La cantidad de ingresos a las universidades en Cuba cayó 25,8 por ciento en el último año lectivo, mientras se orienta a los jóvenes hacia estudios con más plazas laborales como el sector agropecuario, en un contexto de reforma económica que también toca a la enseñanza pública.
La matrícula inicial universitaria en el periodo escolar 2011-2012, que concluyó en julio, fue de 122.193 estudiantes menos que en 2010- 2011 en este país con 11,2 millones de habitantes, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
Entre los cambios del sector terciario con un sentido económico figuran aumentar el rigor en los exámenes de acceso a la universidad, incentivar especialidades en las ciencias agropecuarias y técnicas, reducir las plazas en las carreras humanísticas y formar más técnicos y obreros calificados para impulsar el desarrollo productivo.
«Fue un error alimentar durante muchos años la idea de que todos deben tener nivel superior de enseñanza», cuestionó la periodista Elsa Claro, en la sección participativa Café 108 del sitio web de la Oficina de IPS en Cuba, sobre una de las aspiraciones arraigadas en la familia cubana, que su descendencia alcance al menos la licenciatura.
El periodo 2007-2008 fue el último de la etapa de crecimiento de las universidades de esta isla caribeña al matricularse casi 744.000 personas, a partir de la etapa siguiente comenzó la merma hasta llegar a poco más de 351.000 en el período 2011-2012, primer ingreso posterior a que arreciaran los controles en los exámenes de ingreso.
Pero el gran descenso ocurrió en los Centros Universitarios Municipales que, bajo otro nombre, llevaron a comienzos de la década de 2000 los estudios superiores al espacio comunitario. Su matrícula, que oferta sobre todo ciencias sociales, se redujo 51,2 por ciento en el último año lectivo, según la ONEI.
En la actualidad funcionan 123 sedes de ese tipo en el país, la séptima parte de las existentes en 2008, y se prioriza el ingreso de estudiantes a carreras técnicas y agropecuarias, en busca de mayor calidad y racionalidad económica, según un informe que el Ministerio de Educación Superior presentó en julio al parlamento.
En años recientes, la oferta de plazas universitarias incluyó altas cuotas en pedagogía, medicina y ciencias sociales. Ahora ese panorama cambió: el plan de ingreso para el curso 2012-2013 brinda las mayores oportunidades en áreas técnicas y agropecuarias, mientras redujo en más de 40 por ciento las humanísticas.
El plan es fortalecer y priorizar la formación de personal técnico, que se necesita para revitalizar el sector productivo del país. Hace tres períodos escolares, la matrícula de esa enseñanza era de apenas 2.077 estudiantes, mientras que en el último curso se elevó a 60.000 y continuará en ascenso para el venidero.
Nuevas prioridades
El sistema universitario cubano se encuentra «en transformación» e insertado cada vez más en los procesos económicos y de desarrollo local, indicó Olga Lidia Tapia, integrante del Secretariado del Comité Central del gobernante Partido Comunista de Cuba, según reportes de prensa sobre la clausura del curso anual.
La actualización del modelo económico y social del país, impulsada por el gobierno de Raúl Castro desde 2008, arrancó con medidas en la agricultura, un rubro considerado clave en ese proceso por las autoridades y que tiene, entre otros, el reto de cosechar más alimentos para reducir la dependencia de las importaciones.
Por ello, la cartera de educación diseña estrategias de orientación vocacional, desde la enseñanza primaria hasta la preuniversitaria, intentando motivar a las nuevas generaciones a elegir oficios y profesiones relacionadas con la producción, en especial de la tierra.
La bachiller Adrianet Acosta, una de los 35.242 estudiantes que rindieron los exámenes de ingreso este año, se decidió en el último momento por la agronomía. Tras mucho esfuerzo, obtuvo una plaza entre las más de 40 asignadas para su provincia de Mayabeque, colindante con el sudeste de La Habana.
«Es lo que necesita el país y quiero graduarme con una profesión donde haya empleo», explicó a IPS sobre su opción. Se entusiasmó después de un encuentro con estudiantes y profesores de agronomía y la visita a dos centros de investigación agrícola, organizadas por su escuela, explicó.
Las autoridades intentan revalorizar la agropecuaria entre la población. «La gente identificó el trabajo en el campo con el bajo nivel, lejano de la ciencia y cercano a la pobreza», dijo a IPS el profesor Esteban Morales. Dejó de ser atractiva incluso para hijos e hijas de campesinos, recordó.
A veces se siente un poco más ilusionado, pero Yosvany Martínez todavía no se resigna a estudiar agronomía. Soñaba con graduarse en farmacia, pero no alcanzó la puntuación para ganar la única plaza asignada a los preuniversitarios de Mayabeque. Tiene contacto con la tierra: él «hace de todo» en la finca de su padre en su tiempo libre.
«En el campo se pasa mucho trabajo, por eso no quiero seguir ese camino», respondió este joven a IPS ante la pregunta de por qué no continuar la tradición familiar y convertirse en agrónomo.
Aficionado de la química, Martínez piensa que le podría gustar la carrera obtenida. «Quiero ser investigador, pero veo pocas posibilidades de ejercer» la investigación, confesó.
Durante los años 60 y 70, Cuba desarrolló programas productivos que estimularon los estudios agropecuarios. Luego, «en los 80, comenzó a entronizarse el criterio de que no valía la pena, económicamente hablando, desarrollar y diversificar la agricultura si era más barato importar», recordó Roberto Molina.
A juicio del periodista, que participó en el Café 108, ese hecho provocó un éxodo hacia carreras como la medicina, las relacionadas con la biotecnología, la informática y el turismo. Con más incentivos en el espacio rural y una «eficaz propaganda», valoró, «se puede despertar entre los jóvenes el interés por las ciencias agropecuarias».