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Acontracorrent y EUPV-IU rinden homenaje a Josep Almudéver, uno de los últimos internacionalistas en la guerra civil

La memoria de las brigadas internacionales

Fuentes: Rebelión

A sus 94 años, la biografía de Josep Almudéver compendia buena parte de las utopías, esperanzas y derrotas que en la Historia Contemporánea de España lucharon por abrirse camino. Dada su lucidez y buena memoria, todavía imparte charlas en institutos (esta semana, un centenar de alumnos lo han escuchado en Picassent) y tiene recogidos por […]

A sus 94 años, la biografía de Josep Almudéver compendia buena parte de las utopías, esperanzas y derrotas que en la Historia Contemporánea de España lucharon por abrirse camino. Dada su lucidez y buena memoria, todavía imparte charlas en institutos (esta semana, un centenar de alumnos lo han escuchado en Picassent) y tiene recogidos por escrito los principales trazos de su vida, a la espera de que alguna editorial decida publicarlos.

Reside en Francia (cuenta con la doble nacionalidad), milita aún hoy en el PCF y en el último año ha viajado tres veces al estado español. Es uno de la escasa decena de brigadistas internacionales vivos, de los 50.0000 correspondientes a 54 países que se desplazaron a España para defender la legalidad republicana y derrotar al fascismo durante la guerra civil. Almudéver ha compartido los recuerdos de una época, extraordinaria y trágica a un tiempo, en las «Jornadas Rojas» organizadas por EUPV-IU, el sindicato Acontracorrent y la Universitat de València.

Hay hombres que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles, afirmaba Bertolt Brecht. La máxima se le podría aplicar al internacionalista nacido en Marsella y de familia valenciana (del municipio de Alcàsser), que a los 17 años ya se incorporó como voluntario para combatir en el frente de Teruel. En 1938, Josep Almudéver se enrola en las brigadas internacionales y evoca lo que vivió como «una gran canallada». «El Comité de Intervención fue el responsable de la retirada de las brigadas. Ocurrió en la Batalla del Ebro. Entonces sólo quedaban 12.000 brigadistas de los 45.000 iniciales. La retirada se explica por el miedo que en aquellos momentos tenía el mundo capitalista».

Almudéver vivenció muchos de los episodios más dramáticos de la guerra civil. En el puerto de Alicante, donde unas 15.000 personas se refugiaron con la idea de salir de España en barcos de la República, vio cómo se desencadenaban los suicidios. También padeció lo suyo en el campo de detención de Los Almendros (Alicante), creado por el bando franquista en 1939, y por donde pasaron poetas como Miguel Hernández y Marcos Ana. Recaló asimismo en el campo de concentración de Albatera (Alicante), donde perdió 30 kilogramos en dos meses y pasó por los calabozos. Fue detenido, juzgado y sentenciado a 12 años por un tribunal militar. Pasó por la prisión. En 1943 se echó al monte para combatir con el maquis (actuó como enlace y colaboró en el acopio de armas, comida y ropa). Cuatro años después, en vista del peligro que corría, decidió partir al exilio francés.

Las charlas del exbrigadista constituyen además un ejercicio preclaro de memoria histórica. Testimonia cómo conoció al doctor Negrín, presidente del Gobierno de la II República entre 1937 y 1945 (ya en el exilio). Los momentos compartidos con Juan Pesset, médico, catedrático y republicano insigne de la ciudad de Valencia, fusilado al finalizar la guerra civil. Las pugnas entre comunistas (partidarios de un ejército, una economía y un poder centralizados) y el anarquismo, que proponía la descentralización, la autogestión y las milicias. Las vivencias en los campos de detención: «Gente a la que fusilaban junto a las alambradas cuando se disponían a huir; su último grito podía ser un viva al socialismo, a la república o al comunismo»; otras veces, un retador «tirad, hijos de puta», evoca entre sollozos.

Cuando Josep Almudéver comparece para divulgar sus recuerdos (sea ante alumnos, ante periodistas o en actos públicos) contesta invariablemente a muchas preguntas sobre el presente. ¿Resulta prioritaria la memoria histórica en España? «Eso es imposible mientras sea jefe de estado un tipo como Juan Carlos de Borbón», responde. ¿Era más idealista la juventud de los años 30 que la actual? «Actualmente hay menos idealismo, entre otras razones, porque en aquella época existían menos escuelas y se pasaba más hambre». ¿Qué le pediría a la izquierda hoy? «Que recuperara la idea del Frente Popular, de febrero de 1936». Uno de los peligros que acecha mayormente a la Europa actual es el rearme de la extrema derecha. Con sencillez, claridad y pocas palabras el exbrigadista esboza su comentario. Desde su observatorio francés: «el empuje de la ultraderecha se debe a que muchas veces la izquierda (Hollande) no hace lo que debe; se les está abriendo el camino y llegan en algún caso a porcentajes de voto del 25%».

Cada vez quedan menos voces para rememorar la lucha internacionalista contra el fascismo que movilizó a jóvenes de todo el mundo durante la guerra civil española. Voces imprescindibles en un momento, como recuerda Almudéver, en que la extrema derecha «propone cosas tremendas, como regularizar la inmigración para combatir el paro». Y donde la democracia en su sentido más pleno padece un duro asedio en todos los frentes. Conservar su legado deviene imprescindible dado que se trata de personas que han sufrido una doble condena y olvido: la de la represión franquista y la de la transición democrática.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.