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La policía de Israel hizo la vista gorda a un linchamiento

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Lo que ocurrió la tarde del viernes en la entrada del asentamiento de Anatot fue un pogromo, un linchamiento. Los medios de comunicación que no consideran necesario informar de un pogromo de esta magnitud son socios en la política o los pecados de omisión y de abandono.

¿Alguna vez presenciaron un linchamiento? ¿Alguna vez estuvieron en un lugar donde una turba desenfrenada te estaba golpeando a ti y a tus amigos y luego persiguiéndote para que volver a golpearte? ¿Alguna vez fueron víctimas de violencia salvaje ante los ojos ciegos de los policías que ignoraron sus llamadas desesperadas en busca de ayuda? ¿Se han sentido alguna vez abandonados? La siguiente historia se inicia con la sangre, pero su tema es el abandono.

Lo que ocurrió la tarde del viernes en la entrada del asentamiento de Anatot fue un pogromo, un linchamiento. No hay otra manera de describir un suceso en el que cientos de hombres fuertes golpean salvajemente a un grupo de hombres y mujeres, activistas no violentos, durante un período prolongado de tiempo. No hay manera de transmitir a quienes no presenciaron esas escenas la amenazante proximidad del drama. No es posible con palabras, tampoco con imágenes, ni siquiera en video.

Vinieron a destruir, romper, tal vez incluso a matar. Usaron sus manos, sus puños y dientes, además de piedras, barras y cuchillos. Su objetivo eran los fotógrafos, las mujeres, los jóvenes y viejos, todos por igual. Tiraron al suelo a algunas personas y las agredían en esa posición, rodeándolas. Atacaban a los que quedaban en la retaguardia tratando de huir, persiguiendo a los golpeados.

Y todo esto se llevaba a cabo ante los ojos de la policía, que no hizo nada para evitar que las personas fueran lastimadas. Todo esto pasa, como siempre, en un silencio atronador.

Quienes abandonaron a la familia palestina que había ido a trabajar su tierra la tarde del viernes no fueron los manifestantes que enviaron a la familia al hospital. Aquellos que permitieron a la pandilla causar daños a los activistas de Ta’ayush y Solidaridad con Sheikh Jarrah que estaban presentes en el lugar esa noche, estaban fuera del círculo de los agresores. Ellos hicieron su parte, pero, individualmente, son sólo una parte de una estructura de múltiples capas.

¿Cómo se puede explicar que los policías presentes hicieran la vista gorda? ¿Cómo se puede explicar por qué no sabían o por qué no pensaron que su trabajo consistía en detener el pogromo?

Tal vez desempeñó un papel el hecho de que los residentes de Anatot no son tan radicales, como Baruch Marzel. Los residentes de Anatot no son «jóvenes de clase alta» ni «malas hierbas salvajes». Son israelíes comunes, residentes de Jerusalén en el pasado, que se avinieron a una solución de asentamiento con «calidad de vida» e incluía a empleados de la policía, y a quienes dieron condiciones preferenciales de compra de tierras allí. Incluso hay sospechas, basadas en testimonios y evidencias reunidos durante los últimos días, de que algunos de los manifestantes eran policías fuera de servicio en esos momentos.

Y tal vez es el odio profundamente arraigado a los «árabes» e «izquierdistas». Tal vez este odio también hizo más fácil para quienes estaban en funciones en la estación de policía del distrito de Shai, donde se recibieron nuestras llamadas de ayuda, y no se apresuran a enviar fuerzas al lugar. Y cuando llegaron dos patrullas, finalmente, la policía dedicó la mayor parte de su energía a informar a los maltratados activistas de que había sido emitida una orden de declaración del sitio como zona militar cerrada, y que ellos ahora la estaban violando.

Es necesario saber que estos son los puestos de policía donde las víctimas, supuestamente, deben presentar sus quejas. A un compañero se le sugirió que se dirigiera a uno de esos puestos para tratar de reparar su coche destruido durante esos hechos violentos. Hasta ahora se ha abstenido de hacerlo por temor a encontrarse con sus atacantes.

Actualmente no hay protección para una persona que no esté aliada con el régimen, que no esté en el campo de la derecha. Y ante la ausencia de protección por parte de los organismos encargados de hacer cumplir la ley, la responsabilidad pasa a los medios de comunicación, que brindan información pública.

Los medios de comunicación que no consideran necesario informar de un pogromo de esta magnitud son socios en la política, o en los pecados de omisión y de abandono. Lo mismo vale para los que denominan a esos actos «enfrentamientos», «choques» o con cualquier otra de las otras palabras lavadas que indican reciprocidad, y para aquellos que fallan al hacer su trabajo de investigación y comprobación de los hechos y se conforman con «informar de la versión de cada parte de los acontecimientos». También vale para aquellos que optan por restar importancia a una noticia que saben muy bien que, en otras circunstancias, se convertiría inmediatamente en el titular principal.

«Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor», escribió Desmond Tutu una vez. Esta historia comienza con sangre, pero su tema es el abandono que permitirá que se derrame más sangre en el futuro. Y cualquier persona que no grita en contra de ese abandono, colabora con él.

El autor es un activista del movimiento Solidaridad Sheikh Jarrah.

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/israel-police-turned-a-blind-eye-to-a-lynching-1.387997