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La muerte de Samir Dari

Fuentes: Dissident Voice

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Carlos Sanchis

Ha pasado casi un año y medio desde que nuestro amigo Samir Dari fue abatido a tiros por un policía israelí. Samir, un residente israelí y padre de dos hijos, se aproximó a un grupo de policías que acababan de detener a su hermano en una esquina de la calle, no muy lejos de su casa y pidió su posterior puesta en libertad. Hay versiones opuestas sobre cómo se desarrollaron los hechos, pero no hay disputa sobre los hechos siguientes: Samir estaba desarmado y el policía Shmuel Yechezkel le disparó a corta distancia en la espalda.

La policía israelí fue rápida en diseminar una falaz versión del incidente que retrató el asesinato cómo un acto de autodefensa. Este es un caso típico y una respuesta casi automática, la cual invierte el orden entre víctima y agresor. Cuando un árabe es asesinado, se dice que era violento, cuando se le da una paliza, se dice que golpeó primero a la policía, cuando es oprimido, es que es culpable.

También fue típica la falta de interés público en la muerte de Samir. El asesinato de un árabe no es, después de todo, la clase de hecho que abre los titulares en Israel.

La protesta no violenta que los amigos de Samir organizaron en respuesta a su muerte, sin embargo, atrajo la atención. Los judíos israelíes no pueden digerir fácilmente a árabes enojados en las calles, y muchos no vacilaron en amenazar abiertamente a los manifestantes: » Una respuesta inmediata y contundente es necesaria» «hace falta un ataque con mísiles contra su aldea» fueron algunas de las respuestas que aparecieron en el periódico local.

Pero ahora, año y medio después, parece ser que el sistema legal israelí comparte la percepción del público, aunque el modo en que se expresa es menos estridente.

El juez Noam Solburg recientemente ha absuelto al policía Yechezkel. Irónicamente, en su veredicto, el juez afirma que Samir no amenazó a Yechezkel, en ningún momento hubo contacto físico entre Samir y el policía en la escena, y Samir estaba realmente alejándose del policía cuando le dispararon por la espalda. » El l acusado cometió un abominable y terrible error», concluye el juez añadiendo que » el fallecido fue muerto sin razón alguna».

El juez, no obstante, exonera a Yechezkel porque, en su opinión, no va más allá

De la probable duda el que el policía sintiera que actuaba en defensa propia. Así, cuando el «error» es matar a un árabe, nadie paga el precio – a excepción

excepto, por supuesto, de la víctima, su esposa y sus hijos.

. El veredicto del juez Solburg envia un mensaje a la familia de Samir y a todos los ciudadanos árabes de Israel: No deben esperar justicia y protección del estado israelí. Puesto que el papel de la ley es proteger a los ciudadanos y la responsabilidad de la policía es defender la ley, a menudo estas verdades básicas son ignoradas cuando se llega a los árabes. Desde septiembre del 2000, treinta y cuatro ciudadanos árabes han sido muertos a manos de la policía, guardias de seguridad y soldados. Así y todo, únicamente se han emitido cuatro autos de procesamiento y sólo después de una vigorosa campaña pública. Ninguno de estos casos ha acabado en condena.

Con todo, a veces, la ingenuidad tercamente trata de desafiar la realidad política. Cuando mataron a Samir, pensamos que era importante exigir justicia. Inicialmente la familia de Samir rechazó permitir una autopsia. Solo tras una considerable presión de amigos y abogados, que adujeron que sin pruebas concretas el policía podía andar libre, estuvo la familia de acuerdo, contra sus convicciones religiosas, en permitir el procedimiento forense. El informe médico fue inequívoco: A Samir le dispararon por la espalda a una distancia corta.

Aparentemente el juez Solburg no tiene paciencia con la ingenuidad y se aseguró de que la realidad política ganara. No permitió que el resultado de la autopsia o, en sus propias palabras, » la dimensión objetiva» del caso alteraran su veredicto y enviar así un mensaje bien claro a los ciudadanos árabes de Israel de que la prueba no es el criterio más importante para determinar la culpabilidad. Así, en consecuencia, no debiera ser sorprendente si la próxima familia de una víctima rechaza consentir una autopsia.

El veredicto también envía un claro mensaje a la policía: » No os preocupéis» . Los policías israelíes pueden estar seguros de que puede hacerse todo para encubrir la violencia contra los árabes. Si asuntos internos no hace su trabajo, entonces un juez, que va a absolver al policía, no lo hará, incluso cuando el oficial sea culpable de dispararle a un hombre a sangre fría.

Además, el veredicto refuerza la idea entre el público judío de que no toda la sangre es igual. Esto no debería sorprender a nadie. Hace año y medio, cuando Samir fue asesinado, escribimos un artículo para la prensa israelí que finalizaba con las líneas siguientes:

«Samir se ha ido. Quisiéramos esperar que alguien será lo suficientemente valiente para pedir responsabilidades a la persona que le disparó por la espalda. Quisiéramos creer que este incidente empezará a revelar la red de mentiras y racismo que sirve para perpetuar el círculo de violencia. Nos gustaría saber que los niños de Samir sean los últimos huérfanos a causa de la violencia de los servicios secretos, la policía y los militares. Pero no. No nos engañemos..»

Nuestra gran pena, nuestro pesimismo no estuvo fuera de lugar.

http://www.dissidentvoice.org/2007/05/the-death-of-samir-dari/