Al llegar Mike Pompeo en 2010 al Congreso se le llamó «el congresista de Koch» por el monto del aporte del conglomerado industrial de los Hermanos Koch a su campaña electoral. Ahora, al ser aprobado por el Congreso como Secretario de Estado, varios medios consideran que ya los Hermanos Koch tienen su propio Secretario de […]
Al llegar Mike Pompeo en 2010 al Congreso se le llamó «el congresista de Koch» por el monto del aporte del conglomerado industrial de los Hermanos Koch a su campaña electoral. Ahora, al ser aprobado por el Congreso como Secretario de Estado, varios medios consideran que ya los Hermanos Koch tienen su propio Secretario de Estado.
Cuando se conversa con un estadounidense de cualquier militancia partidista, acerca de alguna medida o proyección de política interna o externa de su país, resulta inevitable que se mencione, de una u otra forma, la influencia que en ella tienen, o puedan tener, «los hermanos Koch».
A raíz de su confirmación como nuevo Secretario de Estado, la mayoría de los medios de prensa estadounidenses ha identificado a Mike Pompeo como «el congresista de Koch» o «el hombre de los hermanos Koch». Pero fuera de las fronteras estadounidenses los hermanos David y Charles Koch no son tan conocidos.
Pese a que no figuran entre las autoridades principales de la nación, hay razones fundamentales para esto. Ellos dos, juntos, suman la tercera mayor fortuna del país (sólo Bill Gates y Warren Buffet les superan). Entre los dos hermanos facturan al año más de 100.000 millones de dólares y su conglomerado industrial es el segundo mayor del país, detrás sólo del grupo Cargill. En el 2010, fue nombrado como el décimo más contaminante de EEUU por el Political Economic Research Institute de Massachusetts.
Su influencia en materia política puede calcularse por el hecho de que ellos han inyectado en la última década alrededor de 200 millones de dólares a las causas más ultraconservadoras y ello apenas trasciende a los medios.
Los Big Brothers, como popularmente se les conoce, niegan su vínculo directo con el Tea Party y procuran mantenerse invisibles desde su cuartel general en Wichita, Kansas, en el corazón de la América profunda. Desde allí, los Koch han extendido el imperio petrolero heredado de su padre, Fred, tramando formas de influir en la política norteamericana sin que se note demasiado, mediante una red de grupúsculos y fundaciones que ellos han creado.
Aunque no lo proclamen como un éxito propio, la fundación Americans for Prosperity, creada por David Koch en el 2004, fue el verdadero organizador de la revuelta del Tea Party. Una de sus fantasmagóricas ramificaciones, United Patients Now, organizó más de 300 actos «populares» contra la reforma sanitaria Obamacare y otros 80 para boicotear sus leyes climáticas.
El auténtico precursor del fenómeno de los Hermanos Koch fue su padre, Fred Koch, quien hace medio siglo advirtió sobre los riesgos de «un presidente comunista», fue un detractor del New Deal de F. D. Roosevelt y denunció «la infiltración de comunistas» en los Partidos Demócrata y Republicano. Sus hijos heredaron, además de su fortuna, su credo libertario.
Charles, de 74 años, siempre fue el más discreto. David Koch, de 70 años, hizo una desafortunada incursión en la política en 1980, compitiendo con Ronald Reagan, a quien veía como un peligro. David se presentó como candidato a la vicepresidencia por el Partido Libertario en candidatura encabezada por Ed Clark. Entre sus promesas electorales «libertarias» figuraban la supresión del FBI y la CIA, eliminación de la Seguridad Social y el Salario Mínimo, la desregulación sería total y habría una drástica reducción de impuestos. El Gobierno quedaría reducido a «proteger los derechos individuales». Lograron el 1% de los votos.
Cuatro años después, visto que Reagan se apropió de parte de su ideario, David Koch se hizo oficialmente republicano y arrastró a su hermano por la misma senda.
El menor de los Koch sufrió una segunda iluminación en los años noventa, cuando sobrevivió milagrosamente a un accidente aéreo. Se reinventó a sí mismo como filántropo del ‘American Ballet Theater’ y creó el grupo ‘Citizens for a Sound Economy’, para seguir defendiendo desde la sombra sus multimillonarios privilegios.
Luego creó Americans for Prosperity (AFP), definida como una organización de «líderes de base a favor del gobierno limitado y el mercado libre». No podía respaldar abiertamente a candidatos, pero invirtió 45 millones en apoyo a las causas conservadoras en las elecciones del 2 de noviembre.
Según la periodista Jane Mayer del New Yorker, en el primer aniversario de la presidencia de Obama, el multimillonario David Koch se puso sigilosamente al frente de la «revolución popular» al dar a conocer que «Cuando creamos Americans for Prosperity (AFP), teníamos en mente un movimiento de masas, estado a estado, con cientos de miles de americanos luchando por las libertades económicas que hicieron de esta nación la más próspera de la historia»…
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.