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La tecnología de la muerte

El informe nada sorprendente de las exportaciones de armas israelíes

Fuentes: Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

La región del Medio Oriente, golpeada por guerras y las consecuentes crisis humanitarias que han dejado a millones de personas apátridas, hambrientas y enfermas, necesita urgentemente paz, seguridad y reconstrucción. Sin embargo, gracias a los fabricantes de armas de EE.UU., Rusia, Francia, Israel y otros, ahora es el basurero para el armamento militar, una señal ominosa para los próximos años.

Los datos publicados el 9 de marzo por el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), muestran una imagen sombría del mundo en general y del Medio Oriente en particular. Según el informe, la demanda de armas en la región en guerra aumentó un 61% entre 2015 y 2019.

La correlación entre armas, guerra y bajas no necesita un algoritmo elaborado para ser descifrado, como lo demuestran ampliamente los hechos sobre el terreno. Siria sigue siendo el epicentro del conflicto en el Medio Oriente, con Libia, Yemen, Irak, Palestina y Sudán del Sur detrás, pero no muy lejos.

Los cinco principales comerciantes de la muerte, según SIPRI, son Estados Unidos, Rusia, Francia, Alemania y China. Curiosamente, mientras las exportaciones de armas de Estados Unidos han aumentado exponencialmente un 76% en los últimos cinco años, las exportaciones de armas de Rusia cayeron un 18%.

El mercado estadounidense está en constante expansión, ya que ahora incluye 96 países clientes, mientras que Rusia, esencialmente, ha perdido a uno de sus clientes más importantes, India.

Presidido por un gobierno nacionalista hindú de derecha, Delhi ha encontrado en Tel Aviv un proveedor ideológicamente más afín. La especial «amistad» entre Narendra Modi de India y Benjamin Netanyahu de Israel ha convertido a India en el mayor mercado de armas de Israel.

En 2017 las exportaciones de armas de Israel alcanzaron un récord de 9.000 millones de dólares, luego de la firma de un acuerdo de 2.000 millones con India. Los contratos otorgados a las Industrias Aeroespaciales de Israel (IAI) se consideraron el «acuerdo más grande firmado por la industria de armas israelí».

Con India convirtiéndose en el mayor importador de armas israelíes en el mundo, Israel es ahora en parte indirecta en el prolongado conflicto entre India y Pakistán. Los dos países con armas nucleares se acercaron al abismo de una guerra en marzo de 2019. Naturalmente las armas israelíes, que ahora ocupan un lugar destacado en el arsenal militar de la India, desempeñarán un papel importante en el mantenimiento de cualquier futuro conflicto.

Según los datos recientemente publicados, Israel está en segundo lugar después de Corea del Sur en términos de la gran expansión de las exportaciones de armas, ya que la industria de fabricación de armas de Israel ha experimentado un auge sin precedentes en los últimos años. SIPRI pone ese aumento en 77%.

El año pasado la Dirección de Cooperación Internacional de Defensa del Ministerio de Defensa de Israel (SIBAT), que es la piedra angular de la fabricación, prueba y exportación de armas de Israel, lanzó un plan integral dirigido a la expansión del mercado global de armas de Israel, con la debida atención a Estados Unidos, Finlandia e India.

Lo que hace que las armas israelíes sean más atractivas que otras es el hecho de que no van acompañadas de ningún precio político. En otras palabras, Israel está dispuesto a vender armas a cualquier país, o incluso a actores no estatales, abierta o secretamente, independientemente de cómo se usen estas armas y si su uso viola o no los derechos humanos.

En mayo de 2019 la rama israelí de Amnistía Internacional publicó un informe en profundidad que examinó los mercados de exportación de armas de Israel. Contrariamente a la afirmación de Rachel Chen, directora de la Agencia de Control de Exportaciones de Defensa de Israel, de que «examinaremos cuidadosamente el estado de los derechos humanos en cada país antes de aprobar las licencias de exportación para venderles armas», Israel es conocido por vender sus armas a los violadores de derechos humanos más notorios del mundo. La lista incluye Myanmar, Filipinas, Sudán del Sur y Sri Lanka.

Una prueba condenatoria de la afirmación anterior es una declaración hecha el 4 de septiembre de 2018 por el presidente de Filipinas Rodrigo Duterte, conocido por su pésimo historial de derechos humanos, durante su visita a Israel. Duterte dijo al presidente israelí, Reuven Rivlin, que Filipinas «en adelante solo compraría armas a Israel debido a su falta de restricciones», informó Times of Israel.

Estados Unidos es «un buen amigo», dijo Duterte, pero al igual que Alemania y China, las armas estadounidenses vienen con ciertas «limitaciones».

Teniendo en cuenta que Washington proporciona anualmente a Israel más de 3.000 millones en armas que se usan libremente contra los palestinos ocupados y otras naciones árabes sin tener en cuenta el derecho internacional o humanitario, no sorprende la declaración de Duterte.

Es lógico suponer que un país que vende armas a Sudán del Sur, devastado por la guerra civil y extremadamente empobrecido, no tiene ni un ápice de regulaciones y mucho menos estándares morales.

Lo que es único acerca de la exportación de armas de Israel y la llamada “tecnología de seguridad” al resto del mundo, es que a menudo aparecen en regiones donde las personas son más oprimidas y vulnerables. Por ejemplo, las empresas israelíes han estado durante años a la vanguardia de la guerra de las sucesivas administraciones estadounidenses contra los inmigrantes indocumentados.

Además los últimos años han sido testigos de la introducción de brutales tácticas militares israelíes en muchos aspectos de la sociedad estadounidense, incluida la militarización de la policía, de la que miles de miembros recibieron entrenamiento en Israel.

Del mismo modo, en 2018, la tecnología de guerra israelí se incorporó al aparato de seguridad de la Unión Europea. Uno de esos contratos -estimado en 68 millones de dólares- fue otorgado a la compañía israelí Elbit para proporcionar servicios de sistemas de aeronaves no tripuladas (UAS). Esta tecnología, que se basa en el sistema de Patrulla Marítima Hermes 900, permite a Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, interceptar a los refugiados y migrantes de guerra en sus intentos de cruzar territorios europeos más seguros.

Curiosamente, la UE ha comprado a Israel la misma tecnología mortal que el ejército israelí ha utilizado contra los palestinos en la asediada Franja de Gaza durante la llamada guerra de “Borde protector” de Israel en 2014.

Este último hecho representa la columna vertebral de la estrategia de marketing de Israel. Al calificar sus productos militares como “probados en combate”, Tel Aviv puede obtener el mejor precio por su tecnología sangrienta, ya que puede demostrar, utilizando imágenes reales, cómo sus drones armados, por ejemplo, pueden aplanar barrios palestinos enteros en segundos y regresar a salvo a sus bases dentro de Israel.

SIPRI y Amnistía Internacional tienen razón al exponer el próspero mercado de exportación de armas de Israel, al tiempo que enfatizan el hecho de que gran parte de estas armas proliferan libremente entre los violadores de los derechos humanos. Pero se debe poner mucho mayor énfasis en el hecho de que Israel es, en sí mismo, un notorio violador de los derechos humanos que debe ser considerado responsable de sus crímenes contra los palestinos, que a menudo se usan como conejillos de Indias en la etapa de prueba de la tecnología de la muerte de Israel.

Ramzy Baroud, nacido en Gaza y residente en Seattle, es periodista, escritor y editor de The Palestine Chronicle. Su último libro es «The Last Earth: A Palestinian Story» (Pluto Press, London). Tiene un Doctorado en Estudios Palestinos por la Universidad de Exeter. Twitter: @RamzyBaroud

Fuente: https://www.counterpunch.org/2020/03/26/technology-of-death-the-not-so-shocking-report-on-israeli-weapons-exports/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.