Este miércoles se cumplirá el décimo aniversario de la inauguración del campo de prisioneros de Guantánamo. En el New York Times, un antiguo prisionero del campo, Lakhdar Boumediene, escribe un increible y poderoso artículo de opinióndonde vuelve a contar la flagrante injusticia que supuso su detención sin el debido proceso y que duró 7 años. […]
Este miércoles se cumplirá el décimo aniversario de la inauguración del campo de prisioneros de Guantánamo. En el New York Times, un antiguo prisionero del campo, Lakhdar Boumediene, escribe un increible y poderoso artículo de opinióndonde vuelve a contar la flagrante injusticia que supuso su detención sin el debido proceso y que duró 7 años.
Desde el principio quedó claro que las acusaciones contra el ciudadano bosnio – que en el momento de los ataques del 9-11 era director de la Sociedad de la Luna Roja Creciente llevando ayuda humanitaria a niños bosnios – eran falsas; de hecho, un alto tribunal en Bosnia investigó y le retiró los cargos americanos de terrorismo. Pero las fuerzas de EEUU lo secuestraron de todas maneras, lo ataron, lo mandaron a Guantánamo y lo encerraron durante siete años sin juicio.
En septiembre del 2006, el Congreso de EEUU aprobó el Acta de las Comisiones Militares (MCA de sus siglas en inglés) el cual, entre otras cosas, no sólo autorizaba la detención de sospechosos de terrorismo sin un juicio, sino que incluso negaba explícitamente a todos los detenidos en Guantánamo el derecho al Habeas corpus: el procedimiento por mandato constitucional permite a los prisioneros al menos la posibilidad para convencer a un jurado de que están siendo erróneamente retenidos. Las audiencias de Habeas protegen mucho menos que un juicio completo: el gobierno no necesita convencer a un jurado bajo la duda razonable de que alguien es culpable, sino que apenas tienen que presentar algunas pruebas creíbles para justificar el encarcelamiento. Pero el MCA denegaba incluso los derechos de habeas a los detenidos.
Sólo una vez la Corte Suprema de EEUU, en una decisión del 2008 llevando el nombre de Boumediene, sentenció que la disposición del MCA denegando el habeas era inconstitucional, y que los detenidos de Guantánamo tenían derecho a una revisión del habeas corpus. Esto hizo que al final se le requiriera al gobierno de EEUU a enseñar esas pruebas contra Boumediene ante una corte de verdad. 43 jueces federales designados por Bush después sentenciaron que no había ninguna prueba creíble que sustentara las acusaciones contra él, y fue finalmente liberado en mayo de 2009. Por favor primero leed el corto pero apasionante relato de lo que esta detención indefinida le hizo a su vida, y después considerar los siguientes puntos:
(1) Desde la decisión de la Corte Suprema sobre Boumediene, a docenas de detenidos de Guantánamo como Boumediene se les permitió tener una revisión de su caso por una corte federal para ver si había alguna prueba creíble contra ellos, y la gran mayoría de ellos ganaron los casos porque no había ninguna prueba (hubo un momento en el que el 75% de los detenidos prevaleció aunque el porcentaje es ahora algo más bajo). Si el Acta de las Comisiones Militares hubiera sido ratificada como constitucional, Boumedien – y docenas de otros inocentes detenidos que han sido liberados de Guantánamo – sin duda estarían ahora encarcelados indefinidamente.
Mírenlo de otra forma, si aquellos que votaron por el MCA hubieran hecho lo mismo- y eso incluye todos los Senadores republicanos excepto Lincoln Chafee junto con 12 Demócratas, inluyendo Jay Rockefeller, Debbie Stabenow, Robert Menendez, Frank Lautenberg, y en actual Secretario de Interior Ken Salazar – entonces Boumediene y docenas de otros detenidos inocentes estarían erróneamente encarcelados. Además, los Demócratas tenían 46 senadores en ese momento y podrían haberlo intentado bloquear pero no lo hicieron, es más, muchos Demócratas que incluso votaron contra la reforma de ley nombraron a John McCain como su negociador y estaban preparados para votar por la MCA hasta que en el último fin de semana se hicieron algunos cambios que aunque no estaban relacionados, lo hicieron sin su participación y les ofendió ese procedimiento. Como el artículo de opinión de Boumediene refleja, actuar para dar la potestad al Presidente de encarcelar gente indefinidamente sin cargos es una de los pasos más peligrosos y perjudiciales que un gobierno pueda tomar, y precisamente el Congreso de los EEUU en 2006 hizo exactamente eso.
(2) La decisión de la Corte Suprema sobre el caso Boumediene fue con una votación 5 contra 4; por lo que 4 Jueces de la Corte Suprema de los EEUU votaron por mantener la constitucionalidad del encarcelamiento indefinido de seres humanos, probablemente de por vida, sin ni siquiera las mínima protección de la audiencia de habeas. Si Anhonny Kennedy hubiera votado con sus colegas conservadores, no sólo Boumediene y docenas más estarían todavía erróneamente encarcelados, sino que el poder con el que los EEUU ha oprimido por tiempo a sus ciudadanos es el sello distintivo que define a la tiranía – la potestad para encarcelar sin el debido proceso – habría sido totalmente consagrado mediante una ley americana.
(3) Después del caso Boumediene, la detención indefinida sigue siendo una parte clave de la política de Obama. El Departamento de Justicia (DOJ por sus siglas en inglés) de Obama ha argumentado repetidamente que las reglas que se aplicaron a Boumediene no deberían ser aplicadas en Bagram, donde – la administración Obama insiste – se tiene la potestad para encarcelar a gente sin el debido proceso, ni siquiera con audiencia de habeas; el Departamento de Justicia (DOJ) de Obama al final logró tener ese poder consagrado. Obama ha propuesto una ley para darle a él plenas facultades «para detener de manera prolongada» de manera que se pueda permitir que sospechosos de terrorismo sean encarcelados sin juicios. Su plan para cerrar Guantánamo implicaba una mera relocalización de su sistema de detención indefinida a suelo Estadounidense, donde docenas de detenidos, por lo menos, continuarán encarcelados sin juicio. Y por supuesto acaba de firmar la ley que regula el Acta de autorización de defensa nacional (NDAA por sus siglas en inglés) que contiene – como refleja el ACLU- «una disposición que ampliamente permite la detención indefinida en cualquier parte del mundo,» lo que quiere decir – como dice Human Rights Watch – que «el Presidente Obama quedará en la historia como el presidente que consagró como ley estadounidense la detención indefinida sin juicio.» Esos mantenidos en Guantánamo continuarán recibiendo por lo menos la audiencia de habeas, pero no aquellos mantenidos en otras prisiones de la Guerra contra el Terror americana. Leer el artículo de opinión de Boumediene para ver por qué esto es tan detestable.
(4) Como se aproxima un año electoral, cada vez se está volviendo más común una táctica tan repelente como estrambótica y evidente en sí misma utilizada por algunos militantes Demócratas contra aquellos que como nosotros insistimos que temas como el de la detención indefinida (junto con el asesinato de civiles que se está dando en el mundo musulmán) merece una prioridad máxima. El argumento es que poner el énfasis en esos asuntos es perjudicar al Presidente Obama (porque él es responsable de la detención indefinida, la muerte de bastantes civiles, y las agresiones con riesgo de guerra) mientras se ayuda a los candidatos competidores (como Gary Johnson o Ron Paul) quienes vehementemente se oponen a esas políticas. Así que, sigue este razonamiento, reivindicar que temas como la detención indefinida y la muerte de civiles sea prioritario en la valoración de la carrera presidencial significa subordinar la importancia de otros asuntos como el aborto, la igualdad de los gays o los derechos civiles en el país, cuestiones en las que Obama y los Demócratas son mejores. Muchos de estos comentaristas insinúan de manera muy fuerte, o ahora incluso abiertamente plantean, que sólo hombres y blancos están dispuestos a discutir por este esquema de prioridades porque los asuntos a los que se les ha quitado prioridad no les afectan. Pueden ver aquí (Megan Carpentier), aquí (Katha Pollitt) y aquí (Dylan Matthews) como tres de los muchos ejemplos de esta insinuación acusatoria y grotesca.
Hay muchos errores que llaman la atención en su táctica para dividir. Uno, depende de la distorsión deliberada y a gran escala del argumento que se ha hecho; demandando que los temas como la detención indefinida, la muerte de civiles y la guerra agresiva sean temas de alta prioridad en la carrera presidencial no abogan, ni de lejos, por quitarle prioridad a otros asuntos. Otro, muchas mujeres y minorías étnicas y raciales – así como los gays americanos – están dando argumentos similares sobre la necesidad de que estos temas reciban suficientes atención en las elecciones.
Y más importante, es extremadamente irracional defender que el interés personal o los «privilegios» llevarían a alguien a priorizar asuntos como la detención indefinida y las bajas civiles ya que los que están siendo acusados y que defienden las libertades civiles o están en contra de la guerra es extremadamente improbable que se vean implicados en los abusos por los que protestan. No son hombres blancos la mayor parte de los que están siendo detenidos indefinidamente, a los que se les destruye sus casas y coches con aviones no tripulados – las víctimas de esas políticas son gente como Boumediene, o Gulet Mohamed, o José Padilla, o Awal Gul, o Sami al-Haj, o Binyam Mohamed, o aldeanos afganos, o familias paquistaníes, o adolescentes yemenís.
Veamoslo de otra manera, cuando empleas la mayor parte de tu tiempo trabajando contra las injusticias impuestas casi exclusivamente sobre las minorías y los marginados – como hace cualquiera que trabaja en temas de libertades civiles y guerra – es reprobable para cualquiera utilizar ese tipo de tácticas acusatorias, todo al servicio del objetivo vacío de la aplicación de la lealtad partidista. Precisamente esos que actúan por privilegiados intereses propios querrían quitar prioridad a esos asuntos en la campaña presidencial, no insistir en su vital importancia.
Y este es el verdadero punto aquí: lo más retorcido de los que emplean estas tácticas con fines partidistas es lo fácil que podría ser utilizadas contra ellos, en lugar de por ellos. Todos los autores de los tres ejemplos acusatorios mencionados más arriba (Carpentier, Pollitt y Matthews) – así como todos esos Demócratas que se han hundido por argumentar explícitamente que esos asuntos no tienen importancia – son blancos y no musulmanes. Para aplicar su degradada retórica a ellos, uno podría fácilmente decir:
Desde luego que no consideran que la detención indefinida, las invasiones y ocupaciones, y la matanza de civiles estén descalificando a un Presidente o incluso mereciendo mucha atención en la elección presidencial – por supuesto ellos pedirán que todo el mundo apoye fielmente al Presidente que continúa haciendo todas esas cosas de manera agresiva – porque, como no musulmanes, ellos no son los que serán encarcelados por años sin juicio o un avión de EEUU o un ataque aéreo no hará pedazos a sus niños, entonces ¿qué les importa?
No utilizo ni apoyo ese desafortunado razonamiento, pero esos que lo hacen – como los autores de las acusaciones que enlazo más arriba – deberían haberlo aplicado a ellos mismos y a sus prioridades políticas; merecen cosechar lo que están sembrando.
Es más, el Washington Post tiene un excelente artículo sobre los millones de civiles muertos que EEUU ha causado en las últimas décadas y cómo firmemente esos civiles muertos son ignorados en el discurso político y mediático en EEUU. El artículo es de John Tirman, el director ejecutivo y principal científico de investigación en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), en el Centro de Estudios Internacionales, que acaba de publicar un libro sobre ese tema. Una de las principales razones por las que esos muertos reciben tuna prioridad tan baja es porque los americanos no se ven afectados por esas bajas y pueden así quitarles prioridad como aberrante.
Esto explica mucho de nuestra respuesta a la violencia en Corea, Vietnam, Irak y Afganistán. Cuando la guerra iba muy mal y la violencia iba en aumento, los americanos tendían a ignorar o incluso culpar a las víctimas. El público descartaba a los civiles porque sus altas tasas de mortalidad, desplazamiento y ciudades destruidas no concordaban con nuestra idea de las misiones y del papel de EEUU en el mundo.
Esas actitudes tienen consecuencias. Tal vez la más importante – aparte de las tensiones creadas con los gobiernos anfitriones, que han hecho bastante ruido protestando por las bajas civiles – es que la indiferencia da permiso a nuestros militares y líderes políticos para buscar más intervenciones.
Para apelar a las tácticas acusatorias y explosivas de Megan Carpentier, Katha Pollitt, Dylan Matthews y otros acusadores que se enlazan más abajo: es mucho más fácil ver esas políticas como no descalificadoras e insistir en quitarles prioridad en favor de otras políticas porque sus privilegios de blancos y no musulmanes significa que ellos no son los que van a ser detenidos indefinidamente, asesinados sin el debido proceso, ni sus casas y niños serán objetivo de aviones no tripulados y bombas de racimo. Los musulmanes tienen momentos más difíciles, consintiendo tan alegremente esos abusos – como hacen los nos musulmanes que son capaces de protestar por las graves injusticias incluso cuando no están directamente afectados por ellas. De nuevo, esta no es una forma de razonar que yo acepto o uso – podría haber todo tipo de razones por las que alguien querría que esas políticas fueran no prioritarias o por lo menos que no sean vistas como descalificadas bajo indiferencia basada en el egoísmo y los privilegios – pero esos que vomitan ese tipo de calumnias deberían entender qué fácilmente se les puede someter a esas mismas acusaciones.
Al final, realmente no es tan complicado entender por qué tanta gente considera esos asuntos tan fundamentales. Esos luchando por entenderlo deberían leer el artículo de opinión de Lakhdar Boumediene. O esta historia y este artículo de opinión sobre un chico de 16 años y su primo de 12 a los que se les quitó la vida cuando el de 16 años fue atacado (en secreto y sin ningún control) con un ataque desde un avión no tripulado en Pakistán. O estos descubrimientos recién documentados de abusos que están ocurriendo a detenidos en Bagram. O las docenas de mujeres y niños yemeníes asesinados por una bomba de racimo de EEUU. O el proceso secreto por el que el actual Presidente ha tomado la potestad unilateral para poner como objetivo a ciudadanos estadounidenses para asesinarlos.
Hay muchas razones por las que uno podría insistir en que hay que poner atención a estos asuntos, incluso en un año electoral. Como expliqué en mi respuesta al modesto ataque de Carpentier en Guardian, el interés propio y los «privilegios» no están entre ellos. Si acaso, es probable que esos rasgos produzcan exactamente la reacción contraria, por ejemplo que esos asuntos no sean priorizados porque dan más poder al partido político propio o que preocuparse sobre asuntos que lo dañan personalmente es el objetivo predominante.