Hay que volver a pensar en las diferentes maneras en las que se puede enfocar la acción histórica de Rosa Parks. En el mito prevaleciente, Parks se decide a actuar casi por capricho, aislada. Pero su acción nos muestra que el cambio es el producto de acciones deliberadas, crecientes, por las que juntamos nuestras fuerzas para tratar de conformar un mundo mejor
Aprendes mucho si analizas la forma como te presentan a nuestros héroes. Hace unos pocos años, en el Día de Martin Luther King. Day, me entrevistó CNN. También entrevistaron a Rosa Parks, por teléfono, desde Los Ángeles. «Nos sentimos muy honrados de presentarla», dijo el presentador. «»Rosa Parks fue la mujer que se negó a cambiarse a la parte trasera del autobús. No se levantó para ceder su asiento en la parte reservada para blancos a una persona blanca. Puso en movimiento el boicot de autobuses en Montgomery, de un año de duración. Le valió el título de ‘madre del movimiento de los derechos humanos'».
Me entusiasmó escuchar la voz de Parks y formar parte del mismo programa. Y se me ocurrió que la descripción que hizo el presentador – la interpretación estándar de la historia, la que es repetida incluso en muchos de sus obituarios – saca el boicot de Montgomery de todo su contexto. Antes de negarse a ceder su asiento, Parks había participado activamente durante doce años en la sección local de la NAACP [Asociación Nacional Para el Progreso de la Gente de Color], como su secretaria. El verano antes de su arresto, había asistido a una sesión de capacitación de diez días en la escuela de organización laboral y de los derechos cívicos de Tennessee, el Highlander Center, donde encontró a una generación ya mayor de activistas de los derechos cívicos, como la maestra de Carolina del Sur, Septima Clark, y discutió la reciente decisión de la Corte Suprema prohibiendo las escuelas «separadas-pero-iguales». Durante ese período de participación y educación, Parks se había familiarizado con desafíos pasados a la segregación. Otro boicot de autobuses de Montgomery, cincuenta años antes, redujo exitosamente algunas restricciones; un boicot de autobuses en Baton Rouge conquistó ventajas limitadas dos años antes del arresto de Parks; y la primavera anterior, una joven de Montgomery también se negó a irse a la parte trasera del autobús, llevando a la NAACP a considerar una acción legal hasta que resultó que no estaba casada y que estaba embarazada y que, por lo tanto, era un símbolo inadecuado para una campaña.
En breve, Rosa Parks no tomó una decisión sin pensarla. No dio a luz por sí sola a los esfuerzos por los derechos cívicos, sino que formó parte de un movimiento existente a favor de un cambio, en una época en la que el éxito estaba lejos de estar asegurado. Todos conocemos el nombre de Parks, pero pocos sabemos algo del jefe de la NAACP de Montgomery, E.D. Nixon, que fue uno de sus mentores y que involucró por primera vez a Martin Luther King. Nixon acarreaba maletas en los trenes, y participaba activamente en la Hermandad de Porteadores de Coches Cama, el sindicato formado por el legendario activista de los derechos cívicos A. Philip Randolph. Tuvo un papel esencial en la campaña. Nadie habla de él, igual como no hablan de JoAnn Robinson, que enseñaba en la cercanía, en un colegio negro mal financiado y segregado, cuyo Consejo Político Femenino distribuyó los primeros panfletos después del arresto de Parks. Sin el trabajo, a menudo solitario, de gente como Nixon, Randolph y Robinson, Parks probablemente no jamás habría adoptado su posición, y si lo hubiera hecho, nunca habría tenido el mismo impacto.
Este hecho no disminuye de ninguna manera el poder y la importancia histórica de la negativa de Parks de ceder su asiento. Pero nos recuerda que ese acto de tremendas consecuencias, junto con todo lo que le siguió, dependió sobre todo del trabajo modesto y frustrante que Parks y otros realizaron anteriormente. También nos recuerda que el paso inicial de Parks de involucrarse fue tan valeroso y crítico como su actitud en el autobús, que es conocida por todos.
Personas como Parks conforman nuestros modelos de compromiso social. Sin embargo, considerando las reacciones a charlas que he dado en todo el país, la mayoría de los ciudadanos no conoce toda la historia de su participación. Y la vuelta a contar convencional, despojada, crea un estándar que es tan imposible de igualar, que en realidad puede hacer más difícil involucrarse, apartando impensadamente las más poderosas lecciones de esperanza de Parks.
Este retrato convencional sugiere que los activistas sociales surgen de la nada, para adoptar repentinamente posiciones dramáticas. Implica que actuamos con el mayor impacto cuando actuamos solos, por lo menos al principio. Y ese cambio ocurre instantáneamente, en lugar de basarse en una serie de acciones frecuentemente invisibles. El mito de Parks como activista solitaria refuerza la noción de que cualquiera que toma una posición pública comprometida, o por lo menos efectiva, tiene que ser una personalidad que desborda la realidad – alguien con más energía, coraje, visión, o conocimientos que los que alguna persona normal podría llegar a poseer. Esta creencia domina nuestra sociedad, en parte porque los medios tienden a no representar el cambio histórico como el resultado de la labor de seres humanos corrientes, aunque en realidad sea así.
Una vez que colocamos a nuestros héroes sobre pedestales, se hace difícil que simples seres mortales se consideren a su altura. Sea lo que sea lo que expresen los individuos, nos sentimos tentados a descartar sus motivos, conocimientos, y sus tácticas como insuficientemente grandiosas o heroicas. Los culpamos por no tener bajo su control todos los hechos y cifras, o por no ser capaces de responder a cada pregunta que se les hace. También nos culpamos a nosotros mismos, por no conocer todo detalle, o por tener inseguridades y dudas. Nos es difícil imaginar que seres humanos corrientes, con fallas corrientes, puedan significar una diferencia crítica en causas sociales de valor.
Sin embargo, los que actúan tienen sus propias imperfecciones, y amplias razones para ocultarlas. «Pienso que a todos nos perjudica, dice una joven activista afro-estadounidense en Atlanta, llamada Sonya Tinsley, «cuando las personas que trabajan por el cambio social son presentadas como santas – tanto más nobles que el resto de nosotros. Nos queda una falsa idea de que hayan sentido, desde su nacimiento, el llamado a la acción, de que nunca tuvieron dudas, de que fueron elegidos por un halo luminoso. Pero me inspira mucho más cuando oigo cómo la gente tuvo éxito a pesar de sus fallas e inseguridades. Es una imagen mucho menos intimidante. Me hace sentir que yo también tengo una posibilidad de hacer algo por el cambio de las cosas.»
Sonya había asistido recientemente a una conferencia dada por uno de los profesores del Morehouse de Martin Luther King, en la que mencionó hasta qué punto King se había tenido que esforzar desde su ingreso a la universidad cuando obtuvo sólo la nota ‘C’, por ejemplo, en su primer curso de filosofía. «Pensé que eso era muy inspirador, cuando lo escuché», dijo Sonya, «en vista de todo lo que King logró. Me hizo sentir que casi todo era posible.»
El malentendido de la historia de Rosa Parks por parte de nuestra cultura habla de una amnesia colectiva más general, en la que olvidamos los ejemplos que más podrían inspirar nuestro valor, nuestras esperanzas y nuestra conciencia. Aparte de los obvios tiempos de conflicto militar, la mayoría de nosotros sabe casi nada sobre las numerosas batallas que hombres y mujeres ordinarios libraron para preservar la libertad, expandir el campo de la democracia, y crear una sociedad más justa. De los movimientos abolicionistas y por los derechos cívicos, recordamos en el mejor de los casos a unos pocos líderes esenciales – y a menudo malentendemos su realidad. Sabemos aún menos sobre los populistas de fines de siglo que desafiaron los intereses económicos afianzados y lucharon por una «mancomunidad cooperativa». ¿Quién es capaz estos días de describir los movimientos sindicales que terminaron con las semanas de 80 horas a salarios de hambre? ¿Quién conoce el origen del sistema de seguridad social, amenazado ahora por intentos sistemáticos de privatizarlo? ¿Cómo se extendió el movimiento por el voto femenino a cientos de comunidades y obtuvo suficiente fuerza para vencer?
A medida que desaparecen los recuerdos de esos acontecimientos, perdemos el conocimiento de los mecanismos que fueron utilizados con éxito en el pasado por los movimientos sociales desde la base para cambiar el sentimiento público y desafiar el poder institucional establecido. Del mismo modo se han perdido los instrumentos con los cuales los participantes lograron salir adelante y en última instancia vencer en circunstancias por lo menos tan duras como las que enfrentamos en la actualidad.
Hay que volver a pensar en las diferentes maneras en las que se puede enfocar la acción histórica de Rosa Parks. En el mito prevaleciente, Parks se decide a actuar casi por capricho, aislada. Es una virgen política, una santa inocente. La lección parece ser que si alguno de nosotros sintiera repentinamente la necesidad de hacer algo igualmente heroica, sería algo tremendo. Desde luego, la mayoría de nosotros no siente esa necesidad, así que esperamos todas nuestras vidas a ver si encontramos el momento ideal.
La verdadera historia de Parks nos brinda una moral mucho más empoderante. Comienza con pasos aparentemente modestos. Va a una reunión, y luego a otra, ayuda a edificar la comunidad que a su vez apoyó su camino. Vacilante al principio, gana confianza a medida que se expresa. Sigue adelante a pesar de un contexto profundamente incierto, ya que ella y otros actúan lo mejor que pueden para desafiar injusticias profundamente arraigadas, con poca certeza sobre los resultados. Si ella y otros hubieran renunciado después de su décimo o undécimo año de compromiso, es posible que jamás hubiésemos oído hablar de Montgomery.
Parks también nos recuerda que incluso en una causa aparentemente perdida, una persona puede sin saberlo inspirar a otra, y que esa persona inspirará a otra, que luego puede cambiar el mundo, o por lo menos un pedacito de éste. El esposo de Rosa Parks, Raymond, la convenció de que asistiera a su primera reunión de la NAACP, el paso inicial en un camino que la llevó a ese profético día en el autobús en Montgomery. ¿Pero quién hizo que Raymond Parks se involucrara? ¿Y por qué esa persona hizo el esfuerzo por lograrlo? ¿Qué experiencias conformaron sus visiones del mundo, forjaron sus convicciones? Los eslabones en toda cadena de influencia son demasiado numerosos, demasiado complejos para identificarlos. Pero tener conciencia de que esas cadenas existen, de que podemos tomar la decisión de unirnos a ellas, y que un cambio duradero no ocurre en su ausencia, es una de las formas primordiales de sustentar la esperanza, especialmente cuando nuestras acciones parecen ser demasiado insignificantes para decidir algo.
Finalmente, el viaje de Parks sugiere que el cambio es el producto de acciones deliberadas, crecientes, por las que juntamos nuestras fuerzas para tratar de conformar un mundo mejor. Algunas veces nuestras luchas fracasarán, como sucedió con muchos de los primeros esfuerzos de Parks, sus pares, y sus predecesores. Otras veces obtuvieron modestos resultados. Y a veces provocarán un milagroso estallido de coraje y emoción – como ocurrió con su arresto y todo lo que siguió. Porque sólo cuando actuamos a pesar de nuestras inseguridades y dudas tenemos la posibilidad de cambiar la historia.
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Paul Rogat Loeb es autor de «The Impossible Will Take a Little While: A Citizen’s Guide to Hope in a Time of Fear», nombrado el tercer libro político de 2004 por History Channel y la American Book Association, y ganador del Nautilus Award por el mejor libro de cambio social del año. Sus anteriores libros incluyen «Soul of a Citizen: Living With Conviction in a Cynical Time». Vea: www.paulloeb.org Para recibir sus artículos mensuales [en inglés] escriba a [email protected] con el asunto: subscribe paulloeb-articles
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Traducido por Germán Leyens