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Para millones de musulmanes que celebran el mes de Ramadán es el momento de estrechar los lazos de solidaridad con palestinos e iraquíes

La lucha continúa

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos


Normalmente el sagrado mes de Ramadá, que en la mayoría de los países musulmanes empezó el pasado 1 de septiembre, es un mes feliz de caridad, oración y comidas especialmente deliciosas al final de día. Sin embargo, para la mayoría de las familias palestinas, duramente afectadas por el paro galopante y la pobreza cada vez mayor, el Ramadán de este año representa un verdadero reto para sus exiguos presupuestos. Además, la ya larga escisión entre Fatah y Hamas, que ha provocado manifestaciones particularmente inquietantes, también está arrojando una negra sombra sobre Palestina.

Muchos tenían la esperanza de que la llegada del Ramadán llevaría a los gobiernos rivales de Cisjordania y Gaza a, por así decirlo, volver a empezar y a liberar a los cientos de prisioneros políticos que tiene cada parte. Sin embargo, lejos de eso los aparatos de seguridad de ambos partidos, y especialmente el de Fatah, siguen haciendo redadas entre docenas de supuestos sospechosos, sometiéndolos en muchos casos a maltratos físicos y psicológicos. Las detenciones por motivos políticos, unido a la mucho peor situación de las más de 10.000 familias palestinas cuyos hijos y familiares languidecen en las cárceles y centros de detención israelíes, sin duda están dejando una deprimente huella, especialmente en el momento del iftar, cuando las familias se reúnen a la puesta del sol para romper el ayuno del día.

Bolsillos vacíos

En la mayoría de los mercados de Cisjordania hay abundancia de todo tipo de atractivos manjares que se ofrecen para atraer a los que ayunan. Sin embargo, a diferencia de los años anteriores en los que las condiciones generales de vida eran algo menos intolerables, esta vez, lo que falta es la demanda, no tanto porque los artículos no sean deseables sino porque la mayoría de los compradores no se los pueden permitir. Al tener unos ingresos tan bajos, la mayoría de las familias están guardando sus ahorros y los utilizan sólo para comprar los artículos más básicos, como harina, azúcar y aceite de cocina. Piensan que los no esenciales pueden esperar a tiempos mejores.

Uno de los manjares, el intrínsecamente palestino pastelillo llamado qatayef, ha sobrevivido a esta situación y las familias reservan algo de dinero para asegurarse de que honra su mesa en las comidas vespertinas.

Hasta hace un año, los segmentos más empobrecidos de la sociedad palestina recibían suplementos alimentarios y cierto apoyo financiero de decenas de organizaciones benéficas musulmanas de Cisjordania y del exterior, especialmente de la zona del Golfo. Sin embrago, casi todas estas organizaciones benéficas o bien han sido cerradas completamente por las fuerzas de ocupación israelíes o bien la Autoridad Palestina (AP) se ha hecho cargo de ellas.

Además, posiblemente alentado por Israel y Estados Unidos, Fatah ha incautado los comités zakat (limosnas), que desempeñaron un papel crucial para luchar contra la pobreza y permitir a los más pobres mantener una vida digna.

Esto ha resultado ser realmente desastroso para las familias palestinas más pobres que se han vuelto así más dependientes aún de los ingresos suplementarios proporcionados por esos comités dirigidos por personas piadosas que se considera apoyan a Hamas. Según miembros de estos comités, las donaciones locales e internacionales han descendido más de un 90% a consecuencia de la campaña contra ellos.

«Puedo decirle que desde que el gobierno del primer ministro Salam Fayyad se hizo cargo del comité zakat el año pasado no hemos recibido ni un penique de los donantes locales», afirmó un responsable del comité de la zona de Hebron que habló a condición de permanecer en el anonimato por temor a que lo echaran del trabajo si era identificado. «Y lo mismo se puede decir de las donaciones de los musulmanes del Golfo».

La principal razón de la parálisis del comité zakat es que los donantes locales, que suelen ser musulmanes piadosos, tiene poca o ninguna confianza en la integridad del nuevo consejo de administración del comité, en su mayoría activistas de Fatah nombrados por las agencias de seguridad. «La gente cree que son unos ladrones. No quieren que el dinero destinado a la caridad caiga en manos sucias», declaró el anónimo responsable a Al-Ahram Weekly.

Con todo, sería inexacto decir que los donantes haya dejado en realidad de dar limosnas. Después de todo, el zakat es un pilar esencial de la fe islámica ya que todo musulmán que sea financieramente capaz debe entregar a los pobres cada año el 2.5% de sus ingresos y la mayoría de la gente decide hacerlo durante el sagrado mes de Ramadán.

La mayoría de las personas que dan zakat ahora lo hacen entregando ellos mismos directamente el dinero a los pobres, como se hacía antes de la formación de los comités zakat a finales de los setenta y principios de los ochenta.

En algunas localidades se han establecido comités de familia para distribuir el dinero de la caridad y dar suplementos de comida a los pobres de un clan dado. Esto cumple una doble función: estrechar los lazos de solidaridad dentro del clan y cumplir un deber religioso. No hay ni que decir que en la mayoría de los casos quienes supervisan esta tarea son aquellas personas en las que política y fe se entremezclan, como los miembros de Hamas, que a su vez mejoran su posición dentro de sus propios clanes.

Estos actos han enfurecido a ministerio Waqf (de donaciones islámicas) de la AP, que mientras tanto ha seguido urgiendo al público a entregar a los comités zakat su dinero destinado a la caridad al tiempo que les garantizan una total transparencia. No hay pruebas de que se hayan tenido en cuenta estos llamamientos.

Por otro lado, la AP está molesta porque decenas de donantes y agencias de ayuda de los Estados árabes ricos en petróleo han dejado casi por completo de transferir dinero a los comités zakat después de que Fatah se hiciera cargo de ellos. Fatah ha culpado a Hamas de «incitar» a los donantes a dejar de enviar su dinero a Cisjordania. Hamas ha contestado desafiando a Fatah a presentar a «personas honestas» aceptables para los donantes.

El ministerio Waqf ha tratado de salvar la situación transfiriendo asignaciones financieras desde el presupuesto del gobierno a los comités zakat. Sin embargo, según los responsables de las organizaciones benéficas estas asignaciones han sufrido muchos altibajos. Después de todo, el propio gobierno de la AP está luchando para mantenerse financieramente, a pesar de los miles de millones de dólares pagados o prometidos por los países donantes.

El economista palestino Adel Samara cree que el objetivo de la ayuda de los donantes no es realmente crear crecimiento económico. «Pretende ser un soborno, sobornar a la AP para que haga concesiones políticas a Israel. Ésta es la razón por la que tenemos una economía como la de Somalia a pesar de que por las calles se pueden ver muchos coches lujosos».

Las observaciones de Samara no son en absoluto exageradas. Esta semana los profesores palestinos de Cisjordania empezaron una huelga de dos días para protestar porque el gobierno no ha pagado a miles de profesores que desde hace dos años no reciben regularmente su salario. La mayoría de estos profesores fueron nombrados por el gobierno dirigido por Hamas en verano de 2006 y desde entonces sus expedientes se transfirieron a las agencias de seguridad palestinas para cribarlos según sus orientaciones políticas. Durante dos años las agencias de seguridad se han negado a tramitar sus datos lo que ha causado indecible sufrimiento y miseria a los profesores y a sus familias. Algunos de ellos se han visto obligados a trabajar como obreros de la construcción en los asentamientos judío cercanos para poder subsistir.

Un profesor descontento que no ha recibido su salario durante dos años acusó al gobierno de Fayyad de tratar de humillar a los profesores y de destruir todo el sistema educativo. «Este gobierno está tratando de destruir psicológicamente a los profesores palestinos. No sé cómo esperan que pueda trabajar adecuadamente un profesor desmoralizado que no puede comprar un litro de leche a sus hijos», afirmó el evidentemente encolerizado profesor que también se negó a revelar su nombre por temor a ser despedido.

El gobierno afirma que sus arcas están casi vacías y que ahora no puede permitirse hacerse cargo de los expedientes. Sin embargo, los críticos afirman que los expedientes de los reclutas de las agencias de seguridad se tramitan en unas dos semanas y al cabo de ese tiempo reciben sus sueldos. Los salarios de algunos oficiales de seguridad, que tienen un nivel de estudios de enseñanza secundaria, son superiores a los de los profesores universitarios.

Taraweeh

Por muy duos que sean los tiempos, los problemas económicos que acucian a la mayoría de los palestinos no están logrando obligarles a sucumbir a la amarga realidad. Cada noche miles de hombres, mujeres y niños palestinos acuden a las mezquitas para el taraweeh, el  rezo nocturno festivo en el que participan los fieles. Un anciano palestino que se apresuró a colocarse en la primera fila de fieles en la Gran Mezquita de Dura cerca de Hebrón, al sur de Cisjordania, señaló que «lo más importante es que no perdamos el más allá. Sí, la economía va mal y hay mucha pobreza. Pero el mes de Ramadán es esencialmente un mes para esforzarse por alcanzar las gracia de Dios, un mes de oración, de caridad y de piedad», declaró a Al-Alhram Weekly.

Durante la oración del taraweeh se recitan largos pasajes de El Corán y se recuerda a los fieles que se aseguren de que su lealtad se tienen que reservar a Dios y sólo a Dios. Este mensaje, repetido cada noche en miles de mezquitas por todos los territorios ocupados sirve como recordatorio de que ni el ocupante ni sus lacayos pueden destruir la voluntad del pueblo palestino y su lucha legítima.

Enlace con el original: http://weekly.ahram.org.eg/2008/914/fe1.htm