Hablamos con Susan Kingsland, de War Resisters League, y con Jay Del, de la comunidad puertorriqueña El Grito de Sunset Park en Nueva York, para analizar los esquemas de violencia racial y policial en el país.
Protesta el pasado 9 de agosto en el primer aniversario de la muerte de Michael Brown. / ACTIVISTS OF NEW YORK
Cada 28 horas muere un afroamericano o latino en Estados Unidos a manos de la policía o de las fuerzas de seguridad. Los últimos episodios de violencia racial en Ferguson, Baltimore y Carolina del Norte han provocado las consecuentes revueltas de protesta social que fueron duramente reprimidas por la policía. Para conocer un poco mejor los esquemas de violencia racial y policial que sufre el país, contactamos con Susan Kingsland de la organización antimilitarista War Resisters League, la Liga de Resistentes a la Guerra (WRL) y con Jay Del de la comunidad puertorriqueña en Nueva York, El Grito de Sunset Park.
Un pasado y un presente racista
Antes de empezar a hablarnos sobre sus respectivas organizaciones y del trabajo que realizan, Jay ve necesario destacar algunos aspectos de la historia más reciente de los Estados Unidos. «Vivimos en un país donde si no eras blanco, cristiano y con dinero eras menos que humano, especialmente si eras negro. Cuando se produjo la independencia de la corona británica, se proclamó que todas las personas serían consideradas iguales, entendiéndose que no entraban en esta categoría ni mujeres ni negros. En las fincas de los grandes propietarios del sur los negros trabajaban como esclavos, siempre controlados y bajo vigilancia. Ese mismo control es el que a día de hoy emplea la policía cuando te advierte que estás demasiado tiempo en la calle y que si ya acabaste de trabajar debes volver a casa». Tal como indica, lo que vive la gente pobre del país, latinos y afroamericanos son situaciones que vienen de una historia nacional esclavista. «Ahora tenemos un presidente negro pero esto no ha cambiado las relaciones sociales. La policía se ha dedicado desde siempre a proteger a las clases altas, por eso no podemos cambiar a la policía porque está creada para defender los intereses de la lógica capitalista. Dicen que el racismo se acabó porque la esclavitud terminó hace 150 años y ahora está Obama, pero la realidad es que los derechos civiles, derechos básicos para las minorías, se conquistaron hace apenas medio siglo», apunta.
«Lo que vive la gente pobre del país, latinos y afroamericanos son situaciones que vienen de nuestra historia nacional esclavista»
«Con la lucha por los derechos civiles durante los 60 y 70, se modificó el lenguaje, ya no éramos hispanos sino latinos, ya no éramos negros sino afroamericanos», relata. Sin embargo los medios de comunicación controlados por las grandes corporaciones, tienen un papel crucial a la hora de utilizar y manipular estos términos. Cuando Michael fue asesinado por la policía en Ferguson, Missouri, los medios no dudaron en decir que el joven no era precisamente un angelito, afirmaron que bebía y rapeaba. «Estuvo muerto en la calle durante cuatro horas, un recuerdo de los linchamientos que sufrían los negros en el pasado, donde se los dejaba a la vista de todos para provocar y crear miedo». Su asesinato destapó la ira y la rabia que llevó a la gente a las calles. Ante las continuas olas de protesta por el asesinato del joven, los medios utilizaban la palabra vándalo para criminalizar a la gente. «Sin embargo cuando los blancos causan destrozos importantes durante las celebraciones de campeonatos de la NBA o la NFL o en las mismas fiestas de San Patricio en Nueva York por parte de los irlandeses, no se emplean las mismas palabras».
Los discursos no son nunca inocentes y los medios cumplen su función dentro del sistema capitalista para el que funcionan. A los árabes se les califica siempre como presuntos terroristas, a los blancos como el asesino de Carolina del Sur, se les trata de humanizar hablando de que sufría problemas mentales. Es el caso del joven Dylann Roof que mató a nueve personas en la iglesia de una comunidad afroamericana. «Fue un crimen racista confeso, sin embargo se habla de un enfermo mental, tratando de mostrarlo como un perturbado, un caso aislado y excepcional. La realidad es que en Carolina del Sur se sigue utilizando la bandera esclavista que usaban los confederados durante la Guerra de Secesión. Es un territorio de supremacía blanca, ligado a los intereses del capitalismo. En el sur existe un orgullo de su pasado racista y clasista. Dicen que el empleo de la bandera confederada no es un tema de racismo sino de nacionalismo. Manipulan sus discursos diciendo que defienden sus libertades», relata Jay Del.
Una situación parecida a esta es la que se vive en el estado de Missouri. Allí el pueblo siempre ha estado resistiendo. Cuando se produjeron las revueltas por el asesinato del Michael Brown, el Gobierno intervino para detenerlas como si estuvieran invadiendo un país. «La gente se dio cuenta de cuál es la lógica que sigue la policía y estuvo resistiendo durante meses y meses. Fue una respuesta que surgió de un pueblo pobre que viene sufriendo la opresión de las clases dirigentes desde hace mucho. Las revueltas de Ferguson y también de Baltimore vienen de lejos, estas comunidades están rabiosas y desesperadas desde hace mucho por eso crean sus propios grupos para protegerse. La respuesta violenta viene por ese hartazgo ante continua violencia que ellos sufren», afirma Del.
La Liga de Resistentes contra la Guerra
War Resisters League (WRL) es una organización antimilitarista que lucha por terminar con las guerras y sus causas. Fue fundada por objetores de conciencia e insumisos durante la I Guerra Mundial, hace 92 años. Los fundadores fueron obviamente encarcelados y reprimidos pero la WRL continuó su tarea, protestando después contra la II Guerra Mundial, durante la guerra de Vietnam y las siguientes en las que ha participado Estados Unidos. «Trabajamos con insumisos, objetores y grupos comunitarios afines con los que formamos una red nacional y también a nivel internacional. A través de la organización la Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG) colaboramos con organizaciones de otros países como ACOC Colombia, Red Medellín y asociaciones afines de Sudáfrica, Eritrea, Corea del Sur o España. Durante nuestro recorrido hemos contactado por ejemplo, con movimientos sociales en Irak, lo que nos ha permitido conocer de primera mano la realidad de allí y darla a conocer a la gente de los EEUU», explica Kingsland por su parte.
«En este sentido», continúa, «es muy importante desmontar los discursos estereotipados para poder acercarse a la gente de otros lugares. También las llamadas intervenciones humanitarias, crean un clima bélico allí donde se dan. Para combatir todo tipo de militarismo debemos situarnos en igualdad con la gente de los países que están en guerra, ellos saben cuáles son sus problemas y sus necesidades, no podemos ir a decirles qué es lo que tienen que hacer sino ayudarnos y aprender unos de otros».
Al margen del trabajo que realizan con campañas internacionales y de oposición a los grandes conflictos bélicos, Susan nos explica la importancia de su labor a nivel local y nacional: «Desde nuestras organizaciones trabajamos para evitar guerras, pero ¿qué es una guerra? Aquí se encierra constantemente a jóvenes negros y latinos; se trata de otro tipo de guerra, una guerra social y económica. Lo que estamos viviendo es una situación de violencia permanente contra las clases más desfavorecidas. Se utilizan los pretextos de la lucha contra la droga, el terrorismo y la inmigración ilegal para controlar las protestas de la gente en resistencia. Por eso no podemos trabajar intentando detener los conflictos internacionales sin ver lo que está pasando aquí con nuestros propios pueblos, ya que lo que aquí sucede tiene relación directa con las guerras en las que Estados Unidos participa».
Por todo esto, Susan nos explica como desde la WRL se pretende profundizar en las causas y los motivos que llevan a desarrollar una sociedad belicista para poder cambiarla. «Entendemos que las guerras se producen por el imperialismo y el racismo y por ello hacemos un trabajo de base para crear cambios en las personas. Resulta fundamental cuestionarse los modelos de nuestra propia sociedad y por ello es necesario hacer un análisis profundo sobre cómo funcionamos y cómo convivimos aquí. Nuestro objetivo es trasformar la sociedad militarizada en la que vivimos, tratando de ver cómo crear una nueva sociedad y un mundo sin guerras. Para ello nos dedicamos no sólo a censurar las situaciones de guerra abierta sino también a analizar las relaciones sociales y comerciales por las que nos regimos».
Una de las principales causas de la cultura bélica en la sociedad estadounidense es la gran influencia que tienen las industrias de armamento. «En nuestro país la industria del petróleo y las armas tienen mucho poder. Hay mucho dinero en estos negocios y ese dinero repercute en todo. Sin embargo nuestra crítica no es sólo contra esta industria sino hacia la filosofía capitalista, racista y patriarcal que la sustenta y crea las estructuras opresoras en las que vivimos». Desde el mismo gobierno se fomenta un comercio interior de armamento para controlar las zonas más pobres y conflictivas, esto se viene haciendo desde la época de la lucha por los derechos civiles en los 60. «El programa federal UASI (Iniciativa de Áreas Urbanas de Seguridad) destina dinero de la reserva federal para que comunidades locales y estatales puedan comprar armamento, incluso tanques. Dentro de esta industria también se asesora y se comercia con delegaciones de Israel o México para que puedan militarizar a su policía. Todo esto está muy escondido».
En Nueva York hay 40 mil policías y se planea aumentar la cifra, hay muchos países que tienen ejércitos con menos soldados. Este aumento se debe a la intención de controlar las protestas pacíficas que se dan cada vez más en la calle, así se ha reconocido desde la propia administración. El anterior alcalde de la ciudad no dudó en proclamar orgulloso, que era el dueño del ejército privado más grande del mundo. Nadie le dijo nada. «La policía de Nueva York ha recibido fusiles de asalto, chalecos antibalas, drones y camionetas con ultrasonidos, nuevos juguetes para usar, según palabras del mismo alcalde, contra el terrorismo y los manifestantes». También están reforzando las fronteras y han enviado 10 mil policías más al sur del país. A esta frontera llegan muchos jóvenes de Centroamérica, asfixiados por los tratados de Libre Comercio. «Las consecuencias del Tratado de Libre Comercio son las mismas que se aplican con las medidas anticrisis en Europa y que derivan en leyes nacionales represoras contra las protestas anticapitalistas, como el caso de la ley Mordaza en el Estado español», finaliza Kingsland.
La comunidad puertorriqueña de Sunset Park
El Grito de Sunset Park es una organización nacida en Brooklyn, formada principalmente por la población puertorriqueña. Desde hace años llevan celebrando el día de la comunidad puertorriqueña en Nueva York, donde latinos de toda la ciudad acuden a Sunset Park a celebrar. Su fundador Dennis Flores empezó a organizar eventos en su comunidad con la idea de mostrar la cultura puertorriqueña y tener un nexo de unión más allá de la rabia que acumulan contra el trato que sufren por parte de la policía. «De este modo se fue configurando un diálogo, mostrando cómo somos y tratando de quitarnos los prejuicios propios y las etiquetas con que siempre nos clasifican. Hemos ido configurando redes de solidaridad con otras zonas con problemas similares de Brooklyn, en Queens y en el Bronx», explica Jay Del.
El nombre del Grito viene a recoger la idea de la descolonización en relación a otros procesos históricos como el Grito de Lares que promovió la independencia de Puerto Rico en 1868, el Grito de Yara, inicio de la lucha por la independencia en Cuba en el mismo año o el Grito de Dolores que inició la guerra de independencia mexicana en 1810. «Nosotros nos hemos sentido colonizados socialmente, por eso hablamos de una descolonización pero también de un proceso de descolonización de nuestras mentes en el que seamos capaces de reconocer a los hermanos y hermanas blancas y negras», indica. «Esto es importante, el ejemplo negativo de este enfrentamiento entre pueblos colonizados lo podemos ver en República Dominicana, donde los dominicanos marginan de forma radical a la población negra y haitiana.»
El encuentro entre el Grito de Sunset Park y la WRL, se produce a raíz de una coalición en contra de las medidas adoptadas por la policía a partir de la teoría de ‘las ventanas quebradas’. Jay nos la explica: «Esta teoría nacida unos 20 años atrás expone que si en un barrio se rompe una ventana y no se repara y no se castiga al culpable, esto provoca una impunidad que hace que puedan aparecer cada vez más ventanas rotas y más situaciones de vandalismo. La solución, siempre según esta teoría, es la de mantener una tolerancia cero contra cualquier tipo de acto de vandalismo de esta clase y reprimirlo con dureza por pequeño que sea para dar ejemplo y evitar nuevos casos». Esta teoría provoca una actuación policial desmedida con detenciones y procesos judiciales para casos que deberían suponer sanciones o multas ya que romper una ventana es a todas luces un delito menor.
Pero, como asegura Jay, la policía se extralimita en sus actuaciones y simplemente por ver a gente en pequeños grupos en la calle ya empieza a especular con que están vendiendo droga, reclutando gente u organizando alguna acción. Esto sucede en barrios pobres de la ciudad con población mayoritariamente negra o latina.
«Nuestra manera de contrarrestar estas actuaciones de la policía, es grabando en la calle para conseguir que se echen para atrás. Tenemos derecho a registrar nuestras actividades en la calle y de este modo nos protegemos porque si la policía actúa de manera amenazante lo grabamos. Estamos previniendo, no actuando contra su trabajo pero sirve de advertencia para que sepan que estamos ahí», afirma. Estos videos pueden ser determinantes para defendernos en algunos casos, como cuando varios policías tiraron al suelo y golpearon a un hombre que simplemente había tirado una colilla al suelo. O el caso de otro chico al que la policía golpeó por negarse a dejar de grabar. «Uno de los policías le abrió la cabeza a otro por error y quisieron acusar al chico del daño. En el juicio el vídeo demostró que era falso, lo podían haber encarcelado por agresión a la autoridad, lo que es considerado como un delito federal».
Otro de los problemas que sufre la gente de Sunset Park es el de la colonización urbana o gentrificación. «Mucha gente está perdiendo sus viviendas en favor de clases adineradas, ocurre en muchas partes de Nueva York y de todo el país. Nosotros nos hemos establecido aquí, hemos crecido aquí y hemos construido nuestro hogar. Ahora nos lo quieren quitar con una guerra económica y la actuación agresiva de la policía. La gente tiene que marcharse porque la amenazan y asustan constantemente», cuenta a Diagonal. Abandonar el lugar donde uno ha crecido supone una pérdida de arraigo y dignidad. Se han dado incluso casos en algunas escuelas donde el director ha suscitado el enfrentamiento entre la cultura china y la latina; «Son estrategias para promover que la gente con dinero ocupe nuestro lugar».
Para tratar de combatir este proceso de gentrificación se hace boicot para no pagar la renta en edificios donde no se permite hacer arreglos aunque estén llenos de desperfectos. Se documentan y registran los desperfectos para poder justificar el boicot al alquiler. Tal como explica Jay, «así la documentación audiovisual es fundamental para empoderarnos y defender nuestros derechos. Esta estrategia de documentar nuestras experiencias viene de lejos. Ya las Panteras Negras documentaban las actuaciones policiales con papel y lápiz. No hacemos esto para proporcionar después los vídeos a los medios de comunicación o a los abogados, sino para defendernos en los juicios. A raíz del auge de los casos de agresiones racistas los medios sí han querido contactarnos para pedirnos nuestras grabaciones. Cada vez hay más gente en nuestras comunidades que quiere aprender a grabar».
Susan nos relaciona como esa herramienta que es el registro audiovisual les sirve para ahondar en esa trasformación social por la que trabajan: «Grabamos para que la gente que no cree que los abusos policiales suceden, vean qué es lo que pasa en realidad». Pero también advierte que grabar no es suficiente. «Tenemos videos que muestran la mala actuación de la policía, incluso vídeos en los que la policía aparece matando gente, pero que han sido declarados sin valor por la justicia entendiendo que estas actuaciones eran legales. Por ello nuestra mejor arma es la solidaridad. Trabajamos como una organización nacional siempre en contacto con grupos locales en varias partes del país. Somos conscientes de la necesidad de estas redes de apoyo ya que nuestra lucha será larga. Nuestro objetivo no es sólo acabar con el esquema de violencia sino crear algo nuevo».
Jay no quiere despedirse sin hacer antes su propia reflexión: «Me considero un revolucionista, alguien que busca revolucionar la idea de revolución. Como colectivo vemos lo injusto y sabemos lo justo. Buscamos ser creativos y aplicar nuevas ideas, aprender de la historia para crear nuevos horizontes. Nuestra historia es una historia negada. No es que los negros y latinos tengan que hablar y entenderse con los blancos, sino que hay que acabar con una historia basada en el poder estructural de unos sobre otros. El objetivo final de nuestro trabajo es que todos estemos empoderados. Para ello tratamos de mantener el corazón alerta y la mano lista para trabajar con paciencia y creatividad».
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/global/27524-la-lucha-contra-militarismo-policial-ee-uu.html