National, Abu Dhabi.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/08/02/the-flawed-logic-of-the-peace-talks/

rCR