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La senda de los dinosaurios

Fuentes: Rebelión

El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones Refranero castellano El chusco sainete que se representó el 1 de octubre en la sede del PSOE en Madrid es un paso más hacia la instauración de la gobernabilidad conservadora en el Estado español. El Comité Federal del PSOE escenificó con lágrimas, gritos y suspiros la […]

El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones

Refranero castellano

El chusco sainete que se representó el 1 de octubre en la sede del PSOE en Madrid es un paso más hacia la instauración de la gobernabilidad conservadora en el Estado español. El Comité Federal del PSOE escenificó con lágrimas, gritos y suspiros la dimisión de su secretario general tras una votación adversa. Éste, en efecto, amenazaba con salirse del guión políticamente correcto, improvisando un original e imposible plan de acción; su proyecto de gobierno de izquierdas era una huida hacia adelante por un callejón sin salida. La oligarquía dominante transnacional ya ha decidido quien dirigirá los destinos de la sociedad en estos años dramáticos de crisis global; y no será la socialdemocracia, incapaz de retener su influencia sobre los trabajadores. Así puestas las cosas, el PSOE se perfila como un partido subalterno en esta nueva etapa de la monarquía liberal -con un libreto zarzuelero sus cuadros se despiden de su capital amortizado: el principal partido del juancarlismo se desliza elección tras elección hacia la irrelevancia política-.

Como las desgracias nunca vienen solas, ayer mismo el PSOE perdió una brillante oportunidad de retener capacidad de influencia en la política vasca. El destape de un fraude electoral restó un diputado al PNV en favor de Bildu; los batasuno-etarras consiguieron arrebatar un diputado más en Vizcaya, demostrando que les habían hecho trampas en el recuento de los votos. Y con esto se frustró la posibilidad de un acuerdo entre el PNV y el PSOE, que hubiera tenido posibilidad de gobernar apoyándose en la mayoría en el parlamento vasco. Y pudimos conocer, ¡por fin!, las marrullerías que esos partidos mayoritarios inventan para tener más diputados que los demás. -¡Qué caramba!, definitivamente algo huele a podrido en el reino de Dinamarca: se están descomponiendo los entramados básicos del poder real-.

No hay, pues, que culpar de despiste o ingenuidad al dimisionario secretario general del PSOE; es solamente que las reglas del juego están cambiando y nadie sabe muy bien lo que hay que hacer en este país de todos los demonios. Nadie excepto el presidente en funciones. Con un papo digno de dinosaurio antediluviano el tío ni se inmuta, aunque caigan chuzos de punta; continúa sosteniendo impertérrito el timón del Estado, que se dirige inevitablemente hacia el corazón de la tormenta perfecta. Como quien camina sonámbulo por la cuerda floja, pues le va la vida en ello. -¡Oiga, y lo bien que le sale la jugada! Puesto que sabe lo que hay que hacer, la corte entera se ha puesto a sus pies, incluida la leal oposición de su Majestad católica-.

Puesto que nos dirigimos hacia un caos institucional sin precedentes desde la época de la República y la guerra civil, los oligarcas han decidido que lo mejor para todos -sobre todo para ellos- será que la nave del Estado sea dirigida por un hombre con puño de hierro bajo guante de seda. Definitivamente es hora de la dictablanda. ¡Y ojo que de la dictablanda a la dictadura solo hay un paso! Las amenazas secesionistas de los catalanes nos traen a la memoria las palabras de Espartero: el problema catalán se soluciona bombardeando Barcelona de cuando en cuando -ya están tardando, el último asalto a Cataluña fue hace casi 80 años-. Es la tormenta perfecta: el panorama de una España desmembrándose en medio de la crisis financiera produce escalofríos en los tiernos corazones nacionalistas -y peligrosos temblores en la bolsa de Wall Street-.

A partir de aquí puede pasar cualquier cosa: tendremos gobierno de Rajoy durante algún tiempo, legitimado por su falta de legitimidad; pero seguro que después de esta travesía ya nada será igual que antes. A menos que nos vayamos a un ‘antes’ muy anterior: la república está llamando a las puertas, ¿quién se atreverá a franquearle el camino? ¿Habrá mujeres y hombres capaces de sostenerla? Después de todo lo que pasó, pasa y pasará, solo jóvenes sin experiencia política pueden soñar con tamaña ilusión de fraternidad entre los habitantes de la península ibérica -y algunos plebeyos recalcitrantes que cultivamos la memoria histórica: españolito que vienes al mundo…-.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.